N1: Descartes plantea dos ideas opuestas: la duda, que es la actitud crítica de incertidumbre sobre opiniones y creencias, y la certeza, que es el estado de certidumbre ante dichas opiniones y creencias. Sin embargo, están relacionadas, pues la duda es el medio por el cual Descartes intenta alcanzar las certezas y se extiende metódicamente hacia todos los conocimientos para encontrar la verdad indudable. La duda metódica, cartesiana o hiperbólica puede servir de base para el desarrollo de saberes; mientras que la certeza es el fin, la meta para lograr la evidencia.
La duda cartesiana es: UNI (hay que dudar de todo, incluyendo las opiniones que se han tenido hasta ahora); METÓ (tiene una finalidad constructiva, es un instrumento para alcanzar la verdad. En contraste con la duda escéptica, que es permanente, la duda metódica es provisional y se va eliminando conforme se obtienen las certezas); TEO (solo debe afectar al plano de las teorías y reflexiones filosóficas).
Analizadas las características, podemos ver una DOBLE FINALIDAD: el fundamento de la ciencia y el saber, y el fundamento del método, que será posible cuando se encuentre una primera verdad. Veamos ahora de qué hay que dudar: LOS SENTIDOS (argumento de la fiabilidad de la experiencia). Los sentidos a veces nos engañan y nos muestran una realidad que no es tal. No son indudables ni infalibles, y parte del saber tradicional se basa en ellos. LA DIFERENCIA ENTRE SUEÑO Y VIGILIA (argumento del sueño): en los sueños, mis pensamientos no se corresponden con la realidad, pero en la vigilia sí; sin embargo, en ambos los concibo como reales. No hay un método para distinguir el sueño de la vigilia y, por ello, tampoco podemos estar seguros de mis pensamientos y de lo inteligible. LA HIPÓTESIS DEL GENIO MALIGNO: puede ser que exista un genio maligno que me engañe incluso cuando crea estar en la verdad. Así, podemos engañarnos en las demostraciones que nuestra razón ve claras.
Para el momento de la duda, Descartes propone construir una moral provisional para favorecer el poder de la razón y evitar la tiranía de las pasiones.
La certeza en Descartes aparece bajo la intuición (elemento básico del conocimiento y la educación). En la intuición, el hombre no debe engañarse, pues se asocia a la claridad y distinción. La intuición remite a un contenido simple, por lo que a partir de ella podemos establecer sus consecuencias necesarias (deducción). La primera certeza (cogito) supondrá el rechazo del escepticismo y el punto de inflexión donde acaba la fase crítica/negativa y comienza la fase constructiva/positiva. Al aplicar la duda, dudamos de los sentidos y de la razón, pero «pienso, luego existo» no puede dudarse en absoluto, pues es la primera verdad y con ella se cumple la primera regla del método, confirmando que es válido.
N2: Respecto a la concepción del hombre, la antropología cartesiana se expresa en términos dualistas, pero Descartes emplea como sinónimos las palabras sustancia y cosa (res): la sustancia es lo concreto existente, y lo propio de la sustancia es la existencia completa (solo se necesita a ella misma para existir).
Tras establecer la verdad del cogito, se alcanza la primera certeza: que existo, es decir, la existencia del «yo», y el «yo» es una sustancia que piensa. En esta noción se habla de dos tipos de sustancias radicalmente distintas que están en el hombre:
Alma: sustancia finita cuya única esencia es el pensar (res cogitans/sustancia pensante). Para demostrar su único atributo, utiliza la ficción mental: «podía fingir que no tenía cuerpo». Por lo tanto, el «yo» no es el cuerpo porque es algo material y, por tanto, como toda materia, podría no existir. Puedo dudar del cuerpo que tengo, al igual que dudo de los sentidos y las cualidades secundarias que ellos me muestran.
Cuerpo: («res extensa») tiene como único atributo la extensión. Este será entendido por Descartes bajo sus estrictas condiciones deterministas y mecanicistas de la física. Descartes geometriza el mundo corpóreo, pues sus cualidades pueden ser cuantificadas.
Las sustancias no las percibimos por los sentidos, sino que son captadas mentalmente por aquello que las define: extensión (cuerpo), pensamiento (alma), infinitud (Dios). Solo Dios es sustancia definida como «res infinita», puesto que las criaturas necesitan de Dios para existir.
Las tres sustancias: Dios/res infinita, alma/res cogitans, cuerpo/res extensa son una conclusión final de la metafísica cartesiana. Pero una sustancia finita no necesita de ninguna otra finita (dualismo cartesiano). El alma y el cuerpo son sustancias diferentes que mantienen una relación peculiar que no podemos comparar a la que existe entre un piloto y su nave, pues, a diferencia del piloto, las modificaciones que nuestro cuerpo sufre las sentimos desde dentro.
N3: En Descartes, pensamiento viene a ser sinónimo de contenido psíquico. Por «pensar» entiende querer, entender, imaginar y sentir. De todos los contenidos tenemos una percepción inmediata: todas estas evidencias tienen el atributo de la consciencia. En el pensamiento encontramos:
- Cualidades secundarias (ideas confusas o percepciones que requieren la cooperación del cuerpo).
