Contexto Histórico: La Ilustración
Aceptemos que la Edad Moderna es el periodo que se inicia con el derrumbamiento del mundo medieval y con el Renacimiento, y que se extiende hasta la época de las grandes revoluciones de finales del siglo XVIII. Hay que destacar la Ilustración en el campo del pensamiento. Es probable que esta palabra recuerde nombres como Enciclopedia y a personajes como Montesquieu, Rousseau. Kant, en su obra Respuesta a la pregunta ¿Qué es la Ilustración?, la define así: «El hecho por el cual el hombre sale de la minoría de edad. Él mismo es culpable de ella. La minoría de edad consiste en la incapacidad de servirse del propio entendimiento sin la dirección de otro. ¡Ten el valor de servirte de tu propio entendimiento! He aquí la divisa de la Ilustración».
En el siglo XVIII, vemos en este movimiento intelectual el caldo de cultivo ideológico que, entre otros, cabe destacar la Revolución Francesa y la Industrial. Se trata de un factor clave para interpretar el Modernismo y el tránsito hacia la Edad Contemporánea. El viraje antropocéntrico iniciado en el Renacimiento y la apuesta decidida por la autonomía de la razón humana nos hacen comprender que los pensadores ilustrados se propusieran como tarea importante la secularización. Los ilustrados aplican un uso libre de la razón, insistiendo en el carácter contractual de la sociedad y entendiendo la historia como un proceso progresivo. Dieron gran importancia a la educación y a la divulgación de las ideas, que se plasmó en la Enciclopedia.
Actualidad: La Vigencia del Pensamiento Kantiano
La filosofía kantiana tiene un nivel destacado en la Modernidad, sobre todo en el plano de la concepción que Kant tiene del mundo. La parte racional de su filosofía influye en la ciencia actual. Se basa en una contemplación de los fenómenos sin quedarse en la simple observación, sino en aclarar por qué tal o cual fenómeno se da. Es, pues, empirismo y racionalismo radicales. Así es la ciencia aún actualmente.
Otro factor importante es la moral: el ser bueno como un deber que beneficia y mejora la voluntad, no como un hecho de fe o religiosidad que ya está en vías de desuso, sino en el plano del bienestar común.
Y, por último, el plano de la dialéctica: la lucha eterna de contrarios está acelerada en este siglo XXI. Es un reflejo fiel del pensamiento kantiano. Los debates entre quienes apuestan por una visión de la ética desde la razón o quienes la pretenden fundamentar en los sentimientos permanecen hoy en día. Desde las filas postmodernas, se denuncia un debilitamiento de la razón ilustrada y su proyecto emancipador. No faltan tampoco seguidores del emotivismo e intuicionismo en las Islas Británicas. Por otra parte, el legado kantiano ha sido retomado por quienes pretenden fundamentar una neomodernidad con una sólida base racional, pero no en su sentido instrumental o unidimensional, como se ha caracterizado en la Modernidad, sino en un sentido «comunicativo» que permita un auténtico progreso de la humanidad.
Crítica de la Razón Práctica: La Moral Kantiana
La actitud de Kant frente a la problemática metafísica es, por cierto, algo ambigua, en tanto afirma, por un lado, que no conocemos ni podemos conocer el absoluto (puesto que el conocimiento humano se limita a la experiencia) pero, al mismo tiempo, considera al hombre un ente dotado de razón, facultad de lo incondicionado, de manera tal que la metafísica es considerada una necesidad natural en el hombre. El hombre no puede ser indiferente a la problemática metafísica; tal es la razón por la cual siempre tomamos alguna posición al respecto. Kant busca resolver esta aparente contradicción en el campo de la razón práctica (es decir, la razón en tanto determina la acción del hombre).
Si bien no podemos alcanzar el absoluto, sí tenemos cierto acceso a algo que se le acerca. Este contacto de aproximación se da en la conciencia moral, o la conciencia del bien y del mal, lo justo y lo injusto, lo que debemos hacer y lo que no debemos hacer. La conciencia moral es, para Kant, la presencia de lo absoluto o, al menos, parte del absoluto en el hombre. La conciencia moral manda de modo absoluto, ordena de modo incondicionado. La conciencia moral es, entonces, la conciencia de una exigencia absoluta que no se explica y que no tiene sentido alguno desde el punto de vista de los fenómenos de la naturaleza. En la naturaleza no hay deber, sino tan solo suceder. Una piedra no «debe» caer, simplemente, «cae».
Características de la Ética Kantiana
- Es una moral de intenciones.
- Es una moral formal, sin contenidos ni materiales.
- Es categórica.
- Es una moral autónoma, libre de cualquier orientación externa y sin condiciones subjetivas. Decide por sí misma.
- Es a priori.
- Se trata de una moral muy exigente.
Kant fue consciente de la dificultad de su propuesta, pero sostendría que no por difícil e inalcanzable hay que desestimar esta pretensión. Dar una explicación a ese deber supone que admitamos unos postulados, algo que, sin poder demostrarse, tenemos que admitir. Los tres postulados de la razón práctica son la libertad, Dios y la inmortalidad, a los que nuestra razón no puede llegar y no se pueden demostrar, pero necesitamos admitir su uso práctico en el terreno moral.