Nietzsche: Crítica a la Cultura Occidental y Propuesta del Superhombre
Friedrich Nietzsche, uno de los filósofos más influyentes del siglo XIX, desarrolló una crítica profunda y radical a los fundamentos de la cultura occidental. Su pensamiento abarca la moral, la religión, la filosofía tradicional y la concepción misma del ser humano. A continuación, se presenta una revisión de sus ideas principales.
1. La Crítica a la Cultura Occidental
Según Nietzsche, la cultura occidental está viciada desde su origen, porque el error más peligroso de todos consiste en intentar instaurar la racionalidad a toda costa. La manera griega de ver el mundo es interpretada por Nietzsche como un síntoma de decadencia. Es decadente todo aquello que se opone a los valores del existir instintivo y biológico del hombre. Hay que criticar a Platón para eliminar los errores de base; se trata de una crítica total a los tres mundos que son inventados por el hombre occidental y que son síntomas de su decadencia: el mundo racional, el mundo moral y el mundo religioso.
1.1. Crítica a la Moral
Uno de los argumentos fundamentales de Nietzsche era que los valores tradicionales, representados en esencia por el cristianismo, habían perdido su poder en las vidas de las personas, lo que llamaba nihilismo pasivo. Lo expresó en su tajante proclamación «Dios ha muerto». Estaba convencido de que los valores tradicionales representaban una «moralidad esclava», una moralidad creada por personas débiles y resentidas que fomentaban comportamientos como la sumisión y el conformismo porque los valores implícitos en tales conductas servían a sus intereses. Nietzsche afirmó el imperativo ético de crear valores nuevos que debían reemplazar los tradicionales, y su discusión sobre esta posibilidad evolucionó hasta configurar su retrato del hombre por venir, el superhombre (übermensch).
El error de la moral tradicional se caracterizaría por su antinaturalidad, ya que impone leyes e imperativos que van en contra de los instintos primordiales de la vida. Además, el ideal de esta moral es el imperio de la virtud, o «hacer al hombre bueno», aunque realmente convierta al hombre en esclavo de esa ficción. El altruismo es entregarse a los demás sin esperar nada a cambio. El altruismo no es más que una justificación de decadencia personal.
En conclusión, la lógica de esta moral consiste en una alteración de la personalidad, porque considera que lo poderoso y lo fuerte es algo suprahumano y, en cambio, lo débil y lo vulgar es propio del hombre. Las acciones elevadas no son propias del hombre, sino de otro yo más perfecto que se denomina Dios.
1.2. Crítica a la Religión Cristiana
Dice Nietzsche que la religión nace del miedo y del horror que el hombre tiene de sí mismo. Se trata de la incapacidad de asumir uno su propio destino. Cuando al hombre le invade un sentimiento de poder y teme quedar avasallado por él, mediante un mecanismo de defensa patológico, lo atribuye a otro ser más poderoso que es Dios. Y es que la religión nos llevaría a la alienación del hombre, puesto que el cristianismo sólo fomenta valores mezquinos como la obediencia, el sacrificio o la humildad, sentimientos propios del rebaño. El cristianismo sería para el filósofo una moral vulgar, que se opone a todos los valores específicos de la virtud.
1.3. Crítica a la Filosofía Tradicional
Su principal crítica está dirigida a la metafísica clásica. La filosofía tradicional sería principalmente la que creó Platón al afirmar la existencia de un mundo absoluto o perfecto; pero esto es considerar al ser como algo estático o inmutable, frente al ser dinámico que defendió Heráclito. Pero sus reproches también apuntan a la lógica, representante de las pretensiones racionalistas que hasta ahora ha tenido la tradición filosófica. Para el lógico, la verdad se opone al error y Nietzsche rechaza esta oposición alegando la existencia de errores irrefutables y verdades contradictorias. No atacará en general a la ciencia, sino más bien al mecanicismo y al positivismo que con tanto éxito se consolidan en su época.