- Cualidades primarias (ideas claras y distintas que tienen su origen en la razón y constituyen el objeto del conocimiento).
Descartes considera el pensamiento desde un doble aspecto: como una actividad en el propio hecho de pensar y como un contenido, lo que se piensa.
Encontramos distintos tipos de pensamiento: voluntades, afecciones y juicios. Estos contenidos mentales implican más que una simple idea, como puede ser el amor. IDEAS: representaciones de las cosas en la mente. A ellas accedemos de forma fácil e inmediata. Según Descartes, el conocimiento recae en ellas como intermediarias entre el sujeto y el mundo. Para Descartes, la idea es «lo que es conocido por mí, no aquello por lo cual conozco». Según la procedencia, hay tres clases: adventicias (las que provienen de nuestros sentidos, dan lugar al pensamiento empírico. Son las referidas a cosas distintas del yo. Árbol); facticias (las construidas por la imaginación y voluntad a partir de otras ideas. Sirena); innatas (las que encuentro dentro de mí antes de cualquier experiencia del mundo. Nacen junto con mi conciencia. Son evidentes (Pienso, luego existo). Hay principios innatos igual que verdades eternas. Son la base y la afirmación del racionalismo).
Debe quedar claro que, tomando como única verdad el hecho de que yo sea una cosa que piensa, ni las ideas adventicias ni las facticias nos van a servir para demostrar la existencia de la realidad física. Ahora bien, solo quedan las ideas innatas una vez eliminada la posibilidad de que esas ideas puedan haber sido elegidas por mí. Descartes analizará dos de esas ideas: infinito y perfección, y de ellas argumenta que no pueden haber sido causadas por mí, pues yo soy finito e imperfecto. Estas serán la base de la demostración de la existencia de Dios.
El cogito, la idea de Dios y las cualidades primarias de los seres físicos serán las distintas clases de ideas innatas que, por la claridad y la distinción con que se conciben, servirán a Descartes para establecer los fundamentos de todo saber.
Todas las ideas son semejantes (ambas son ideas) y distintas (por lo que representan). La realidad objetiva de cada idea es distinta: unas ideas son más perfectas que otras, perfección que les viene de lo representado en ellas. Esto hará salir a Descartes de su solipsismo (solo existo yo) a través de Dios.
T1: Mediante la duda, Descartes ha dejado en suspenso el saber y la filosofía tradicionales. Todo ha sido puesto en duda, pero hay una certeza que resiste a la duda, de la que es imposible dudar: mi pensamiento y mi existencia los percibo simultáneamente. «Cogito ergo sum». Para dudar hace falta pensar, y para pensar hace falta existir. Por tanto, soy un ser que piensa, pues podría ser que al dejar de pensar dejara también de existir. Esta es una evidencia absoluta, y solo ellas pueden ser la base del conocimiento.
El cogito es la primera verdad, y ello lo es en dos sentidos: porque es la primera verdad a la que llegamos cuando hacemos uso de la duda metódica, y porque a partir de ella podremos fundamentar todas las demás certezas.
Esta primera verdad, «pienso, luego existo», se trata de una intuición (el conocimiento o captación de un modo directo e inmediato de una verdad evidente y que no deja lugar a dudas por su claridad y distinción). Estos conocimientos, llamados naturalezas simples, se distinguen por su certeza. Por ello, la existencia del «yo» no se deduce de pensar, sino que se trata de una intuición en la cual el «yo» se nos muestra como pensante y existente a la vez.
El criterio de certeza se produce cuando nuestra razón concibe una naturaleza simple con claridad y distinción. La claridad y la distinción, opuestos de oscuridad y confusión, son las cualidades de la evidencia. Entonces, una idea es clara cuando es inteligible, inmediatamente reconocible; una idea es distinta cuando está perfectamente separada de las otras. Todas las ideas son claras, pero no todas distintas.
Pero junto a la intuición, la razón humana desarrolla la deducción: procedimiento mediante el cual se extraen consecuencias necesarias a partir de lo conocido con certeza (conocimiento discursivo) y en donde el fin es llegar a las naturalezas complejas. La intuición nos lleva a la deducción y nos ofrece el conocimiento de los principios.
Todo esto no será posible sin la aplicación del método cartesiano, que permite alcanzar la construcción del saber. Dicho método debe poseer orden, sencillez y claridad, y ha de estar basado en la razón, pues ella es la que nos permite distinguir lo verdadero de lo falso, y como dice Descartes: «el buen sentido (razón) es lo mejor repartido en el mundo». Las reglas que sigue el método son: EVIDENCIA («No admitir como verdadera cosa alguna, si no supiese con evidencia que lo es, es decir, evitar la precipitación y la prevención y no comprender en mis juicios más que lo que se presentase tan clara y distintamente a mi espíritu que no hubiese ninguna posibilidad de ponerlo en duda»); ANÁLISIS (hay que reducir las ideas compuestas a ideas simples); SÍNTESIS (recomponer y conducir por orden los pensamientos, empezando por lo simple para llegar a lo complejo); ENUMERACIÓN (hacer una enumeración, controlar si el análisis ha sido completo y una revisión comprobando que no se han cometido errores).
