Vida y Obra de Friedrich Nietzsche
Friedrich Nietzsche (1844-1900), nacido en Röcken, cerca de Leipzig (Prusia), fue un influyente filósofo, poeta, músico y filólogo clásico. De ascendencia polaca por parte de padre y alemana por parte de madre, recibió una sólida formación humanística en la prestigiosa escuela de Pforta, en Turingia. Desde joven, mostró un gran interés por la música, aunque también comenzaron a manifestarse sus problemas de salud, principalmente dolores de cabeza.
En 1864, inició sus estudios de filología clásica en Bonn, continuando al año siguiente en Leipzig, donde descubrió la filosofía de Schopenhauer, que tendría una gran influencia en su pensamiento temprano. En 1869, fue nombrado catedrático extraordinario de filología clásica en la Universidad de Basilea, aunque su interés ya se centraba en la filosofía. Durante esta época, entabló una profunda amistad con el compositor Richard Wagner, quien en ese entonces era un espíritu rebelde y revolucionario, y un seguidor de Schopenhauer.
En 1872, publicó El nacimiento de la tragedia, una de sus obras más emblemáticas. Sin embargo, en 1878, su amistad con Wagner se rompió, y al año siguiente, sus problemas de salud lo obligaron a abandonar su cátedra en Basilea. A los treinta y cinco años, comenzó una vida errante, viajando constantemente, especialmente por el Mediterráneo y los Alpes suizos, atormentado por dolores de cabeza, problemas de visión y vómitos.
En 1881, a orillas de un lago en la Alta Engadina (Suiza), experimentó la inspiración del «eterno retorno», la idea central de su obra Así habló Zaratustra. En 1882, conoció a Lou Andreas-Salomé, quien rechazó su propuesta de matrimonio, pero que le inspiró un renovado deseo de vivir. En 1889, sufrió un colapso en una plaza de Turín, lo que llevó a su internamiento en una clínica psiquiátrica. A partir de entonces, perdió definitivamente la razón y quedó al cuidado de su madre y su hermana, hasta su muerte en 1900.
La primera edición de sus Obras completas apareció entre 1901 y 1913. Sin embargo, la hermana de Nietzsche falsificó numerosas partes, especialmente de las cartas. A partir de 1954, gracias a K. Schlechta, se inició una revisión crítica de las obras de Nietzsche.
Evolución del Pensamiento de Nietzsche: Los Cuatro Períodos
Se pueden distinguir cuatro períodos en el pensamiento de Nietzsche, que él mismo denominó según los momentos del día:
- Período romántico (Filosofía de la noche): Influenciado por los presocráticos (especialmente Heráclito), Schopenhauer y Wagner. Su obra principal es El nacimiento de la tragedia en el espíritu de la música (1871). Nietzsche considera el arte como medio para penetrar en la realidad. Dionisio y el artista trágico son figuras clave.
- Período positivista o ilustrado (Filosofía de la mañana): Ruptura con Wagner y Schopenhauer. Inspiración en Voltaire y los ilustrados franceses. Adopta una postura «científica» para condenar la metafísica, la religión y el arte. La figura central es el hombre libre. Obras destacadas: Humano, demasiado humano (1878), Aurora (1881) y La gaya ciencia (1882).
- El mensaje de Zaratustra (Filosofía del mediodía): Nietzsche alcanza su máxima altura. Escribe Así habló Zaratustra. Un libro para todos y para nadie (1883-1884). Zaratustra y el superhombre son las figuras centrales.
- Período crítico (Filosofía del atardecer): Ataque directo a la cultura occidental: religión, filosofía y moral tradicionales. Enlaza con el segundo período, pero con mayor violencia y pasión. La figura es el filósofo «a martillazos». Obras principales: Más allá del bien y del mal (1886), La genealogía de la moral (1887), Crepúsculo de los ídolos (1889), El Anticristo (1888, publicada en 1894) y Ecce Homo (1888, publicada en 1908). También escribió numerosos aforismos y fragmentos, publicados bajo el título La voluntad de poder (1901, edición aumentada en 1908).
