Comparativa del Empirismo de Hume y el Idealismo Trascendental de Kant: Conocimiento, Ética y Metafísica

El Empirismo de Hume: Conocimiento y Percepción

Hume buscaba establecer una ciencia empírica del ser humano, centrando sus investigaciones en el entendimiento, las pasiones y la moral. Según Hume, la mente se compone de percepciones derivadas de la experiencia, rechazando la existencia de ideas innatas. Afirmaba que no hay nada en la mente que no haya pasado previamente por los sentidos.

Los datos sensoriales dejan una huella, denominada impresión, que puede ser simple (proveniente de un solo sentido) o compuesta (de varios). Entre las impresiones, destacan la sensación y la reflexión, las cuales generan huellas más débiles llamadas ideas simples o complejas.

Las impresiones preceden a las ideas, y estas últimas provienen de las primeras. Por lo tanto, todas las ideas en nuestra mente tienen su origen en la experiencia. Las impresiones no solo incluyen las sensaciones de los sentidos, sino también sensaciones intensas como el amor o el deseo.

Una idea puede generar una nueva impresión, esta vez de reflexión. Tanto las ideas como las impresiones pueden ser simples o complejas. Las ideas simples se combinan para formar ideas complejas. Las ideas están interconectadas, relacionadas mediante una asociación necesaria de tres tipos:

  • Por semejanza
  • Por contigüidad espacio-temporal
  • Por causalidad

Además, esta asociación genera ideas generales abstractas, que son nombres o signos para designar conjuntos de cosas semejantes.

Las Ideas Complejas según Hume

Según Hume, las ideas complejas se clasifican en:

  • Sustancias: Inicialmente similares a las de la filosofía cartesiana (yo pensante, mundo, Dios).
  • Modos: Modificaciones o concreciones de las sustancias.
  • Relaciones: Hume distingue dos tipos:
    • Naturales: Correspondientes a las sustancias cartesianas, son relaciones dadas en el orden de las impresiones.
    • Filosóficas: Dependen de nuestra capacidad de conocer el entorno, no son dadas y pueden ser:
      • Relaciones de ideas: Conocimientos que no requieren una experiencia específica, verdaderos independientemente del universo (matemáticas, lógica). Negarlos es contradictorio.
      • Cuestiones de hecho: Requieren experiencia, dependen de hechos (física, historia). Negarlos es posible porque su validez se basa en la experiencia pasada.

Crítica de Hume a la Causa y la Sustancia

Hume argumenta que las sustancias complejas son, en realidad, relaciones de ideas naturales y que las sustancias como tales no existen. Esto se explica mejor en su crítica a los conceptos de causa y sustancia.

Por ejemplo, si ponemos agua a hervir (impresión A) y luego hierve (impresión B), establecemos una relación causal donde A causa B. Sin embargo, Hume señala que observamos la sucesión de A y B, creando un hábito de costumbre. La idea de causa es impuesta por nosotros a partir de la experiencia, pero, desde una perspectiva empirista, una idea es válida solo si se refiere a una impresión. Hume argumenta que la idea de causa no tiene una impresión correspondiente, solo una continuidad temporal.

La idea de causa, fundamental para la ciencia, se basa en un hábito o costumbre que lleva a la imaginación a crear una conexión necesaria entre dos impresiones. Cualquier asociación de ideas basada en la causalidad carece de justificación científica para Hume. De manera similar, la sustancia no es referible a ninguna impresión:

  • La idea del yo pensante se basa en una operación de la memoria, ya que nuestra conciencia experimenta una sucesión de impresiones discretas. No hay una impresión permanente; la memoria supone una continuidad sin que seamos conscientes de ello.
  • La idea del mundo implica la existencia de cosas autosuficientes y permanentes fuera de nosotros (objetos físicos), pero cada impresión es una entidad distinta, no idéntica a una sustancia.
  • La idea de Dios, como sustancia, es generada por la imaginación al atribuir todos los predicados positivos posibles a una entidad.

Por lo tanto, estos conceptos quedan invalidados para Hume.

El Idealismo Trascendental de Kant: Conocimiento y Juicios

La filosofía de Kant, conocida como Idealismo Trascendental, representa un giro en el problema del conocimiento. Kant afirma que el conocimiento comienza con los sentidos, pero no todo el conocimiento proviene de la experiencia. En su «Crítica de la Razón Pura», Kant se propone responder a la pregunta: «¿Qué puedo conocer?».

