La Naturaleza Humana: Diversas Perspectivas Filosóficas
La cuestión de la naturaleza humana ha sido un tema central en la filosofía a lo largo de la historia. Diversos pensadores han ofrecido distintas perspectivas sobre este asunto:
- Buena (bondadosa): Rousseau
- Mala y egoísta: Sofistas
- Cruel y agresiva: Hobbes
- Inacabada (salvo lo biológico): Esta perspectiva se acentuó especialmente a partir del siglo XVIII.
En la Edad Media, se creía que la naturaleza humana estaba marcada por el pecado original, una concepción influenciada por la religión. Sin embargo, los pensadores ilustrados postularon que la naturaleza humana se caracteriza por la racionalidad inherente, la cual se desarrolla a lo largo de la vida. Kant, el máximo exponente de la Ilustración, promovía el lema «Sapere aude» (atrévete a saber), instando a servirse de la propia inteligencia. La razón era vista como la herramienta fundamental para alcanzar el conocimiento y progresar en todos los ámbitos: intelectual, material y moral.
Marx: La Lucha de Clases y la Alienación
Marx sostiene que la historia es una lucha de clases y que la economía es el motor del mundo. Según su teoría, lo que nos caracteriza como seres humanos es el trabajo, el cual nos condiciona socialmente debido a su estrecha relación con la producción. Los seres humanos transforman la naturaleza para obtener recursos y mejorar sus condiciones de vida.
- La infraestructura (base económica) determina las superestructuras (instituciones sociales, políticas, culturales, etc.).
- El problema, o la «sospecha» de Marx, radica en que la infraestructura capitalista genera alienación. En este sistema, al trabajador se le despoja de:
- Los medios de producción (herramientas, máquinas, fábricas).
- El resultado de su trabajo, que no ve completado.
- El rendimiento material del trabajo, ya que el obrero solo recibe una pequeña parte del valor generado.
Esta alienación implica una deshumanización y una negación de la libertad, ya que se desposee al ser humano de aquello que lo define: el trabajo. Marx también critica el papel de la religión, que en muchos casos predica la resignación y justifica la injusticia, prometiendo recompensas en el más allá.
Además, Marx denuncia el interés de la clase burguesa por mantener su dominación, disfrazándola de «buena conciencia».
Nietzsche: Crítica a la Razón y la Moral Occidental
Nietzsche critica el discurso ilustrado sobre la razón, así como la ontología y la epistemología de la metafísica tradicional. Denuncia que se ha considerado como verdadero solo una interpretación de la realidad. Según Platón, el mundo verdadero es el de las ideas (inmateriales), y no el de los sentidos (materiales). Nietzsche refuta esta idea.
También critica la moral occidental, especialmente la cristiana, que adopta la teoría de los dos mundos de Platón, restando valor a la vida terrenal y otorgando importancia al más allá, donde reside el bien moral. La vida queda reducida a la nada. Para Nietzsche, esta es una moral de débiles, que actúan por miedo al poderoso, una moral de esclavos. Se ha impuesto como verdad la moral de la humildad, la resignación y la hipocresía, que afirma la bondad del débil y la maldad del fuerte.
Nietzsche afirma que la naturaleza humana no está acabada, sino en continuo proceso de cambio y realización. Sin embargo, sí existe en ella una voluntad de poder, una «insociable sociabilidad», un conjunto de fuerzas irracionales e instintos, un deseo de vivir la vida con plenitud e intensidad, un anhelo de superación y dominio. De esta voluntad de poder surge el superhombre, aquel que se atreve a imponerse, a inventar su propia vida, sus valores y su moral.
Freud: El Inconsciente y las Pulsiones
Freud revela que las fuerzas inconscientes dominan nuestra conducta. Su teoría del psicoanálisis, que fue muy criticada en su época por revelar verdades incómodas, sostiene que la mayor parte de nuestra vida psíquica está reprimida en un inconsciente oculto que influye decisivamente en nuestra personalidad y comportamiento. Esto implica que los humanos no controlamos la mayor parte de nuestro ser.
Freud explica que nuestra parte inconsciente está formada por un conjunto de impulsos que tienden a realizarse y que, al no conseguirlo, generan infelicidad e incluso patologías. Estos impulsos inconscientes, que conforman una instancia psíquica denominada ello, son de naturaleza sexual (Eros) o destructiva/agresiva (Thanatos). Estos instintos son reprimidos por otra instancia psíquica, el superyó, que se encarga de interiorizar desde la infancia las normas morales y prohibiciones. Finalmente, existe la parte consciente, el yo, que se adapta a la realidad.
Freud también reflexiona sobre el papel de los impulsos en la cultura. Sostiene que ciertas instituciones, creadas para la felicidad y la supervivencia, en realidad causan infelicidad, aunque son necesarias para reprimir las pulsiones. La moral es la interiorización del superyó a causa de la culpabilidad o «mala conciencia».
Respecto a la religión, Freud la considera un elemento importante, ya que ofrece la posibilidad de satisfacer deseos humanos como la felicidad, el sentido de la vida y el alivio del sufrimiento.
Sartre: Existencialismo y Libertad Radical
Sartre afirma que la vida está determinada por nuestros actos y decisiones. El ser humano no está hecho ni acabado, sino en constante proceso. No es una esencia, sino una existencia. El ser humano es siempre libre; lo único que no elige es su nacimiento ni su lugar de origen. La naturaleza humana consiste precisamente en no tener nada predeterminado, en no estar condicionados. La libertad es irremediable y, a veces, provoca angustia debido a las responsabilidades que conlleva.