El Proyecto Filosófico de Nietzsche: Una Misión Personal
Nietzsche concibe su filosofía como una tarea y un «mensaje» personal. Su autobiografía filosófica, Ecce Homo, comienza con una declaración de intenciones: «Como dentro de poco tendré que dirigirme a la humanidad presentándole la más grave exigencia que jamás se ha hecho, me parece indispensable decir quién soy yo. […] Tengo el deber de decir: ¡Escuchadme!, pues yo soy tal y tal. ¡Sobre todo, no me confundáis con otros!«. Su tarea principal es «derribar ídolos», es decir, los ideales tradicionales.
Nietzsche, un hombre enfermo, busca su propia salud y ve en ello el símbolo de su misión: sanar una civilización enferma y decadente. Su filosofía es una crítica apasionada a la civilización occidental y un mensaje optimista para el futuro. Es una filosofía que dice no y sí al mismo tiempo: «Yo contradigo como jamás se ha contradicho y, a pesar de ello, soy la antítesis de un espíritu que dice no. Yo soy un alegre mensajero como no ha habido ningún otro. […] Negar y aniquilar son condiciones del decir sí«.
Así habló Zaratustra, su obra más representativa, es subtitulada «Un libro para todos y para nadie», reflejando la ambigüedad de su pensamiento. Su estilo aforístico y poético, aunque fascinante, dificulta la interpretación. Sus términos fundamentales escapan a definiciones precisas, admitiendo significados contrapuestos. No hay razonamientos deductivos, sino intuiciones y afirmaciones sorprendentes. La contradicción y el uso de símbolos impiden una interpretación unívoca. Su agresividad facilita la mala interpretación.
Lo Dionisíaco y lo Apolíneo: La Esencia de la Tragedia Griega
En El nacimiento de la tragedia, Nietzsche explora la tragedia griega como resultado de la fusión de dos elementos contrapuestos del espíritu griego: lo dionisíaco y lo apolíneo, representados por los dioses Dioniso y Apolo, respectivamente.
- Dioniso: Dios del vino, la embriaguez y la vegetación. Sus cultos consistían en orgías místicas que permitían la unión con el dios.
- Apolo: Dios del sol, la luz y la claridad.
Inspirándose en Schopenhauer, Nietzsche establece la siguiente contraposición:
Dioniso | Apolo |
---|---|
Cosa-en-sí | Apariencia, fenómeno |
El Uno primordial, impersonal | Principio de individuación |
Voluntad irracional | Razón |
Noche, oscuridad | Día, luminosidad |
Dolor cósmico | Alegría solar |
Embriaguez | Ensueño |
Música, danza (en la tragedia) | Palabra (en la tragedia) |
Coro (pueblo) (en la tragedia) | Personajes (aristócratas) (en la tragedia) |
Según Nietzsche, la tragedia griega surgió del coro trágico, esencialmente dionisíaco. Sin embargo, en la tragedia clásica se añade el elemento apolíneo: imágenes y personajes. Lo esencial sigue siendo el fondo dionisíaco, que permite al espectador romper su individualidad y fundirse con los demás, descubriendo la unidad de todas las cosas. Esto proporcionaba al griego un «consuelo metafísico» que le salvaba de la negación de la voluntad y le permitía reconocer la vida como poderosa y placentera.
El héroe trágico es Dioniso, oculto tras las figuras de la escena. La tragedia griega pereció cuando Eurípides trivializó los personajes y quitó importancia al coro, eliminando el elemento dionisíaco. Con él, desapareció también Apolo, siendo reemplazado por Sócrates, el «gran corruptor». Sócrates impone el «individuo teórico» sobre el «individuo trágico», el optimismo de la ciencia y el diálogo platónico sobre la tragedia griega. El saber se convierte en «medicina universal», y el error, en el supremo mal.
Nietzsche ve una «lucha eterna entre la consideración teórica y la consideración trágica del mundo». La filosofía alemana (Schopenhauer) y la música alemana (Wagner) permiten el retorno de lo trágico-dionisíaco. Al alejarse de Schopenhauer y romper con Wagner, Nietzsche sustituye a Dioniso por Zaratustra, quien representa la superación de la moral, el estar «más allá del bien y del mal».
Zaratustra (Zoroastro), reformador de la religión iraní, es despojado de la metafísica de Schopenhauer en la obra de Nietzsche. Sus enemigos son Sócrates, Platón y el cristianismo. La fórmula final de Ecce Homo resume esta oposición: «¿Se me ha comprendido? Dioniso contra el Crucificado». Zaratustra es, en última instancia, el propio Nietzsche.