2. Distinción entre la Moral de Señores y la Moral de Esclavos
Nietzsche distingue dos tipos de moral:
- Moral de los señores: la de las individualidades poderosas que tienen superior vitalidad y vigor para consigo mismas. Es la moral de la exigencia y de la afirmación de los impulsos vitales.
- Moral de los esclavos: la de los débiles y miserables, la de los degenerados; regida por la falta de confianza en la vida, porque valoran la compasión, la humildad y la paciencia. Es una moral del resentido, que se opone a todo lo superior y que por eso afirma todos los igualitarismos.
3. Lo Dionisíaco y lo Apolíneo
A través de la distinción de dos principios fundamentales, lo apolíneo y lo dionisíaco, Nietzsche ofrece una interpretación del mundo y la filosofía griega que tendrá un gran alcance en el pensamiento contemporáneo, sobre todo en la estética y la literatura del siglo XX.
Los dos dioses griegos, Apolo y Dionisios, serán los representantes de esta original visión. Apolo representa la serenidad, la claridad, la medida y el racionalismo, es la imagen clásica de Grecia. Dionisios, sin embargo, es lo impulsivo, lo excesivo, lo desbordante, la afirmación de la vida, el erotismo y la orgía como culminación de este afán de vivir, es decir, sí a la vida a pesar de todos sus dolores.
El platonismo consistiría también en una cierta forma de voluntad de poder, consistente en defenderse del cambio y la transformación de este mundo mediante la noción de un universo imaginario o suprasensible. Sin embargo, se opone a la postura de Nietzsche, ya que considera la verdad como única e inmutable. Según éste, la filosofía platónica ha dado un valor desproporcionado a los conceptos, provocando la aparición de un mundo ilusorio y falso que ha ignorado lo vital.
El lenguaje tiene un valor metafórico, resultado de un proceso creativo y estético, pero siempre tiene una verdad o validez relativa.
La filosofía occidental, encabezada por Platón y Aristóteles, reprimió los planteamientos dionisíacos para ofrecer una visión del mundo apolínea. Frente a esto, Nietzsche niega los ideales apolíneos y reclama el triunfo de los ideales dionisíacos mediante la utilización metafórica del lenguaje como expresión de la voluntad de poder. La negación de los ideales apolíneos implica la negación del principio de individuación, expresado en el platonismo por la idea de uno y sustituida en el cristianismo por la idea de Dios. Si negamos a Dios, negamos al uno, y si negamos la idea de uno, negamos los ideales apolíneos y afirmamos la multiplicidad dionisíaca, de tal manera que cada cual pueda expresar su propia verdad y sus propios dioses.
4. La Transmutación de los Valores: El Nihilismo
La cultura europea ha llegado a su propia ruina, a la decadencia, hay que liberar al hombre de todos los valores falsos, devolviéndole el derecho a la vida y a la existencia, dice Nietzsche. Para ello, el primer paso debe consistir en una transmutación de todos los valores de nuestra cultura tradicional.
El nihilismo es un movimiento propio de nuestra cultura. La fuerza del espíritu de occidente, cansado y agotado por los valores inadecuados y falsos de su «verdadero mundo» se vuelve nihilista. «¿Qué significa nihilismo? Que se desvalorizan los más altos valores, falta la meta y falta la respuesta al por qué». El nihilismo del espíritu occidental es radical y absoluto, y una vez perdida la fe en el «verdadero mundo», la cultura se queda sin sentido, sin guía o meta aparente, entonces se llega a la decadencia o al pesimismo. Por lo tanto, el nihilismo es una fuerza destructora de la base de la cultura occidental, es decir, de ese Dios cristiano en el que se apoya la moral y el conocimiento del hombre: «¿Dónde se ha ido Dios? Yo os lo digo, nosotros lo hemos matado, todos nosotros somos sus asesinos. Lo único que permanece en Dios muerto son las iglesias».
