Sartre: Postulado de la Libertad y Responsabilidad
La Libertad como Condena
Según Sartre, el ser humano es libre y la libertad se asienta sobre una paradoja, ya que «estamos condenados a ser libres». Incluso si no se opta por ser libre, se está ejerciendo la libertad. Somos libres para escoger las diferentes alternativas de la acción, pero no somos libres para decidir si queremos ser libres. Ser un individuo de la especie humana significa ser libre. La libertad es una condena.
La Responsabilidad Universal
La responsabilidad se concentra en la siguiente sentencia: «Nada puede ser bueno para nosotros si no lo es para todos». Sartre considera que hay que tener presente al prototipo de hombre ideal al que se desea aspirar. Defiende una noción de responsabilidad en la que no se tiene en cuenta a las personas concretas, sino a una entidad abstracta como es la humanidad. La noción de responsabilidad se torna vacía al desprenderse de cualquier contexto, quedando como único contenido un concepto abstracto. La libertad es una condena; no hay una moral predeterminada anterior a la acción ni hay otra verdad que la que los hombres eligen como tal.
John Locke: Una Visión Optimista de la Naturaleza Humana
John Locke es más optimista en la visión de la naturaleza humana. Su definición de contrato social se define como:
- Estado de Naturaleza: Los seres humanos poseen unas libertades y unos derechos básicos constitucionales. Son previos a cualquier estado y nadie puede quitárselos.
- Estado: Garantiza los derechos básicos. La posibilidad de que alguien se vea privado de sus derechos básicos moviliza a los ciudadanos y el poder se divide para que no recaiga sobre una sola persona y así se controlan entre sí.
- Contrato Social: Contrato implícito por el que se justifica el poder político si es capaz de garantizar los derechos básicos del ser humano. El ciudadano tiene una serie de deberes, que es controlar a los gobernantes para que no abusen de su poder.
Eudemonismo Aristotélico: La Búsqueda de la Felicidad
El eudemonismo aristotélico es el principal representante de las éticas teleológicas. Según Aristóteles, todas las actividades buscan alcanzar un bien concreto e inmediato. Este bien es también un medio para alcanzar un fin superior que es aún mejor. El fin último y el mayor bien al que puede aspirar el ser humano es la consecución de la felicidad.
La Felicidad como Fin Último
Si la felicidad es el fin último al que aspira el individuo, no puede ser un medio, sino un bien supremo. Además, la felicidad ha de tener valor por sí misma y no depende de factores externos.
- ¿Es la felicidad la riqueza? Si la felicidad y el mayor bien es la riqueza, la vida buena es la relacionada con los negocios. Sin embargo, el dinero es un medio para conseguir otras cosas, por tanto, no puede ser el mayor bien al que aspira el ser humano.
- ¿Es la felicidad el placer? Si se identifica la felicidad con el placer, la vida buena es la vida voluptuosa. Esta identificación es errónea, ya que hay placeres que no son buenos y hay bienes que no son placenteros.
- ¿Es la felicidad el honor, la fama y la gloria? La fama depende más de quien la otorga que de quien la recibe, y la felicidad no puede depender de elementos externos a uno mismo.
La Vida Virtuosa
Para Aristóteles, la felicidad consiste en vivir de forma virtuosa.
Características de la vida virtuosa:
- Tiene que abarcar la vida entera.
- Para ser feliz no basta con tener placeres, dinero y honores, pero estas tres propiedades son necesarias.
Virtud o Excelencia
Aristóteles distingue dos partes en el ser humano:
- La volitiva: En la que surgen los deseos que conforman el modo de ser y el carácter de las personas. El carácter de una persona está motivado por deseos impulsivos que conducen a comportamientos extremos.
- La racional: En la que se producen las deliberaciones, que son la parte racional del ser humano y consiste en sopesar racionalmente los distintos medios para alcanzar un fin.
La vida virtuosa consiste en controlar y someter al dictado de la razón las pasiones y los deseos que conforman el carácter.
El Término Medio y la Prudencia
La decisión es el deseo deliberado de cosas a nuestro alcance. La buena decisión se caracteriza como aquella que encuentra el término medio entre dos extremos. El hábito de decidir bien, de escoger siempre entre dos extremos, es la vida virtuosa. Esto es el término medio entre defecto y exceso. El término medio siempre es relativo, ya que depende de cada uno y sus circunstancias, y solo la experiencia permitirá enseñarnos exactamente cuál es nuestro término medio particular. La virtud de la razón se conoce como prudencia; es nuestra inteligencia práctica la que nos permite ser precavidos antes de actuar y valorar las distintas alternativas de acción. Es una virtud que se aprende de forma práctica y surge de la experiencia de lo particular.
La Sabiduría
La prudencia y el término medio conforman el carácter. Sin embargo, la vida feliz tiene que ser el desempeño de una actividad, y esta actividad es la vida contemplativa. Vivir para conocer es la forma de vida superior porque el saber no es un medio para lograr otra cosa, sino que es un fin en sí mismo. La virtud de la razón contemplativa es el hábito de captar la verdad acerca de los aspectos universales y necesarios de la realidad.