Las dos primeras reglas pertenecen a la parte analítica (intuición), y las otras a la parte sintética (deducción).
Con Descartes se establece un nuevo criterio de verdad: la certeza subjetiva. Se abandona la concepción de la verdad como adecuación del pensamiento a la realidad, donde la realidad garantizaba la verdad de mis ideas. Se pasa de una concepción objetiva a otra subjetiva de la verdad.
Descartes ha roto el hilo que unía el sujeto de conocimiento y la realidad conocida, situando un intermediario: las ideas. No hay conocimiento directo de la realidad porque están las ideas. Así, lo que yo conozco no son cosas reales, sino mis ideas de esas cosas. Este idealismo y subjetivismo convierten a Descartes en el padre de la filosofía moderna.
Para finalizar, encontramos cierta similitud entre el «si me engaño existo» de San Agustín y el «pienso, luego existo» de Descartes. Ambos rebaten el escepticismo y afirman la incuestionabilidad de la existencia. Pero difieren en que San Agustín defiende la existencia plena del ser humano (tesis marginal), mientras que Descartes recoge solo la existencia del pensamiento y es elemento central de toda su filosofía.
T2: Dios garantiza la posibilidad de la certeza a través de la evidencia. Las ideas claras y distintas son verdaderas porque Dios no ha dotado al hombre de una facultad de conocimiento que le induzca al error. Descartes ha de demostrar que Dios es un ser perfecto y no un engañador.
Aún no se sabe si existen cosas distintas al propio pensamiento, por eso debemos mirar en el interior del cogito para analizar los niveles de perfección de las ideas. Según su contenido, podemos distinguir: la que me representa a mí mismo, la que representa a Dios y la que representa cosas inanimadas y corporales.
Las ideas sobre las cosas corporales (aun siendo claras y distintas) no pueden asegurar la verdad; para Descartes, Dios es perfecto, y en la idea de Dios encontramos todos los grados de perfección. Hay dos grados de realidades: realidad objetiva (la idea que existe en nuestra mente) y realidad formal (la existencia real de un objeto fuera de nuestra mente).
Descartes quiere saber si la idea innata de Dios (que es realidad objetiva) también es una realidad formal. Para demostrar la existencia de Dios, introduce un principio metafísico según el cual la realidad que se encuentra en el efecto no puede ser superior a la de la causa, sino igual o inferior. Argumentos de la idea de Dios:
- Igualdad de realidad en la causa y el efecto: el autor de la idea de Dios no puedo ser yo (imperfecto y limitado porque dudo), por lo que tal idea ha tenido que ser causada por un ser que posea realidad formal y objetiva. Solo puede haber sido puesta en mí por un ser infinito (Dios), y con esto demostramos que Dios existe como la causa de la idea innata.
- Si la idea de ser infinito y perfecto procediese de mí, ¿no tendría yo que ser al menos tan perfecto e infinito como la idea, pero nunca menos? Sin embargo, soy limitado y finito. Entender a Dios como un opuesto a mí es otro modo de demostración.
- No se puede tener la idea de Dios sin admitir su existencia. La idea de lo infinito que ha sido puesta en mí procede de un ser infinito: Dios. Dios existe, y su idea innata se encuentra impresa en nosotros como la marca del artesano en su creación.
Estos tres argumentos toman como base el argumento ontológico de la existencia de Dios, que afirma que no se puede tener la idea de Dios sin admitir su existencia.
Diferenciamos entre esencia y existencia, sin embargo, en Dios su existencia está incluida en su esencia. Dios por definición existe, al igual que un triángulo por definición tiene tres ángulos. Dios es la idea de un ser que posee todas las perfecciones, y dado que si algo no existe no puede ser perfecto, Dios existe realmente y además como idea y realidad.
La idea innata de Dios cumple con la primera de las reglas del método. Es una verdad evidente, clara y distinta.
Descartes demuestra la existencia de la res infinita. En la concepción de Dios en Descartes, Dios es el constructor del mundo, pero una vez construido funciona por sí mismo con sus leyes y principios… relojero.
Diferenciamos entre esencia y existencia, sin embargo, en Dios su existencia está incluida en su esencia. Dios por definición existe, al igual que un triángulo por definición tiene tres ángulos. Dios es la idea de un ser que posee todas las perfecciones, y dado que si algo no existe no puede ser perfecto, Dios existe realmente y además como idea y realidad.
La idea innata de Dios cumple con la primera de las reglas del método. Es una verdad evidente, clara y distinta.
Descartes demuestra la existencia de la res infinita. En la concepción de Dios en Descartes, Dios es el constructor del mundo, pero una vez construido funciona por sí mismo con sus leyes y principios… Dios como relojero.