Nietzsche (1844-1900): Filosofía del Martillo
Apolo y Dioniso
Apolo: La medida, el principio de individuación, las formas acabadas, la limitación racional libre de emociones salvajes. Dioniso: La fuerza de vivir, lo informe e inacabado, la fuerza de los instintos vitales irracionales, la embriaguez. El dios de la desmesura, del renacer y del cambio. En la naturaleza y la vida, ambos convivían en un equilibrio del que el hombre extraía fuerzas para afrontar el componente trágico y el sufrimiento que produce la existencia. Ese sufrimiento era la existencia misma. Instinto dionisíaco a la vida comunitaria, e instinto apolíneo a la individual. Había que asumir las dos fuerzas a la vez. Era preciso afirmar la existencia entera, tal como se manifestaba (dionisíaca). Se aceptaba el ciclo completo por el cual los individuos iban a la muerte y regresaban a la vida.
Crítica de la Cultura Occidental
En su libro Crepúsculo de los Ídolos, denuncia el fin del equilibrio dionisíaco-apolíneo por culpa de unos factores que producirán la decadencia del hombre y de la cultura occidental al ensalzar el instinto apolíneo y dejar al dionisíaco como algo antinatural.
Crítica de los Valores Morales. El Cristianismo
En la antigua Grecia, lo bueno era lo noble, el hombre de rango superior, los señores, los que mandan. Tenía un sentido aristocrático frente al hombre vulgar. Se regían por la moral de los señores. Con la aparición del judaísmo y del cristianismo se produjo una inversión de los valores. Moral de los esclavos, lo que antes era bueno pasó a ser malo y pecaminoso. Nietzsche llamó señores a los que buscan su voluntad de poder por encima de todo, sin mirar a los demás. Elevando la piedad a virtud, imponían a los más poderosos la obligación de reprimir su voluntad en atención a los débiles. Con ello todos se debilitaban. Lo bueno para el cristianismo era lo malo para la vida, era la religión de los resentidos, la moral obligaba a una renuncia de los instintos poderosos impuesta por los que no tenían ni fuerzas para renunciar a la vida. Era preciso elevarse más allá de todo juicio moral, más allá del bien y del mal. De otra manera solo cabía esperar la decadencia de las fuerzas vitales. La moral para Nietzsche era una ficción; haciendo caso a la moral, el hombre dejaba de seguir sus deseos e impulsos.
Crítica al Lenguaje
Las palabras no son más que reproducciones fonéticas de impulsos nerviosos. El lenguaje surge como un sistema de metáforas cristalizadas que indican la relación de las cosas con los hombres. Esto acaba definiendo la verdad y la mentira, que no es más que un conjunto de metáforas de generalizaciones de las que hemos olvidado el origen.
Creemos que los conceptos nos aproximan al conocimiento de la realidad cuando no es así. Por lo que no existe la verdad, no es más que un concepto inventado por los filósofos. El hombre solo puede escapar de la gran mentira del lenguaje olvidándose de sí mismo y convirtiéndose en el hombre intuitivo. A través del arte, huir de la falsedad de los conceptos.
El Nihilismo
El hombre ha buscado el sentido en unos valores morales que le permitían escapar del vacío de su existencia y temor a la vida. Se ha creído que todo se remitía a un todo superior a nosotros, una finalidad que daría significado a lo que nos rodea. La interpretación moral del mundo ha concluido en el nihilismo. Las categorías de finalidad, verdad o mundo verdadero han resultado ser falsas. Nihilismo pasivo: que renuncia a la existencia y genera un sentimiento de pérdida y odio a la vida. Nietzsche anuncia la muerte de Dios, que significa reconocer la falsedad de los valores que afirmaban la virtud, la justicia, el amor al prójimo… Y Dios ha sido sustituido por otras instancias como la razón o la ciencia. Nihilismo activo: la carencia de valores impulsa a crear otros nuevos. La superación del nihilismo se debe realizar desde la voluntad de poder.
La Voluntad de Poder, el Superhombre y el Eterno Retorno
La vida es una lucha constante de fuerzas antagónicas que solo se puede interpretar desde la voluntad de poder. Donde hay vida, hay voluntad de poder. En el vacío por la muerte de Dios y la decadencia de los valores, la voluntad de poder aparece como voluntad creadora de valores. Para realizar la transmutación de los valores hay que superar al hombre y llegar al superhombre. Para alcanzar las 3 transformaciones del espíritu necesarias:
- Camello: sacrificio (yo debo)
- León: rebeldía (yo quiero)
- Niño: inocencia (el superhombre)
El superhombre afronta la vida en todas sus facetas. La noción de lo bueno y lo malo cambia de sentido. Bueno es lo que aumenta las propias fuerzas, lo que hace sentir más voluntad de poder, malo lo que debilita, lo que aleja de la propia autoafirmación. Solo el superhombre puede definirlo. La existencia de Dios implicaba la imposición de unos valores morales que proyectaban los actos hacia el futuro, concepción lineal del tiempo, cada momento irrepetible. La vida del hombre se centra en el futuro y no es feliz. En oposición surge la idea del eterno retorno: en sentido ético no hay hechos puros que adquieran un valor moral. No hay premio ni castigo al final de los tiempos. El hombre superior sabe que lo que decida en un instante concreto se repetirá eternamente: búsqueda de satisfacción y felicidad. En sentido cosmológico, todos los estados del Universo han tenido ya lugar. El concepto de amor fati (amor al destino) unifica las ideas del superhombre, la voluntad de poder y el eterno retorno.