5. El Superhombre
Piensa Nietzsche que el hombre es un ser miserable e inmundo, un ser a medio hacer. El hombre es como una enfermedad en el universo, y es el único animal que todavía no ha llegado a consolidarse. La vida humana conlleva un grave riesgo: o vencer al hombre mediante la superación, o volver a la animalidad primitiva. Mientras todos los animales han producido algo superior a ellos, el hombre se resiste a evolucionar, no quiere abandonar los valores del pasado y dar un nuevo sentido a la humanidad. Pues bien, habría según Nietzsche tres versiones del ideal humano:
- El ideal estético, donde el ideal humano es interpretado como tragedia, donde se armonizan lo dionisíaco y lo apolíneo. Lo dionisíaco representa la embriaguez desenfrenada de vivir y lo apolíneo representa la armonía de forma y el resplandor de la belleza.
- El ideal científico, que concibe el ideal humano como sabiduría: el hombre sabio conoce la realidad del mundo con todas sus miserias, y por eso afirma enérgicamente la vida.
- El mayor ideal, el superhombre, donde se integra y sintetiza el radical cambio de valores que propone Nietzsche.
De acuerdo con Nietzsche, las masas se adaptan a la tradición, mientras su superhombre utópico es seguro, independiente y muy individualista. El superhombre siente con intensidad, pero sus pasiones están frenadas y reprimidas por la razón. Centrándose en el mundo real, más que en las recompensas del mundo futuro prometidas por las religiones en general, el superhombre afirma la vida, incluso el sufrimiento y el dolor que conlleva la existencia humana. Nietzsche sostenía que todo acto o proyecto humano está motivado por la «voluntad de poder». La voluntad de poder no es tan sólo el poder sobre otros, sino el poder sobre uno mismo, algo que es necesario para la creatividad. Tal capacidad se manifiesta en la autonomía del superhombre, en su creatividad y coraje. Aunque Nietzsche negó en multitud de oportunidades que ningún superhombre haya surgido todavía, cita a algunas personas que podrían servir como modelos: Sócrates, Jesucristo, Leonardo da Vinci, Miguel Ángel, Shakespeare, Goethe, Julio César y Napoleón.
Para llegar al superhombre, el hombre europeo tiene que autosuprimirse, y este proceso debería pasar por tres fases:
– El camello es el símbolo del hombre europeo actual, que todavía está impregnado de la moral de esclavos y que soporta el peso de la carga con paciencia.
– El león en cambio es el símbolo del hombre revolucionario, el que se levanta contra la moral de los esclavos. A su vez, el león después de romper las cadenas de la esclavitud tiene que transformarse en niño.
– El niño simboliza la pureza e inocencia de la infancia, desde la que se recrea la nueva tabla de valores.
El superhombre representa, pues, esa nueva tabla de valores: el amor a la vida, el sentido de la Tierra y la exaltación de los instintos ascendentes. El hombre para convertirse en superhombre ha de expulsar de su interior a Dios. No se trata de una divinización del hombre, sino todo lo contrario, una sustitución de Dios por el superhombre, de tal forma que éste se convierta en un ser con plenitud de poder y de dominio sobre sí y sobre los demás. Pero esta transformación requiere, según Nietzsche, de una voluntad de dominio, de agresión y de sentimientos hacia lo ajeno, la «voluntad de poder».
