Ética y Moral: Libertad, Responsabilidad y Justicia Social

¿Cuándo una acción es moral?

Una acción es moral cuando se realiza una reflexión crítica previa sobre el alcance y las consecuencias de la acción, para saber si dicho comportamiento va a llevar al fin que se persigue y qué consecuencias se pueden derivar de él. Debe poseer un afán de universalidad, es decir, cualquier persona, para obrar bien, ante las mismas circunstancias, debe actuar conforme a la ley moral.

La libertad como condición de la acción moral

El hombre libre no poseía la condición de esclavo, era dueño de sus actos y responsable de ellos, con la posibilidad de tomar decisiones y llevar a cabo acciones sin imposiciones externas. Hay dos sentidos del término libertad:

  • Libertad negativa: entendida como ausencia de limitación.
  • Libertad positiva: entendida como un poder hacer, como la capacidad de elegir esto o lo otro.

El indeterminismo ético

El indeterminismo ético sostiene que somos libres a la hora de elegir y actuar. Hay diversas formas, tanto en el aspecto físico (corpóreo) como en el ámbito racional (mental).

Kant afirma que en el mundo físico no existe la libertad. La conciencia rige nuestro comportamiento a partir de los principios morales y nos indica si nuestras acciones son correctas o incorrectas, buenas o malas. Para saber cómo debemos actuar, hay que distinguir, por una parte, lo que una persona hace y, por otra, aquello que quiere hacer. No es lo mismo cortar una pierna para torturar a una persona, que para evitar una gangrena y salvarle la vida. Solamente la voluntad humana es la que puede ser calificada de buena o mala, no los actos concretos.

Sartre reivindica la existencia humana, la existencia concreta. El ser humano es libre y consciente de su lugar en el mundo. Sus puntos básicos son:

  • Ateísmo radical: negación absoluta de la existencia de Dios.
  • Responsabilidad: nuestras acciones afectan a todos los hombres.
  • Acción: el ser humano solo puede reconocerse en sus actos.
  • Autenticidad: elección libre.

John Rawls y la justicia como imparcialidad

John Rawls otorga a la justicia no solo la capacidad de distribuir derechos y deberes legales, sino todo aquello que surja como resultado de la cooperación social: oportunidades sociales, educación, sanidad, riquezas, etc. Estos principios se eligen respetando los siguientes criterios: deben ser públicos y de aplicación universal, deben ser imparciales y desinteresados, y deben poder ser aplicados en la sociedad.

El velo de ignorancia

El velo de ignorancia aparece como una situación hipotética que haría que todos los hombres decidiesen desde una posición libre y con absoluta igualdad entre ellos. Es como si durante un instante nos librásemos de la envidia, la vanidad, la avaricia, las diferencias de estatus, la raza y la religión que separan a unos hombres de otros.

Principios de justicia

  • Principio de igual libertad o ciudadanía: toda persona debe tener el mismo derecho al más extenso sistema total de libertades básicas iguales, compatible con un sistema similar de libertad para todos.
  • Principio de equidad: las desigualdades sociales y económicas deben estar dirigidas hacia el mayor beneficio de los menos aventajados.
  • Principio de diferencia: las desigualdades deben estar vinculadas a cargos y posiciones abiertos a todos bajo condiciones que sean equitativas y hagan posible una igualdad real de oportunidades.

Las teorías del contrato

Las teorías del contrato son un grupo de corrientes de pensamiento que utilizan un hipotético contrato como modelo explicativo del origen y la legitimidad tanto del poder político como del Estado. Se establece que, desde un supuesto estado de naturaleza, de forma libre y autónoma, los individuos llegan a un acuerdo para organizarse en una sociedad. En dicho acuerdo, los miembros de la asamblea deciden cuáles deben ser las funciones y atribuciones del gobernante.

El contrato se presenta como hipotético. La función de estas teorías no es narrar cuál es el origen del Estado y del poder, sino la de justificar un tipo concreto de organización política. Así, encontramos en sus doctrinas políticas los siguientes puntos de partida:

  • Afirmación de la autonomía del individuo.
  • Crítica a la concepción teocrática del poder que había prevalecido en Europa durante la Edad Media.
  • Establecimiento de una serie de derechos dependientes de la actividad racional del ser humano.

John Locke: el contrato liberal

Locke considera que el ser humano en estado de naturaleza es libre y dueño absoluto de su vida y hacienda. Existe una ley natural que obliga a todo humano a respetar la vida, la salud y las propiedades de los demás. La existencia de individuos que atentan contra esta ley y violentan con ello la absoluta libertad del ser humano, obliga a que se establezca un contrato entre individuos diferentes que garantice el respeto de esta legitimidad.

En dicho contrato se pactan las condiciones que deben regir la unión entre individuos: la sociedad civil. Se establecen las características y obligaciones del Estado. Locke sostiene que el poder del Estado no es absoluto, los gobernantes también están obligados a respetar las leyes. Defiende una separación de poderes entre el legislativo y el ejecutivo.

  • Legislativo: su función es dictar las leyes.
  • Ejecutivo: debe velar por el respeto y la correcta ejecución de las leyes que el poder legislativo ha promulgado.

Rousseau y el contrato social

Rousseau considera que el ser humano en estado de naturaleza lleva una vida plácida y sencilla. Posee abundantes bienes y convive con los demás individuos en armonía. La unión en sociedades es lo que promueve la propiedad privada. Los enfrentamientos entre individuos tienen lugar siempre que estos conviven en agrupaciones.

Para acabar con esta situación injusta y defender tanto el bien común como la justicia, Rousseau propone el establecimiento de un acuerdo que denomina contrato social. Este contrato reside en una voluntad general, que defiende el interés de la comunidad por encima de cualquier interés particular. El contrato social de Rousseau no implica ninguna renuncia, ya que el individuo no posee ningún derecho previo a la institución de la sociedad. Así, las leyes dictadas aparecen como justas, universales e inalienables. La democracia encarna el sistema de gobierno más adecuado para conseguir los objetivos del contrato social.

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