Metafísica y Realidad: De Platón a la Filosofía Analítica

Comparativa: El Mito de la Caverna y Matrix

Para ilustrar la problemática de la realidad y la percepción, podemos comparar el mito de la caverna de Platón con la película Matrix:

Mito de la Caverna (Platón)Matrix
Los esclavos están encadenados y no pueden salir de la caverna.Los humanos se encuentran dormidos y enchufados a una simulación, son prisioneros.
Su vida transcurre dentro de una caverna, es lo único que conocen.Viven en la Matrix (un mundo más complejo que la caverna), pero sigue siendo una prisión de la que no pueden salir.
Viven una realidad falsa generada por las sombras artificiales.Viven en la Matrix, una realidad falsa creada por máquinas.
Los prisioneros creen que las sombras son la única realidad y la aceptan como tal.Los humanos aceptan como una única realidad lo que viven en la Matrix.
Un esclavo es obligado a salir de la caverna.Neo es liberado por Morfeo de la Matrix.
El esclavo liberado entiende que la cueva es una ficción.Neo se da cuenta de que Matrix es una ficción.
Al principio está confundido por la doble realidad.No quiere aceptar que lo que Morfeo le enseña es real.
Tiene dificultades para adaptarse a la verdadera realidad.Le cuesta adaptarse a lo que hay fuera de la Matrix.
Le obligan a entrar otra vez a la caverna y siente que tiene que liberar a sus compañeros.Se siente obligado a ayudar a Morfeo a liberar a la humanidad de las máquinas.

1. La Pregunta por el Ser

Los primeros pensadores se preguntaron por el «ser de las cosas». La metafísica nace como una reflexión sobre el ser, es decir, sobre la realidad del mundo. Parménides se preocupa no solo por el origen del ser, sino también por cómo es posible llegar a conocerlo. Se inicia así la especulación metafísica que lleva a la conclusión de que para conocer el «ser», no puede darse el cambio. Lo que es, no puede dejar de ser y lo que no es, no puede comenzar a serlo.

La consecuencia inmediata del planteamiento de Parménides es la distinción entre dos ámbitos del ser:

  • El primero tiene carácter de verdad.
  • El segundo no puede ser objeto de investigación ni de verdad, puesto que el cambio lo hace engañoso.

Con Platón, quedará constituida la metafísica. Distingue entre dos mundos (el de las Ideas y el de las cosas sensibles), separando así el mundo de la física del de la metafísica.

2. Aristóteles y la Consolidación de la Metafísica

Con Aristóteles se establece la base de lo que será entendido por metafísica en la filosofía. La metafísica aristotélica se presentará como una ciencia que, por un lado, es ontología (estudio del ser) y, por otro, teología (estudia la causa eficiente del funcionamiento del cosmos).

La pregunta por el «ser» de las cosas partirá de la experiencia y de las categorías que explican cómo son esas cosas. Para contestar a esa cuestión, Aristóteles distingue dos formas fundamentales de ser:

  • Ser en acto: Lo que una cosa es actualmente.
  • Ser en potencia: Lo que un objeto puede llegar a ser.

De esta forma, se explica la existencia del cambio en la naturaleza, pues todo cambio es el paso de la potencia al acto. Además, para Aristóteles existirán otras formas de ser: los conceptos de sustancia y accidente. Los accidentes son las cualidades de las cosas (colores, tamaño, etc.), mientras que la sustancia es el objeto particular en sí mismo. También podemos hablar de la sustancia como la esencia o forma de una cosa, por lo que ésta solo puede existir en un ente material.

El problema principal es cómo podemos llegar a saber qué es el ser en sí mismo. Para unos autores, el «ser» se puede captar por medio de los sentidos; sin embargo, para otros, solo se puede captar el «ser» a través del pensamiento.

De aquí nace una doble forma de entender la metafísica:

  • Metafísica espiritualista: Explica la realidad a partir del pensamiento.
  • Metafísica materialista: Para explicar la realidad, tiene en cuenta los datos de los sentidos.

3. La Concepción Platónica

Parménides había establecido que todo discurso sobre el mundo físico sería un discurso falso, producto del engaño de los sentidos. Platón sigue este camino y afirma que el ser debe tener características de permanencia y perfección (no puede cambiar), algo que no se encuentra en el mundo de los seres materiales, que nacen y mueren. Por lo tanto, los objetos materiales son cosas que carecen de verdadera realidad. Así, debe haber algo que sea permanente y que constituya el fundamento de lo cambiante.

