Filosofía de Santo Tomás de Aquino y Descartes: Metafísica, Ética y Conocimiento

Metafísica Tomista: Concepción del Ser

Santo Tomás de Aquino presenta una ontología que busca integrar las ideas de Platón y Aristóteles con el creacionismo cristiano. Su punto de partida es que todos los seres creados son contingentes, es decir, que pueden o no existir, ya que no poseen en sí mismos la necesidad de ser. Por esta razón, deben depender de un ser no contingente que les otorgue existencia: Dios, el Creador, quien es el único ser necesario. Para explicar esta idea, Santo Tomás introduce la distinción entre esencia y existencia:

  • La esencia se refiere a lo que algo es, al conjunto de características que definen su naturaleza.
  • La existencia es el hecho de que esa esencia tenga realidad, que exista efectivamente.

En su concepción, la esencia está en potencia respecto a la existencia, ya que una cosa puede definirse (como un centauro) sin que necesariamente exista. Para que algo exista, necesita ser «actualizado» por una causa externa. En este sentido, todas las cosas creadas son un compuesto de esencia y existencia, lo que las hace contingentes. Solo Dios es un ser necesario, pues en Él esencia y existencia son lo mismo; es decir, su esencia consiste en existir.

Santo Tomás amplía estas ideas reinterpretando el hilemorfismo aristotélico. Según esta doctrina, todas las sustancias están compuestas de materia y forma. Santo Tomás añade que estas sustancias también son una unión de esencia y existencia, lo que refuerza su dependencia de un ser necesario. Además, establece una jerarquía entre los seres:

  • Seres contingentes: que reciben su existencia de otro.
  • El ser necesario: que no depende de nadie para existir y en quien esencia y existencia se identifican: Dios.

De esta forma, Santo Tomás logra armonizar la visión aristotélica del ser con el creacionismo cristiano, ofreciendo una explicación metafísica que concilia la contingencia de los seres creados con la existencia de un Creador necesario.

Concepción del Ser Humano en Santo Tomás

Santo Tomás de Aquino, influido por Aristóteles pero adaptando sus ideas a la fe cristiana, concibe al hombre como una unidad sustancial compuesta de cuerpo y alma. El cuerpo es la materia, y el alma, la forma, siendo esta última el principio esencial de la actividad racional. Aunque cuerpo y alma forman una sola sustancia, el alma posee cierta independencia respecto al cuerpo, ya que no se destruye con él. En este sentido, Santo Tomás rechaza la postura de Averroes sobre una inmortalidad exclusivamente supraindividual del alma, afirmando que el alma humana es inmortal y puede existir separada del cuerpo tras la muerte. Sigue la clasificación aristotélica de las funciones del alma en tres tipos:

  • Vegetativas: Nutrición y reproducción.
  • Sensitivas o apetitivas: Irascibilidad y concupiscencia.
  • Intelectivas: Conocimiento por abstracción, específicas del ser humano y superiores a la voluntad.

Así, Santo Tomás presenta al hombre como una síntesis de materia y espíritu, donde la racionalidad del alma define su naturaleza inmortal y única.

La Política y la Sociedad en el Pensamiento Tomista

Santo Tomás de Aquino, siguiendo a Aristóteles, afirma que el hombre es social por naturaleza, ya que necesita de otros para satisfacer sus necesidades y dispone del lenguaje como medio de convivencia. Para regular la sociedad, la ley natural proporciona principios generales, pero es necesario concretarlos en leyes positivas, elaboradas por la razón humana y fundamentadas en el derecho natural, que a su vez remite a la ley eterna. Estas leyes positivas deben ser una extensión de la ley natural, orientadas al bien común y promulgadas con recta razón. Si contradicen la ley natural, pierden su carácter de ley, permitiendo la desobediencia civil. La autoridad tiene su origen en Dios, y los gobernantes son responsables de ejercer su función en favor del bien común, sin abusos ni arbitrariedades. Santo Tomás prefiere la monarquía como forma de gobierno por su eficacia en garantizar el orden y la unidad, aunque advierte que su corrupción genera la tiranía, la peor forma de gobierno. Para Santo Tomás, ética y política están profundamente vinculadas, ya que ambas buscan el mismo fin último: el bien sobrenatural de la bienaventuranza. Por ello, aunque el Estado tiene autonomía en su organización, debe subordinarse a la Iglesia en lo relativo a los fines religiosos y espirituales.

