El Estado de Naturaleza y el Contrato Social de Rousseau: Un Análisis Profundo

El Estado de Naturaleza y el Contrato Social de Rousseau

Rousseau plantea que el ser humano es bueno por naturaleza, pero la sociedad lo corrompe. Nuestros sentimientos primarios no son negativos ni egoístas, sino positivos y altruistas. En contra de Hobbes, quien afirmaba que el ser humano era malvado y egoísta por naturaleza, para Rousseau el hombre es bueno por naturaleza, pero se degrada en sociedad.

El Discurso sobre el Origen de la Desigualdad

En su obra Discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres, Rousseau plantea la siguiente cuestión: si las artes y las ciencias, es decir, la cultura, con su carga de artificialidad, han corrompido al ser humano, ¿cómo sería el genuino ser humano, es decir, el que todavía no ha sido estropeado por la sociedad? ¿Cómo sería el hombre antes de que la sociedad lo pervirtiera?

El autor parte de la hipótesis de que, en un principio, el ser humano vivía en un estado de naturaleza (nombre que recibe la situación hipotética o imaginaria acerca de la condición de los seres humanos antes de formar parte de la sociedad). En otras palabras, se trata de un estado que no ha existido ni existirá jamás, pero que permite reflexionar sobre la condición humana al margen de lo social. En este estado, el hombre poseía un cuerpo sano, robusto y resistente. Era feliz deambulando libremente de un lugar a otro, en medio de un hábitat fértil que le ofrecía los recursos que necesitaba. En esta situación se regía por sus sentimientos naturales, de los cuales destacan el amor de sí (tendencia a conservar la propia vida) y la piedad (tendencia o capacidad para ponernos en el lugar de los otros, empatía). Por tanto, el ser humano en el estado de naturaleza era bueno, vivía feliz y tranquilo, rodeado de cuanto necesitaba y con todas sus necesidades satisfechas.

La Propiedad Privada y el Fin del Estado de Naturaleza

Rousseau deja muy claro que la causa de todos los males se debió a la propiedad privada. Cuando alguien cercó un terreno y dijo “esto es mío”, comenzaron todos los problemas. La propiedad privada supuso un acontecimiento crucial, pues marca el fin del estado de naturaleza y el inicio de la sociedad. Con la institución de la propiedad privada surgió la rivalidad económica, y con esta, la ambición y la desigualdad social. Las relaciones con la naturaleza fueron sustituidas por el dominio de unos individuos sobre otros y, como consecuencia, empezó la guerra de todos contra todos. Para poner fin a esta situación se recurrió a un pacto social. Dicho pacto fue impuesto por los ricos, los cuales añadieron a la desigualdad económica, la desigualdad política. Así, como consecuencia de esas desigualdades, reinaron la injusticia y la opresión. La cultura (creaciones artificiales de la civilización), la sociedad sustituye los sentimientos humanos por la razón, y el amor de sí mismo por el amor propio (egoísmo, atención exclusiva a los propios intereses). Debido a todo lo anterior, el ser humano se vuelve ambicioso: la piedad se transforma en rivalidad, la libertad y la igualdad naturales son sustituidas por el poder y la esclavitud social.

El Contrato Social y la Voluntad General

En su obra El contrato social, Rousseau plantea la necesidad de superar de alguna manera las injusticias sociales. Se plantea, entonces, la cuestión fundamental de cómo recuperar la libertad. Tras rechazar algunas teorías de su época, afirma que la única vía posible reside en lo que podemos llamar pacto social. Cuando los seres humanos llegaron a la situación en la que la vida en el estado de naturaleza les resultaba imposible, no les quedó otra alternativa que formar un pacto o contrato mediante el cual tuvo lugar el surgimiento de la sociedad. No se trata de un pacto real, sino una forma de pensar que tal acuerdo o contrato constituye el único fundamento de la vida social y política. Esta transformación sólo es posible mediante una correspondencia mutua entre todos los miembros de la sociedad, o mediante la entrega de los derechos particulares a toda la comunidad. Así, los individuos se convierten en miembros de la sociedad y las voluntades particulares se integran en una voluntad general. Este término significa la voluntad del conjunto de los ciudadanos, unidos en un cuerpo social y político que tiene como objetivo el bien común. Este cuerpo social se compone de tantos miembros como ciudadanos lo constituyen, de tal modo que, cuando estos actúan unidos, en asamblea, constituyen un yo común, una misma voluntad, una voluntad general. Este yo común, desde el punto de vista político, es el Estado que ha de regirse por la voluntad general.

Características de la Voluntad General

Se ha de tener en cuenta que:

  • La voluntad general no constituye una mera suma de todas las voluntades, sino que significa la suma de todas las voluntades para un bien común, es decir, el bien de la comunidad.
  • La voluntad general no se equivoca nunca. Esto quiere decir que la voluntad del pueblo es soberana, no puede poseer otros objetivos que los que ella se proponga.
  • En la voluntad general residen los tres poderes básicos: legislativo, ejecutivo y judicial. La soberanía es indivisible.

La voluntad general decide la forma de gobierno y nombra a los gobernantes. Ahora bien, los gobernantes son simples delegados o representantes del pueblo y se limitan a actuar en nombre de este, es decir, de la voluntad general; y pueden ser depuestos cuando el pueblo lo desee.

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