Heidegger, la Metafísica y la Recuperación de la Mirada Contemplativa
Para Heidegger, el representar científico se dirige siempre al ente, mientras que la metafísica mira al ser del ente, que no es de ningún modo un ente. Es preciso, pues, recuperar una mirada contemplativa —desinteresada— de la realidad en tanto que es, si queremos disponernos ulteriormente para esa «filosofía primera» (πρώτη φιλοσοφία, prôtê philosophia) que es la metafísica.
La admiración rompe este círculo de la necesidad y nos dispone para la inteligencia de lo real. En cambio, quien se ve a sí mismo como sujeto de necesidades, y la realidad como útil de consumo para satisfacer necesidades, es incapaz de vida teórica o contemplativa, y desconoce la verdadera faz de la realidad, así como su verdad más íntima como yo inteligente y libre en el mundo.
El saber contemplativo del ser tiene finalidad: se ordena al bien de la persona humana, y ese bien, en definitiva, es la plenitud del amor, que es el fin del hombre. Eso es lo que la filosofía —la persona humana cuando filosofa— pretende saber, y saberlo bien, para poder lograrlo. Para esto «sirve» la filosofía.
Parménides y el Poema Sobre la Naturaleza
Parménides escribe, como otros primeros pensadores griegos, un tratado Sobre la naturaleza. La Verdad que enseña la divinidad es que todo es. Y todo es, porque todo lo llena el ser como elemento de todos los seres.1 Para esclarecer el sentido y alcance de un pensamiento que constituye el acta fundacional de la metafísica, nada mejor que ponernos en camino, disponiendo el ánimo para la más alta revelación, para la Verdad suprema del Ser.
Un comienzo que se presenta como una alternativa radical. Sólo son pensables o el camino del «“es”…» o el camino del «“no es”…». Aquí reside la decisión suprema. «es y no es posible que no sea», «no es y es necesario el no ser». o «es y no es (posible) el no ser», «no es y es necesario el no ser». Como se trata del comienzo del conocer, ambos caminos son excluyentes. O se comienza por el es o por el no es; o por el ser y su necesidad o por el no ser y su necesidad.
La única dificultad de esta lectura es de orden filológico, pues habría un injustificado cambio de construcción sintáctica: en efecto, para el primer camino, estaríamos tomando el como verbo de una proposición subjetiva, y para el segundo, como sujeto.
Atributos del Ser en Parménides
El ser va más allá de la física, es uno, único, infinito, indivisible, inviolable, indefinido, imperecedero, ingénito, necesario.
Física de Parménides
Puede haber zonas de fuego puro y otras de noche. El nus es cada mente que capta el ser.
«Es preciso que aprendas todo, tanto el imperturbable corazón de la Verdad bien redonda como las opiniones de los mortales, en las que no hay verdadera ciencia. Aprenderás, empero, también estas cosas, cómo las apariencias, pasando todas a través de todo, deben lograr la apariencia de ser.»
Lo común a todas las cosas es el ser, pero hay dos elementos que no se acaban de mezclar, no pierden su identidad y son contrarios. Más allá de lo que nace y muere se puede hablar de un elemento común, se puede hablar de nombres y nombrar o de logos que es conocimiento y se habla del ser.
Los Principios según Parménides
Los comienzos para Parménides son indemostrables, los principios son indemostrables. El no ser es irrealizable, no podría conocer lo que no es y demostrarlo, es irrealizable.
¿Cómo podría ser en el porvenir y cómo se habría generado? No se puede explicar. (Quiasmo) Si se generó, siempre conjuga el no-ser (razón última de esta demostración directa).
Ni es divisible pues es todo homogéneo, el ser es un entero (es el fundamento de la eternidad), todo es uno y el universo no tiene partes. Niega la intensidad del ser, no es una perfección intensiva.
El ser tiene límites no reales y también se puede decir que nada lo puede parar porque todo lo llena. Tiene unos límites que son no nacer ni morir. La inmovilidad del ser remite a su perfección. El ser no tiene fines, niega las finalidades. (Ausencia de finalismo = el ser no tiene finalidades).
Hesíodo, Anaximandro y la Concepción del Principio
Hesíodo y el Caos
Hesíodo no da una explicación precisa de lo que es Caos; sólo que Caos contiene en sí mismo la capacidad de que surjan de él principios cosmogónicos negativos o privativos. “De todas las cosas lo primerísimo que nació fue Caos”, porque es necesario que exista primero un lugar para las cosas que existen. Hesíodo no dice “en el principio era el Caos”, sino “primero tuvo origen el Caos y luego la Tierra”.
Anaximandro y el Ápeiron
Anaximandro sostiene, en cambio, un infinito indefinido (ἄπειρον, ápeiron). Porque sólo un infinito indefinido puede ser Principio de todo. Anaximandro está entendiendo esa realidad originaria como “incorpórea”. Dado que la contrariedad rige el mundo físico, el Origen de todo no es nada físico; es meta-físico. Nada físico (Indefinido) y Todo entero (Infinito): eso es el de Anaximandro. Todo y Nada: condiciones metafísicas del Principio. No hay nada fuera del Todo.
En verdad, lo Primero no deviene (ni fue ni será: es, dirá Parménides). Anaximandro se imaginó la formación del mundo como un proceso orgánico, similar al crecimiento de una planta o embrión, y a lo Infinito-Indefinido como capaz de producir la semilla generadora de las formas elementales contrarias. Lo Infinito es, pues, un Viviente eterno que moviéndose en tanto que generando eternamente lo productivo de lo caliente y lo frío, mueve todas las cosas y las gobierna con justicia.
La Identidad entre Ser y Conocer en Parménides
Parménides: «la decisión reside en esto: es o no es». «es, en efecto, ser, pero la nada no es». Hay conocer [sólo] de lo que es. Porque hay ente, hay conocer. Esto es lo único que diría Parménides. Conocer es ser (εἶναι), es ente (ἐόν), no tanto porque el conocer esté hecho para el ser, sino, sobre todo, porque el conocer está hecho de ser: el conocer mismo es ente. No hay más que ser. Es la identidad como resolución del conocer en el ser como acto, no como objeto. El conocimiento es declarado en el ser.
Descartes y el Fin de la Metafísica del Ser
Descartes da fin a la metafísica como saber del ser e inaugura una nueva época donde el acto fundante no es el ser, sino la actividad interna consciente (cogito), que constituye la esencia del yo como sujeto del pensar, y, a fortiori, las esencias de las cosas como «ideas» de un sujeto que las piensa, en virtud del criterio de verdad. El ser sigue a la verdad, resuelta en la certeza de la actividad interna consciente. Para Parménides, por el contrario, la verdad sigue al ser.
Ser y no ser se excluyen mutuamente, pero los mortales los confunden y asocian. Este error fundamental, descrito en los términos contradictorios de ser y no ser, se traducirá luego en la engañosa disposición del mundo bajo las formas contrarias de luz y noche. El “es” determina el único camino verdadero; el “no es” determina, en cambio, un camino impensable e innombrable. En el Principio, es ser o no ser. Ésta es la alternativa radical. Pero no es no ser. Sólo es, pues, ser. De este modo, y conforme a necesidad, es preciso abandonar el no ser como comienzo lógico y camino de investigación.