San Agustín: Reflexiones sobre la Naturaleza Divina y la Condición Humana
San Agustín de Hipona (354-430 d.C.) se dedicó a responder algunas de las preguntas más profundas sobre la naturaleza de Dios, la relación de Dios con el ser humano y la presencia del mal en el mundo.
1. La Existencia y Naturaleza de Dios
San Agustín intentó comprender y definir quién o qué es Dios. Para él, Dios es el ser supremo y el creador de todas las cosas; sin embargo, su naturaleza es difícil de captar plenamente por la razón humana. Esto representa un problema porque la mente humana, limitada y finita, intenta comprender a un ser infinito y eterno. San Agustín concluye que, aunque la razón es útil para acercarse a Dios, la fe también es esencial para comprender su verdadera naturaleza.
2. El Problema del Mal
Uno de los problemas más complejos y discutidos por San Agustín es el problema del mal: si Dios es absolutamente bueno y omnipotente, ¿cómo puede existir el mal en el mundo? En sus primeros años, San Agustín fue influenciado por el maniqueísmo, una doctrina que sostenía la existencia de dos principios opuestos y eternos (el bien y el mal) en constante lucha. Sin embargo, tras su conversión al cristianismo, rechazó esta visión dualista.
Para San Agustín, el mal no tiene una existencia propia, sino que es una privación o corrupción del bien. El mal no fue creado por Dios; más bien, es el resultado de la libre elección del ser humano, quien se desvía del bien y se aparta de Dios. Así, el mal moral se entiende como un abuso de la libertad. Este planteamiento permite a San Agustín sostener que Dios sigue siendo bueno, ya que Él no es la causa directa del mal, sino que permite su existencia como consecuencia del libre albedrío.
3. La Relación entre Dios y el Tiempo
Otro tema relevante en la obra de San Agustín es el concepto del tiempo y la eternidad de Dios. Se pregunta cómo Dios, siendo eterno, se relaciona con un mundo sujeto al tiempo. Según él, Dios no existe en el tiempo, sino fuera de él.
Para Dios, no hay un “antes” o “después”, ya que todo está presente eternamente en su visión. La creación del mundo, entonces, no ocurre en un momento temporal, sino que se entiende como un acto eterno de la voluntad divina. Este punto de vista presenta a Dios como un ser inmutable, en contraposición con el cambio y el devenir del mundo creado.
4. El Conocimiento de Dios y la Iluminación
San Agustín también plantea el problema del conocimiento humano de Dios y la relación de este con la verdad. En su teoría de la iluminación, sostiene que el conocimiento verdadero proviene de la luz divina que ilumina la mente humana. Dios es la fuente de la verdad, y los seres humanos pueden conocer esta verdad en la medida en que participan de la iluminación divina. Así, la capacidad de conocer a Dios y las verdades eternas no depende solo del intelecto humano, sino de la gracia divina que permite que la razón acceda a las verdades superiores.
5. La Gracia Divina y el Libre Albedrío
Otro de los problemas que enfrenta San Agustín es el equilibrio entre la gracia de Dios y el libre albedrío humano. Si bien afirma la libertad del ser humano para elegir entre el bien y el mal, también sostiene que la voluntad humana está debilitada por el pecado original. De esta manera, el ser humano es incapaz de alcanzar la salvación sin la ayuda de la gracia divina. La gracia, según San Agustín, no coacciona la voluntad, sino que la capacita para desear y elegir el bien. Esta idea responde al problema de cómo la omnipotencia de Dios se relaciona con la libertad humana y la responsabilidad moral, aunque deja la pregunta abierta sobre el misterio de por qué Dios otorga la gracia a unos y no a otros.
La Política según Aristóteles
Aristóteles (384 a.C. – 322 a.C.) fue un filósofo griego, discípulo de Platón. No le gustaba la democracia, considerándola una tiranía de la mayoría. Sin embargo, pensaba que podría haber una democracia virtuosa que cubriera la naturaleza de la Polis. A Aristóteles no le importaba la forma de gobierno mientras fuera justo. Aceptaría la monarquía, la oligarquía o la democracia si fuesen virtuosas, justas y cumpliesen la naturaleza de la Polis.
