La Crítica de Hume al Principio de Causalidad y la Metafísica
La Conexión Necesaria y la Experiencia
De este modo, cuando observamos dos hechos que relacionamos entre sí como causa y efecto, las únicas impresiones que percibimos son una relación de contigüidad en el espacio y una relación de sucesión en el tiempo. Estos elementos no bastan para poder hablar de causalidad, porque siempre pensamos que hay una tercera relación, que es la conexión necesaria entre causa y efecto, y que Hume consideró esencial para explicar la causalidad.
Según Hume, para saber si existe una conexión necesaria o causal entre dos objetos, es preciso acudir a la experiencia. Hume sostiene que solo tenemos impresiones directas de la contigüidad y sucesión de los objetos, pero no de su conexión necesaria. La regularidad con que se repiten las relaciones de contigüidad y sucesión de dos objetos permite que se forme en nosotros una costumbre psicológica por la que invariablemente imaginamos juntos dichos objetos; de esta manera quedan asociados en nuestra mente.
En definitiva, el principio de causalidad, para Hume, tiene un valor subjetivo o psicológico, pero no ontológico: está en nuestro entendimiento, pero no en las cosas. Por otro lado, la crítica al principio de causalidad condujo a Hume a rechazar la metafísica.
Las Ideas de la Metafísica: Mundo, Yo y Dios
Las ideas de la metafísica son: mundo, yo y Dios. Como se ha expuesto, Hume se preguntó por el origen de nuestras ideas de sustancia, y llegó a la conclusión de que es una idea compleja elaborada por nuestra imaginación de acuerdo con las leyes de asociación. La idea de substancia no representa realidad unitaria alguna, y los términos con que nombramos las sustancias solo designarían ideas complejas.
Cuando hablamos de una sustancia pensante no tenemos una impresión de nosotros mismos como de una sustancia simple, sino que lo único que experimentamos es un conjunto de percepciones en movimiento, que se suceden unas a otras. En cuanto a la idea de Dios, consideró imposible demostrar si existe o no existe, puesto que no poseemos una impresión que dé lugar a dicha idea, lo que equivale a decir que no existe.
En conclusión, Hume consideró que no podemos salir del ámbito de nuestra experiencia sensible y no podemos saber con certeza si existen cosas distintas de nuestras ideas. Esta postura se conoce como fenomenismo. De este modo, este autor se vio abocado al escepticismo.
Filosofía Moral de Hume
Las Pasiones y la Voluntad
Para Hume, las pasiones son impresiones de reflexión, que derivan de impresiones de reflexión. Por ello, al igual que son realidades en sí mismas: son percepciones de nuestras propias percepciones, conciencia de nuestras experiencias internas. Al final de su estudio de las pasiones, Hume expuso los resultados de su investigación sobre la voluntad y la libertad. La voluntad no es una facultad, sino un modo de pasión: deseo.
En cuanto a la libertad, la tesis humeana es que las acciones humanas están tan sometidas a la necesidad como los movimientos naturales. Hume sostuvo que la razón debe someterse a las pasiones. La primacía del actuar humano corresponde a la pasión, que es lo único que mueve a desear un objeto o a rechazarlo debido a la expectativa de placer o dolor que este produce.
Las Pasiones como Criterio de Moralidad
Hume entendió la moral como la ciencia que se ocupa de las reglas que hay que seguir para conseguir el bien y la felicidad. La finalidad de estas ciencias es facilitar el criterio que permita la distinción moral entre la virtud y el vicio. Para Hume, los juicios morales determinan o impiden nuestro comportamiento, por lo que no provienen de la razón ni se apoyan en ella.
La mayoría de los sistemas éticos habían fundado las obligaciones morales en la recta razón y extraían el deber ser del ser o de la naturaleza humana. Sin embargo, Hume rechazó esta postura, ya que sostenía que el ser y el deber ser son dos nociones totalmente diversas. El criterio para el juicio moral solo podía hallarse en las pasiones o sentimientos. Este juicio no es un juicio especulativo, sino un sentimiento de aprobación o desaprobación acerca de determinadas acciones.
Pese a que las pasiones pertenecen a los individuos y son variables, Hume mantuvo que el sentimiento moral no es algo cambiante y relativo. Por el contrario, sostuvo que es una cualidad universal del alma, común a toda la humanidad.
La Simpatía y la Utilidad
A la hora de establecer la distinción moral, Hume concedió un papel preponderante a la simpatía. La simpatía está causada por la semejanza que la naturaleza ha establecido entre los seres humanos y se refuerza con las relaciones de parentesco, la educación, el trato y las costumbres.
Una vez establecidos los criterios para acertar en los juicios morales, aún cabe preguntar qué es lo que hace que estimemos como buena o mala una situación concreta. Para responder a esta cuestión, Hume propugnó que la causa de nuestros sentimientos de aprobación o reprobación moral se halla en la utilidad. Hume entendió como utilidad no solo el propio interés, sino también el común a todos los seres humanos.