TEORÍA DEL CONOCIMIENTO
Todos los seres vivos tienen que conocer el medio que les rodea para poder sobrevivir. Empleando diferentes órganos reciben una información del lugar en el que se encuentran, la organizan y emiten diferentes respuestas a partir de estos conocimientos. El conocimiento no es, por tanto, un lujo que se añada a nuestras vidas, realiza, por el contrario, una función indispensable para desarrollar la vida. En el caso de los humanos el conocimiento es una actividad mental mediante la cual el ser humano se apropia del mundo que le rodea. Esta apropiación es una captación intelectual del entorno o del propio organismo.
El acto de conocer es un proceso complejo en el que intervienen aspectos biológicos, cerebrales, lingüísticos, culturales, sociales e históricos y no se puede disociar de la vida humana ni de las relaciones sociales.
El conocimiento se realiza gracias a la intervención de diferentes factores: órganos sensoriales, sensaciones, percepciones, estímulos, lenguaje, cultura, etc. Se denomina sensación a la captación inmediata de un estímulo por parte de los órganos sensoriales. Cuando hablamos de sensación nos referimos a un instante, al momento en que los órganos de los sentidos son afectados por algún estímulo: una luz intensa, una superficie rugosa, un olor desagradable…
La función principal de los sentidos consiste en transformar los estímulos físicos en impulsos nerviosos. Cuando la sensación se encuentra organizada y estructurada recibe el nombre de percepción. Es decir, la percepción es el proceso complejo por el cual captamos los estímulos dándoles un significado. De este modo, captamos los estímulos como una totalidad y no como una serie de elementos aislados. Cuando decimos “escucho el ruido de una moto” estamos realizando una percepción, porque no estamos captando un ruido de forma aislada, sino que estamos atribuyéndole un significado a aquello que nos llega. En la percepción no sólo recibimos un estímulo del exterior (una luz, un color o un ruido) sino que se produce una activa intervención del cerebro que interpreta los datos que llegan, los clasifica y les otorga un significado. Para que la percepción culmine es por tanto muy importante la presencia de una serie de factores que influyen en el cerebro: el lenguaje, la cultura, los prejuicios, los intereses, etc.
A principios del siglo XX era habitual encontrar entre los psicólogos la llamada teoría asociacionista. Según esta teoría la percepción representaba una suma o asociación de las sensaciones. ¿Cómo podríamos conocer, según estos autores, que el objeto que está delante de nosotros es un limón? Nos llega una sensación del color amarillo, una sensación del sabor agrio y otra de la forma rugosa y ovalada. Sumamos todas las sensaciones en nuestro cerebro y se produce la percepción: un limón. A partir de los años veinte algunos psicólogos comenzaron a considerar que la teoría asociacionista estaba equivocada, defendiendo, por el contrario, que la percepción no era una suma de sensaciones, sino una captación casi inmediata de un objeto con un significado. Lo que se venía a decir es que cuando captamos un limón o una tormenta, no necesitamos unir una serie de sensaciones, sino que inmediatamente sabemos que aquello es un limón o una tormenta porque en nuestra mente ya tenemos unas ideas sobre los limones, las frutas o las tormentas que nos permiten clasificar los datos que llegan y otorgarles un significado.
distintas teorías filosóficas que se han desarrollado se pueden clasificar en tres corrientes:
El razionalismo
El conocimiento tiene su origen en la razón, sólo es válido cuando proviene de ella. Hay un desprecio en general del valor de los datos de los sentidos porque éstos nos engañan. Las características principales del Racionalismo serían las siguientes:
1) Las matemáticas representan el modelo de conocimiento científico, riguroso y exacto. La filosofía debe seguir el modo de proceder que aparece en las matemáticas.
2) El innatismo de las ideas. Los racionalistas creen que hay en la mente humana un conjunto de principios o conceptos que no proceden del exterior, sino que se encuentran en ella desde el nacimiento. Estas ideas innatas son básicas para cualquier ciencia o conocimiento humano.
3) Confianza en la razón. Esta confianza la hereda el racionalismo del Renacimiento. Si en el periodo medieval, la razón se subordinaba a la fe, en el Renacimiento se va a defender la autonomía de la Razón por encima de la tradición religiosa. La razón es el fundamento de la ciencia y es el instrumento a partir del cual el hombre puede dominar el mundo.
