Rousseau y la Ilustración: Una Perspectiva Crítica
Rousseau participó del ambiente cultural de la Ilustración y fue uno de los representantes más destacados. Sin embargo, existen en su pensamiento rasgos característicos que le separan de sus coetáneos.
Una de las señas de identidad de los ilustrados es la fe en el progreso. Con ellos, la historia dejará de ser concebida como el escenario de la salvación (pensamiento cristiano medieval) para ser concebida como el escenario del desarrollo humano. El movimiento ilustrado confía en que el triunfo de la razón sobre los perjuicios, las supersticiones y el dogmatismo, conducirá a un extraordinario desarrollo de las ciencias y las artes, lo que permitirá un mayor conocimiento y dominio de la naturaleza para ponerla al servicio del ser humano. Al mismo tiempo, la razón nos ayudará a crear proyectos de vida individuales y colectivos que hagan a las sociedades más justas y a los individuos más felices. Esta es la concepción de la historia en la que todavía vivimos inmersos.
Pues bien, Rousseau es el primer crítico destacado de esta concepción de progreso. Para este autor, las ciencias y las artes no han mejorado al hombre, sino que han ayudado a corromperlo, contribuyendo a crear sociedades artificiales en las que domina la desigualdad con todos los males que ello supone: génesis de pasiones depravadas como la ambición, el ansia de honores y el deseo de cosas superfluas; la artificiosidad de la vida en la que los individuos se juzgan por las apariencias; la creación de seres dependientes de los demás y de los instrumentos y, por ello, débiles, etc.
El Estado de Naturaleza y el Estado Civil según Rousseau
Tras el ataque a las sociedades de su tiempo (que perfectamente podrían ser como las actuales), Rousseau intentará mostrar al hombre auténtico, es decir, no corrompido por la sociedad. Ello le lleva a diferenciar entre el estado civil y un hipotético estado de naturaleza. El estado civil es la sociedad organizada, mientras que el estado de naturaleza será aquel en el que se encontrarían los hombres al margen de la sociedad y donde sus vidas estarían regidas por ciertos derechos naturales. Para el autor, se trata, pues, de descubrir cómo es el hombre natural, es decir, despojado de todo lo que la sociedad pone en él (desigualdades morales y políticas, la ambición, el deseo de honores, las convenciones sociales, etc.) y de explicar cómo hemos podido llegar a la situación actual. Se trata de descubrir la auténtica naturaleza humana para juzgar, a partir de ella, a la sociedad actual e iniciar una reforma acorde con esa naturaleza.
Para Rousseau, los hombres en estado de naturaleza son básicamente iguales y el autor distinguirá entre desigualdad física o natural y desigualdad política o moral. Esta última es producto de las convenciones humanas e implica desigualdad de riqueza, consideración social, rango, etc.
Por otra parte, en estado de naturaleza los hombres se mueven o actúan en virtud de dos principios básicos: el deseo de autoconservación y la piedad o compasión por sus semejantes, principios que compartirían con el resto de los animales.
Pero lo que distingue al ser humano de cualquier otra especie son los rasgos de la libertad y la perfectibilidad. La primera consiste en la capacidad para elegir lo que se quiere hacer al margen de cualquier regla natural; mientras que la segunda es la capacidad de autoperfeccionamiento que permite al ser humano transformar su vida individual o colectiva. Estas características serán las que aparten al ser humano definitivamente del estado de naturaleza haciéndole degenerar en un ser social. La creación de sociedades humanas convertirá al hombre en un ser malvado y lleno de vicios porque en esencia es un ser bueno por naturaleza o, mejor, ni bueno ni malo, ya que la moral es un producto social y no natural.
El Tránsito del Estado de Naturaleza a la Sociedad
Pero ¿qué es lo que hace que los seres humanos abandonen el estado de naturaleza y se organicen en sociedades?
Rousseau piensa que en un primer momento los hombres pudieron descubrir que su unión les proporcionaba ciertas ventajas para la defensa de sus intereses (la caza, protección frente al peligro y catástrofes naturales). La costumbre de vivir unidos hizo que se desarrollasen ciertos lazos afectivos inexistentes hasta entonces como el amor conyugal y paterno, la amistad, los celos, la comparación, las preferencias, el orgullo, etc.
