El Hombre según Rousseau: Crítica a la Ilustración y la Razón
Tanto Rousseau como otros filósofos de la época buscaban la felicidad del hombre, su progreso y la libertad. Sin embargo, Rousseau criticará la Ilustración, la ciencia y la razón como factores de progreso, contrastando al hombre natural con el hombre artificial. En contra de lo que pensaban los ilustrados, la ciencia y la razón no son elementos de progreso y desarrollo humano. Para Rousseau, los sentimientos morales son más importantes que la ciencia. Las mejoras técnicas sólo han aumentado la competitividad y el egoísmo, llevando al abandono de los buenos sentimientos naturales del hombre. El progreso no ha contribuido a la felicidad ni a la virtud del hombre, sino que lo ha alejado de su naturaleza y su origen. Las ciencias y las artes deben su origen a nuestros vicios y los han reforzado; además, han contribuido a establecer la desigualdad entre los hombres, desigualdad de la cual nacen todos los males sociales. El egoísmo, la vanidad y la necesidad dominante gobiernan las relaciones entre los hombres, de manera que la vida social se rige por los vicios y las virtudes. La sociedad, las artes y las ciencias son el origen de la alienación del hombre, los vicios, la degeneración y la desigualdad. La vanidad, la envidia y la debilidad humana han llevado a una carrera por el progreso y han ofrecido la falsa idea de que con ellos serían libres, cuando en realidad son esclavos de un orden social y político, de unas exigencias sociales como el lujo y la posición social, que promueven la desigualdad. Rousseau intenta poner en evidencia las contradicciones de la sociedad, cuyos valores no producen la mejora del ser humano, sino su degradación; por eso, su progreso es más aparente que real.
Causas de la Ruina de la Naturaleza Humana
Las causas que han perfeccionado la razón y arruinado la naturaleza son:
- La propiedad privada (desigualdad entre ricos y pobres).
- La institución de la magistratura (desigualdad entre débiles y poderosos).
- La transformación del poder legítimo en poder arbitrario.
Contra el individualismo, el pensamiento ilustrado, por influencia de Locke, había defendido la existencia de unos derechos naturales que todo individuo tiene por ser humano, como el derecho a la propiedad y el sentido de la sociedad, que proporciona comodidad y seguridad. Rousseau pensaba que la vida en comunidad es la que permite al hombre tener derechos de protección, libertad y egoísmo; fuera de la comunidad, el hombre no tiene sentimientos morales, ya que estos se forman desde la vida social. El problema del hombre consiste en discernir qué hay de natural y qué de artificial en el ser humano. Hobbes dice que el hombre es malo por naturaleza, ya que el hombre para el hombre es un lobo, y esto produce una guerra entre todos. En cambio, Rousseau dice que el hombre es bueno por naturaleza; lo que le hace malo es la sociedad, le dominan los sentimientos.
La Sociedad según Rousseau: El Contrato Social
La crítica radical a la sociedad contemporánea que realizó Rousseau no le llevó a reivindicar una vuelta al “estado de naturaleza” originario, sino a cuestionar las bases sobre las que se debe asentar una sociedad legítima. Buscar los fundamentos de una nueva comunidad donde las desigualdades no sean tan grandes y se permita el desarrollo de la justicia y la felicidad de todos los ciudadanos es el objetivo de su obra “El contrato social”. Como antes habían hecho Hobbes y Locke, critica el origen divino de las instituciones políticas. En Hobbes y Locke, el individuo renuncia a parte de sus derechos naturales, que acepta ceder al Estado, al que debe obediencia. Para Rousseau, dicho pacto es injusto y falso porque es un pacto de sumisión donde el pueblo debe obediencia al monarca a cambio de seguridad, y porque intenta justificar una situación de desigualdad con la apariencia de igualdad.
