La Ilustración y Kant
El Pensamiento Ilustrado
Características
Los ilustrados consideran su propia época como la de la razón. La Ilustración se suele situar entre la Revolución Inglesa y la Francesa. Geográficamente, Inglaterra fue la pionera de las ideas ilustradas, Francia las llevó a la práctica políticamente y las popularizó, y en Alemania fueron maduradas teóricamente. Por esto, la Ilustración es un movimiento de ámbito europeo.
Kant, al que se considera el máximo representante de la filosofía del siglo XVIII, en la obra «Respuesta a la pregunta ¿Qué es la Ilustración?» se lee que la Ilustración es la salida del hombre de su autoculpable minoría de edad. La minoría de edad significa la incapacidad de servirse de su propio entendimiento sin la guía de otro.
Este siglo es una época optimista, y ese optimismo se apoya en la consideración de las posibilidades del uso de la razón. Esta razón optimista examina todos los campos porque está convencida de que puede librar a la humanidad de todos los errores que ha ido cometiendo por falta de examen racional: lo creído por la revelación religiosa, lo sabido por la tradición y lo impuesto por la autoridad son puestos ante el inapelable tribunal de la razón. En este proceso, la razón se irá liberando de todas las creencias que se dé ella misma, haciéndose así autónoma.
El avance de la razón a través de la historia está fundado en la autosuficiencia de la razón, en su autonomía. La crítica a la tradición ya se había iniciado con el pensamiento moderno.
Kant
Racionalistas y Empiristas
Kant se encuentra ante la oposición entre las tesis del racionalismo y del empirismo. El racionalismo busca los principios en puras evidencias ideales. La filosofía empirista, en cambio, lo que quiere encontrar no son ideas primeras y evidentes, sino reconocer nuestro conocimiento reduciéndolo a su origen, y este está en las sensaciones que recibimos a través de nuestros sentidos. La filosofía como búsqueda del fundamento del conocimiento humano en la evidencia pasa a ser búsqueda del origen en la tradición empirista.
Kant comienza la «Crítica de la Razón Pura» diciendo que todo conocimiento comienza por la experiencia, pero que ello no quiere decir que todo él derive y consista en ella (que es lo que afirma el empirismo). Para Kant, origen no es fundamento.
Esta es la tesis kantiana. Kant plantea que es necesario volver los ojos a las ciencias que avanzan, las que son seguras.
La mala situación de la filosofía la comenta Kant cuando dice que los filósofos no se ponen de acuerdo y que la filosofía parece una ciencia que no avanza como las otras, que no tiene todavía un método. Y eso es lo que pretende Kant con su crítica a la razón: trazar un método del conocimiento humano.
Las ciencias que ya han alcanzado un andar seguro son, para Kant, la matemática y la física. Por eso en «La Crítica de la Razón Pura» recurre a ellas. Sobre la física nos dice que es una ciencia que no funciona observando pasivamente, sino que adelanta hipótesis sobre lo observado. Estas hipótesis son previas a la experiencia.
En primer lugar, el conocimiento humano posee unas estructuras que determinan a todo objeto que recibimos en nuestra sensibilidad.
En segundo lugar, conocemos las cosas en cuanto se manifiestan, por eso afirmamos que en la realidad extramental se dan aquellas cosas que son causa de que seamos afectados por sus manifestaciones. La «Crítica de la Razón Pura» es un estudio de la razón humana, que no se trata de estudiar los objetos, sino que nosotros ponemos en ellos.
Los Problemas de la Filosofía
Kant dice al comienzo de la «Crítica de la Razón Pura» que la razón se encuentra perpleja. La solución kantiana a la perplejidad que provoca la filosofía es la necesidad de limitar la razón a la experiencia. La metafísica es una pasión inútil de la razón, porque traspasa los límites de la razón legisladora que son los límites de aplicación de las categorías.
La dialéctica trascendental narra los errores de la razón cuando traspasa los límites de la experiencia. Según Kant, la razón tiende siempre a ir más allá de la experiencia, a comprender globalmente, y termina por usar tres ideas: la del alma, mundo y Dios. Esto no es posible porque de ninguno de los tres elementos tenemos experiencia sensible.
