Exposición de la Temática del Texto
El tema del texto es la ascensión al verdadero conocimiento. En La República, Platón nos ofrece una explicación del conocimiento, la dialéctica, basada en la teoría de las ideas. En ella se establece una correspondencia entre los distintos niveles y grados de la realidad y los distintos niveles de conocimiento: la doxa (conocimiento sensible) y la episteme (conocimiento inteligible). A cada uno de ellos le corresponderá un tipo de realidad, la sensible y la inteligible, respectivamente. El verdadero conocimiento viene representado por la episteme, dado que es el único conocimiento que versa sobre el ser y, por tanto, que es infalible. Platón nos lo explica mediante la conocida alegoría de la línea, en la que se hace una división entre realidad sensible (sombra e imágenes, por un lado, y cosas, por otro) y realidad inteligible (objetos lógicos y matemáticos, por un lado, e ideas, por otro). Las imágenes dan lugar a una representación confusa, que llamaremos imaginación (eikasia) y los objetos materiales dan lugar a una representación más precisa, y a la que llamaremos creencia (pistis). Por su parte, en el mundo inteligible, las imágenes de las ideas dan lugar a un conocimiento discursivo (dianoia) y las ideas dan lugar a un conocimiento intelectivo (noesis).
Análisis del Conocimiento de Platón
La dialéctica es el proceso por el que se asciende gradualmente al verdadero conocimiento del ser, de lo universal, de la idea. La noesis se diferencia de la dianoia en que se dirigen a objetos de conocimiento distintos. Si seguimos la interpretación de Aristóteles en la Metafísica, según la cual Platón establece una diferencia entre las ideas y los objetos matemáticos en el sentido de considerar a estos como realidades intermedias entre las formas (ideas) y las cosas sensibles. Pero también en cuanto a su naturaleza, pues la noesis, aunque partiendo de la hipótesis de la dianoia, pretende rebasarlas remontándose hasta los principios, las ideas, mediante el recurso a una abstracción pura, descendiendo luego hasta las conclusiones que se derivan de esos primeros principios, pero sin valerse en ningún momento de imágenes sensibles.
El Mito de la Caverna
El mundo visible es fugaz, sometido a transformaciones continuas y las cosas particulares carecen de realidad porque no tienen en sí mismas su propia esencia. El mundo verdaderamente real es el mundo inteligible, donde cada idea tiene existencia por sí misma y es una substancia. Respecto a la relación existente entre las ideas y las cosas, es de participación o imitación: las cosas participan de las ideas o la imitan, y las ideas están presentes en las cosas de alguna manera. Las ideas son causas de las cosas porque constituyen su verdadera esencia y sirven de modelo para las cosas particulares. Las cosas concretas quedan reducidas a mero reflejo o imitación de las ideas, pero carentes de valor por sí mismas. El conocimiento mediante la razón y los sentidos son opuestos, es decir, tienen características y origen diferentes: los sentidos nos conducen al error y la razón nos lleva a la verdad.
Jerarquía de las Ideas
Primeras Ideas
El conocimiento sensible proporciona sensaciones y percepciones que constituyen la base del conocimiento. Los objetos que percibimos son meras apariencias (eidola). El conocimiento sensible no es fuente de verdad.
Segundas Ideas
Eidos, esencias: el verdadero ser de las cosas, su esencia, está en las ideas. El eidos es una realidad permanente, inimitable, eterna, que no puede existir en el mundo inseguro, engañoso de los sentidos. Las ideas son entes universales, formas insuperables que se encuentran en el mundo suprasensible.
Terceras Ideas
Por encima de los eidos están las realidades supremas, inabarcables e indefinibles. Solo son tres: bien o verdad, belleza y bondad o justicia. La superior de todas es el bien.
Concepción del Hombre en Platón
El hombre es resultado de una unión accidental entre el alma inmortal y el cuerpo material y corruptible. Lo más propiamente humano que hay en el hombre es el alma. Platón no se limita a afirmar la existencia del alma, sino que la dota de otras características además de la de ser el principio vital. El alma es inmortal, transmigra de unos cuerpos a otros. En La República aparece varias veces la división del alma: razón, sentimiento y pasiones. La parte racional es la encargada de dirigir y controlar la actividad del hombre; la parte irascible es la responsable de los buenos sentimientos; y la corruptible es la poseída por la mayoría de la población. El tipo de hombre depende del tipo de alma.
Comparación con Descartes
Platón y Descartes son autores que defienden que el conocimiento es innato, aunque para Platón eso significa que las ideas las conoce el alma desde antes de estar unidas al cuerpo, mientras que para Descartes significa que las ideas verdaderas son connaturales a mi razón y van a surgir en el entendimiento.
Ambos son dos autores que defendían la dualidad del hombre, constituido de dos mitades heterogéneas: alma y cuerpo. Para ambos el alma es el lugar donde reside la verdad y el cuerpo la fuente de nuestros errores. El alma de Platón es de naturaleza ideal y preexiste a su unión con el cuerpo. Para Descartes el alma es pensamiento y no tiene ni realidad ni existencia separada del cuerpo. La concepción de idea de Platón es diferente a la de Descartes. Para Platón las ideas o formas tienen una realidad separada, considera que son más reales que lo material. Para Descartes son fundamentales, contenidos mentales, están en el pensamiento.
Actualidad
Lo primero que debemos destacar es que la antropología dualista de Platón ha calado profundamente en la cultura occidental al ser difundida de alguna manera por el cristianismo. Por otra parte, actualmente existe un debate abierto sobre este asunto, pero expresado en los términos mente-cerebro. ¿Aquello que llamamos mente es sólo un conjunto de reacciones físico-químicas producidas por el cerebro o es algo con entidad propia, inmaterial y diferenciada del cerebro (lo que Platón denominaría alma)?
Platón, al afirmar la existencia independiente de las Ideas, se sitúa en el extremo opuesto del relativismo. Si concretamos esto en el tema de los valores morales, tenemos que decir que Platón considera que dichos valores son objetivos, universales y, por supuesto, cognoscibles. A diferencia de este planteamiento, lo que hoy encontramos como postura mayoritaria al respecto en nuestra sociedad es el relativismo moral: no todos entendemos lo mismo cuando hablamos de bien o de justicia. Pero este problema plantea la dificultad de cómo alcanzar el consenso social en determinadas cuestiones éticas que afectan al conjunto de la sociedad. Dicho consenso, al no fundamentarse hoy en la existencia objetiva de los valores, sólo es posible mediante el acuerdo –algo ya defendido en tiempos de Platón por los sofistas–, que, por el destacado papel de los medios de comunicación social como generadores de opinión, siempre puede ser objeto de manipulación interesada. Precisamente Platón, con su ontología, pretendió evitar los peligros derivados de situaciones como ésta, defendiendo, en contra de lo que pensaban los sofistas, que más allá de las opiniones particulares e interesadas de cada uno, existe una verdad objetiva, inmutable y universal que la razón humana puede llegar a alcanzar: las Ideas. Y entre estas Ideas encontramos las relativas a los valores morales, cuyo conocimiento será imprescindible, según Platón, para el acierto moral y político. Hoy, debido al pluralismo ideológico y cultural que encontramos en nuestra sociedad, se hace difícil mantener posturas como esa.