El Pensamiento de Nietzsche: Conceptos Fundamentales
Resentimiento y Mala Conciencia en la Moral Cristiana
Resentimiento: Es el motor de la inversión de los valores que tiene lugar con la moral cristiana, responsable último de todos los valores morales de Occidente y de la aparición de una civilización enemiga de la vida.
Mala conciencia: Es el sentimiento de culpa. Es el producto más pernicioso de la moral cristiana y de la manera de valorar de Occidente. Un refinado mecanismo de autotortura que surge cuando el instinto natural de libertad fue reprimido y se volvió latente a la fuerza. Los instintos, entonces, al no poder ya desfogarse hacia afuera, se vuelven hacia dentro, invirtiendo la dirección natural de satisfacción. Todos aquellos instintos del hombre salvaje se volvieron contra el hombre mismo: la enemistad, la crueldad, el placer en la agresión se volvieron contra el poseedor de estos instintos, dando lugar a la mala conciencia. Esto hace crecer el mundo interior.
El Sacerdote y el Ideal Ascético según Nietzsche
La idea de que esta vida, junto con todo lo que le pertenece, el mundo, la naturaleza, no valen nada, que la verdadera vida se sitúa en otro lugar, en una esfera completamente distinta. El sacerdote es precisamente la encarnación paradigmática de este deseo de ser de otra manera, de estar en otro lugar. Es por eso que él es el creador de los ideales.
Nihilismo y la Muerte de Dios
Nihilismo: Se define en función de la voluntad de poder. Cuando esta voluntad, que es la esencia misma de la vida, disminuye o se agota, da lugar al nihilismo pasivo. Desde esta perspectiva, todos los valores creados por la cultura occidental no son más que falsos valores, negación de la realidad y de la vida que proceden de una «voluntad de nada». El nihilismo como consecuencia de la interpretación que se ha hecho hasta ahora del valor de la existencia, y que llevará al derrumbamiento de los valores que hasta ahora ha poseído Occidente. Contra este nihilismo pasivo quiere reaccionar Nietzsche con su nihilismo activo, una potencia violenta de destrucción de los falsos valores como condición para que la voluntad de poder cree valores nuevos, valores que afirmen la vida y la existencia.
La muerte de Dios: La vida, la realidad, no valen nada. Ante este panorama nihilista, solo queda creer que Dios es mortal. Nosotros hemos sido sus asesinos. Sin Dios desaparece todo referente absoluto y el hombre queda abandonado a su suerte en un mundo sin un horizonte borrado. La muerte de Dios no es un evento confortable.
Voluntad de Poder y Eterno Retorno
El nihilismo debe ser capaz de asumirse radicalmente y con todas sus consecuencias. Solo entonces el «no» se convierte en «sí», y lo que era una negación deja paso a la afirmación: la afirmación de este mundo, el único mundo. De esta realidad, no existe ninguna otra realidad. De esta vida, la única vida. Una vida que finalmente se rebela en su auténtica esencia, que se rebela como voluntad de poder.
Eterno Retorno: El pensamiento del eterno retorno se convierte en un imperativo, una regla práctica de la voluntad, capaz de dar un nuevo centro de gravedad a la existencia: lo que quieras tienes que quererlo de tal manera que quieras también su eterno retorno. Tiene un sentido cosmológico y al mismo tiempo axiológico (se refiere a una determinada forma de valorar). En este segundo sentido, es la suprema fórmula de fidelidad a la tierra, del «decir sí» a la vida y al mundo que pronuncia la voluntad de poder. Expresión del deseo de que todo sea eterno. Amor al destino: querer que nada sea diferente, ni en el pasado ni en el futuro ni por toda la eternidad.
El Superhombre
El superhombre es para Nietzsche un ideal, pero se trata de un ideal distinto de todos los demás ideales, porque consiste en ser el ser más real de todos. El superhombre es lo contrario de la mediocridad, de la conformidad, porque aspira a erigir una nueva tabla de valores. Es el hombre primero, el inocente hombre primitivo que aún perdura en los presocráticos. Nietzsche presenta al superhombre como el fruto de tres transformaciones: el espíritu se convierte en camello, el camello en león y el león en niño. El camello se arrodilla para cargar con su deber, el espíritu se transforma en león para conquistar su libertad, pero como el león no es capaz de crear nuevos valores, es necesario que el espíritu se transforme en niño. Al fin y al cabo, el superhombre no es más que el hombre puesto boca arriba, el hombre que vive sin trampa más allá del bien y del mal, el hombre que vive plenamente los frutos de la transvaloración de los valores, el hombre verdaderamente libre y creador de valores. El hombre que dice «sí» a la vida con la ingenuidad de un niño.
Inversión, Transformación y Transvaloración de los Valores
Transvaloración de valores: Expresión de la necesidad de transvalorar los valores para volver a valorar y afirmar la vida, para recuperar la inocencia primitiva y estar más allá del bien y del mal. La transmutación es el cambio de naturaleza (un sentido estamental o un sentido valorativo). La inversión de los valores es el cambio de sentido, lo que antes se consideraba bueno ahora se considera malvado.