Nietzsche y Mill: Crítica a la Moral Cristiana y la Nobleza de Carácter en el Utilitarismo

Nietzsche: Crítica a la Moral Cristiana y la Transvaloración de los Valores

El Ateísmo como Fundamento

Nietzsche considera verdadero el ateísmo y falsa toda creencia en lo sobrenatural. La tarea que se propone es comprender cómo es posible que durante tanto tiempo se haya creído en esta ilusión. La solución que presenta es la misma que le sirve para explicar la aparición de las construcciones metafísicas que con tanta dureza ha criticado (la ciencia, la metafísica, etc.).

La Moral de Esclavos

En el cristianismo triunfa una moral que reivindica valores propios de lo que Nietzsche llama moral de esclavos: la humildad, el sometimiento, la pobreza, etc. Esta moral solo fomenta los valores mezquinos: la obediencia, el sacrificio, la compasión, los sentimientos propios del rebaño. Es la moral vulgar, la del esclavo, la del resentimiento contra todo lo elevado, lo noble. Es la destrucción de los valores del mundo antiguo, la peor inversión de todos los valores nobles de Grecia y Roma, la rebelión de los esclavos contra sus señores. El cristianismo es el «enemigo mortal del tipo superior del hombre».

Culpabilidad y Pecado

Con el cristianismo aparece una de las ideas más enfermizas de nuestra cultura, la idea de culpabilidad, de pecado, de la que sólo se puede huir con la afirmación de la «inocencia del devenir», y de nosotros mismos como no sometidos a legalidad alguna, a ningún orden que venga de fuera, con la reivindicación de la conducta situada «más allá del bien y del mal».

Jesús y San Pablo

Sin embargo, Nietzsche no valora tan negativamente la figura de Jesús ni del cristianismo primitivo. Haciendo una lectura muy distinta a la tradicional, considera que lo que ahora entendemos por cristianismo debe mucho más a San Pablo que a Jesús. Para Nietzsche, Jesús se presenta como un revolucionario, un anarquista contrario a todas las manifestaciones del orden, fundamentalmente del poder religioso tradicional, como uno de los más destacados defensores de la renuncia a la violencia.

Dios y los Valores

El concepto de Dios sirve para objetivar los valores en los que cree una cultura. Así, el Dios cristiano representa los valores negativos y contrarios a la vida, los valores de la impotencia, mientras que el mundo divino propuesto por el politeísmo representa los valores afirmativos, la fidelidad a la Naturaleza.

La Ley contra el Cristianismo

Además, Nietzsche promulgó la «ley contra el cristianismo», en la que aparece una lista de siete preceptos para liberarse de la influencia degeneradora de la religión cristiana y todas sus manifestaciones.

Mill: Utilitarismo y la Nobleza de Carácter

La Nobleza como Fundamento de la Felicidad

La moral de una persona, según Mill, es la nobleza de su carácter, y eso es algo que muy pocos seres humanos poseen. La nobleza de carácter podría no necesariamente hacer feliz a la persona que la posee, pero sin duda alguna es útil, porque hace felices a las demás personas que se vinculan con ella. En realidad, Mill reconoce que la Regla de Oro del utilitarismo, que podríamos frasear así: «Trabaja por la felicidad de los demás», nos guía a la frase de Jesús de Nazaret: «Haz al otro lo que quieras que te hagan a ti», o «ama al prójimo como a ti mismo».

El Principio del Interés y la Colectividad

Dentro del sistema moral del utilitarismo, este principio manda acercar el interés que todo individuo tiene por la felicidad y el placer propios al interés de la colectividad que se ve afectada por sus acciones. Puesto que la racionalidad práctica ya impone el principio del interés y la colectividad no es otra cosa que la suma de los intereses individuales de alcanzar la felicidad y el placer, la educación moral debe guiarse por la conjunción de ambos términos, es decir, debe asegurar que el principio del interés imponga en la mente de los individuos la asociación indisoluble entre la propia felicidad y el interés general. Si esta asociación se convierte en un hábito, el carácter del individuo se ennoblece en la medida en que el impulso hacia su felicidad sólo pueda concretarse en la realización del bien común.

El Sacerdocio y la Profundidad del Alma

«Entre los sacerdotes, cabalmente, se vuelve más peligroso todo, no sólo los medios de cura y las artes médicas, sino también la soberbia, la venganza, la sagacidad, el desenfreno, el amor, la ambición de dominio, la virtud, la enfermedad -de todos modos, también se podría añadir, con cierta equidad, que en el terreno de esta forma esencialmente peligrosa de existencia humana, la forma sacerdotal de existencia, es donde el hombre en general se ha convertido en un animal interesante, que únicamente aquí es donde el alma humana ha alcanzado profundidad en un sentido superior y se ha vuelto malvada– ¡y éstas son, en efecto, las dos formas básicas de la superioridad poseída hasta ahora por el hombre sobre los demás animales! …»

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