El Conocimiento: Relación entre Fe y Razón

Santo Tomás de Aquino considera que la filosofía es útil para complementar a la teología, ya que ambas tienen como objetivo la verdad. Aunque reconoce el poder de la razón, especialmente influido por Aristóteles, distingue su alcance: la razón se ocupa del ámbito natural y la fe del ámbito sobrenatural. A pesar de estas diferencias, razón y fe son complementarias. La filosofía y la teología tienen objetos, métodos y criterios propios, lo que las hace autónomas en sus respectivos campos. En la Summa Teológica, Santo Tomás define la teología como la «doctrina de la revelación», fundamentada en la fe, y distingue entre lo revelado y lo revelable. Lo revelado son verdades necesarias para la salvación, accesibles únicamente mediante la revelación divina, como la Trinidad. Por otro lado, lo revelable abarca conocimientos sobre Dios que pueden ser explicados por la razón, como la existencia de Dios, y se denominan preámbulos de fe.

Cuando filosofía y teología abordan un mismo tema, sus conclusiones deben coincidir, ya que ambas provienen de Dios. Santo Tomás rechaza el averroísmo y la teoría de la «doble verdad», estableciendo que la razón puede ayudar a la fe al demostrar los preámbulos de fe, iluminar verdades de fe accesibles y confirmar que estas no contradicen la razón. Asimismo, la fe también ayuda a la razón al guiarla en la resolución de problemas, confirmar sus hallazgos con la autoridad divina y corregirla cuando contradice la revelación. En caso de discrepancia, la razón debe someterse a la fe.

Para Santo Tomás, todo conocimiento humano tiene su origen en los sentidos, ya que nada hay en el entendimiento que no haya pasado primero por los sentidos. El proceso de conocimiento consiste en captar las formas de las sustancias, es decir, sus principios universales, mediante la abstracción. Estas sustancias están compuestas de materia, que las individualiza, y forma, que les da universalidad. El entendimiento humano, a través de la percepción sensible, abstrae las formas de los objetos, permitiendo al hombre comprender las esencias de las cosas.

Demostración de la Existencia de Dios según Santo Tomás

En los Artículos I, II y III de la Summa Teológica, Santo Tomás examina si es necesario demostrar la existencia de Dios, si es posible hacerlo y presenta las cinco vías que lo confirman. En el Artículo I discute si la existencia de Dios es evidente y concluye que, aunque lo es en sí misma, no lo es para nosotros debido a las limitaciones de nuestro intelecto, por lo que es necesario demostrarla. En el Artículo II analiza si esta demostración es posible y propone dos métodos, el propter quid, que parte de la causa para llegar al efecto, y el quia, que parte de los efectos (las cosas sensibles) para buscar la causa, siendo este último el adecuado, aunque reconoce que los efectos no revelan la esencia de Dios.

En el Artículo III desarrolla las cinco vías para demostrar la existencia de Dios, todas basadas en el principio de causalidad. Estas pruebas siguen una estructura común que parte de hechos de experiencia, aplica el principio de causalidad, descarta una regresión infinita de causas y concluye en una causa primera, Dios.

  • La primera es la vía del movimiento, que sostiene que todo lo que se mueve requiere un motor y que debe existir un primer motor inmóvil.
  • La segunda es la vía de la causa eficiente, que afirma que toda causa tiene otra que la precede, pero debe haber una causa eficiente primera.
  • La tercera es la vía de lo posible y lo necesario, que señala que los seres contingentes no explican su existencia, por lo que debe existir un ser necesario.
  • La cuarta es la vía de los grados de perfección, que identifica un ser perfecto que fundamenta las cualidades como la bondad o la nobleza.
  • La quinta es la vía del gobierno del mundo, que observa el orden y finalidad en los seres irracionales, indicando la existencia de un ser inteligente que los dirige.