El Mensaje de Zaratustra: Cuatro Conceptos Clave
Así habló Zaratustra se divide en un prólogo y cuatro partes. El prólogo presenta la antítesis del superhombre y el «último hombre». La primera parte desarrolla el tema del superhombre y la «muerte de Dios». La segunda se centra en la «voluntad de poder». La tercera expone la idea del «eterno retorno». La cuarta parte no añade mucho contenido nuevo. La obra, llena de alegorías y con un estilo literario brillante, es de difícil interpretación, con continuas alusiones a la Biblia.
1. La Voluntad de Poder
El mundo, el ser humano y la vida son «voluntad de poder» (Wille zur Macht). Nietzsche no la define explícitamente, pero se refiere a ella constantemente. La vida se sustenta en la voluntad de poder, que es la voluntad de ser más, superarse y demostrar una fuerza creciente. Es también voluntad creadora de valores (y aniquiladora de los anteriores). En los fragmentos póstumos, esta voluntad tiene una dimensión cósmica: «El mundo es un mar de fuerzas tempestuosas que se agitan y transforman desde toda la eternidad y vuelven eternamente sobre sí mismas en un enorme retorno de los años. – Este mundo es la voluntad de poder; y nada más que eso. ¡Sed vosotros también esa voluntad de poder – y nada más que eso!«. La «cosmología» de Nietzsche es vitalista, opuesta a la mecanicista.
2. El Eterno Retorno
Este tema, tomado de la mitología y los presocráticos, tiene en Nietzsche un sentido cosmológico: no hay más mundo que éste, negando el «transmundo» platónico y el «otro mundo» cristiano. Hay que permanecer «fieles a la tierra». El eterno retorno adquiere un sentido axiológico: es la suprema fórmula de la fidelidad a la tierra, del «sí» a la vida y al mundo. El eterno girar simboliza que este mundo es el único y que todo es bueno y justificable. Un mundo que da vueltas sobre sí mismo es la imagen de un juego cósmico, de aceptación de la existencia y del deseo de que todo sea eterno: «el amor fati [amor al destino]: el no querer que nada sea distinto, ni en el pasado, ni en el futuro, ni por toda la eternidad».
3. La Inversión de los Valores
Esta expresión (Umwertung der Werte), más precisamente, transvaloración de los valores, es otra forma de decir «sí» a la vida. Hasta ahora, la humanidad ha valorado lo que se opone a la vida. Hay que invertir los valores, valorar y afirmar de nuevo la vida. Nietzsche se llama a sí mismo «inmoralista» y afirma que hay que recuperar la inocencia primitiva y estar «más allá del bien y del mal».
4. El Superhombre
El superhombre que anuncia Zaratustra es el nuevo ser humano, un tipo moral. Nietzsche no es racista ni piensa en la evolución biológica. En el prólogo del Zaratustra, lo contrapone al «último ser humano», el más despreciable. El anuncio de Zaratustra provoca la burla de la multitud, que pide ese «último hombre».
Nietzsche no explica cómo aparecerá el superhombre. Quizá lo traerá el eterno retorno, y es el «hombre primero», el inocente ser humano primitivo. Lo presenta como el fruto de «tres transformaciones»: «el espíritu se convierte en camello, el camello en león, y el león, por fin, en niño». El camello carga con el peso del «¡Tú debes!». El león conquista su libertad y dice: «Yo quiero». Pero el león no crea nuevos valores. Para eso, el espíritu se transforma en niño: «Inocencia es el niño, y olvido, un nuevo comienzo, un juego, una rueda que se mueve por sí misma, un primer movimiento, un santo decir sí«.
El superhombre posee la inocencia de un niño, está más allá del bien y del mal, es el «primer ser humano», crea valores, vive fiel a la tierra… Es la encarnación de todo el mensaje de Nietzsche. No es un personaje terrible: es un niño. Nietzsche cita a Heráclito: «El tiempo es un niño que mueve las piezas del juego: ¡gobierno de un niño!».