4) Minusvaloración del conocimiento sensible. Para los racionalistas, los sentidos pueden llevar a engaño. La sensibilidad no tiene el carácter universal y necesario de la razón.
5) Centralidad del método.
Para pensar correctamente hay que pensar ordenadamente, hay que seguir un método, hay que avanzar paso a paso. El método es el camino que conduce a la verdad. La validez y la superioridad del conocimiento basado en la razón, según estos autores, se sustenta en que aquellas verdades que se basan en la razón son absolutamente universales y necesarias, indudables, puesto que pensar lo contrario es lógicamente imposible. Del conocimiento basado en la experiencia nunca podemos tener tal certeza.
Por ejemplo: «El todo es mayor que las partes» (Verdad de Razón)
«El Sol saldrá mañana» (Verdad de Experiencia)
Los autores racionalistas más importantes de la historia son:
1. Filosofía antigua: Parménides de Elea (450 a. C. aprox.) Platón (427- 347 a. C.) 2. Filosofía moderna: R.
Descartes (1596-1650) B. Espinoza (1632-1677) G.W. Leibniz (1646-1716) 3. Filosofía contemporánea: G.W.F. Hegel (1770-1831)
La vida de Descartes. René Descartes nació en el año 1596 en La Haye, un pueblo francés que actualmente se denomina Descartes. Desarrolló su educación en el colegio jesuita de La Flèche, donde recibió una importante formación clásica y filosófica, basada esta última en las teorías de Aristóteles. A partir de 1612 comienza una época más aventurera en su vida tratando de descubrir por sí mismo lo que no había encontrado en los libros. Se licencia en Leyes, participa en las guerras entre católicos y protestantes (llegando a formar parte de los dos ejércitos), viaja por los Países Bajos, Suecia y Dinamarca, y pasa algunas temporadas en París. Tras esta época decide marchar a Holanda, lugar donde encuentra una mayor tolerancia intelectual que le permite elaborar sus principales obras: El discurso del método, Las meditaciones metafísicas, Los Principios de la Filosofía… La fama que alcanza Descartes como matemático y como filósofo hacen que la reina Cristina de Suecia lo llame a su Corte para que imparta allí sus clases. Pero Descartes no soportó por mucho tiempo el clima nórdico y falleció a la edad de cincuenta y tres años. Varios años más tarde sus obras fueron incluidas en el Índice de libros prohibidos de la Inquisición, lo que significaba que ser cartesiano podía convertirse en un crimen.
Descartes rechaza la filosofía anterior, la filosofía que había estudiado en el colegio de La Flèche, es decir, las ideas de Aristóteles y de Santo Tomás. Él considera que esta filosofía no es rigurosa, no está bien construida. No es una filosofía metódica, ya que carece del método característico de las matemáticas y, por tanto, no es una filosofía científicamente cierta. Él piensa que hay que buscar una certeza absoluta desde la que se pueda construir una filosofía fuerte, segura, universal y que produzca conocimientos exactos. Se trata de encontrar una filosofía nueva e indestructible.
Este método universal que busca Descartes habrá de seguir cuatro reglas que ya los matemáticos han empleado con frecuencia: 1ª Evidencia. No admitir como cierto nada sobre lo que se pueda tener alguna duda.
Sólo se puede admitir como verdadero algo que sea claro y distinto. 2ª Análisis. Dividir cada dificultad en tantas partes como se pueda. Dividir lo complejo en partes más simples. 3ª Síntesis. Conducir ordenadamente los pensamientos, caminando desde los más simples hasta los más complejos. 4ª Enumeraciones. Repasar detalladamente todos los pasos para estar seguro de no omitir nada.
Puede decirse que el método de Descartes es axiomático. Esto se debe a que el método parte de verdades evidentes (axiomas) para extraer o deducir a partir de ellas otras verdades. Con el conjunto de las verdades se construye un sistema filosófico. Lo primero que hay que hacer es indagar, investigar, dudar… La propia duda se convierte en un método, en un camino. No puede decirse que Descartes sea un autor escéptico, puesto que él está convencido de una serie de verdades. Si Descartes duda es para encontrar una forma de demostrar con exactitud las verdades que le parecen evidentes. Por este motivo se dice que la duda de Descartes es metódica.
