Exploración del Pensamiento de Kant: Conocimiento, Ética y Razón

Kant: Conocimiento, Ética y Razón

La filosofía de Kant pretende responder a estas tres preguntas: ¿qué puedo conocer? (ciencia), ¿qué debo hacer? (ética) y ¿qué me cabe esperar? (política y religión). En el uso teórico de la razón, Kant responde a la pregunta «¿qué puedo conocer?» e intenta establecer los límites de la ciencia. En la historia de la filosofía se han distinguido tradicionalmente dos tipos de juicios: 1º juicios analíticos a priori, 2º juicios sintéticos a posteriori. Kant hablará de un tercer tipo de juicios: juicios sintéticos a priori.

Tipos de Juicios según Kant

  1. Juicios analíticos a priori: el carácter analítico significa que lo que expresa el predicado está contenido en el concepto del sujeto. Por tanto, no son juicios progresivos porque no aumentan nuestro conocimiento de la realidad. El carácter a priori significa que se verifican al margen de la experiencia y, por tanto, son universales y necesarios.
  2. Juicios sintéticos a posteriori: el carácter sintético significa que son juicios progresivos en los cuales lo que afirma el predicado aumenta el conocimiento contenido en el sujeto. El carácter a posteriori significa que se verifican a partir de la experiencia y son particulares y contingentes.
  3. Juicios sintéticos a priori: Para que un juicio sea científico tiene que reunir dos características fundamentales, por un lado, tiene que ser un juicio progresivo, por tanto, sintético y, por otro lado, tiene que ser universal y necesario y, por tanto, a priori.

Estética Trascendental y la Sensibilidad

Kant analizará la facultad de la sensibilidad en su «Estética trascendental». Para Kant, las sensaciones siempre tienen lugar en un sujeto y han sido provocadas por un objeto. Estas sensaciones producen un conocimiento inmediato que Kant denomina intuición. Lo captado por la intuición sensible es lo que se denomina fenómeno. La realidad en sí se denomina noúmeno. Lo que el sujeto capta, por tanto, no es la cosa misma, sino una manifestación suya, el conocimiento científico es fenoménico. Por tanto, la materia solo se da a posteriori (tras una experiencia) y tiene su origen en el objeto. Sin embargo, la forma es el modo en que el sujeto capta esa materia, la forma no procede del objeto sino del sujeto de conocimiento.

La forma del fenómeno la poseemos a priori, está en nosotros y es previa a cualquier sensación. Así pues, la sensibilidad humana tiene tanto una serie de contenidos sensibles, como una estructura por la que configura y ordena esas sensaciones, dándoles sentido y forma (informándolas), la unión de ambas constituye el fenómeno que es aquello que captamos.

Espacio y Tiempo como Formas A Priori

La forma por la que estructuramos el conocimiento está compuesta por dos elementos: el espacio y el tiempo a los que Kant denomina formas a priori o intuiciones puras de la sensibilidad. A priori porque el espacio y el tiempo son condiciones que impone el sujeto para percibir ordenadamente la materia caótica de los datos sensibles y son anteriores a cualquier experiencia. Puras porque son intuiciones vacías de contenido empírico, es decir, que las intuiciones de espacio y de tiempo carecen de materia. La geometría es el estudio de las propiedades del espacio.

Entendimiento y Categorías

El proceso de conocimiento no termina en la intuición sensible, sino que, con ella, el entendimiento elabora un producto de conocimiento genuino. El estudio de los juicios derivó en el análisis de los elementos que integran el entendimiento: los conceptos. Consideró que igual que desde la sensibilidad podían tenerse intuiciones sensibles e intuiciones puras, desde el entendimiento pueden tenerse conceptos empíricos y conceptos puros. Los conceptos puros, también llamados categorías, son aquellos que se encuentran en el entendimiento con carácter previo a cualquier experiencia. Estos conceptos representan las distintas formas generales que el entendimiento tiene de unificar lo proveniente de la experiencia. Kant realizó una clasificación de doce categorías en torno a cuatro criterios: cantidad, cualidad, relación y modalidad. La función de las categorías en el entendimiento es similar a la que desempeñan las intuiciones puras en la sensibilidad. Las categorías fundamentan y dan garantía de validez a los juicios sintéticos a priori de la física. La metafísica trata sobre noúmenos y no sobre fenómenos.