Crítica a la indefinició del superhome: El vitalisme de Nietzche el condueix a fer una defensa del valor de la llibertat, tot i que el preu a pagar sigui l’autosuficiència i l’aïllament; aquest valor es materialitza en la figura del superhome, el que accepta la mort de Déu i no el substitueix per altres valors, el que assumeix plenament la vida. Ens diu que el superhome és el més fort, el més noble, l’autèntic filòsof que estableix nous valors no commensurables amb els establerts ni amb cap criteri extern a la vida. Nietzsche explica el procés de la generació del superhome amb la metàfora de les tres transformacions i l’identifica amb la figura del nen. La imatge del nen com a superhome és prou il·lustrativa perquè podem entendre que en un nen tot està per definir i no està “contaminat” per la cultura tradicional. En altres textos ens definirà una mica més el superhome dient-nos que té la voluntat de poder i és l’únic que supera la prova de l’etern retorn. La imatge del superhome sembla doncs mig traçada, poc acotada i sembla ser que Nietzsche va preferir no concretar-la més precisament perquè es tracta d’un ésser tan diferent als individus contemporanis que si hagués intentat definir-la més segurament hauria acabat contaminada.Tenim en compte que es tracta d’un ésser nou i per això només en podia esbossar alguns trets, però la imatge que ens ofereix Nietzsche està tan poc definida que és fàcil imaginar-se el superhome com l’infant salvatge, que havia crescut sol en mig del bosc, aïllat de la civilització. Hi ha moments però, en que Nietzsche ens diu que l’home normal és un tràmit, entre l’animal i el superhome, com si aquest fos el fruit d’una evolució entre els homes : està clar que l’infant salvatge ens ofereix una imatge més propera a la dels animals (que a la d’un home evolucionat) i des d’aquesta perspectiva no podríem identificar el superhome amb aquesta figura. No obstant, sí que és veritat que un infant salvatge no estaria contaminat pels valors de la cultura occidental, segurament seria la persona més autosuficient i aïllada i probablement seguiria el seu instint vital per sobre de qualsevol cosa. Sabem que Nietzsche ens parlava del retorn als valors primitius. És l’exemple prou il·lustratiu com per posar en relleu el fet que la indefinició del superhome pot ser problemàtica.
Crítica a l’individualisme: El pensament de Nietzsche no és social, valora l’individualisme per sobre la cooperació i de fet, rebutja els valors fonamentals per la convivència social perquè els considera contraris als de la vida. Segons ell, els valors com l’amabilitat o la compassió estan contaminats i els hem de rebutjar perquè impedeixen al fort, al noble, arribar al seu zenit i acceptar la voluntat de poder que el convertirà en un ésser lliure, amo i senyor del seu propi destí. S’ha d’assumir que els homes no són iguals i, en tot cas, una lluita de classes és necessària perquè la disputa entre els grups socials garantirà que els millors (que és d’on sorgeix el superhome) dominin els pitjors; els millors, que no són els burgesos (aquests són l’últim home), ni el proletariat (que és dominable i dèbil), sinó els millors de veritat, una classe de nobles, aristocràtica . Segons ell, si desapareixen les classes es genera una falsa igualtat. . Des d’una òptica diferent també li podríem preguntar a Nietzsche per què posa tanta èmfasi en la individualitat; sabem per què critica alguns dels valors tradicionals perquè han convertit els homes en esclaus d’una moral que els subjuga, els oprimeix, però, realment l’única alternativa és la de valorar l’individualisme? Nietzsche es considerava un gran admirador de la societat grega presocràtica, deia que els grecs eren un poble profundament vital perquè havia estat capaç de captar les dimensions profundes de la realitat sense ocultar cap d’elles i les expressava amb el culte als déus Apol·lo i Dionís. Aquesta vitalitat pròpia dels grecs no anava deslligada del sentiment de poble, de pertànyer a una comunitat, de fet, les idees com l’individualisme no tenien sentit.