Para alcanzar una primera verdad de la que no exista ninguna duda, Descartes aplicará su duda a una serie de aspectos: 1º Se debe dudar de los sentidos. A veces, nos conducen a errores y a equivocaciones, por tanto, no son fiables. No podemos confiar en ellos de un modo absoluto y situarlos en el punto de partida que se busca. 2º Si no confiamos en los sentidos, podemos dudar de que las cosas sean tal y como ellos nos la muestran, pero, eso no significa que la realidad exterior no exista. No obstante, Descartes continúa su duda y llega a desconfiar de la realidad exterior. En este punto añade un nuevo motivo para dudar: la imposibilidad para distinguir la vigilia del sueño. Tal vez, el mundo exterior sea un producto de nuestra imaginación, de nuestros sueños. ¿Cómo es posible saber si estamos soñando o no? 3º Tanto si estamos despiertos como si estamos dormidos, hay una serie de verdades que parecen incuestionables. Se trata de las verdades matemáticas. La suma de los ángulos de un triangulo mide 180 grados en la realidad y en nuestros sueños. Pero aquí Descartes añade una última razón para dudar: tal vez exista un Genio Maligno (metáfora que utiliza Descartes para mostrar el mal funcionamiento de la razón, cuando yo creo que realizo correctas operaciones racionales, en realidad me estoy equivocando) todopoderoso que disfruta llevándonos a error constantemente.
De este modo, se pone en duda lo que parecía más incuestionable: las Matemáticas. Descartes lo ha puesto todo en duda. Pero mientras duda se da cuenta de que hay algo sobre lo que sí tiene certeza. Sabe con seguridad que él está dudando, que él está pensando. Si duda y piensa debe existir. Si yo pienso, existo. Sobre esto no tiene ninguna duda. “Pienso, luego existo” “Cogito ergo sum”. El “pienso luego existo”, “cogito ergo sum” o “cogito” es la primera verdad que encuentra Descartes. Se trata del primer principio de su filosofía. Se trata del axioma desde el cual será posible construir toda la filosofía posterior. El “cogito” presenta dos características. En primer lugar, esta verdad aparece con claridad. Es un pensamiento evidente que se percibe con toda claridad. En segundo lugar, es se caracteriza por su distinción. Se trata de una verdad distinta de cualquier otra. Por tanto, la primera verdad es clara y distinta. Cualquier conocimiento que aspire a ser verdadero o cierto tiene que ser claro y distinto tal y como aparece el “cogito”.
El empirismo
El conocimiento tiene su origen en la experiencia sensible, sólo es válido cuando proviene de los sentidos. El papel de la razón es importante pero hay que evitar sus abusos y especulaciones: Para que trabaje correctamente siempre lo ha de hacer partiendo de los datos recogidos en la experiencia.
Según estos autores, cuando nacemos, nuestra mente es como una página en blanco que se va rellenando con los datos que obtenemos a través de los sentidos. Por lo tanto niegan cualquier tipo de conocimiento o principio innato.
Aunque los diversos autores exponen diversas variantes el método que utilizan para desarrollar el conocimiento acerca de la realidad es el método inductivo: Partimos de la observación de la repetición de un fenómeno en la naturaleza (regularidad) para, tomando como base esos casos, generalizar y proponer una ley de carácter universal que los recoge y resume. Por ejemplo, cada día vemos salir el sol y ese fenómeno se repite de forma regular, generalizamos y afirmamos de forma universal «El sol sale cada día».
La validez y la superioridad del conocimiento basado en la experiencia, según estos autores, se sustentan en que podemos examinar o confirmar nuestras afirmaciones contrastándolas con la información que nos proporcionan nuestros sentidos.
Los autores empiristas más importantes de la historia son:
1. Filosofía antigua: Aristóteles (384-322 a.C.) 2. Filosofía moderna: J. Locke (1632-1704), G. Berkeley (1685-1753) D. Hume (1711-1776) 3. Filosofía contemporánea: el positivismo de A. Compte (1798-1857) y los filósofos neopositivistas en el Siglo XX.
