Aristóteles: Una Introducción a su Pensamiento
Aristóteles (384-322 a. C.) ingresó en la Academia de Platón, donde permaneció veinte años. Posteriormente, se trasladó a la corte de Filipo de Macedonia como preceptor de su hijo Alejandro (Magno). Más tarde, regresó a Atenas y fundó su propia escuela, el Liceo, que ejercería una gran influencia en la vida griega. Tras la muerte de Alejandro, un partido antimacedónico ascendió al poder en Atenas. Aristóteles huyó y, al año siguiente, murió en Calcis.
La filosofía aristotélica posee un sentido teleológico, es decir, busca descubrir la finalidad de las cosas. Según Aristóteles, todos los seres naturales tienden a alcanzar la perfección que les es propia.
Diferencias con Platón y la Teoría del Bien
Uno de los puntos en los que Aristóteles se aparta de Platón es en la teoría de las Ideas. Para Aristóteles, el Bien no es una realidad que se encuentre fuera del mundo real: el Bien es el cumplimiento de esa inclinación que lleva a cada ser vivo hacia su propia perfección. Este fin es algo interno a los seres vivos.
La Teoría del Movimiento
Aristóteles rechaza la teoría del movimiento de Parménides. Su argumentación para demostrar la existencia del movimiento se puede ilustrar con el siguiente ejemplo: una piedra no es un árbol.
Existen, por tanto, dos maneras de ser:
- El ser en potencia (una semilla es en potencia un árbol).
- El ser en acto (un árbol es ya, de hecho, un árbol).
El movimiento es el paso de la potencia al acto. Además, Aristóteles distingue dos tipos de movimiento:
- Cambio sustancial: cuando se genera una sustancia nueva o se destruye una antigua; es un cambio de esencia.
- Cambio accidental: cuando no se generan ni destruyen sustancias nuevas, sino que las existentes se ven afectadas por modificaciones en aspectos no esenciales. A su vez, estos pueden ser de tres tipos:
- Cuantitativo (cambio de tamaño).
- Cualitativo (cambio de cualidades –alteración-).
- Local (cambio de lugar).
En todo cambio hay algo que permanece y algo que desaparece. Por ejemplo: el agua, al congelarse, pasa del estado líquido al sólido; lo que permanece, el sujeto, el sustrato del cambio, es el agua; lo que desaparece es su estado de liquidez, y lo que aparece es su estado de solidez.
En este ejemplo, tenemos un cambio accidental, y lo que permanece a través del tiempo es la sustancia natural. Sin embargo, en un cambio sustancial, no puede ser la sustancia lo que nace o se destruye. Surge así un nuevo concepto: lo que permanece es un sustrato o materia última (también llamada materia prima), que es indeterminada, no es ningún ser en particular y, por lo mismo, puede ser cualquier cosa o ser. En el cambio sustancial, la materia se transforma, adquiere formas o estructuras distintas. Según la estructura o forma que adquiera, se genera una sustancia de una especie o de otra.
Así, la materia prima es, en Aristóteles, el concepto absoluto de materia, lo indeterminado; la materia segunda, o concepto relativo de materia, es ya una materia que ha adquirido una determinada forma.
Las Cuatro Causas
Para Aristóteles, las causas son todos aquellos factores necesarios para explicar cualquier proceso. Esto implica la materia, la forma que posee esa materia, el agente que con su acción provoca el proceso y el fin al que dicho proceso está destinado.
Se denomina teoría hilemórfica a la concepción de que las sustancias naturales están compuestas de materia y de forma. Estas serían las dos primeras causas, a las que se añaden otras dos: la causa eficiente y la causa final.
- Forma: Se acerca a la idea platónica. Es la esencia, lo que cada sustancia o ser es, lo que hace que la materia indeterminada se convierta en algo concreto. Determina la naturaleza de cada ser.
- Causa eficiente: También llamada energía, es la tercera causa. Platón veía en los seres lo ideal, pero no lo dinámico. Según Aristóteles, solo con ideas no se construyen las cosas. Sin el principio del movimiento, no se pueden entender los cambios. La idea es solo la posibilidad, mientras que la causa que la realiza es más fuerte que la idea. La causa agente es, por tanto, la que provoca el proceso de cambio.
- Causa final: Es aquello para lo cual sucede algo y, por tanto, es necesaria para explicar un proceso. Todo sucede con miras a un fin, tanto en el hombre como en la naturaleza. En la misma naturaleza de una cosa está incluido su fin.
El Hombre y el Alma
Para Aristóteles, el hombre es un compuesto de materia (cuerpo) y forma (alma). El concepto de alma es el de principio vital, es decir, el alma es lo que distingue a los seres vivos, y puede ser de tres tipos:
- Vegetativa (plantas).
- Sensitiva (animales).
- Racional (hombre).
Existe una sola alma para cada hombre, material y corruptible, que muere con el cuerpo, con el cerebro. Pero también hay “otro tipo de alma”, no personal, el entendimiento, que es la misma para todos los hombres y es inmortal.
La Ética Aristotélica
En cuanto a la ética aristotélica, nos encontramos nuevamente con la felicidad. El fin último de los hombres es la búsqueda de esta. Cada ser es feliz realizando la actividad que le es propia. Lo más propio del hombre es su actividad contemplativa, es decir, pensante. Pero la felicidad absoluta es cosa de Dios. Los hombres deben conformarse con una felicidad limitada: la posesión de las virtudes morales.