De este planteamiento, Platón extrae su concepción de dos mundos separados:

  • El mundo de las Ideas o mundo inteligible.
  • El mundo sensible.

El mundo de las Ideas hay que entenderlo como algo que la mente contempla y que no se encuentra ni en el tiempo ni en el espacio, que es el lugar que ocupan las cosas materiales. Las Ideas son la causa del mundo porque permiten entenderlo y conocerlo, dando los principios explicativos de todo cuanto sucede. Platón presenta las Ideas como el modelo según el cual están hechas las cosas sensibles.

La dualidad de mundos planteada por Platón exige también una dualidad en los seres humanos, que les permita acceder a ambos mundos. El hombre es un compuesto de alma y cuerpo. El alma está en contacto con el mundo inteligible, y el cuerpo, con el mundo sensible. La metafísica platónica implica que todo conocimiento y la razón de ser del mundo están en una realidad distinta. Por su constitución eterna, inmaterial y universal, el mundo verdadero y real no es el mundo físico, sino un mundo que lo trasciende, es decir, que va más allá de lo material.

4. La Concepción Racionalista

A partir del siglo XVII, la cuestión metafísica se plantea al preguntarse sobre cómo tiene que ser el mundo para que sea comprensible. Pesará en esta cuestión tanto el desarrollo de la ciencia experimental como la validez de las matemáticas para entender los procesos físicos. En el racionalismo, se parte del supuesto de que aquello que nuestro pensamiento establece como verdad debe darse en la realidad.

Para poder afirmar esto, hay que analizar las ideas que se corresponden con realidades concretas y no aquellas que son producto de la imaginación. Además, se considera que entre las ideas debe haber principios indemostrables y verdaderos: las ideas innatas. La metafísica racionalista analiza el concepto de sustancia (aquello que existe por sí mismo). Destacan autores como Descartes, Leibniz y Spinoza:

  • Descartes: Admite la existencia de tres sustancias (Dios, alma y materia). Dios es la sustancia que hace posible la existencia de las otras dos.
  • Leibniz: Entiende la sustancia como una mónada, un elemento simple que se agrega a otros similares, dando forma a un cuerpo. Se puede entender de forma similar a un átomo.
  • Spinoza: Afirma que existe una única sustancia (Dios o la naturaleza), de la que solo conocemos dos atributos: el pensamiento (alma) y la extensión (cuerpo o materia).

Lo que percibimos del mundo son cualidades que componen cada objeto. Algunas van unidas a la idea del objeto, por lo que se podría sostener que son cualidades que pertenecen a las cosas en sí mismas. El pensamiento, la extensión y la infinitud son las tres sustancias con las que los racionalistas entienden toda la realidad. La sustancia infinita es Dios, la sustancia pensante es el alma y la sustancia extensa es la materia. El fundamento último de la realidad es el espíritu divino que la crea y la ordena.

Ocurre algo similar a las matemáticas: establecidos los principios axiomáticos, se deducen de ellos las consecuencias. La sustancia infinita se puede entender como un «axioma» a partir del cual se puede conocer y explicar la realidad. La metafísica se convierte en algo necesario para entender el mundo físico. Las ciencias particulares son concebidas como ramas del «árbol del conocimiento», en el que las raíces son la metafísica, el tronco la filosofía y las ramas, cada una de las ciencias particulares.

5. La Concepción Idealista

El idealismo tiene como fundamento principal la consideración de que toda la realidad consiste en las ideas de nuestra mente. Este planteamiento toma diversas formas dependiendo de lo que se entienda por «ideas» y de cómo sea la relación entre el sujeto y la realidad. El «ser» es dependiente de la percepción: solamente las cosas que percibo son reales.

A partir de este planteamiento, cambia la relación del sujeto («yo») con el mundo, ya que lo que percibimos son representaciones de las cosas y no las cosas por sí mismas. Esto es lo que defenderá Immanuel Kant. Para él, nuestro conocimiento se limita a las representaciones de las cosas (fenómenos) y éstas se construyen mediante las ideas «a priori» que posee la razón. Estas ideas «a priori» no proceden de la experiencia. Por lo tanto, es imposible conocer lo que sean los objetos «por sí mismos».

Desde esta perspectiva, el mundo se convierte en una realidad construida por el sujeto a partir de los datos de la experiencia. No obstante, es necesario suponer que también existe «la cosa en sí» (noúmeno), aunque no podamos decir nada sobre ella. Kant acepta el uso de la razón dentro de los límites y posibilidades que posee el ser humano en su relación con el mundo.