Principales problemas que planteo el empirismo de Hume, el problema de la causalidad. Según Hume, para que una idea sea verdadera tenemos que señalar la impresión que le corresponde. El límite de todos nuestros conocimientos factuales o de hechos son las impresiones. Desde este planteamiento, Hume mostrará las dificultades existentes para sostener conocimientos verdaderos sobre las causas, las sustancias, el yo o Dios. Hume considera que no es posible tener un conocimiento seguro y verdadero de la conexión que existe entre dos fenómenos, es decir, no podemos asegurar que una situación sea la causa de otra. Dado que nuestro conocimiento de hechos se basa en impresiones actuales y en recuerdos actuales de ideas pasadas, no podemos tener conocimientos de hechos futuros, de los cuales no poseemos impresión alguna. En la vida cotidiana tenemos, no obstante, la certeza de que ciertos acontecimientos sucederán en el futuro. Dada cierta causa, pensamos que un efecto sucederá necesariamente. Es decir, basamos nuestra certeza en la convicción de que existe una conexión necesaria entre la causa y el efecto. Ahora bien, para que una idea sea cierta debemos tener una impresión de la misma. Por tanto, no tenemos un conocimiento cierto acerca de los hechos futuros. Lo único que poseemos es una creencia basada en el hábito, en la costumbre de haber observado en el pasado que un hecho iba asociado a otro. Observamos el fuego y también cómo la temperatura de los objetos que están a su alrededor aumenta. Pero no hemos observado la conexión necesaria entre ambos fenómenos. Lo único observable es que en el pasado siempre se ha dado una sucesión, pero eso no significa que haya una conexión necesaria. Tenemos una creencia basada en situaciones anteriores, pero esa creencia no puede fundamentarse en una impresión Igualmente parece imposible tener un conocimiento cierto de una realidad subyacente que sirva de soporte de las distintas impresiones. El conocimiento de esa realidad o sustancia no es posible ya que significaría traspasar el límite del conocimiento, pasando del conocimiento de una impresión a algo de lo cual nunca ha habido impresión. Así, podemos tener un conocimiento seguro del color de una manzana o de su sabor, porque recibimos impresiones a través de la vista o del gusto, pero no tenemos una impresión de la sustancia llamada manzana que sirve de soporte a todas esas impresiones. Del mismo modo, no es posible un conocimiento empírico o factual de nuestro yo. Podemos saber que en estos momentos estoy escribiendo o estoy triste o enfurecido… pero no conocemos esa realidad única llamada yo que subyace a todos nuestros estados psíquicos.
El criticísmo
Teoría del conocimiento desarrollada por el filósofo alemán Immanuel Kant (1724-1804) consiste en una crítica de las facultades del conocimiento y representa un intento de superación de las dos corrientes anteriores.
Su afirmación básica es: todo conocimiento para ser válido tiene que partir de la experiencia pero es algo más que los meros datos de los sentidos. ¿Qué es ese algo
más?: El sujeto al conocer opera sobre aquello que conoce, es decir, sobre la materia prima que le proporcionan los sentidos impone una forma que los ordena y unifica. Esa forma es propia del sujeto y de la estructura del conocer humano. El conocimiento es el resultado de la síntesis (ordenación y unificación) de los datos obtenidos a través de los sentidos que se realiza a distintos niveles desde las diferentes facultades cognitivas del sujeto: Sensibilidad, Entendimiento y Razón. Así como avanzamos en distintos niveles de conocimiento se produce una mayor unificación y ordenación.
Conocimiento
Síntesis
(Unificación y ordenación)
Materia (Procede de la experiencia) (La pone el objeto)
Forma (Estructuras a priori)
(Las pone el sujeto)
Tipo de conocimiento
Facultad implicada
Resultado
Conocimiento sensible
Sensibilidad Experiencia (percepciones)
Conocimiento intelectual
Entendimiento Juicios (pensar los objetos)
Razón Razonar (relacionar unos juicios con otros y buscar principios generales)
En este caso no hay innatismo como en el racionalismo sino apriorismo: el sujeto formando parte de su estructura cognitiva posee unas formas a priori que preceden a la experiencia y la posibilitan (le permiten ordenar los datos que provienen de los sentidos) Éstas son el espacio y el tiempo en la Sensibilidad, y las categorías en el Entendimiento.