Santo Tomás concluye que estas vías demuestran la existencia de Dios y permiten conocer algunos aspectos de su naturaleza, como que es inmutable, eterno, perfecto y necesario, aunque su esencia no puede ser comprendida directamente, sino únicamente por analogía y deducción a partir de sus efectos.

La Ética Tomista: Ley Natural y Búsqueda de la Felicidad

Santo Tomás de Aquino desarrolla una ética teleológica y eudemonista influida por Aristóteles y San Agustín, centrada en la búsqueda de la felicidad. Sin embargo, según su visión cristiana, esta felicidad plena solo se alcanza en la trascendencia, en la visio beatifica o visión de Dios. El concepto central de su ética es la ley natural, que reside en todo ser humano y se conoce mediante la conciencia moral. Esta ley, que coincide en contenido con los diez mandamientos, es una participación de la ley eterna divina, la ordenación racional de Dios para el universo. A diferencia de los seres naturales, cuyo comportamiento está regulado por leyes físicas, el hombre, al ser libre, puede decidir si sigue o no la ley moral, eligiendo entre el bien y el mal. La ley natural, además de ser un reflejo de la ley divina, expresa la propia naturaleza humana y contiene los principios que permiten al hombre realizarse plenamente. Para Santo Tomás, estos principios son universales, evidentes e inmutables, accesibles a todos mediante la razón. El principio básico de esta ley natural es la obligación de hacer el bien y evitar el mal, fundamentando toda la ética tomista.

El Problema de Dios en Descartes

El problema de Dios en Descartes surge de su intención de demostrar la existencia de una realidad externa al «yo pensante» tras establecer como primera verdad indudable el pienso, luego existo. Esta certeza asegura la existencia del yo que piensa, pero no la de otras realidades, por lo que Descartes busca romper este aislamiento demostrando la existencia de Dios. Para ello distingue tres tipos de ideas en la mente:

  • Adventicias: que parecen proceder del exterior pero cuya certeza es negada por la duda metódica.
  • Facticias: que son creadas por la mente mediante la combinación de ideas sin implicar la existencia de una realidad externa.
  • Innatas: que el pensamiento posee en sí mismo sin derivar de la experiencia ni de la combinación de otras ideas, entre las cuales se encuentra la idea de Dios.

A partir de la idea innata de Dios, Descartes presenta tres argumentos para demostrar su existencia.

  1. El primero es el argumento ontológico, que afirma que si concibo a Dios como «el ser más perfecto», su perfección debe incluir la existencia, ya que un ser que no existe sería menos perfecto que uno que sí existe.
  2. El segundo es el argumento noológico, que sostiene que la idea de un ser infinito no puede proceder de una causa finita como el yo imperfecto, por lo que debe existir un ser infinito que sea la causa de esta idea en el pensamiento.
  3. El tercero es el argumento de lo contingente y lo necesario, que establece que la existencia contingente de la realidad requiere un fundamento en un ser necesario, y este ser necesario es Dios.

El Conocimiento en Descartes: Racionalismo y Método

Descartes, filósofo racionalista del siglo XVII, sostiene que la razón es la única fuente válida de conocimiento. Afirma la existencia de ideas innatas, aquellas que la razón posee por sí misma sin necesidad de los sentidos, y utiliza la deducción como método de conocimiento tomando a las matemáticas como modelo por su certeza y fiabilidad. Define la razón como la facultad natural de distinguir lo verdadero de lo falso, igual en todos los hombres, pero señala que la diversidad de opiniones, especialmente en la filosofía, se debe a la falta de un método adecuado para dirigirla.

Para alcanzar conocimientos verdaderos y fiables, Descartes adopta el método matemático basado en dos operaciones fundamentales: la intuición, que capta ideas como verdades evidentes, y la deducción, que obtiene nuevas verdades a partir de esas ideas iniciales. A partir de este modelo, elabora su propio método compuesto por cuatro reglas:

  1. La regla de la evidencia, que establece aceptar como verdadero solo aquello que sea claro y distinto, captado por intuición.
  2. La regla del análisis, que consiste en descomponer lo complejo en elementos simples.
  3. La regla de la síntesis, que utiliza la deducción para reconstruir verdades complejas desde las simples.
  4. La regla de la enumeración, que revisa cada paso para evitar errores.