Para Aristóteles, la Polis es un organismo vivo. Todos en la Polis tienen que aportar. “El ser humano es un ser político o social”. Para Aristóteles, todos los que viven en una ciudad son políticos, ya que al vivir en la ciudad, forman parte de la Polis. Nuestra naturaleza es social, no somos capaces de sobrevivir solos, somos “animales gregarios”. Según Aristóteles, todo lo que haces es política.
El Conocimiento según Descartes: Racionalismo y Método
René Descartes rechazó las bases del conocimiento tradicional de sus predecesores, ya que consideraba que no ofrecían la firmeza ni la claridad necesarias para construir una ciencia universal y confiable. En su lugar, propuso un nuevo enfoque filosófico basado en principios sólidos y claros. Este proyecto racionalista parte de la idea de que todo conocimiento debe ser construido sobre fundamentos firmes, similares a los cimientos de un edificio. La clave de su propuesta es el desarrollo de un método que permita alcanzar verdades absolutas y garantizar la unidad de todas las ciencias.
El método cartesiano tiene como objetivo evitar el error y asegurar la verdad. Para ello, Descartes se inspiró en las matemáticas, una disciplina que desde su juventud observó como modelo de claridad, certeza y evidencia. Según él, las verdades matemáticas no dependen de la experiencia, sino de la razón. Este enfoque lo llevó a proponer que el método matemático debía servir como modelo para toda la filosofía y la ciencia, permitiendo descubrir verdades universales y aplicables a todas las disciplinas. Descartes entendía que solo a través de este método podrían encontrarse las primeras verdades absolutamente indudables, las cuales servirían como base para reconstruir todo el conocimiento humano.
En su visión, la filosofía es un sistema integral que compara con un árbol: las raíces son la metafísica (los fundamentos de la realidad), el tronco es la física (el estudio del mundo natural), y las ramas son las ciencias aplicadas como la moral, la medicina y la mecánica. Este planteamiento muestra que Descartes no solo buscaba una filosofía especulativa, sino también una práctica que ayudara a mejorar la vida humana en aspectos como la salud, la conducta y la tecnología.
El Método Cartesiano y sus Reglas
Para Descartes, el método no es un camino cualquiera, sino un conjunto de reglas claras que nos llevan al conocimiento cierto. Este método está diseñado para estructurar el pensamiento humano, asegurando que se emplee correctamente la razón. Deben seguirse cuatro reglas fundamentales para alcanzar el conocimiento verdadero:
- Evidencia: No aceptar como verdadero nada que no sea evidente, claro y distinto para la mente.
- Análisis: Dividir cada problema en partes más pequeñas para comprenderlo mejor.
- Síntesis: Reconstruir los conocimientos desde lo más simple hacia lo más complejo.
- Enumeración y revisión: Asegurarse, mediante revisiones exhaustivas, de que no se ha omitido ningún paso ni detalle en el razonamiento.
La Intuición y la Deducción como Herramientas del Método
Para Descartes, las dos operaciones principales del pensamiento humano son la intuición y la deducción. La intuición es una percepción directa e indudable de la verdad, mientras que la deducción es un razonamiento lógico que conecta verdades simples para llegar a conclusiones más complejas. Aunque ambas son fundamentales, Descartes intenta reducir la deducción a la intuición, pues considera que esta última proporciona la certeza más absoluta.
El método cartesiano se enfoca en utilizar estas operaciones para lograr un conocimiento progresivo, donde cada paso esté justificado por evidencias claras y reglas lógicas. En este contexto, el pensamiento se convierte en la base de todo conocimiento y existencia, lo que culmina en su famosa afirmación: «Pienso, luego existo» (Cogito, ergo sum), que sirve como principio fundamental de su filosofía.