T. CONOCIMIENTO
Para Platón, la justicia es algo real y objetivo que no depende de un acuerdo. Por otro lado, defiende que la justicia, el bien y la verdad son deseables por sí mismas, y es más feliz el que sufre injusticia que el que la comete. Sintetiza su postura en dos tesis:
- La epistemológica: que dice que podemos tener un conocimiento verdadero de una realidad objetiva y que podemos saber qué es el bien y la justicia en sí mismos.
- Tesis moral: que dice que sólo el que alcanza el conocimiento de lo que es el bien puede ser bueno, al igual que el justo, y solo puede ser feliz el bueno y el justo, ya que el injusto es infeliz por el sentimiento de culpa.
Para Platón, el conocimiento exige ser objetivo, absoluto, infalible e inmutable. El conocimiento sensible no cumple estos requisitos, ya que el objeto de la percepción sensible no es estable (algo necesario para ser conocido), depende de la disposición en la que se encuentre el cuerpo, no es fiable y ninguna percepción sensible dura, sino que desaparece o cambia. Aparte, la percepción sensible solo nos presenta casos particulares, y nosotros buscamos un criterio universal que nos diga si nos encontramos o no ante el Bien. Lo universal solo se puede percibir mediante el intelecto. Como conclusión de esto, el bien existe y es algo en sí mismo, no se puede identificar con algo sensible y es posible conocerlo.
La existencia de las ideas se establece a partir de que cosas distintas tienen aspectos (eidos) semejantes. Hay algo que está presente en todos los particulares. Eidos es algo más allá de las cosas y a lo que estas se asemejan (caballos). Las ideas tienen las siguientes características:
- Las ideas son entidades lógicas y están en relación entre ellas según un orden jerárquico que culmina en la idea de Bien.
- Las ideas son realidades metafísicas, están más allá de lo sensible.
- Las ideas son el modelo de la realidad.
- Las ideas son el principio del orden frente al caos. La idea suprema (Bien) garantiza la estabilidad de lo real, la Belleza en cuanto al orden en el que se nos manifiesta y la verdad en cuanto a su comprensión.
- Las ideas están fuera del espacio-tiempo y son eternas.
Si el objeto del conocimiento es inteligible, ¿cómo podemos conocerlo? Según Platón, conocer es recordar. El alma, antes de encarnarse en el cuerpo, ha contemplado las ideas universales, pero al nacer las ha olvidado a causa de la impureza del cuerpo. Al ver la semejanza entre las cosas sensibles, el alma inicia un proceso de recuerdo, una reminiscencia. Esta teoría se apoya con una demostración de la inmortalidad del alma y se completa con el elemento erótico (eros) que ayuda a recordar.
¿En qué consiste el conocimiento? El conocimiento de la Idea Suprema dura, según Platón, 50 años y se puede ilustrar mediante el mito de la caverna, explicación metafórica realizada en el Libro VII de La República. Las sombras son las apariencias, lo que los prisioneros creen que es real. El mundo que está fuera es el mundo de las ideas, donde la máxima idea es la de Bien, representada con un Sol. La liberación del prisionero representa la liberación de la ignorancia que llega al conocimiento verdadero.
El proceso del conocimiento puede entenderse como una línea vertical con dos divisiones principales: la superior corresponde con el conocimiento científico y la inferior a la opinión. A su vez, cada una de ellas está dividida en dos partes. La opinión se divide en inferior (imaginación) y superior (creencia). El conocimiento científico se divide inferiormente por el pensamiento discursivo y por la parte superior por la inteligencia. Una vez conocida la realidad suprema, el filósofo abandona la influencia negativa del cuerpo, ya que conocer el bien necesita ser bueno.
T. HOMBRE
El ser humano se encuentra entre el mundo sensible y el inteligible. Platón entiende que el alma es de naturaleza divina y se encuentra encerrada en el cuerpo sensible. Al ser el alma semejante a las ideas, es inmortal, mientras que el cuerpo es mortal. Para explicar la naturaleza del alma, Platón narra un mito en el que el alma está formada por dos caballos y un auriga. El alma está entre los dos mundos porque, aunque sea de naturaleza inteligible, está atrapada en lo sensible y aspira a regresar a las ideas.
Los dos caballos y el auriga representan las tres partes del alma:
- El auriga es la parte racional (logos), es de naturaleza inteligible y le corresponde ser guía; se encuentra en la cabeza.
- El caballo noble es la parte irascible (thymos), es el origen de las pasiones nobles y se encuentra en el pecho.
- Por último, el caballo salvaje es la parte apetitiva (epihymía), representa las pasiones más bajas y se encuentra en el abdomen.