La condición para la aparición del superhombre es la muerte de Dios: «Dios ha muerto, hagamos que viva el superhombre». El tema aparece en Lutero y Hegel, pero con un significado transitorio. En Feuerbach es la formulación del ateísmo. En Nietzsche implica la desaparición de Dios, que representa la antítesis de la vida y la negación de la «inocencia» del ser humano: «¡El concepto ‘Dios’, inventado como concepto antitético de la vida; en ese concepto, concentrado, en horrorosa unidad, todo lo nocivo, envenenado, difamador, la entera hostilidad a muerte contra la vida!». La «muerte de Dios» y la destrucción del «cristianismo» son la condición negativa de la aparición del superhombre.
Crítica a la Civilización Occidental: Nihilismo y Genealogía de la Moral
Esta crítica, la parte de la filosofía de Nietzsche que dice «no», llena las obras de su segundo y cuarto períodos, mostrando las mismas constantes:
- Método: El análisis psicológico, que denuncia los «instintos» que animan las manifestaciones culturales. Nietzsche desarrolla un olfato para quitar la «máscara» a lo «decadente». Este método se convierte en genealogía de los valores en La genealogía de la moral, donde investiga las condiciones y circunstancias del surgimiento y desarrollo de los valores morales.
- Diagnóstico: Todo procede de un instinto único, la voluntad de la nada, el odio o temor a la vida. La cultura occidental está sumida en el nihilismo, en su autodestrucción.
- Enemigo: La crítica de Nietzsche se dirige a todos los aspectos de la cultura occidental: ciencia, arte, religión, filosofía, moral, lo alemán, el socialismo, etc. Pero todo se resume en una palabra: «cristianismo».
El Diagnóstico: El Nihilismo Activo y Pasivo
«Lo que cuento es la historia de los dos próximos siglos. Lo que sucederá, que no podrá suceder de otra manera: la llegada del nihilismo». Nietzsche emplea el término «nihilismo» en dos sentidos:
- Nihilismo como signo del creciente poder del espíritu: el nihilismo activo.
- Nihilismo como decadencia y retroceso del poder del espíritu: el nihilismo pasivo.
El nihilismo se define en función de la voluntad de poder. Cuando esa voluntad disminuye, da lugar al nihilismo pasivo. El diagnóstico de Nietzsche es que este tipo de nihilismo está a punto de llegar. Los valores de la cultura occidental son falsos, la negación de la vida, y proceden de una «voluntad de la nada». Cuando esos valores se derrumben, llegará necesariamente este nihilismo. La civilización occidental se quedará sin valores, se perderá el «sentido de la existencia», toda meta, todo «para qué»… Tal estado se anuncia en la «decadencia» general. Será el tiempo de «el último ser humano».
Contra este nihilismo pasivo, Nietzsche reacciona con el nihilismo activo. Es una «potencia violenta de destrucción», que procede de un creciente poder del espíritu. Los valores vigentes ya no tienen validez. Es «activo» porque los valores no se derrumban por sí solos, sino que son destruidos por la «voluntad de poder» (que dice «no»). Es la condición para que la voluntad de poder cree valores nuevos (el «sí» del superhombre a la vida). La crítica de Nietzsche a la cultura occidental es manifestación de este nihilismo activo, que intenta adelantarse al nihilismo pasivo y crear una civilización nueva.
«Nihilismo» (del latín nihil: nada) se emplea para descalificar doctrinas que niegan valores importantes. También se llamó «nihilismo» al sentimiento de «desesperanza» en Rusia en el siglo XIX, tras el fracaso de las reformas de Alejandro II. Los nihilistas intentaban romper con la tradición y fundar la sociedad sobre bases científicas. Pasaron a la acción política, siendo confundidos con los anarquistas.
La Crítica a la Filosofía: De Sócrates al Perspectivismo
La filosofía occidental ha quedado corrompida, según Nietzsche, desde Sócrates y Platón:
- Sócrates hizo triunfar la razón contra la vida, Apolo sobre Dioniso.
- Platón creó otro mundo, desvalorizando éste (ilusión del «mundo verdadero») e «inventó el espíritu puro y el bien en sí».
Para Nietzsche, «en el filósofo nada, absolutamente nada es impersonal», y toda verdad filosófica revela un instinto, un temor o un deseo inconfesados. Detrás del «idealismo» de Sócrates y Platón (y de toda la metafísica occidental) se esconde el espíritu de decadencia, el odio a la vida y al mundo, el temor a los instintos.