Para responder, Kant analiza los juicios que realizamos, clasificándolos según su forma y materia:

  • Según su forma:
    • Juicios analíticos: El predicado está contenido en el sujeto. No añaden conocimiento y son a priori (anteriores a la experiencia).
    • Juicios sintéticos: Aportan información al sujeto (el predicado). Amplían el conocimiento y son a posteriori (posteriores a la experiencia).

Kant se pregunta cómo Newton pudo formular juicios universales a partir de la experiencia particular. La respuesta reside en la combinación de elementos de los juicios analíticos y sintéticos. Kant introduce el concepto de juicio sintético a priori, que aumenta el conocimiento y es universal y necesario. Estos juicios son los que permiten el avance de la ciencia.

  • Según su materia:
    • Juicios a priori: Su contenido es independiente de la experiencia, son necesarios y universales. Ejemplo: «El todo es mayor que sus partes».
    • Juicios a posteriori: Su contenido depende de la experiencia, son probables, no universales ni necesarios. Ejemplo: «La estatura media de los españoles es de 1,70 m».

El Proceso del Conocimiento según Kant

Kant analiza el proceso del conocimiento, negando tanto las ideas innatas como el escepticismo empírico. Este proceso se divide en:

  • La Estética Trascendental: La estética se refiere a la sensibilidad, la capacidad de recibir sensaciones. El conocimiento comienza con la experiencia. Dentro de este paso, existen elementos formales a priori: el espacio y el tiempo, que el sujeto posee antes de cualquier experiencia sensible. Es la experiencia espaciotemporal. El idealismo reside en el sujeto, que impone el espacio y el tiempo. Las matemáticas realizan juicios sintéticos a priori gracias a actividades espaciales como la geometría.
  • La Analítica Trascendental: Aquí interviene el entendimiento, creando conceptos y elaborando juicios.
    • Elementos formales: Los elementos formales a priori son las categorías. Kant las describe como filtros a través de los cuales conocemos. Estos filtros son formales, vacíos de contenido, y son estructuras mentales.
    • Elementos materiales: A partir de las categorías, conocemos elementos materiales a posteriori: el Fenómeno. El fenómeno es el concepto que formamos de la realidad a partir de nuestro acceso a ella. Nunca podemos conocer la realidad tal cual es (el Noúmeno). La ciencia debe buscar las causas de los fenómenos.
  • La Dialéctica Trascendental: Proceso regido por la razón, donde se realizan juicios aún más universales. Debido a una tendencia natural, la razón comete errores que deben ser descubiertos. El error radica en aplicar las categorías al Noúmeno en lugar de a los fenómenos. Es crucial recordar el punto de partida del conocimiento científico para evitar este error. Al ir más allá, se crean las ilusiones trascendentales.

La Metafísica y los Límites del Conocimiento

Kant afirma que no se puede hacer ciencia de la Metafísica, pero la tendencia a preguntarse por ella es inherente al ser humano. Existen límites al conocimiento. No se puede hacer ciencia del mundo, del yo ni de Dios. La Metafísica se aborda desde la filosofía. Kant plantea tres preguntas metafísicas:

  • La idea de Dios: La razón busca la base incondicional de la realidad y propone la idea de Dios. Sin embargo, solo conocemos fenómenos condicionales, no la base incondicional. El Ser extramundano está fuera de la serie de fenómenos sensibles. Kant clasifica los argumentos sobre la existencia de Dios en tres:
    • El argumento ontológico: No es probatorio, ya que supone que la existencia es una perfección, pero se puede concebir la idea de algo perfecto sin que exista.
    • El argumento cosmológico: Si hay seres contingentes, debe haber un ser necesario. Según Kant, conduce al argumento ontológico y no prueba que tal ser sea Dios.
    • El argumento teleológico: Si hay orden en el mundo, debe haber un ordenador. Para Kant, el argumento no conduce a un ser omnisciente, sino muy sabio, y no prueba que sea creador, sino ordenador.
  • La idea del mundo: La razón asume que el mundo es la base de todas nuestras impresiones. Debemos distinguir entre el mundo en sí y el mundo para nosotros. Solo conocemos el mundo del sujeto, no el mundo en sí.
  • La idea del alma: La razón postula la existencia de un yo o alma como base de nuestros procesos mentales. Sin embargo, no tenemos experiencia directa del alma. Para Kant, el alma o yo es una entidad lógicamente importante, el sujeto de nuestros juicios, pero nada más allá de eso.

Kant considera que «todo efecto debe tener una causa» es una afirmación universal y necesaria. No podemos creer racionalmente que la relación causal observada en el pasado no continúe en el futuro. Kant cree que Hume confunde el principio general de causalidad (que siempre funcionará) con una ley de causalidad específica. Si no existiera la categoría de causalidad, no podríamos comprender la realidad de los fenómenos.

