«Cómo se filosofa a martillazos»: Crítica de la filosofía en Nietzsche
El subtítulo que Nietzsche añade a Crepúsculo de los ídolos, «Cómo se filosofa a martillazos«, es una declaración de intenciones sobre una original forma de hacer filosofía, buscando un nuevo estilo para esta, para romper con lo que hasta ahora ha sido la plantilla de la tradición filosófica. Uno no puede refutar algo (por ejemplo, la razón) porque luego lo tienes que argumentar (con razones, basándonos en el ejemplo anterior). No se puede alimentar aquello que se quiere eliminar, no se puede secar algo tirándole agua. Por tanto, será necesaria otra forma de proceder y esta es la del martillo que, con un golpe seco y duro, rompe y destruye aquello que golpea. Nietzsche hace una crítica general a todos los principios que han servido en la tradición filosófica y cristiana como base para comprender el mundo en general. No filosofa uniendo argumentos, sino que lo hace a golpes, rompiendo o transgrediendo el lenguaje. Su obra es fundamentalmente no conceptual, donde el lector no necesita pruebas ni demostraciones, solo intuiciones; y con ellas va destruyendo y construyendo. Este nuevo estilo ha de parecerse a la música, a la danza, a la canción. En pocas palabras, al arte musical, ya que son lenguajes sugerentes y abiertos, pero que ni fundamentan ni justifican algo del enigma de la vida.
El lenguaje como herramienta de transformación
Las mismas reglas gramaticales determinan ya las concepciones vigentes del mundo humano. Hay que renunciar a la lógica gramatical, desmontar el lenguaje, hacerlo bailar. Hay que rastrear nuevas fórmulas de expresión, más audaces, irónicas, desafiantes, separando conceptos que parecían idénticos y uniendo aquellos que parecían irreconciliables. El resultado ha de ser el reflejo de un pensamiento original, vivo, y un lenguaje más connotativo que denotativo, capaz de decir otro significado que el suyo propio. Para conseguirlo, Nietzsche utiliza toda una serie de recursos estilísticos, tales como:
- Aforismos
- Metáforas
- Analogías (Por ejemplo, decir que se filosofa a martillazos)
- Contradicciones (Para Nietzsche una contradicción es una manifestación de la vida misma que no sabe separar la negación de la afirmación)
- Ironía
- Fábulas
- Narraciones
- Lenguaje emotivo
Es un estilo próximo a lo poético, con muchas interpretaciones posibles, que resquebraja la lengua y produce justo el efecto que pretende. Su obra está siempre dividida, llena de arrebatos geniales, producto de noches de insomnio o paseos en solitario. Su lectura es siempre mucho más libre, obligando al lector a crear una propia interpretación con el desasosiego de no saber nunca si se trata de una interpretación correcta o falsa. Todos los grandes conceptos de Nietzsche son en sí mismos metáforas abiertas que cada intérprete trata de cerrar.
La coherencia en la obra de Nietzsche
Tampoco tiene sentido una lectura de sus textos buscando su coherencia lógica. Esto nos llevaría a un problema distinto. Al observar tal caos de argumentos diferentes, contradictorios unos de otros, le consideraríamos como un filósofo chapucero. ¿Pero cómo un filósofo chapucero ha tenido tal importancia en la historia de la filosofía? Este pensamiento, por tanto, sería erróneo. Por tanto, y para concluir, nos encontramos ante un autor del que siempre se pueden hacer interpretaciones diversas y donde cada intérprete intentará descubrir en su obra aquellos aspectos que sean más cercanos a su propio pensamiento. La misma muerte de Dios no se podría conseguir si no lográramos matar asimismo la gramática, como bien afirma el autor en otra parte. Nietzsche ve con toda claridad que existe relación entre lenguaje, racionalidad y Dios. Y por eso concluye con irracionalidad y filosofía a martillazos. Según si se cojan unos textos u otros, y olvidándonos del resto, pueden encontrarte distintas «versiones» de Nietzsche. Aunque la pluralidad interpretativa sea muy amplia, tampoco es infinita y por mucho que queramos, en su texto no se puede afirmar que fuera un devoto cristiano, ni un demócrata convencido, ni tampoco un antisemita, como algunos han pretendido.