Con respecto al mundo, hay que aclarar que Kant se refiere a él como un conjunto en sí mismo.
Según Kant, Dios es idea, es el objeto de la aspiración máxima de la razón. Para afirmar su existencia, la filosofía ha intentado innumerables pruebas, que se pueden resumir en el argumento ontológico, cosmológico y el teleológico. Kant critica al primero porque —si hay seres que son contingentes, debe existir un ser necesario que sea su causa—, Kant le criticará que la noción de causa tampoco es aplicable fuera de la experiencia. El argumento teleológico, que afirma que si hay un orden, hay Dios. Kant cae en la cuenta de que lo único que muestra es la existencia de un ordenador cósmico.
Las ideas de la razón sirven para unificar todos los fenómenos de una inteligencia suprema (Dios), los fenómenos anímicos en referencia al alma, y los externos en referencia al mundo. No son temas de la ciencia, lo cual no quiere decir que no sean pensables y posibles, pero no son cognoscibles con la seguridad que aporta la ciencia.
El Formalismo Moral
Los límites que Kant impone al conocimiento teórico son superados en el uso práctico de la razón, como guía de nuestra vida.
Máximas e Imperativos
Kant diseña su teoría del conocimiento humano en función de las ciencias de la naturaleza. Kant legisla la razón examinando normas que nuestra razón formula con respecto a nuestra conducta. Estos son de dos tipos: las máximas y los imperativos o leyes prácticas.
- Las máximas son aquellas que formulamos para dirigir nuestra conducta en función de lo que estimamos conveniente, pero que no aspiramos a que sea el comportamiento de todos los hombres.
- Los imperativos son normas universales que consideramos válidas para todos los hombres. Dentro de ellas podemos diferenciar:
- Los imperativos hipotéticos son aquellos que están formulados condicionalmente: nos presentan un objetivo que podemos dejar de lado sin aceptar.
- Los imperativos categóricos son los que se nos presentan sin condiciones, se formulan con el «debes». Estos últimos imperativos son la guía de nuestra conducta moral.
Los imperativos categóricos se parecen a las leyes naturales, pero se diferencian de estas en que no se cumplen siempre. El que seamos conscientes de deberes no quiere decir que estemos necesariamente obligados a cumplirlo.
Las máximas guían nuestra conducta, pero no pretendemos que tengan validez universal. Los imperativos tienen validez universal, pero los hipotéticos afectan solo a los que quieran aceptar la condición que formulan. En cambio, los categóricos se nos presentan como obligaciones incondicionales, para todo el mundo.
Los Postulados de la Razón en su Uso Práctico
Estos imperativos nos hacen ser conscientes de la libertad, por eso esta se convierte en un postulado que tenemos que aceptar necesariamente. En primer lugar, la voluntad aparece como una causa libre en relación con las leyes morales. En segundo lugar, precisamente porque el cumplimiento del deber nos hace merecedores de la felicidad, pero no nos la asegura, es necesario admitir a Dios. Además, hay que admitir la inmortalidad, como prolongación de la vida terrena, para garantizar la identidad entre nuestra voluntad y el deber.
La ética kantiana es una ética formal, lo que quiere decir que hace consistir la voluntad buena, la bondad moral del ser humano, en el cumplimiento de los deberes que su misma razón le presenta, pero sin especificar el contenido o la materia de esos deberes.
También se puede decir que la ética kantiana es una ética autónoma, en la que el sujeto se da las normas a sí mismo.
La Ética Kantiana, Expresión Romántica
Kant dice que el hombre solo es tal cuando elige sin libertad, porque pensar por sí mismo es necesario para elegir por sí mismo. Para llevar una vida autónoma no podemos dejarla en manos de los demás, y hacemos esto si no pensamos por nosotros mismos.
Para Kant, los valores morales adquieren su importancia cuando los hombres se los proponen a sí mismos como guía de sus acciones, propuestos por nuestra razón y aceptados por nuestra voluntad. Se oponía a filósofos y a científicos.
Aborrece la denominación de un ser humano por el otro, porque evitar que una persona siga el camino que elige por sí mismo es robarle su propia humanidad.
La importancia de la noción de libertad ejerció una profunda influencia sobre el arte romántico.
