Cosmovisión Aristotélica: Orígenes y Características

La Cosmovisión Antigua

La cosmovisión antigua es la imagen del universo que la cultura occidental y el pensamiento asumieron desde el siglo IV a. C. hasta el siglo XV, fecha en la que comienza la Revolución Científica. Como se mencionó en clases anteriores, es una visión geocéntrica del universo a la que dio forma Aristóteles en el siglo IV a. C.

El Legado de los Filósofos Presocráticos

Ahora bien, no todo es obra de Aristóteles: filósofos griegos anteriores a Aristóteles, en base a observaciones de los cielos, ya habían establecido que la Tierra era el centro del universo. Igualmente, habían descrito la trayectoria y la forma del movimiento de los planetas y las estrellas.

Estos filósofos –presocráticos–, además, buscaron racionalmente las causas de los movimientos y las transformaciones de los cuerpos, así como los elementos o el elemento que componía la materia, es decir, que formaba todas las cosas de este mundo.

Lo que hizo Aristóteles fue desarrollar y madurar estas imágenes o explicaciones de la naturaleza, es decir, de los fenómenos y cuerpos de la Tierra, y de los movimientos de los astros, de las estrellas y los planetas.

Antes de analizar la cosmovisión aristotélica, es decir, los aspectos más importantes de su física terrestre y su física celeste, detengámonos en las explicaciones que los filósofos griegos anteriores a Aristóteles dieron a los cielos y a los fenómenos terrestres.

Los Cielos Según los Primeros Filósofos Griegos

Los primeros filósofos griegos constataban, al observar las estrellas de noche, que los astros del cielo se movían. Observaban los cielos valiéndose exclusivamente de los sentidos, en particular, de la vista, pues entonces no existía el telescopio: el telescopio aparece por vez primera a finales del siglo XVI –Galileo fue uno de los primeros que lo diseñó–.

Al observar durante un tiempo prolongado el cielo, estos primeros filósofos constataban que las estrellas se movían y su trayectoria era circular. Además, este movimiento se repetía cada veinticuatro horas. En verdad, lo que se movía y explicaba ese movimiento circular de los astros era la Tierra. Sin embargo, el movimiento de rotación, que dura veinticuatro horas, es imperceptible.

Por eso, estos primeros filósofos entendían que la Tierra era estática, es decir, no se movía. Además, pensaron que la Tierra, inmóvil, era el eje o el centro de los movimientos de los astros.

Como estos astros, según sus observaciones, se movían a la vez, estos primeros filósofos pensaron que las estrellas y los planetas descansaban sobre una superficie que los arrastraba y que explicaba que todos los astros fueran, en su movimiento, “al mismo son”, por decirlo de algún modo. Esa superficie en la que estarán incrustados los planetas y por la que se verán arrastrados en movimientos circulares alrededor de un centro –Tierra– será la esfera.

Además, observaron que en el cielo no se producían algunos de los cambios que sí que se producían en la Tierra. ¿Qué cambios se producían en el cielo?

Decíamos que cambio era un concepto amplio, que significaba desde movimiento local a nacimiento, crecimiento y muerte. La observación del cielo constataba que los astros cambiaban localmente: se movían en círculos. Ese era el único cambio o movimiento que sufrían. Porque, no nacían estrellas o planetas nuevos. Tampoco aumentaban de tamaño, que podríamos entenderlo como desarrollo. Tampoco morían y desaparecían.

Lo que no nace ni muere no tiene ni principio ni fin. A eso se le llama eternidad, es decir, ser eterno.

Los seres celestes tienen una naturaleza muy diferente a los seres terrestres: ellos, pensaban los primeros filósofos, deben estar compuestos de una sustancia o elemento muy puro –el éter–; tan perfecto, que no se degenere, que no se corrompa jamás y que haga, a esos astros, que sean eternos.

Los seres celestes, las estrellas y los planetas van a ser considerados seres perfectos, a diferencia de los seres terrestres. Por dos razones:

  • La primera de ellas: porque no se corrompen, ni tampoco nacen. Por su eternidad.
  • La segunda de ellas: porque su movimiento natural alrededor de la Tierra es más perfecto, al ser circular, que los movimientos locales de los cuerpos en la Tierra, que son movimientos rectilíneos irregulares. En la Antigua Grecia, se pensaba que el círculo era, de todas las posibles formas y figuras geométricas, la más perfecta, porque en ella todos los puntos estaban a la misma distancia del centro.

Resumiendo, el “esquema” de los cielos, entre los primeros filósofos griegos quedaba de la siguiente manera:

  • La Tierra era el centro del universo, un universo finito cerrado por la esfera de las estrellas fijas.
  • La esfera de las estrellas fijas y los planetas, cada uno de ellos en una esfera, al igual que el Sol y la Luna, giraban alrededor de la Tierra.
  • Los astros –estrellas y planetas– describían de manera espontánea –sin que nadie les obligara o empujara a ello– movimientos circulares uniformes o a velocidad constante incrustados en su esfera.

La Tierra Según los Primeros Filósofos Griegos

Como hemos dicho antes, las explicaciones de las que parte Aristóteles, las de los primeros filósofos griegos, no se reducen a los cielos, sino que se interesaron por los fenómenos terrestres.

En relación a la Tierra les preocupaba:

  • ¿Cuál era su forma? Si era plana o era esférica.
  • Y el elemento o los elementos que componen la materia, y por ello, todos los cuerpos. Elemento o elementos que también explican sus transformaciones naturales. La mayor parte de estos primeros pensadores va a entender que todos los seres de la naturaleza son una mezcla de tierra, agua, aire y fuego.

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