Postura Intermedia entre Realismo e Idealismo: La Filosofía Trascendental
Se propone una postura intermedia entre realismo e idealismo, reformulando la relación entre el sujeto y el objeto del conocimiento. Este «giro copernicano» implica que la mente no se amolda pasivamente a la realidad para conocerla. La causa, el espacio y el tiempo son inherentes a la estructura de la mente, y ninguna experiencia humana puede llevarse a cabo sin ser una experiencia de sucesos determinados causalmente y según relaciones espaciales y temporales. Se debe volver a las estructuras subjetivas que posibilitan el conocimiento. Esta corriente se conocerá como «filosofía trascendental», la cual estudia las condiciones de posibilidad del conocimiento humano.
Nietzsche: Relativismo, Lenguaje y la Crítica a la Verdad
El Relativismo y el Pragmatismo de Nietzsche
Nietzsche se presenta como un relativista absoluto: defiende que la verdad es dependiente de la humanidad (subjetivismo), considerando como verdad aquello que es útil (pragmatismo). El conocimiento es relativo y convencional. Relativo porque solo podemos hablar de conocimiento para el ser humano, siendo verdad aquello que le es útil para su supervivencia y lo conserva en la existencia. Además, nos lleva a engañarnos sobre el valor de la vida. El conocimiento también es convencional porque es arbitrario e inventado, pero necesario para vivir en sociedad y fijar lo que es verdad. Para ello, se inventa una designación de las cosas, el lenguaje, uniformemente válido y obligatorio, que actúa como legislador, considerándolo siempre como el contenedor de la existencia de las cosas. Entonces, estas verdades relativas y convencionales se expresan en el lenguaje, pero no capturan la esencia de las cosas.
El Lenguaje como Metáfora y Obstáculo para la Verdad
Las palabras no son más que impulsos nerviosos. El lenguaje es metafórico, y las palabras son puras metáforas que se refieren a objetos singulares. Se convierten en conceptos al extrapolarlos a más individuos. Por tanto, la naturaleza no entiende de conceptos, y estos son artificiales; no son más que los restos de una metáfora.
Los conceptos y metáforas no son más que reflejos del hombre al expresar la verdad, convencionalizada por el hombre y humanizada. Se cae en el error de creer que los conceptos están en el objeto cuando los hemos creado nosotros mismos. Por tanto, las verdades no son más que metáforas y antropomorfismos considerados firmes y universales. Esto es una mentira del intelecto, que cree que a través de los conceptos comprendemos la vida. No hay relación causa-efecto entre la palabra y la cosa en sí; esta relación es una invención que solo representa un obstáculo en la búsqueda de la verdad. Los filósofos no son sinceros, sino interesados; se quedan en la mentira, en la superficie de las cosas, por vanidad. A través del lenguaje no se llega nunca a penetrar en el origen de las cosas. Nietzsche cree que el lenguaje puede limitar nuestras posibilidades de comprensión del mundo. El filósofo cree que la vida gira en torno a su intelecto y tiene que volver a los orígenes de los sistemas filosóficos para poder darse cuenta de que la estructura gramatical limita el campo de interpretación, las posibilidades y la conceptualización del mundo.
Lo Apolíneo y lo Dionisíaco: Dos Formas de Comprender la Vida
Nietzsche contrapone al hombre conceptual y lógico el hombre intuitivo y artístico. Mediante una analogía, explica cómo comprender la vida a través de lo apolíneo y lo dionisíaco, dos fuerzas opuestas. Lo apolíneo representa al hombre racional, como las ciencias o la filosofía; es teórico y da lugar a un mundo lineal que degrada la vida. En cambio, lo dionisíaco, valiéndose del arte, la única relación metafísica entre el hombre y el mundo, representa lo caótico, lo inacabado, las fuerzas animales y la voluntad de vivir. Mediante el arte, valiéndose de la intuición, los sentimientos y las emociones (irracionalismo), podemos comprender la vida. La vida se escapa de cualquier comprensión conceptual, y solo a través del arte se logra comprenderla. El arte es una afirmación de la vida.
Descartes: Duda Metódica, Cogito y la Existencia de Dios
La Duda Metódica y el «Cogito Ergo Sum»
Descartes parte del escepticismo. En las Meditaciones Metafísicas, expone y elabora todo su «sistema» filosófico. Comienza dudando de todo; considera que las verdades con poco cimiento deben ser revisadas desde sus bases para establecer algo indudable, rechazando cualquier cosa en la que la razón encuentre duda. Rechaza los sentidos, la distinción entre vigilia y sueño, y las ciencias. Sin embargo, las matemáticas se ocupan de cosas simples, y aunque duda de ellas, no hay incertidumbre. Al dudar de todo, Descartes se da cuenta de que puede dudar, y que para ser engañado tiene que existir: «cogito ergo sum» (pienso, luego existo). Aquí, propone la deducción y la intuición como los dos únicos métodos de conocimiento, expuestos en el Discurso del Método.
Tipos de Ideas: Adventicias, Facticias e Innatas
Descartes distingue tres tipos de ideas: adventicias, que proceden de la experiencia y tienen propiedades primarias y secundarias; facticias, que surgen de nuestro razonamiento y la mezcla de ideas; e innatas, ideas claras y ciertas que se desarrollan con la experiencia. La perfección es una idea basada en el principio de causalidad: no puedo concebir una idea perfecta porque no soy perfecto. Entonces, la idea de perfección la tenemos sin que tenga que existir una causa perfecta y, por tanto, es innata y no adventicia. Esta idea ha tenido que ser puesta por un ser perfecto que tenga la idea de perfección, Dios, un ser infinito, un tipo de sustancia que no podemos comprender y que no va a permitir que haya un genio maligno.
El Argumento de la Marca y la Existencia de Dios
Según Descartes, Dios es un ser perfecto, y la perfección implica su existencia. La idea de perfección es una idea perfecta y requiere una causa perfecta. Descartes descubre que posee una idea de perfección, y dicha idea supone una causa perfecta, por lo que Dios existe y ha dejado la idea de perfección en nuestras mentes como una marca. Si Dios es perfecto, no nos engaña, y no hay un genio maligno. Aunque cabe la posibilidad de que el genio nos manipule y sea una idea engañosa. Descartes se deja llevar por el principio de causalidad y entiende que es capaz de comprender los atributos de Dios, lo cual es presuntuoso.
El Círculo Cartesiano: Una Crítica a la Demostración de Descartes
El círculo cartesiano es el argumento en el que cae Descartes al intentar demostrar la veracidad de las «ideas claras y distintas», denunciado por Arnauld. Se critica que sus argumentos son circulares: la idea de Dios justifica la veracidad de las ideas claras y distintas, pero la idea de Dios es también clara y distinta, por lo que utiliza en la premisa lo que quiere concluir. Descartes utiliza su intuición intelectual para explicar la existencia de un Dios, un garante de la verdad, claro y distinto; pero quizás no es una intuición verdadera. Esa intuición no necesita una regla general para que sea válida: puedo saber que algo es correcto sin saber con seguridad por qué.