Con respecto al mundo, hay que aclarar que Kant se refiere a él como un conjunto en sí mismo.
Según Kant, Dios es idea, es el objeto de la aspiración máxima de la razón. Para afirmar su existencia, la filosofía ha intentado innumerables pruebas, que se pueden resumir en el argumento ontológico, cosmológico y el teleológico. Kant critica al primero porque —si hay seres que son contingentes, debe existir un ser necesario que sea su causa—, Kant le criticará que la noción de causa tampoco es aplicable fuera de la experiencia. El argumento teleológico, que afirma que si hay un orden, hay Dios. Kant cae en la cuenta de que lo único que muestra es la existencia de un ordenador cósmico.
Las ideas de la razón sirven para unificar todos los fenómenos de una inteligencia suprema (Dios), los fenómenos anímicos en referencia al alma, y los externos en referencia al mundo. No son temas de la ciencia, lo cual no quiere decir que no sean pensables y posibles, pero no son cognoscibles con la seguridad que aporta la ciencia.
El Formalismo Moral
Los límites que Kant impone al conocimiento teórico son superados en el uso práctico de la razón, como guía de nuestra vida.
Máximas e Imperativos
Kant diseña su teoría del conocimiento humano en función de las ciencias de la naturaleza. Kant legisla la razón examinando normas que nuestra razón formula con respecto a nuestra conducta. Estos son de dos tipos: las máximas y los imperativos o leyes prácticas.
- Las máximas son aquellas que formulamos para dirigir nuestra conducta en función de lo que estimamos conveniente, pero que no aspiramos a que sea el comportamiento de todos los hombres.
- Los imperativos son normas universales que consideramos válidas para todos los hombres. Dentro de ellas podemos diferenciar:
- Los imperativos hipotéticos son aquellos que están formulados condicionalmente: nos presentan un objetivo que podemos dejar de lado sin aceptar.
- Los imperativos categóricos son los que se nos presentan sin condiciones, se formulan con el «debes». Estos últimos imperativos son la guía de nuestra conducta moral.
Los imperativos categóricos se parecen a las leyes naturales, pero se diferencian de estas en que no se cumplen siempre. El que seamos conscientes de deberes no quiere decir que estemos necesariamente obligados a cumplirlo.
Las máximas guían nuestra conducta, pero no pretendemos que tengan validez universal. Los imperativos tienen validez universal, pero los hipotéticos afectan solo a los que quieran aceptar la condición que formulan. En cambio, los categóricos se nos presentan como obligaciones incondicionales, para todo el mundo.
Los Postulados de la Razón en su Uso Práctico
Estos imperativos nos hacen ser conscientes de la libertad, por eso esta se convierte en un postulado que tenemos que aceptar necesariamente. En primer lugar, la voluntad aparece como una causa libre en relación con las leyes morales. En segundo lugar, precisamente porque el cumplimiento del deber nos hace merecedores de la felicidad, pero no nos la asegura, es necesario admitir a Dios. Además, hay que admitir la inmortalidad, como prolongación de la vida terrena, para garantizar la identidad entre nuestra voluntad y el deber.
La ética kantiana es una ética formal, lo que quiere decir que hace consistir la voluntad buena, la bondad moral del ser humano, en el cumplimiento de los deberes que su misma razón le presenta, pero sin especificar el contenido o la materia de esos deberes.
También se puede decir que la ética kantiana es una ética autónoma, en la que el sujeto se da las normas a sí mismo.
La Ética Kantiana, Expresión Romántica
Kant dice que el hombre solo es tal cuando elige sin libertad, porque pensar por sí mismo es necesario para elegir por sí mismo. Para llevar una vida autónoma no podemos dejarla en manos de los demás, y hacemos esto si no pensamos por nosotros mismos.
Para Kant, los valores morales adquieren su importancia cuando los hombres se los proponen a sí mismos como guía de sus acciones, propuestos por nuestra razón y aceptados por nuestra voluntad. Se oponía a filósofos y a científicos.
Aborrece la denominación de un ser humano por el otro, porque evitar que una persona siga el camino que elige por sí mismo es robarle su propia humanidad.
La importancia de la noción de libertad ejerció una profunda influencia sobre el arte romántico.