La Ética de Kant: Deontología y Autonomía Moral

La ética de Kant parte de una crítica a las éticas anteriores, especialmente a su teleología. Kant critica que el bien y el mal en esas éticas dependan de las consecuencias de la acción y de la finalidad perseguida.

Las filosofías anteriores a Kant situaban el objetivo de la acción humana en la felicidad, con diferentes concepciones de la misma (hedonismo, estoicismo, Aristóteles). Según Kant, estas éticas son:

  • A posteriori: Determinan los bienes a perseguir y los medios basándose en la experiencia.
  • Egoístas: Se siguen las instrucciones por la felicidad, no por una obligación moral.
  • Condicionales: Vinculan la corrección moral a la bondad del fin perseguido («Si quieres A, haz B»).
  • Heterónomas: Sus patrones morales no los da el sujeto, sino ejemplos ajenos (costumbre, autoridad religiosa o social).

Frente a estas éticas materiales, Kant propone una ética formal, que no establece un bien concreto, sino el modo en que debemos actuar para que nuestra acción sea conforme al deber moral, no debido al fin. La ética de Kant es:

  • A priori: Los mandatos morales no se derivan de la experiencia, sino de la razón.
  • Desinteresada: La acción moral no se realiza en vistas a una finalidad particular.
  • Formula imperativos categóricos: Mandatos morales válidos para todos e incondicionados. Se actúa por deber y solo por deber.
  • Autónoma: El sujeto descubre el deber por sí mismo, utilizando su razón, sin supeditarse a códigos morales ajenos.

Universalización, Deber y Autonomía

La ética debe poder universalizarse, por lo que no debe derivar de la experiencia, sino de la razón. Es una ética formal, vacía de contenido, que orienta sobre cómo debemos tomar la decisión, no cuál tomar. Lo que mueve a la persona a actuar es el deber. Se caracteriza por una deontología, no por una teleología. La norma, el deber, debe ser impuesto por uno mismo, actuando con autonomía moral.

El imperativo de esta ética es categórico, porque la razón es común a todos. Este imperativo se puede expresar de tres maneras:

  • Fórmula de la ley universal: «Obra solo según una máxima que puedas querer al mismo tiempo que se torne en una norma de conducta universal».
  • Fórmula del fin en sí mismo: «Obra de tal modo que en mi norma de conducta consideres siempre a la persona como un fin en sí mismo».
  • Fórmula del reino de los fines: «Obra como si por tu forma de conducta fueses siempre un miembro legislador de un reino universal de fines» (la humanidad como fin en sí misma). El reino de los fines es una conciencia autolegisladora.

El Imperativo Categórico y la Buena Voluntad

Kant establece el «Principio Categórico», que debe aplicarse a cada caso. La buena voluntad es aquella que actúa por respeto al deber (incondicional), sin otras razones que el cumplimiento del deber o la sujeción a la ley moral. Esta ley moral es universal y no tiene contenido concreto: es el imperativo categórico. Es la fórmula que permite deducir todas las máximas de nuestras acciones morales, pero no su contenido, sino su forma universal. Es el principio formal de todos los deberes y la expresión de la ley moral. Tiene un carácter categórico, con valor absoluto e incondicionado, a diferencia de las éticas materiales (hipotéticas y condicionadas).

Actuar respecto al deber significa someterse a la ley no por utilidad o interés, sino por respeto a la misma. Kant ilustra esto con el ejemplo de un comerciante que fija precios:

  • Conforme al deber: Lo hace para asegurar la clientela (un fin).
  • Por deber: Considera que ese es su deber; su acción es un fin en sí misma. Esto es obrar de buena voluntad.
  • Contrario al deber: Cobra precios abusivos.

Los Postulados de la Razón Práctica

Kant propone postulados, ideas metafísicas que son principios rectores que justifican nuestra forma de actuar. Son supuestos necesarios como condición de la moral misma, dan sentido a la acción moral y la hacen concebible. Kant explica la racionalidad de estos postulados:

  • La libertad humana: El mandato del imperativo categórico implica la libertad. El sujeto es un sujeto moral que toma decisiones.
  • La inmortalidad del alma: La ley moral exige realizar el bien supremo. El ser humano aspira a la perfección moral, lo que requiere un progreso infinito que exige la inmortalidad del alma.
  • La existencia de Dios: Dios es la realización del bien supremo y la perfección moral.

Por lo tanto, no es irracional creer en la existencia de Dios, la inmortalidad del alma y otras afirmaciones religiosas. Estas suposiciones son hechas por nuestras «razones prácticas», aunque no podamos probarlas con nuestras «razones teóricas».

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