Para hablar de moral, ética, axiología, etc., es necesario entender que son ciencias que estudian las costumbres y los valores de los seres humanos, y esas costumbres y esos valores se conocen y se identifican a través de los actos humanos.
El Ser Humano: Una Entidad Psicosomática
Para entender el acto humano, es necesario que antes de tratar de discernir cuál es el mecanismo, la forma, la integración del acto humano, lo primordial es conocer y especificar cómo está formado el ser humano.
El ser humano es un ente que está constituido por dos partes, como toda obra perfecta. Es decir, todas las obras perfectas están constituidas, formadas, creadas por pares, a saber: «Para lo objetivo, lo subjetivo», «Para lo positivo, lo negativo», «Para el cátodo, el ánodo», «Para el ácido, el álcali», «Para el día, la noche», «Para lo caliente, lo frío», «Para los vientos alisios, los contraalisios», etc.
Estas dos partes que constituyen al ser humano, una es objetiva y recibe el nombre de SOMA, y otra es subjetiva y recibe el nombre PSICOS. Estas dos partes se interrelacionan a través del sistema nervioso, que es el encargado de unirlos. El soma y el psicos están unidos de tal manera que constituyen al ser humano como un ser psicosomático, naturalmente hablando, una obra perfecta.
La Percepción de la Realidad: Sentidos Externos e Internos
Este ser psicosomático define la realidad a través de cinco sentidos externos y cuatro sentidos internos. Los cinco externos son: el oído, el tacto, el gusto, la vista y el olfato, constituyendo la VIDA DE RELACIÓN. Los internos son: la memoria, la imaginación, los instintos y la sensibilidad que constituyen el SENTIDO COMÚN. Esto se persigue a través de tres funciones específicas de nuestro psicos, que son: nuestra forma de amar, nuestra forma de sentir y nuestra forma de querer, constituyendo NUESTRA SENSIBILIDAD INTERNA, que decide nuestra forma de actuar, y esta de acuerdo al ser, no ser y deber ser.
El Súper Yo, el Ello y el Yo: Reguladores de la Conducta
Tanto nuestra sensibilidad interna como nuestra forma de actuar están gobernadas por nuestra memoria, que está integrada a través de lo que aprendemos, de nuestra experiencia, nuestros principios, localizada en la parte más íntima del psicos que recibe el nombre de SÚPER YO, localizada somáticamente a nivel del cerebelo y bulbo raquídeo. A su vez, esta área está intercomunicada por el encéfalo, cuya parte intermedia es el cuerpo calloso, sitio donde se cruzan todos los estímulos que se conducen a través de las neuronas y que recibe el nombre de ELLO que, psicológicamente, guía nuestra libertad.
En los ejemplos anteriores, en donde los umbrales del psicos cambian la forma de establecer e impartir justicia, la forma de decidir nuestros actos será diferente para cada uno de ellos, toda vez que en nuestro «súper yo» radica nuestra memoria y en ella implícita nuestros principios; en el «ello» radica nuestro libre albedrío, toda vez que ahí se realiza la dirección que tomará nuestro acto y que el «yo» ejecutará.
Sin embargo, cuando nuestro psicos se compara con un triángulo equilátero donde a), b) y c) tienen el mismo umbral, de tal manera que nuestro psicos se encuentra equilibrado, toda vez que nuestra forma de amar, nuestra forma de sentir y nuestra forma de querer, que constituyen nuestra sensibilidad interna, es la que decide nuestra forma de actuar, ya que con esto se relaciona de acuerdo al ser, no ser y deber ser.
La Formación del Súper Yo y su Influencia en el Acto Humano
¿Cómo interviene el «súper yo» en el acto humano?
Para comprenderlo debemos explicar cómo se forma o cómo se adquiere. Es importante fundamentar que el umbral del «súper yo» se inicia en los primeros años de nuestra vida, en el que la genética tiene su valor, pero que las enseñanzas de nuestra familia, padres o hermanos, tíos o abuelos, son de suma importancia puesto que se tatúan en nuestro inconsciente. Ejemplo: cuando un niño a la edad de dos años recoge a un pajarito con un ala fracturada, la familia, los padres o hermanos pueden tomar diversas actitudes, a saber: una familia decide curar la lesión y proporcionar amor y cuidados al animalito; o bien puede llevarlo a un veterinario para que él se encargue de cuidarlo y proporcionarle los cuidados necesarios; o puede dejarlo en la calle sin que el dolor del animalito ni el ejemplo a seguir del niño le interese, y en casos extremos (patológico) lo terminan de matar para que deje de sufrir.
Estos ejemplos definen los umbrales de sensibilidad interna en nuestro psicos. Un ejemplo claro de la manifestación de nuestra sensibilidad interna, que constituye nuestro sentido común manifestándose a través de los cinco sentidos externos que constituyen nuestra vida de relación, lo podemos observar cuando estamos en una sala de un teatro o de un cine donde la obra radica en la presentación del sufrimiento humano y este es observado por una multitud de personas en las que podemos observar diferentes reacciones: algunas personas estarán llorando, otras se estarán riendo y otras simplemente no les interesarán, ya que el umbral de su sensibilidad difiere una de otras.
Acción que Determina al Acto Humano
Todo acto humano se inicia con un fin determinado, efectuado por una circunstancia y decidiendo una acción. Es decir, cada acto humano es una mezcla de ENTENDIMIENTO y de VOLUNTAD que a su vez es guiado por el libre albedrío, «el conocimiento del bien y el mal». Este determinará si hacemos el acto, o no hacemos el acto, y es en este momento que lo DECIDIMOS de acuerdo a nuestra LIBERTAD, porque tenemos la capacidad para elegir y hacer lo que queremos y lo que se nos dé la gana. De esta manera el ser humano realiza los actos que, a fuerza de repetirlos, construye su personalidad, pues esta será el resultado de nuestros actos y al final de la vida por ello somos juzgados.