La conciencia de que no podemos acceder a la realidad fuera de los límites de la razón llevó a filósofos posteriores, como Hegel, a establecer otra propuesta de metafísica idealista. Para Hegel, lo real es lo que denomina como «idea absoluta», un conocimiento que extrae el pensamiento de sí mismo. Hegel identifica al «ser» con el acto de pensar, haciendo que cada espíritu finito (en cada sujeto individual) participe de un Espíritu Absoluto que da fundamento a toda la realidad.

Por otra parte, Husserl tratará de captar la «esencia» de lo real, que se realiza en una especie de «yo trascendental» descubriéndose a sí mismo. Los modelos espiritualistas mantienen una dualidad entre un mundo pensado y un mundo sentido, con cierto fondo religioso y tendencia a dar un valor absoluto a la razón.

6. La Crítica Empirista

El pensamiento empírico abarca desde la antigüedad griega hasta nuestros días. No obstante, hay una época clásica dentro de este movimiento filosófico, durante los siglos XVII y XVIII, con figuras como John Locke y David Hume. La tesis fundamental del empirismo entiende que el proceso del conocimiento se produce en nuestra mente. Ésta es similar a una hoja de papel en blanco en la que no hay nada escrito hasta que aparece el primer dato que nos llega a través de los sentidos.

La relación de los empiristas con la metafísica es compleja, ya que consideran que los problemas de los que trata están basados en algo de lo que no se puede tener una impresión empírica, como es la razón. Locke ignora las cuestiones metafísicas, aunque admite la existencia de una «sustancia material» que no será posible conocer. Hume es más radical. Considera que la metafísica es un saber que mezcla conocimientos y supersticiones. Para Hume, los conceptos fundamentales de la metafísica (Dios, alma y sustancia) no tienen sentido, dado que no podemos afirmar nada acerca de ellos al no ser posible tener una percepción directa. Estos conceptos metafísicos pueden ser considerados como ideas de nuestra imaginación.

Desde su punto de vista, la realidad es una colección de impresiones e ideas. Afirma la existencia de un conocimiento verdadero. Sin embargo, esas impresiones nos llevan a pensar en su existencia, cuando esto no es más que una creencia que formamos por costumbre o hábito. Esto es el punto de partida de la crítica de la idea de causalidad, fundamental dentro de la tradición metafísica. La naturaleza no está compuesta por procesos causales que permitan conocer las reglas de su funcionamiento. Los empiristas nos sitúan en un mundo en el que solamente existen percepciones y las ideas que de ellas nos construimos. Este es el eje central del pensamiento empirista más radical, que lleva a negar toda posibilidad de metafísica.

7. La Crítica Positivista y Analítica

A partir del siglo XX, la reflexión acerca de la naturaleza de las ciencias lleva a investigar el valor del significado de los enunciados con los que expresamos el conocimiento científico. Para poder afirmar que un enunciado es verdadero, debemos disponer de criterios que señalen su verdad o falsedad. En ciencias como la Física, este criterio no es difícil de establecer. En las ciencias que no se refieren a hechos concretos, el criterio de verdad puede ser formal. Pero si queremos referirnos a una realidad empírica, no habrá forma de encontrar un criterio de verdad.

En esta situación se encuentra la metafísica, ya que pretende dar fundamentos científicos cuando su estudio se refiere a entidades inobservables. Para los positivistas lógicos, se pueden encontrar dos tipos de proposiciones:

  • Enunciados analíticos: Para ser verificados, deben ser correctos (matemáticas y lógica).
  • Proposiciones empíricas: Pueden ser verificadas si están de acuerdo con lo que sucede en la realidad.

El análisis de la metafísica lleva a la conclusión de que sus enunciados no son ni analíticos ni empíricos; es decir, su contenido no puede ser verificado. En esta línea, la filosofía analítica también muestra desconfianza y escepticismo hacia la metafísica. El autor analítico Strawson realiza una propuesta que abarca dos direcciones:

  • Metafísica descriptiva: Analiza la estructura de nuestro pensamiento acerca del mundo.
  • Metafísica revisionista: Su tarea es depurar el lenguaje hasta mejorar la descripción de la estructura del pensamiento.

A pesar de las distintas críticas a la metafísica, se mantiene su existencia como un saber propio de los seres humanos.

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