Aplicando este método, Descartes busca una verdad indudable como punto de partida para obtener el resto de conocimientos. Para ello emplea la duda metódica, que consiste en considerar falso todo aquello que admita la más mínima duda. Este procedimiento tiene tres motivos principales:

  1. El engaño de los sentidos, ya que a menudo los sentidos nos llevan al error.
  2. La imposibilidad de distinguir vigilia de sueño, lo que hace dudar de la realidad del mundo externo y del cuerpo.
  3. La hipótesis del genio maligno, que supone la existencia de un ser que podría engañar incluso nuestro razonamiento y las verdades matemáticas.

A pesar de estas dudas, Descartes concluye que no puede dudar de que está pensando y que al pensar, existe. Así llega a la primera verdad indubitable, pienso luego existo, captada por intuición, clara y distinta, que será el fundamento desde el cual derivará el resto de verdades.

La Realidad: Sustancia Pensante, Infinita y Extensa

Para Descartes, la realidad se compone de tres tipos de sustancias o realidades:

  • La res cogitans o sustancia pensante, que es el yo como ser pensante demostrado tras la duda metódica.
  • La res infinita, que es Dios, cuya existencia se demuestra a partir del yo pensante.
  • La res extensa, que es la realidad física cuya existencia se fundamenta en la existencia de Dios.

Una vez demostrada la existencia de Dios, Descartes argumenta que nuestras percepciones sensibles, que nos inclinan a creer en una realidad externa, no pueden ser un engaño porque Dios, siendo veraz y bueno, no permitiría que tuviéramos una convicción tan fuerte sobre algo falso. Por lo tanto, la realidad física existe. Sin embargo, de esta realidad solo podemos conocer con claridad y distinción las cualidades que puedan ser cuantificadas o matematizables, como el movimiento o la figura, bajo un marco de determinismo mecanicista. Aunque estrictamente el término «sustancia» solo se aplica a Dios como sustancia infinita, Descartes extiende el concepto a las realidades creadas, que existen de manera independiente una de la otra: la sustancia pensante, que es el yo, y la sustancia extensa, que es el mundo físico.

El Ser Humano: Dualismo Cartesiano

Descartes sostiene un dualismo en el ser humano, afirmando que está compuesto por dos sustancias independientes: la sustancia pensante, que es el alma, y la sustancia extensa, que es el cuerpo. Como cuerpo, el ser humano está sujeto a las leyes físicas, pero como alma es libre. La libertad, considerada una idea innata, refleja el dominio del alma sobre el cuerpo, donde la voluntad, junto con el entendimiento, controla las pasiones irracionales e involuntarias. Según Descartes, la relación entre el alma y el cuerpo se produce en una parte específica del cerebro, la glándula pineal.

La Moral en Descartes: Libertad y Razón

Descartes pensaba que las reglas del método no solo se aplicaban al conocimiento, sino también a la moral, confiando en que un buen método racional de investigación podría producir buenos resultados en cualquier ámbito. Aunque tenía el proyecto de desarrollar una ética sistemática, no lo completó. La moral para Descartes es fundamental, y su concepción de la libertad, que es una idea innata, es clave en este ámbito, representando el control del alma sobre el cuerpo y las pasiones sobre la voluntad.

En el Discurso del Método, Descartes propone una “moral provisional”, que se basa en la necesidad de tomar decisiones rápidas, incluso con información insuficiente. Esta moral refleja ideas aristotélicas, socráticas y estoicas, con un enfoque en la moderación, el conservadurismo y el intelectualismo. Las máximas principales son:

  1. Obedecer las leyes y costumbres del país, mantener la religión y actuar de acuerdo con las opiniones más moderadas, rechazando los excesos.
  2. Ser firme y resuelto en las acciones, tomando decisiones con constancia, aunque las opiniones sean dudosas, y seguir las más probables cuando no se pueda discernir la mejor opción.
  3. Superarse a sí mismo antes que intentar cambiar el mundo, siguiendo la idea estoica de que solo podemos controlar nuestros pensamientos y deseos.

En conclusión, Descartes propone cultivar la razón por encima de todo y aprender constantemente, ya que la razón es la medida del bien y del mal.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *