El Deísmo en la Ilustración
Los ilustrados fomentaban una religión racional, conocida como deísmo. Se escribieron muchos ensayos en los que se difundía que el cristianismo era una invención humana, pero que contenía un núcleo racional. El deísmo admitía la existencia de Dios, ser supremo y arquitecto del universo. Los deístas creían no poder ir más allá. Dios existe, pero de él no sabemos nada. Una vez que Dios creó el mundo, ya no interfiere más. Admitían también la existencia del alma. No creían en la Santísima Trinidad, ya que no se pudo demostrar. El error de los deístas y de los ilustrados es que permitían evitar a la razón donde ellos no querían. Para llegar a Dios se necesita fe, la fe no depende del hombre, la da Dios dependiendo de la apertura del corazón.
La Ley Moral Natural
A una religión natural la sigue una moral natural. Se pretendió crear una moral que sustituyera la moral cristiana. Una moral autónoma de la propia conciencia, creían en un sexto sentido, que era el sentido o instinto moral. Para Kant, cualquier autonomía le parecía inmoral. El racionalismo de los ilustrados era tan sencillo como esto: la naturaleza nos ha destinado a ser felices. La felicidad es el conjunto de sensaciones agradables, y eso nos indica que seguir lo agradable es normalmente bueno, y lo desagradable y doloroso, el mal. La verdadera obligación moral requiere que alguien que sea superior al hombre le dé un mandato.
La Felicidad en la Ilustración
Fue una especie de idea obsesiva y dominante, ya que no hacían ningún impulso más fuerte en la naturaleza humana que el de la felicidad. La felicidad a la que aspiraban los ilustrados era la felicidad sensible, se perdían de sueños románticos y soñaban con el reino de la felicidad. El ser humano se preguntaba, ¿qué tengo que hacer para ser feliz? La felicidad eternal estaba unida a los sentidos, tuvo una repercusión en el sistema político que después se llamaría despotismo ilustrado, que nace por el triunfo de la razón. El despotismo ilustrado pretende ser el imperio de la razón y de lo racional, como camino hacia la exigida felicidad de los pueblos.
La Naturaleza según la Ilustración
Leibniz había enseñado que este mundo es el mejor de todos y el más perfecto porque lo ha creado Dios conforme a su sabiduría y a su bondad. La naturaleza, obra de Dios, es buena, y todo aquello que esté marcado por la naturaleza también lo es. La ley natural es el impulso de la naturaleza, el primer imperativo moral, como decía Descartes, (la capacidad de juzgar bien y de distinguir lo verdadero de lo falso). Si tengo pensamientos irracionales, son buenos, ya que he sido creado por Dios. Una persona es libre porque Dios le ha dado esa libertad, nos esclaviza dejándonos llevar por las pasiones. El ser humano con su libertad puede elegir si dirigirse a Dios o hacer todo lo contrario. Se su gran interés por la naturaleza, Galileo, Newton, etc.
La Lucha contra el Cristianismo
En la Ilustración había siempre intención polémica contra el cristianismo. Los ilustrados no eran ateos, excepto Voltaire, que sí lo era. Creen que Dios crea el mundo, pero que no interviene en él. Con la exaltación de la razón pretendían destronar la fe. Los ilustrados estaban seguros de que su razón podía comprenderlo todo y que la religión cristiana, al igual que todas las demás, no resistían un análisis racional. El ansia de felicidad terrena era un argumento dirigido contra el cristianismo. Se preguntaron quién era el culpable de que la humanidad no hubiese alcanzado la felicidad, y la respuesta que se dieron fue el cristianismo. Voltaire era un deísta, creía en Dios, un ser supremo y gran arquitecto del universo. Dios es un gran ingeniero que construyó esta máquina del mundo, la puso en marcha, le dio unas leyes determinadas y ahora funciona por ella misma. Se expulsaron a los Jesuitas de Portugal, Francia, España, etc.
Categorías de la Ilustración
La Razón Autónoma
Descartes enunció el principio de los fundamentos de su filosofía (yo pienso, luego yo soy) y quedó exaltada la razón a los altares de la divinidad. Los pensadores del siglo anterior buscaban la concordia entre la razón y la fe, en cambio, los ilustrados no querían concordia, solo la razón, y también la fe tenía que estar subordinada por la razón. Para los ilustrados, la razón no era más que un instrumento que combinaba y sintetizaba las sensaciones sin traspasar los límites del conocimiento sensitivo (donde se acaba lo que se ve y lo que se toma). La Ilustración era un combate contra la tradición, ni nos engaña, ni se engaña nunca a la razón, nos conducirá con seguridad hacia el bien y la felicidad. Se publicaron tres grandes críticas de Kant en las que confirma que (nuestra época es la época de la crítica a lo que todo tiene que someterse). Voltaire, Diderot, Rousseau y otros fueron figuras prominentes de la Ilustración francesa, destacándose por su diversidad de ocupaciones y formaciones. A menudo, su estilo ensayístico y falta de rigor en algunas obras facilitó su difusión. Los debates ideológicos no se limitaron a las aulas universitarias, sino que se extendieron a salones aristocráticos y cafés. Esos lugares se convirtieron en espacios importantes para la discusión y difusión de las ideas ilustradas.
Continuación de la Razón Autónoma
La Ilustración francesa fue optimista y superficial en muchos aspectos, evitando las dificultades y priorizando la vida confortable y honesta. Sin embargo, esta falta de sentido de responsabilidad en algunas cuestiones tuvo consecuencias no previstas. Las ideas ilustradas se propagaron rápidamente por toda Europa, con Francia ejerciendo una preeminencia cultural significativa. La aceptación del idioma francés contribuyó a la difusión de la ideología.
Los Ciclos Revolucionarios de 1820, 1830 y 1848
1820, comenzó en España triunfando un primer ciclo revolucionario. Se extenderá por: Portugal, Nápoles, El Piamonte y Grecia. Las potencias de la (Europa de los congresos), aplicando nuevos mecanismos diseñados por Metternich, harían fracasar estos intentos. 1830, estalló un ciclo revolucionario en Francia, Bélgica y el Norte de Italia que alcanzaría la Península Ibérica, Polonia, Grecia, y encontrarían ecos reformistas en Gran Bretaña. En 1848 fue el cuarto y último ciclo revolucionario que abarcó desde Europa Central y Occidental, pasando por Alemania, Austria, Hungría y la mayor parte de Italia. Estos nacimientos revolucionarios se extenderán desde el punto de vista geográfico y social. Se observaban sectores sociales más amplios, y la iniciativa y el control de la Revolución Liberal estaba en manos de la burguesía.
Características del Nuevo Régimen Liberal
División de poderes (ejecutiva, legislativa y judicial), la proclamación de la soberanía nacional, la concurrencia de los partidos políticos, la existencia de parlamentos formados por una o dos cámaras por sufragio masculino restringido o censitario, reconocimiento de derechos fundamentales y libertades civiles y políticas amplias y, por último, la igualdad de los ciudadanos ante la ley.
Distribución: Soberanía Nacional vs. Soberanía Popular
La ideología liberal concede derechos a todos los ciudadanos, pero solo a unos cuantos, los más ricos y los más formados, pueden votar. La soberanía que defienden estos liberales tiene como sujeto a la nación, porque el rey ya no es soberano, es un ente abstracto que no se identifica ni con las masas populares ni con la soberanía popular. Teóricos y políticos pretenden crear sistemas políticos que permitan proteger a los ciudadanos frente a la tiranía intervencionista del estado o contra la propiedad privada. Hay que asegurarse el mercado libre, pero no hay que entregar el poder político a las masas. Los liberales argumentan que los que pagan impuestos, los propietarios o los que han recibido formación, pueden ser adecuados representantes de la nación soberana, sus individuos más selectos pueden encerrarla y, en consecuencia, aunque todos sus miembros tengan derechos y libertades, solo aquellos deben tener derechos políticos, votar para enfocar el sufragio restringido o censitario y ser elegidos por efecto. La principal diferencia es que en las últimas se congrega el sufragio universal (no solo masculino) y, por tanto, todos podemos votar y ser elegidos para ejercer las funciones políticas.
Liberalismo, Romanticismo y Nacionalismo
Al tiempo que se impuso el liberalismo, en el caso de España, aparecieron dos corrientes ligadas a él: romanticismo y nacionalismo, que contribuían a afianzar en Europa y América al nuevo régimen liberal. El romanticismo tenía una actitud ante la vida, exaltan valores del sentimiento, patriotismo, leyenda, imaginación y heroísmo. Tiene una búsqueda de lo que extraña de los pueblos, de sus tradiciones, contribuyendo al desarrollo de naciones. El nacionalismo estaba unido al liberalismo, pero ahora es la voluntad de la nación, no como Rousseau, que la identificaba como el pueblo y como patria (como hicieron los revolucionarios franceses), se basaba en la que debe gobernar. La resistencia a los planes de Napoleón fue la que fomentó el seguimiento de los nacionalismos, en el caso español (Por Dios, por la Patria y por España). Los alemanes Herder, Fichte y Hegel tenían un espíritu de personalidad propia que se veía reflejada en: la historia, la raza, la lengua, la cultura y la tradición. Los italianos Garibaldi y Mazzini decían que el estado debía ser el que acomodaba al pueblo, ¡no al revés!