En un segundo momento apareció la propiedad privada que trajo consigo la rivalidad y la inseguridad convirtiéndose en el origen de la desigualdad entre los hombres. Así el estado de naturaleza dejó paso a una especie de guerra de todos contra todos. Para evitar este estado se instituyeron gobiernos y leyes que dieron lugar a la sociedad política o Estado. Pero los estados así consolidados sólo perpetuaron la situación de desigualdad e injusticia y las leyes se convirtieron en las nuevas cadenas que impedían la libertad humana.
El Contrato Social como Solución
Frente a esta situación, ¿cuál es la propuesta de Rousseau?
El autor ginebrino propondrá reformar las sociedades de su tiempo creando un modo de organización política que permita mantener las ventajas de vivir en sociedad siendo acorde con la naturaleza humana, es decir, que preserve los derechos de libertad e igualdad de los que gozaba el hombre natural. Tendremos que encontrar, pues, un tipo de organización en la que el individuo se someta a la ley sin perder su libertad.
La solución vendrá propuesta por la instauración de un contrato social, es decir, por un acuerdo en el que cada parte contratante se someta enteramente a la voluntad general, a condición de que cada uno de los demás asociados haga lo mismo.
Pero al integrase en el cuerpo social los seres humanos deben establecer el bien común por medio del concierto de los diferentes intereses particulares y esta voluntad general se configurará a través de un pacto entre iguales, que en todo momento permanecerán así. El pacto no les someterá a ninguna instancia superior, ni tampoco supondrá una cesión de derechos y libertades (a diferencia de Hobbes). Como consecuencia del pacto social, ningún ser humano deberá obedecer a otro ser humano en el seno de la sociedad, sino a las leyes, que son sagradas por ser la expresión de la voluntad general. Con ello, por tanto, el individuo no se estará obedeciendo más que a sí mismo.
La Soberanía Popular y la Voluntad General
El soberano, pues, para Rousseau es el pueblo y la soberanía es inalienable e indivisible. Si el pueblo dejase en manos de unos representantes la capacidad de decidir por él, en ese momento perdería su libertad y el pacto social habría sido roto. Pero además la voluntad general es una, de lo contrario estaríamos hablando de voluntades particulares, y en ese sentido debe ser indivisible. Por eso, frente a Locke y Montesquieu, Rousseau rechazará la división de poderes.
Por tanto, a pesar de que el estado de naturaleza sería el más deseable para el hombre, la imposibilidad de volver a él hace que la única alternativa sea la creación de una sociedad civil en la que se pierden algunas ventajas, pero en la que a cambio se ganarían otras muchas como: la libertad civil, la libertad e igualdad moral y el derecho a la propiedad.
En conclusión, se podría decir que la apuesta de Rousseau por una sociedad alternativa basada en la voluntad general y erigida sobre la salvaguarda de la libertad y la igualdad de todos los individuos, lo convirtió en el primer defensor teórico de la democracia.
Las únicas desigualdades que existen en estado de naturaleza se deben tan sólo a condiciones físicas como la edad, la salud, la fuerza, la habilidad física, etc. que para Rousseau nunca llegan a crear grandes diferencias entre un ser y otro.
La voluntad general no puede ser confundida con la voluntad de la mayoría, porque la mayoría podría decidir aplicar leyes que afectasen a unos individuos concretos. En ese momento ya no sería una voluntad general sino la voluntad particular de un grupo defendiendo sus intereses frente a otro. Tampoco debe confundirse la voluntad general con la unanimidad, pues si fuese necesario esperar a que todos estuviesen de acuerdo en las mismas leyes para empezar a legislar tal cosa sería imposible. Ni debe ser confundida tampoco con la voluntad de todos, que es la suma de las voluntades de los individuos movidos cada uno por su interés, con lo que no se establecerá el bien común, sino la yuxtaposición de intereses particulares.