Crítica al vitalisme com a únic valor: En la mateixa línia que la reflexió anterior podem preguntar-nos per què el superhome només ha de considerar el valor de la vida i res més. Segons Nietzsche, la grandesa dels grecs arcaics consistia en equilibrar els dos principis de la realitat: el de la vida i el de la raó. El valor de la vida estava representat per l’esperit dionisíac, que simbolitza el vigor, la font de plaer, l’embriaguesa, la desmesura, la renovació i la destrucció (s’expressa fonamentalment en la música i la poesia lírica). El valor de la raó, en canvi, estava representat per l’esperit apol·lini, que simbolitza l’ordre, l’harmonia, la figura i les formes de la raó (s’expressa fonamentalment en l’epopeia i l’escultura). La grandesa de l’art grec venia donada, segons Nietzsche, per la unió d’aquests dos aspectes. Tal és el cas de la tragèdia que posseïa un element apol·lini (allò escènic, allò figuratiu) i un element dionisíac (el cor, la música). La cultura occidental es fonamenta, segons Nietzsche, per la dissociació d’aquests dos valors i la subordinació de la vida al valor racional. Si el problema és que, en un moment donat, aquests valors es van desequilibrar, la solució podria consistir en anivellar-los i no en fer passar un (el de la vida) per sobre de l’altre (el de la raó). Crítica a la misogínia: els escrits de Nietzsche dedicats a les dones han suscitat una gran polèmica. En varis textos demostra un caràcter misogin ben definit, fent apologia del tracte que es donava a les dones en l’antiguitat. També es mostra en contra de la igualtat de drets i critica l’avenç de les postures feministes. Està clar que cap afirmació misògina tampoc pot estar justificada dins del pensament filosòfic de Nietzsche: si hi ha homes més nobles que d’altres també hi ha dones que sobresurten sobre la resta i no té sentit atacar a tot el gènere. Més enllà de les crítiques evidents, hem de dir que Nietzsche, en aquest punt se situa en una moral molt semblant a la que ell mateix critica. La consideració de que les dones només serveixen per la reproducció, més enllà del sexisme evident, està vinculada a les arrels de la religió i la moral tradicionals que el mateix Nietzsche va definir com els productes culturals encarregats de la decadència del pensament occidental.
Filosofia del martell: crítica a la tradició occidental, en concret a la moral i filosofia tradicionals, la religió cristiana i les ciències positives. Nietzsche va catalogar de dogmàtiques la moral i la filosofia tradicionals i va situar l’origen d’aquest pensament en les figures de Sòcrates i Plató.
Esperit dionisíac: representació del valor de la vida en la cosmovisió grega arcaica. Simbolitza el vigor, la font de plaer, l’embriaguesa, la desmesura, la renovació i la destrucció (s’expressa fonamentalment en la música i la poesia lírica).
Esperit apol·lini: manifestació del valor de la raó en la cosmovisió grega arcaica. Representa l’ordre, l’harmonia, la figura i les formes de la raó (s’expressa fonamentalment en l’epopeia i l’escultura).
Moral dels esclaus/ del ressentiment: és, segons Nietzshe, la moral occidental. Una moral antinatural ja que imposa lleis o imperatius categòrics en contra dels instints primordials de la vida. L’ideal de la moral tradicional és fer “l’home bo, modest, diligent i benintencionat”, la qual cosa el converteix en esclau d’aquestes virtuts fictícies. Com a moral (cristiana) postula l’existència d’un altre món vertader, el de més enllà, el món de la perfecció platònica. La conseqüència d’aquest postulat és el rebuig d’aquest món i de la pròpia vida. La moral dels esclaus defensa l’altruisme com a norma suprema de comportament, per això menysprea tots els valors de la vida; és una moral que considera que les accions més elevades no poden ser obra dels homes, sinó d’un ésser perfecte que s’anomena Déu, així, situa l’home entre les coses vulgars i dèbils. En conseqüència tots els valors de la moral tradicional són ficticis i propis dels dèbils, per la qual cosa aquesta moral és immoral. Ressentiment: actitud dels esclaus, dels homes dèbils que, incapaços d’assumir la vida com a principal valor, creen una moral amb valors (com la culpa i el sacrifici) que neguen l’autonomia de la persona i l’alienen.
Crítica a la Religió occidental: la religió neix de la por que l’home té de sí mateix, és com un mecanisme de defensa que permet atribuir el propi destí a un ésser més poderós, a Déu. Una religió que menysprea la vida humana i l’expressió dels instints vitals introduint en l’home el sentiment de que la vida terrenal no té sentit; és, en conseqüència, una religió que comporta l’alienació de l’home.
Ciències Positives: segons Nietzsche, no són una vertadera interpretació de la realitat. El seu origen cal cercar-lo en la repugnància que l’intel·lecte sent pel suposat caos del món. Ell no ataca a la ciència en ella mateixa, sinó a una metodologia concreta: la que es basa en la matematització de la realitat prescindint de les qualitats de les coses.