Nuestra memoria, nuestro intelecto, nuestros principios se localizan en el SÚPER YO. Esta es el área del YO SUPREMO que al intercomunicarse con el ELLO, el ser humano puede sublimarse, con sus sueños, con sus pensamientos, con sus intenciones. Esta es una gama de sensaciones que establecen la LIBERTAD INTERNA, sin restricciones, sin límites, sin fronteras, normada por la vida de relación y el sentido común. Si estabilizo adecuadamente la forma de amar, de sentir y de querer, me llevará a la felicidad, fin supremo de la vida.
La persona es el ser determinado al acto, pero indeterminada al contenido del acto. En el contenido del acto se encuentra el valor que contiene. Para llegar a esta adecuación dentro de la razón y del sentido común, es necesario conocer la mecánica y la dinámica del acto humano.
Mecánica y Dinámica del Acto Humano
Todo acto humano es una mezcla de entendimiento y voluntad; decisión y responsabilidad. La VOLUNTAD es la facultad de querer o no querer el objetivo propio del acto, porque para determinar el objetivo de un acto se requiere que haya alguna MOTIVACIÓN e ILUSIÓN. La LIBERTAD es conocer el bien y el mal y, al decidir lo que se escoge, estaremos frente a una RESPONSABILIDAD, porque si actuamos libremente, con ausencia de determinación, es decir, hacer lo que me dé la gana, y mi decisión es mi libertad de elegirlas y, al elegirlas, estamos decidiendo el curso que queramos darle a nuestros actos. Si sabemos elegir con responsabilidad, el acto que vamos a realizar, tendrá un buen fin.
La CONSCIENCIA es la manifestación de la inteligencia, y esta se cultiva, se educa, y es susceptible de almacenamiento. «La consciencia no se engaña cuando se conoce la verdad» porque la verdad es la adecuación del entendimiento a lo que las cosas realmente son, y no lo que nosotros queremos que sea. Es por eso que para establecer una buena consciencia, es necesario llegar siempre a la verdad.
El acto humano, cuando está bien dirigido dentro de la plenitud del orden, estos actos siempre serán buenos, porque si están dirigidos a la plenitud del desorden, estos actos siempre serán malos. Los actos malos que se perciben a través del desorden de la mentira y del engaño, te crearán una consciencia laxa, es decir, una consciencia superficial e irresponsable.
Componentes del Acto Humano
- LA MEMORIA: es el archivo de todas nuestras vivencias, nuestros actos y nuestras emociones que vivimos cuando nos relacionamos con el mundo exterior.
- LA IMAGINACIÓN: es la libertad para formar un mundo imaginario, construido por nuestras vivencias, fantasías e inventivas, dando rienda suelta a la realización intangible de todos nuestros deseos.
- EL INSTINTO: se traduce en un acto involuntario relacionado con la sensibilidad al mundo exterior, advirtiendo y reaccionando involuntariamente al miedo, al dolor y a la supervivencia, creando experiencias internas.
- LA SENSIBILIDAD: es la adecuación entre el amor, sentir y el querer, que nos relacionan con el mundo exterior.
- LA PASIÓN: es una respuesta a un sentimiento, a una necesidad que crea un estímulo orgánico (miedo, alegría, deseo).
- LA EMOCIÓN: va de acuerdo a la racionalidad del ser viviente, del ser humano, adecuándose al umbral propio de las formas de amar, sentir y querer. Esta puede ser intensa o efímera y constituye la riqueza de nuestros afectos, dándonos estabilidad emocional.
- EL AMOR: es un sentimiento que tiene cuatro formas: filial, fraternal, amistad y de pareja. Entre esta gama de sensibilidades se desarrolla la vida humana como una secuencia de ciclos constantes, repetitivos e interminables, cuyos actos buenos nos construyen y los malos nos destruyen.
El Bien y sus Facetas
Los actos ordenadamente responsables constituyen un bien. A este se le conocen tres facetas:
- El bien en sí mismo, porque es bueno en plenitud del orden.
- El bien útil en la medida que sirve sin llegar a viciarse, pues si te vicias, te conduce a la esclavitud.
- El bien deleitable (gustativo, te produce mucha alegría, satisfacción personal, placer). Si repites estos actos consuetudinariamente te prostituyes.
Pues nosotros somos lo que decidimos, porque nosotros escogemos lo bueno y lo malo, y esto constituye nuestra personalidad porque es el reflejo de los actos que escogimos. De esta manera se forma la consciencia en cada acto que hacemos todos los días, que es inseparable e intransferible de cada persona. Ella es la que dice, la que dicta, la que previene, la que te recuerda el bien o el mal y es objetiva porque cultiva la verdad. Es por eso que la consciencia es escrupulosa porque busca motivos para efectuar un acto; mas si se deja llevar por las conveniencias, por los miedos, por las pasiones, porque así la hemos educado, esta consciencia es laxa, porque será superficial.
La Consciencia, la Verdad, el Bien y la Justicia
La consciencia a plenitud se cultiva cuando efectuamos actos libres y con responsabilidad. Esta es la ley de la inteligencia, pues tiene la capacidad de distinguir entre el bien y el mal. El conocimiento modifica al ser humano y lo compromete: «soy todo lo que he conocido» (Confucio). La consciencia tiene tres aspectos: la verdad, que es la adecuación del entendimiento a lo que las cosas son; el bien, que es la plenitud del orden; y la justicia, que es la constante y perpetua voluntad de darle a cada quien lo suyo (Ulpiano).