Crítica de la racionalidad decadente
Nietzsche cuando critica a la razón a la vez arremete contra la cultura occidental porque esta se fundamenta en ella. Para Nietzsche el intelectualismo occidental descansa en que: razón = virtud = felicidad. Este es el «dogma» impuesto en la cultura occidental con el que Nietzsche no está de acuerdo y ataca ferozmente. Por tanto, para Nietzsche, razón no es igual a virtud y esta tampoco es igual a felicidad. Contra esa ciega confianza se centrará la crítica de Nietzsche y contra esa sociedad que para él se encuentra en una decadencia.
La decadencia de la cultura occidental
El Crepúsculo de los ídolos, título de su obra, tiene como objetivo fundamental dar a conocer que la cultura occidental se encuentra en decadencia (crepúsculo) al creer en unos valores absolutos (ídolos) que son fruto de la razón como instrumento para alcanzar la verdad que tiene su origen en el pensamiento socrático-platónico. Nietzsche, al atribuir esta situación de enfermedad a la cultura occidental, propone como solución acelerar el proceso.
El método genealógico y el paso del mito al logos
La crítica a la cultura occidental realizada por el filósofo alemán se basa en una crítica a la razón mediante el método genealógico, por el cual Nietzsche busca el momento preciso en el tiempo en el que nuestra cultura se ha equivocado y por qué motivo se dejó llevar por la razón. Ese momento concreto es el paso del mito al logos en el cual el hombre quiere abandonar las fábulas y mitos para explicar los fenómenos que ocurren a nuestro alrededor y pasa a explicarlos por medio de la razón, buscando una demostración experimental y racional de las cosas.
La razón como refugio
Al elegir el hombre a la razón, curiosamente utiliza a la misma razón como medio para alcanzar el verdadero conocimiento. Es la propia razón eligiéndose a sí misma. Nietzsche piensa que el hombre se ha refugiado en la razón por miedo al cambio y por la seguridad de sentirnos cómodos, seguros, porque el devenir, el cambio, lo mutable; conlleva muchos problemas. El hombre occidental habría inventado, con el uso de la razón, un «ultramundo» que para Nietzsche no existe, es falso y por tanto es un mito, no ha habido ningún paso del mito al logos, sino de un mito a otro “mito” que es la razón y la ciencia.
La razón como negación de la vida
Para Nietzsche esta situación provocará la decadencia de Occidente. La cultura occidental está enferma y moribunda, y nuestro autor decide acelerar ese proceso de decadencia rematándola mediante la creación de espíritus libres. Nietzsche apuesta por el devenir de las cosas y no por la razón. Los hombres buscan la razón desde el principio, como muchos filósofos, para entender la vida. Tienen miedo de no saber y prefieren fabular un «ultramundo» donde viven engañados. Esto significa que como los hombres tienen miedo a que no exista una verdad, una razón, un porqué de las cosas, las crean para satisfacerse. Dicho de otro modo, los esclavos –débiles– usando de la razón, se han apoderado de la sociedad, avergonzando a los nobles –fuertes– de serlo y, por consiguiente, negando la vida y el devenir. El miedo al cambio y al movimiento, a lo real, les ha llevado a levantar una sociedad falsa que ha corrido un velo sobre el devenir y lo ha sustentado todo en la razón. La razón, la piedra angular de Occidente, niega todo lo que para Nietzsche es real. Desde el movimiento, «todo fluye nada permanece», única realidad, hasta la percepción sensorial, «el sentir», que es uno de los postulados nietzscheanos. Para Nietzsche, la razón es uno de esos ídolos a los que adora la cultura occidental que se encuentra en un crepúsculo, en decadencia cercana a un nihilismo pasivo. Nietzsche, en contraposición con Sócrates, no le otorga a la razón ningún valor de conocimiento de la verdad, sino que la razón ha sido y es un instrumento que ha ayudado a la cultura occidental a estar seguros y cómodos evitando el devenir. La razón es un instrumento eficaz de defensa, pero no de conocimiento porque nos habla de nosotros mismos y no de la realidad.