Contexto Histórico-Cultural y Filosófico
En el siglo XIX, la revolución industrial y las revoluciones liberales-burguesas se extendieron por Europa. La sociedad estamental fue sustituida por la sociedad de clases, representada por la burguesía capitalista e industrial, defensora de un liberalismo político y económico, y por el proletariado, que inició el movimiento obrero, donde destacó Marx.
Los movimientos culturales más importantes del siglo XIX fueron el romanticismo y el positivismo. El romanticismo fue un movimiento anti-ilustrado, caracterizado por la exaltación de lo pasional y el sentimiento frente al racionalismo.
El positivismo es aquella actitud que considera que la ciencia y la filosofía deben limitarse a los hechos de la experiencia, lo que impide conocer la verdadera esencia de las cosas.
En el contexto filosófico, destaca el idealismo alemán en la primera mitad del siglo XIX. Hegel fue su mayor representante, mientras que Schopenhauer, antihegeliano, ejerció una gran influencia en Nietzsche.
A principios del siglo XX, surgió el vitalismo, corriente que considera la vida como la realidad primordial a la que todo se debe subordinar.
Nietzsche fue alemán, hijo y nieto de pastor protestante. Estudió filología y desde joven fue un apasionado de la filosofía de Schopenhauer y de la música de Wagner. A los 25 años, fue catedrático de filología clásica en Basilea.
En su obra se pueden señalar tres etapas:
- Romántica: Con influencias de Schopenhauer y Wagner, e inspiración hegeliana.
- Ilustrada: Abandona la filosofía de Schopenhauer y se inspira en Voltaire y los ilustrados, adoptando una actitud positivista para criticar la metafísica.
- De madurez: Inicia una crítica a la modernidad y a la moral tradicional, donde crea “El crepúsculo de los ídolos”. Posteriormente, sufrió una parálisis cerebral por derrame y murió.
Temática: Crítica a la Cultura Occidental
El tema central de este texto es la crítica de la cultura occidental, específicamente la crítica de la filosofía.
Nietzsche critica la concepción del ser como una realidad estática, inmutable e inmóvil, así como la creencia en dos mundos: el mundo aparente (realidad sensible y cambiante) y el mundo real (mundo de las ideas). Esta separación se debe a prejuicios filosóficos contra la vida.
Ante esta crítica a la filosofía, Nietzsche extrae cuatro tesis generales que resumen su idea: las razones por las que este mundo se considera aparente son falsas e indemostrables; las características que se atribuyen al mundo de las ideas son propias del no-ser; no tiene sentido la creación de otro mundo imaginario; y la división de la realidad es síntoma de decadencia.
Tras esta crítica, el autor se da cuenta de que la cultura de Occidente ha perdido sus cimientos, los pilares que la sostenían. Esta pérdida la denomina con la metáfora “La Muerte de Dios”, que da lugar a la postura nihilista, en la que el hombre está solo y perdido, lo que Nietzsche llama el “Último hombre”. Por otro lado, Nietzsche adopta una posición creadora que intenta recomponer y recuperar lo olvidado, creando un hombre nuevo y renovado, lo que denomina un “Superhombre”, que dice sí a la vida, es autónomo, libre y creador de nuevos valores.
Justificación: Crítica a la Filosofía, Religión y Moral
Nietzsche, en su crítica a la cultura occidental, critica la filosofía, la religión y la moral.
La expresión simbólica de la vida se desarrolla a partir de dos fuerzas estéticas que se combaten pero que se necesitan: lo apolíneo y lo dionisíaco.
- Espíritu Dionisíaco: (vida, embriaguez, pasión…) Representa los valores de la vida, de la desmesura, la anulación de la conciencia personal.
- Espíritu Apolíneo: (orden, rectitud, razón…) Representa los valores de la razón, la medida, el equilibrio y la individualidad.
La lucha entre ambos representa el juego trágico en que consiste el mundo: vida y muerte, nacimiento y decadencia…
En la crítica de la religión, el cristianismo es una continuación del platonismo. Nietzsche defiende el ateísmo, argumentando que el hombre necesitó a Dios en el pasado, pero llega un momento en el que ya no lo necesita y lo «mata». El hombre es responsable de su destino y cree en sus propios valores.
En la crítica de la moral, se dirige a la moral cristiana, que ve como una moral decadente, fruto del resentimiento, distinguiendo entre la moral de señores, que es la moral activa, originaria. El señor se ve como creador de sus valores, desprecia la aprobación de los demás y busca su voluntad de poder por encima de todo (vitalismo), y la moral de esclavos, que es pasiva, débil y cobarde, siente resentimiento hacia el poderoso y proclama los valores que le hacen la vida más soportable (nihilismo). Esta moral tiene unas categorías fundamentales:
- El resentimiento: Transvaloración entre lo “bueno” y lo “malo”, inventa la religión. El cristianismo es la religión del resentimiento, del odio, de la venganza contra los fuertes y triunfadores, los que serán castigados por Dios.
- La mala conciencia: El hombre impotente, al no poder desahogar sus instintos, los vuelve contra sí. El hombre de resentimiento es el creador de la “mala conciencia”, cuya venganza es la justicia.
- El ideal ascético: El hombre lucha contra sí mismo, inventa otro mundo para dar sentido a éste. El ideal ascético hizo triunfar las virtudes negativas.
La moral de señores y la moral de esclavos, los valores que las caracterizaban han cambiado. Esta es la primera transvaloración, de esta manera la moral de esclavos triunfa sobre la de los señores, pasando del vitalismo al nihilismo. Para que se produzca esta transvaloración se necesita la mentira, como Nietzsche refleja en su obra Aforismo 14, pasar de la sumisión a obediencia a Dios, de impotencia a bondad, es “como si el débil fuese débil por voluntad”.