El Contrato Social y la Voluntad General
El contrato del que habla Rousseau es la asociación voluntaria de los individuos que se unen entre sí para superar las dificultades. Los sujetos entregan sus derechos a esta nueva comunidad, la cual constituye una fuerza común que defiende la libertad y los bienes de cada uno. Este nuevo cuerpo social es una República legítima, pues en ella el auténtico soberano es el pueblo constituido en comunidad. Así, el hombre natural se convierte en ciudadano, miembro de un cuerpo social y moral, cuya virtud reside en la defensa del bien común por encima de los intereses particulares y egoístas, ya que el hombre sustituye el instinto por la justicia. El hombre no renuncia a su libertad, sino que la transforma en libertad civil o social, pues no se la entrega al Estado, sino que va destinada a él mismo, pero como miembro de una colectividad, lo que Rousseau llama voluntad general. El pueblo, por medio de la voluntad general, es el único legitimado para establecer las leyes, por lo que en él reside la soberanía. Al pueblo no puede representarlo nadie, sino él mismo; por eso, los diputados son comisarios del pueblo, y las leyes no tienen ningún valor si no son aprobadas por el pueblo. También supone la separación entre soberano y gobierno. El soberano es el pueblo y el gobierno es el ejecutor de las leyes. El estado así constituido es el único legítimo, pero puede adoptar distintas formas de gobierno, siendo la mejor la democracia. La educación es fundamental, ya que es una entidad que hay que fundamentar desde abajo, y son los sujetos los únicos protagonistas de este proceso. Tiene que servir para el desarrollo de los sentimientos innatos en la naturaleza humana, una educación moral que desarrolle esa conciencia moral que permita al hombre discernir entre el bien y el mal.
La Moral según Nietzsche: Crítica a la Cultura Occidental
La filosofía de Nietzsche tiene la intención de desvelar esta decadencia, constituyéndose en una crítica radical a Occidente, radical porque se centra en los pilares de esta cultura. La historia de Occidente es la historia de un error, en la que el hombre se ha extraviado. El punto de partida de esta crítica de la cultura va a ser el vitalismo axiológico. Verá en todo problema filosófico un problema moral, pues en última instancia todo es una interpretación moral de la realidad que parte de un posicionamiento frente a la vida. En su crítica a la filosofía occidental, lo que se propone es desvelar la interpretación moral que se esconde detrás de los valores de Occidente para poder ver qué actitud ante la vida se manifiesta. Así, Nietzsche va a distinguir dos morales:
- La moral de esclavos: implica el dolor, la humildad, la amabilidad, la compasión y la paciencia. Representa la subversión de los valores aristocráticos; es la moral que dice no a la vida, que camufla la realidad ante el miedo a la misma.
- La moral de los señores: es una moral aristocrática, propia de los espíritus elevados, la que ama la vida, el poder, la grandeza; nace de un reconocimiento de la propia vida.
El Método Genealógico y la Crítica al Dogmatismo
De esta manera, la filosofía de Nietzsche, en cuanto crítica de la cultura occidental, va a intentar descubrir qué moral se esconde detrás de los valores de la cultura occidental. Para dar respuesta a esta pregunta, utiliza el método de la genealogía. Esta genealogía intenta demostrar que la metafísica, la religión, la moral, la ciencia, etc., tienen su origen en instintos y tendencias del hombre que están ocultos, tienen su origen en una actitud frente a la vida; por eso, “solo existe una interpretación moral de los fenómenos”. Para desvelar este error, Nietzsche se va a retrotraer a los orígenes mismos de la cultura occidental. Desde esta situación, Nietzsche examina la historia de la cultura occidental y constata un creciente ascenso de los valores de los débiles frente a los fuertes. Los débiles han tenido fuerza para imponer su criterio a los fuertes. Este es el dogmatismo de Occidente: filosofía dogmática, religión dogmática, moral dogmática. Para eliminar estos tres mundos inventados por el hombre occidental, es preciso criticar el origen mismo de la filosofía.
Las Etapas de la Filosofía de Nietzsche y la Tragedia Griega
Encontramos en Nietzsche una voluntad asistemática de expresar sus ideas, voluntad de fragmento, y a eso responde la división de su producción filosófica en cuatro etapas en las que cambia de tema, aunque enuncia en todos ellos los mismos criterios. El aforismo, “relámpagos mentales”, es una huida de demostraciones racionales, una recurrencia a la metáfora, al concepto intuitivo. En su primera obra, “El nacimiento de la tragedia”, Nietzsche propone dos conceptos para entender la tragedia clásica. En la tragedia clásica nos encontramos dos fuerzas para comprender la concepción trágica de la realidad, que con el surgimiento de la metafísica occidental se van a perder. La tragedia, la realidad en cuanto trágica, está compuesta de dos grandes fuerzas que se oponen y que están en constante lucha sin que ninguna sea vencida:
- Apolo: es el dios de la luz, del orden y la armonía; es la fuerza racional propia de las artes plásticas y está dominada por el principio de individuación.
- Dionisio: es el dios tenebroso y oscuro, el dios del desorden y del caos; es la fuerza vital e irracional, el dios de la embriaguez y de la música.