Devenir y Perspectivismo: Crítica a la Metafísica Occidental según Nietzsche

El título de esta disertación hace referencia, primero, al ser y devenir, ya que la realidad se nos presenta como caos, como diferencia; nada hay igual, eterno y permanente en ella. Llegamos a la conclusión de que la realidad no es, sino que deviene. A lo largo de esta disertación hablaremos del llamado “mundo verdadero”, de la realidad, del lenguaje que, rodeado por la filosofía, nos lleva a creer en los supuestos metafísicos que Platón creó, lo cual es una crítica al mundo metafísico. También hablaremos de la “verdad”, con lo cual realizaremos una crítica al concepto tradicional del perspectivismo.

La Crítica al Dualismo de Realidades

Ante la insistencia de los filósofos por defender el par asimétrico de realidades y la prioridad del mundo verdadero frente al aparente, responderá Nietzsche: sólo hay devenir. Lo verdadero no es más que una contracción de la razón, la cual no puede establecerse como el valor supremo de la existencia. No hay ningún sentido escondido por debajo o por encima del devenir. Además, no hay sentido alguno, ya que el devenir no da sentido. Punto y final al dualismo de realidades. El mundo aparente sólo tiene sentido en relación con el verdadero. La única realidad que nos queda es el llamado “mundo aparente”, es decir, el del devenir, carente de meta, privado de sentido. El llamado mundo verdadero es síntoma de una vida decadente. La realidad es inaccesible al conocimiento humano; podemos experimentarla, pero no conocerla. Como lo que no conocemos nos asusta, la cultura occidental propone una solución: dado que esta realidad nos la muestran los sentidos, digamos que estos nos engañan y conducen al error. Los filósofos que confían en los conceptos abstractos, como la razón, y desconfían de los sentidos, son llamados por Nietzsche como los filósofos-momia.

El Lenguaje como Herramienta de Ficción

La invención y la ficción son las poderosas armas del intelecto para crear un mundo apto para la vida fatigada. La principal herramienta que este intelecto emplea para lograrlo es el lenguaje. La fe en la gramática permite creer en el “mundo verdadero”. Permite una metafísica popular que, trabajada por los filósofos-momia, acaba elaborando los mundos metafísicos. Por ejemplo, cuando digo “el relámpago brilla”, estoy duplicando la realidad, pues diferencio el relámpago del brillo y, además, afirmo que hay una sustancia, el relámpago, que genera un efecto que es el brillo. Resultado: he convertido un acontecer que me han ofrecido los sentidos en un mundo con sustancias, causas y efectos.

La Construcción del Mundo Metafísico

Pasemos ahora al mundo metafísico elaborado. Descartes intuye que se piensa y su intelecto consigue así una primera certeza metafísica que se convierte en axiomas de toda su filosofía. Apoyándose en el lenguaje, hay un sujeto, afirma: se piensa, por lo tanto, hay algo pensante, ese algo soy yo; en consecuencia, yo pienso, luego yo existo. Ahora bien, del acontecer “se piensa” lo único que puede extraerse es que hay pensamiento. Que detrás de ese pensamiento haya un yo que lo produce, no es más que una cuestión de fe o de necesidad de creer en un mundo con razón y sentido. Así pues, pasamos a los elementos lingüísticos que permiten construir mundos artificiales. Los más destacables son:

  • “Yo”: su uso me convence de que existe un sujeto.
  • La gramática del verbo ser: parece hablar de la esencia de las cosas, que fomenta la idea de la existencia de sustancias.
  • La estructura sujeto-predicado: permite pensar la realidad en estructuras de causa-efecto.
  • Polisemia y sinonimia: con ello sometemos lo individual a lo universal.

Nietzsche pone entre dicho todo el mundo metafísico creado por Occidente y lo reduce a palabrería hueca. Mediante la razón lógica y el lenguaje gramatical, podemos sobreponernos al exceso de realidad, pero no alcanzamos ninguna otra realidad, sino un mundo fabuloso a nuestra medida.

El Valor Adaptativo de las Ilusiones Metafísicas

Las ilusiones metafísicas no tienen valor cognoscitivo, tienen valor adaptativo. No hay verdad porque no hay mundo verdadero-metafísico. La verdad no es el conocimiento de la realidad, es sólo la fe o la necesidad de creer en algo permanente y eterno. El ser humano no busca por naturaleza el saber, huye del peligro del devenir. La única verdad que puede alcanzar el ser humano sin mentirse a sí mismo es la verdad de estar condenado eternamente a la no-verdad. No hay hechos, son interpretaciones. No tenemos medida de percepción correcta. Toda percepción es una interpretación de quien percibe. La interpretación cuenta con tres influencias objetivas:

  • Aparato sensorial: no hay percepción neutral, los sentidos están atravesados por una tarea selectiva e interpretativa. Esto es lo que aleja a Nietzsche del empirismo y positivismo.

No es la verdad o falsedad de los juicios lo que importa, sino saber hasta qué punto el juicio sobre la verdad favorece la vida.

El Perspectivismo como Pluralidad de Interpretaciones

Son nuestras necesidades las que interpretan el mundo. Para Nietzsche no hay una única y verdadera perspectiva global, el todo es la totalidad de las perspectivas. Además, la perspectiva o la pluralidad interpretativa permiten pregonar de nuevo las diferentes experiencias vitales que todo concepto de “verdad” tiene como función recubrir.

Conclusión

Para concluir, Nietzsche ha desenmascarado el “mundo verdadero”, además de la metafísica del mundo de este, y ha llegado a la conclusión de que no hay una única verdad, ya que se ha alejado del empirismo y positivismo y se ha aferrado al perspectivismo, ya que no hay un “mundo verdadero”, metafísico, sino un pluralismo de interpretaciones y todas son válidas.

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