—Crítica a l’Estat: no es va dedicar a fer una reflexió tant extensa de la política com d’altres disciplines però rebutja clarament l’Estat; a Així parlà Zaratustra el va definir com “el més fred dels monstres freds” perquè ens menteix dient-nos “jo sóc el poble”.
—Mort de Déu: representa la negació de tots els transmóns inventats per la religió. Aquests són la gran mentida que converteix la vida en una aparença, en una mera ombra. La idea de Déu, en tant que fonament del món vertader, és la gran enemiga. L’esperit lliure és aquell que és capaç d’assumir la seva mort, d’acabar amb la metafísica i acceptar que res no s’hi pot posar al seu lloc (ni la ciència, ni la racionalitat, ni la política etc.).
—Etern Retorn: . l’etern retorn del mateix fa referència a una prova selectiva moral que ha de passar el superhome. Implica una reflexió sobre el temps exposada en forma metafòrica. Cada instant és únic però etern, ja que en ell mateix es troba tot el sentit de l’existència. Nietzsche parla de l’etern retorn del mateix, però absolutament de tot el mateix, fins i tot les coses que considerem “insignificants” i rodegen al nostra existència. Si assumim la vida en la seva plenitud hem de voler que es repeteixi. Hem de voler l’etern retorn ja que cada instant que hem viscut és vida, i per aquesta raó hem de veure que en cada instant es troba el sentit de la nostra existència.—Nihilisme: és la força destructora de la base de la cultura occidental. Déu ha mort perquè entre tots l’hem assassinat i quan ho assumim, aleshores superarem l’estat nihilista (negatiu). El nihilisme, però, és un procés ambivalent i dialèctic. És a dir, que té dues cares: una negativa i l’altre positiva i implica un moviment d’una a l’altre: hem de negar per afirmar, destruir per crear. El moviment negatiu correspon amb l’enteniment que critica; i el moviment positiu correspon al domini dels instints vitals ja que, per Nietzsche, la vida és la forma suprema del nihilisme (positiu).
–L’últim home: la mort de Déu (que és un fet històric) pot donar lloc a dos fenòmens. Per una banda és la condició de possibilitat per a l’aparició del superhome; però, per l’altre la mort de Déu també genera l’arribada de l’últim home. Per Nietzsche aquest és l’ésser més menyspreable, és aquell que es contenta amb el pragmatisme i la tecnocràcia i que, per tant, ha substituït Déu per la seva comoditat; l’últim home representa la runa de la civilització i és la culminació de la decadència.
–Superhome: és aquell que accepta la mort de Déu i no el substitueix per altres valors, assumeix plenament la vida. És el més fort, el més noble, és l’autèntic filòsof, el que no necessita valors falsos, és aquell que supera la prova de l’etern retorn. El superhome és el més real dels homes, s’oposa a l’últim home (ja que aquest el caracteritzava el ressentiment en contra de la vida). El procés de generació del superhome Nietzsche l’exposa amb la metàfora de les tres transformacions. El camell (porta la pesada càrrega de la moral invertida), el lleó (que lluita en contra de la moral) i el nen (creador espontani del seu propi joc) que és el superhome.
—Home Noble: és el Senyor, l’aristòcrata. Aquests qualificatius no fan referència a títols nobiliaris, sinó a la naturalesa de l’home (aristós, etimològicament significa “el millor”). Els nobles són aquells que tenien el caràcter i l’autonomia necessària com per assumir la vida i en un moment donat van ser “esclavitzats” per una moral i una religió de dèbils. Quan Nietzsche parla de noblesa fa referència als homes superiors, els millors, els més bons per això també s’identifica amb el superhome (el més noble de Voluntat de poder: és una voluntat lliure, vital, expansiva. L’impuls vital és expressió de la voluntat de poder, que sempre aspira a més. Tota força impulsora és voluntat de poder que, en aquest sentit, és l’essència mateixa del ser, i que, com a principi animador, està situat més enllà del bé i del mal. La voluntat de poder no consisteix en cap anhel ni en cap afany d’apoderar-se de res ni de dominar ningú, sinó que és pura creació.