Ideas Trascendentales y Límites del Conocimiento

Los conceptos de alma, mundo y Dios son nouménicos y reciben el nombre de ideas trascendentales de la razón. Aunque estas tres ideas trascendentales contienen todos los fenómenos, ellas en sí mismas son noúmenos, y ya que solo podemos tener un conocimiento de los fenómenos, podremos afirmar que la metafísica no puede convertirse en una ciencia porque sus objetos de estudio están más allá de los límites del conocimiento humano. Por último, analizaremos la ética kantiana.

La Ética Kantiana: Universalidad y Autonomía

La ética al tratar sobre las ideas que dirigen nuestras acciones y comportamientos responde a la pregunta: ¿qué debo hacer?. La intención de Kant es establecer una ética que sea al mismo tiempo universal para que sus normas se apliquen a todos los sujetos y autónoma para que cada sujeto se imponga sus propias normas. Kant rechaza las éticas tradicionales a las que denomina éticas materiales porque albergan los siguientes tres defectos:

  1. Son empíricas y, por tanto, a posteriori.
  2. Sus preceptos son hipotéticos o condicionales.
  3. Son heterónomas.

La solución a estos problemas pasa por plantear una ética formal, es decir, una ética vacía de contenido, que no proponga ningún bien supremo, ni tampoco dicte normas concretas. Una ética que no exprese qué se debe hacer, sino cómo se debe obrar, que se centre en la forma de la acción y no en su contenido. Una ética formal no será empírica, sino a priori; sus imperativos no serán hipotéticos, sino categóricos; y la razón práctica gozará de autonomía.

El Deber y el Imperativo Categórico

Ahora bien, cómo distinguir las acciones moralmente buenas de las que no lo son una vez que hemos vaciado de contenido la moral. La clave está en el deber. Como decíamos, el valor moral de una acción no es su contenido, lo que se hace, sino el modo en el que se hace, una acción será moralmente buena si es hecha por deber. El deber consiste en el respeto al imperativo categórico que puede resumirse en las siguientes formulaciones: «obra siempre según una máxima que puedas querer que se convierta en ley universal«, es decir, a la hora de obrar el individuo debe guiarse por unos principios idénticos a los que quisiera que guiasen a otros si ocupasen su lugar, y «trata a las personas como fines en sí mismos y nunca como medios«. Por tanto, deducimos de estas dos afirmaciones que lo importante no es de hecho lo que se hace, sino la intención con la que se hace. Así pues, las acciones humanas pueden ser clasificadas en su relación al deber del siguiente modo:

  • Acción contraria al deber: Es aquella en la que el individuo conoce su obligación moral y sin embargo realiza lo contrario de lo que esta prescribe. Serían acciones inmorales.
  • Acción conforme al deber: Es aquella en la que el individuo conoce su obligación moral y la realiza, pero por un motivo ajeno al propio deber, generalmente se está actuando así como medio para alcanzar un fin diferente al propio deber.
  • Acción realizada por deber: Es aquella en la que el individuo conoce su obligación moral y cumple con ella simplemente porque esa es su obligación, sin atender a ningún otro tipo de consideración. Estas son las verdaderas acciones morales según Kant.

Uso Público y Uso Privado de la Razón

Uso público y uso privado: para Kant el uso público de la razón implica una libertad total de tutelas ajenas, aprendiendo a emanciparse de la minoría de edad y es cuando alguien, en cuanto docto en una materia determinada, hace uso de su razón ante un gran público; mientras que el uso privado puede tener limitaciones y se da cuando alguien hace uso de su razón en un determinado puesto civil, con el objetivo de que cada uno cumpla su rol, para el buen funcionamiento social (un oficial de la armada tiene que obedecer siempre las ordenes, pero no se le puede prohibir que argumente sobre ellas); un ciudadano no se puede negar a pagar los impuestos, pero puede manifestar públicamente su pensamiento de ellos; un cura debe cumplir las ordenes de la iglesia que sirve, pero puede publicar al público su pensamiento.

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