Nietzsche ataca los principales conceptos metafísicos como engaños gramaticales o del lenguaje. El peor es el concepto de «ser»: «Heráclito siempre tendrá razón al sostener que el ser es una ficción vacía». Rechaza los conceptos de «yo» (Descartes), «cosa en sí» (Kant), substancia, causa (no hay causas ni efectos, sino sucesos), finalidad (la necesidad ciega y el azar gobiernan el mundo), etc. Estos conceptos proceden de una desestimación de los sentidos y una sobreestimación de la razón. Nietzsche afirma que hay que aceptar el testimonio de los sentidos: lo real es el devenir (Heráclito), el fenómeno, la apariencia; «detrás» no hay nada. Defiende un fenomenismo: el fenómeno es todo lo que hay. El error de la metafísica es haber admitido un «mundo verdadero» frente a un «mundo aparente», cuando sólo este último es real.
La historia de la filosofía es la historia de la liberación del fantasma del «mundo verdadero», del «transmundo».
Nietzsche modifica el concepto de verdad. No hay «verdades en sí», ni «cosas en sí», ni «hechos en sí», sino «perspectivas». «No hay hechos, sino interpretaciones». Conocer es interpretar los hechos, susceptibles de múltiples interpretaciones. No hay hechos «en sí». La pregunta: ¿Qué es esto?, es la pregunta: ¿Qué es esto para mí? La perspectiva es una valoración (hecha por la voluntad de poder): «El espíritu humano no puede hacer otra cosa que verse a sí mismo en sus propias perspectivas. Nos es imposible salirnos de nuestro ángulo visual. El mundo se ha vuelto por segunda vez infinito para nosotros, ya que no podemos refutar la posibilidad de que sea susceptible de interpretaciones infinitas». Nietzsche defiende un perspectivismo. También se podría llamar pragmatismo, ya que una verdad es «verdadera» por su valor pragmático. La «voluntad de verdad» es «voluntad de poder»: es verdad lo que aumenta el poder, lo que sirve a la vida.
Las críticas a la religión (cristianismo) y a la ciencia no añaden nada nuevo. El cristianismo es «platonismo para el pueblo» y adolece de los mismos defectos. Nietzsche ataca a la ciencia mecanicista y positivista: no todo es materia y movimiento mecánico; hay «fuerzas» (vitalismo dionisíaco); el universo no está sometido a leyes deterministas, es un caos de fuerzas.
La Crítica a la Moral: Genealogía de los Conceptos «Bueno» y «Malo»
En La genealogía de la moral, Nietzsche critica la moral vigente a partir del estudio del origen de los prejuicios morales. Emplea el método genealógico, una investigación etimológica e histórica de la evolución de los conceptos morales. La obra se divide en tres tratados. El primero, «Bueno y malvado, bueno y malo», es el más relevante.
Nietzsche afirma que su investigación filológica le condujo al siguiente resultado: en todas las lenguas, «bueno» (alemán, gut) significó primitivamente «lo noble y aristocrático», lo «anímicamente de índole elevada», lo «anímicamente privilegiado». Se contraponía a «malo» (schlecht) en el sentido no moral de «simple, vulgar, plebeyo» (simple en alemán: schlicht). Estas denominaciones «bueno-malo» fueron creadas por los nobles y poderosos.
Más tarde surge otra contraposición: la de «bueno» (gut) y «malvado» (böse), ya de carácter moral. Esta nueva contraposición desplaza a la anterior. El origen histórico de tal desplazamiento es el siguiente: los que eran considerados «malos» (plebeyos) se rebelan, se llaman a sí mismos «buenos» y denominan a los nobles como «malvados» (böse). Los nobles pasan a ser «malvados», y los «buenos» son ahora los que antes eran denominados «malos» (plebeyos).
Esta transmutación fue realizada por los judíos y continuada por los cristianos, y es el resultado de la «rebelión de los esclavos»: es producto de una «actitud reactiva», del resentimiento. El resentimiento creó los valores morales de Occidente y es el responsable de una civilización enemiga de la vida y de un ser humano «incurablemente mediocre». Es el causante del nihilismo. Nietzsche espera que se pueda vivir «más allá del bien y del mal [lo malvado]», se recobre la inocencia primitiva y aparezca el superhombre.