Platón cree firmemente en la razón como instrumento del conocimiento, y cree que la verdad a la que se accede es el primer fundamento de todo bien. La razón por tanto conduce al hombre al bien supremo. Nietzsche concibe la razón como un modo engañoso de construir una realidad intelectiva, que desprecia lo devenir real, coagula y cosifica la experiencia y supone relaciones causales en el exterior. Lo hace a la manera en que parecen acontecer desde el yo y la voluntad. La voluntad -creemos, ese es el error- efectúa, causa acciones, y esa causa, elevada a la última potencia la colocamos afuera como un Dios, una naturaleza, o cualquier otra ficción “eficiente”. No hay sentido externo en el existir, el devenir es eterno retorno de lo mismo. Nacer, morir, crecer, no son privativos de un yo que se los apropie, son repeticiones eternas y sin sentido.
Platón concibe la idea de Bien como objetiva, eterna, inmóvil, inmutable, etc., como un centro eterno de gravedad del sentido, de la inteligencia y de la verdad. La creencia en ese mundo perfecto eleva al hombre por encima de lo pasajero y efímero del mundo que muestran los sentidos. Mientras que Nietzsche considera este principio como una desviación original del sentido inmanente de la vida. Para los presocráticos, lo bueno (agathos) era fortaleza, afirmación de la vida, afirmación de la voluntad. Pero, después del pensamiento socrático-platónico, al afirmar un “mundo verdadero” más allá de lo sensible, se niega de manera temerosa lo real, ya no se afirma la vida, sino la resignación de vivir en espera de otra mejor. El sujeto se sumerge en una ficción óptico-moral de la que sólo cabe esperar la decadencia. Un principio externo para explicar la vida, solo puede aportar sumisión y dependencia. Nietzsche ve en esa explicación “exterior” de la vida el origen de la decadencia de occidente, del nihilismo. “Dios ha muerto”, significa que ningún mundo de sentido puede obstruir la existencia vital.
La cultura se ha montado sobre las verdades más abstractas, sobre la mentira, sobre lo más inexistente. Por eso, nada de lo que esperan los hombres encuentran en su apropiarse del mundo a través de sus ficciones, de sus naderías. Todos saben que Dios ha muerto. Así, se comportan como si no existiera, pero no quieren abandonar ese mundo moral falso y mentiroso creado a sus expensas. La figura del “loco” buscando a Dios en el mercado, en el seno de lo más profano, nos da una idea de esto.
La filosofía política de Platón apunta a una utopía colectiva, la República, Nietzsche concibe lo que él denomina “la gran política” como la política del cuerpo. Un elevar en toda su potencia los sentidos, la capacidad de percibir, de oler, de sentir, de buscar placer, de engrandecer el cuerpo. Hacer emerger la materialidad del hombre vencida por el mezquino espiritualismo. Aceptación del devenir, apertura a la experiencia sin los límites de la ficción moral que sólo puede soportar un ser nuevo, despojado de las ataduras humanas. El Übermensch, es ese ser venidero que superará la máscara trágica del hombre mita instinto, mitad espíritu, mitad mono, mitad dios. El hombre es un ser intermedio, “una cuerda tendida entre el animal y el superhombre”, habrá de llegar ese “niño” que se afirma lúdicamente más allá del bien y del mal, un espíritu libre al fin de todo prejuicio moral. Nietzsche reniega de todo espíritu de colmena o de rebaño.
Platón quiere eternizar la experiencia de la verdad construyendo un objeto eterno de eterna contemplación: el Bien supremo. Nietzsche ve la verdad el ese río de Heráclito, ese flujo incesante, ahondando aún más su carácter líquido, lábil. Pues no es ante cosas que pasan ante lo que el sujeto está, sino diluido en ese deser que fluye sin sentido, y que siempre retorna para volver a fluir. No es aceptación pasiva del flujo, sino posición activa de la voluntad de poder (Wille zur Macht), de querer que eso retorne efectivamente. La verdad de Nietzsche tiene más que ver con el bufón que con el sacerdote, más con el bailarín dionisiaco que con el custodio del sagrado misterio.
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