Cuando cada parte cumple su misión, reina la armonía en el alma; esta armonía es la virtud de la justicia. Para Platón, la inmortalidad del alma se entiende como la transmisión del alma en ciclos sucesivos de reencarnación. Y sus razones a favor de la inmortalidad son:
- La sucesión en ciclos de lo contrario: la muerte sucede a la vida y la vida sucede a la muerte.
- El alma, al igual que las ideas, es simple e indivisible, por lo cual también indestructible.
- Por la reminiscencia.
- Y, por último, por la participación en la idea de vida, lo que lleva a que el alma no pueda morir.
T. ÉTICO-POLÍTICA
Si la política ha de ser el arte de hacer mejor a los ciudadanos, y lo mejor es la justicia sobre la injusticia, la política ha de ser un arte que se base en un conocimiento científico de la justicia. La política hace justo al hombre en cuanto miembro de una polis. Si nuestra ciudad ha de ser justa, es porque es buena. Para el pensamiento griego, la bondad es sinónimo de utilidad. Aplicado al ser, la bondad hace referencia al grado de realidad y a la capacidad para mantenerse en la existencia.
El método que lleva a cabo Platón en La República consiste en concebir una ciudad buena, para observar en qué consistirá la justicia que necesariamente ha de exhibir. Tenemos que concebir una ciudad que realice con la máxima perfección dicha función, que sea máximamente útil y buena. Los ejemplos de organizaciones políticas que Platón observa son imperfectos. Lo que interesa es la contemplación de la idea de la ciudad ideal para descubrir qué sea la justicia en sí y disponer de un criterio que permita realizar la justicia en la ciudad y en los hombres. La manera científica abandona los hechos y se remonta a las ideas, desde las que se entiende los hechos.
Según Platón, el origen de la sociedad se encuentra en la necesidad que los individuos humanos tienen unos con otros. La sociedad es algo necesario para el individuo. Para que la ciudad sea eficaz y buena, ha de llevar a cabo su función con la máxima excelencia. Su función es suplir la incapacidad de cada hombre para procurarse lo necesario para la vida. De la sociedad ha de recibir aquello que él no puede conseguir por sí mismo, pero para ello ha de dar algo a cambio. Cada cual ha de cumplir una función útil para el resto. Las funciones sociales han de armonizarse entre ellas de tal manera que la ciudad constituya un todo autosuficiente. Esto se consigue de la siguiente manera: es obvio que cada uno es útil para una cosa. Cada individuo podrá aportar lo máximo dedicándose a aquello para lo que esté naturalmente dotado. Si cada uno aporta lo máximo que puede dar, también recibirá lo máximo que puede recibir. En segundo lugar, la capacidad natural ha de desarrollarse mediante la especialización. En la ciudad buena, todo individuo se dedica exclusivamente a aquello para lo que mejor está dotado.
Platón afirma que una sociedad ha de tener satisfechas tres necesidades. La primera función será la producción material, función que será realizada por la clase trabajadora. La segunda función corresponde a la defensa de la ciudad frente a ciudades imperfectas, función realizada por los hombres defensores de la ciudad. La última, pero más importante, será la función del gobierno. El gobierno es necesario para que cada clase haga lo que tenga que hacer cuando tenga que hacerlo. Los tres tipos de hombres hacen referencia a los tres tipos de alma. Las tres partes del alma se corresponden con las tres clases que constituyen el Estado:
- La primera, la racional (logistikos), se corresponderá con la clase gobernante.
- En segundo lugar, la parte sentimental (thymos) del alma se corresponde con la función defensiva cumplida por los soldados.
- En tercer lugar, la parte pasional se corresponde con la clase trabajadora.
Los tres tipos de hombre que habrán de llevar a cabo las funciones de la ciudad vienen dados por el tipo de alma que en ellos predomine. Cada una de estas partes responde a la satisfacción de una necesidad del todo, es decir, cada una de ellas cumple una función. Pero esta función puede ser llevada a cabo bien o mal. Cuando una parte, sea del alma como del estado, lleva a cabo su función con la máxima eficiencia, decimos que es excelente. La ciudad perfectamente buena ha de tener cuatro virtudes llamadas cardinales: Sabiduría (sofía), Valentía (andreia), Templanza o Moderación (sofrosyne) y Justicia (dikaiosyne). La ciudad buena es sabia por haber acertado en sus determinaciones. Si los hombres aptos para el conocimiento gobiernan eficientemente, la ciudad será sabia. Si los hombres aptos para la defensa defienden la ciudad eficientemente, la ciudad será valiente, y si gobernantes y gobernados se organizan eficientemente, la ciudad será dueña de sí misma. La justicia se identifica con el hacer cada uno lo suyo. La justicia será la armonía resultante de que cada uno lleve a cabo las funciones que le son propias por naturaleza. La justicia es lo que mantiene unida a la ciudad. La injusticia es un desorden que la lleva a la destrucción.