Nihilismo
El nihilismo es la negación de toda creencia, se trata en principio de una actitud vital y filosófica que manifiesta la desesperanza de encontrarse falto de sentido, sin referencia, es la negación de todo valor a la existencia. Para Nietzsche es, en primer lugar, toda cultura que crea en una realidad absoluta y niegue los valores de la vida, de la tierra, en ese sentido la cultura europea es decadente y nihilista. Por otro lado, está el nihilismo como actitud, en este caso puede ser activo o pasivo.
- Nihilismo pasivo: es el que acontece a los hombres tras la “muerte de Dios”, esta es una pérdida de gravísimas consecuencias, es una pérdida de rumbo, de sentido, sin Dios, no hay garantías, ni valores absolutos, ni norte, ni horizonte. Toda muerte representa un desarraigo, un desasimiento, es un poco también la pérdida de uno mismo. El ser humano tras haber asesinado a Dios, se siente manchado de sangre y perdido.
- Nihilismo activo: asume que Dios ha muerto y que por lo tanto “todo es posible”, renuncia a la desesperación y al suicidio y es una fase necesaria para la aparición de un nuevo momento en la historia de la cultura, para el reencuentro con “el sentido de la tierra”, la aparición de una nueva moral, y de un nuevo hombre: “el superhombre”.
Transmutación de valores
Se trata de invertir los valores de la moral contranatural, reemplazar los valores de la moral tradicional, que Nietzsche tilda de moral de esclavos, una moral que negaba los placeres de la vida, que renunciaba a esta (los valores cristianos y burgueses), por los de una moral fuerte y creativa, que parte de la afirmación de la vida y confiere un valor supremo a la afirmación y reafirmación del hombre. Esto solo puede ocurrir tras la muerte de Dios, una vez que matemos al absoluto y los valores de la moral que se fundamentan en él, se trata de convertir al hombre hijo de Dios y amante de la verdad absoluta, en el superhombre. No será el hombre el que transmute los valores, sino el superhombre, aquel que, valiente, acepta la vida, asume su dolor y su tragedia y sigue queriéndola, que quiere la diferencia aun sabiendo que ese no es camino fácil, que quiere crecer y ser generoso porque sí, sin recompensa en otra vida, que quiere la muerte de Dios aunque suponga la angustia. La transmutación de valores supone la afirmación de la vida y el devenir, y por lo tanto el reconocimiento de que estamos solos, sin Dios que nos acompañe, ante la vida, pero que recupera todos sus placeres afirmándolos a la vez que todos sus dolores. Hay que instaurar la moral de los señores, de la diferencia contra la igualdad, de la fortaleza, de los héroes contra los humildes y sumisos, de los valientes, de los vivos.
Mundo aparente
Con este concepto Nietzsche hace alusión a la división de la realidad en dos mundos establecida por la metafísica y la religión. Un mundo verdadero, superior, que se alcanza mediante la razón, objetivo e inmutable, eterno y que se relaciona con el bien y lo espiritual. En Platón sería el mundo de las ideas, en el cristianismo Dios y en Kant la realidad en sí. El mundo inferior es el mundo aparente, el de los sentidos, subjetivo, cambiante, un mundo de corrupción, cambio y muerte, al que corresponde el mal y el cuerpo. El mundo sensible en Platón, el mundo terrenal o valle de lágrimas en el cristianismo, y la realidad de los fenómenos en Kant. Para Nietzsche debe invertirse esta división y considerar el mundo verdadero al que hasta ahora se ha considerado mundo aparente, y mundo falso e inexistente al que hasta ahora ha sido considerado como superior y verdadero. El mundo aparente es el único mundo del que disponemos, y negarlo y huir de él es propio de los débiles y los resentidos. La muerte de Dios es la muerte del “mundo verdadero”, para recuperar el único mundo que tenemos, este, que es el mundo del devenir, del cambio y de la muerte, al que debemos enfrentarnos sabiendo que no hay leyes más allá de las que ponemos nosotros, ni más verdad que la que nosotros, los seres humanos inventamos. Y donde debemos jugar con la vida, aceptarla y quererla tal cual es, sin negarla ni inventar mundos perfectos que nos consuelen de sus dolores.
Moral contranatural
Es la moral propia de los débiles y resentidos contra la vida, de los que rechazan el cuerpo y sus pasiones, de los que afirman la realidad de un mundo superior por cuya consecución debemos sacrificarnos en esta vida. La moral contranatural surge como contraposición a la moral natural, que es la de los fuertes, la que se basa en la voluntad de poder y la valoración de esta vida, lo más acá, la vida terrenal, como lo más importante de todo. La moral contranatural es una moral de esclavos, de cobardes y resignados, en fin, de los débiles y que exige el sacrificio y mortificación en esta vida para ganarse la otra vida en el “más allá”. En el origen de esta moral está la moral socrática, culpable originaria para Nietzsche del extravío de la cultura occidental y del abandono de los valores acertados de los primeros griegos. Consiste esencialmente en que el conocimiento lleva a la virtud (verdad = bien = virtud), convirtiendo al sabio, al que da primacía a su parte racional y domina y sofoca su parte pasional e instintiva, en el modelo ideal de hombre. Nietzsche censura duramente este ideal y defiende el desarrollo de la parte vital e instintiva del ser humano en una moral sana, que está regida por el instinto de vida y nos aleja de una forma de vida descendente. Una moral natural, que afirma la sola existencia de esta vida y que nos conduce a vivirla de forma plena e intensa, sin trabas que la asfixien ni la encadenen a un falso mundo celestial por cuya consecución se sacrifique esta vida. La moral sana es la moral del hombre superior, del superhombre.