Nietzsche y la Crítica a la Metafísica Tradicional: Razón, Lenguaje y Realidad

La Ciencia y la Experiencia Sensible

La Revolución Científica y el Método Experimental

Los sentidos nos proporcionan información precisa de la realidad y son la causa de los avances en la ciencia experimental. La Revolución Científica se produce cuando se asume el método experimental. Solo se considera ciencia aquello que se contrasta por los sentidos; solo puede ser científico el conocimiento de una realidad sensible, material y cambiante. Las disciplinas filosóficas que no se apoyan en la experiencia no son ciencia, porque hablan de entidades no sensibles y, por lo tanto, no reales.

Nietzsche considera que todas las ramas de la filosofía tradicional no solo son un producto desproporcionado de una razón que invalida lo sensible, sino que también configuran un saber primitivo: son todavía-no-ciencia. Las ciencias formales, como la lógica y las matemáticas, tampoco se fundamentan en la experiencia, pero Nietzsche no las critica. Los signos lógicos y matemáticos se presentan como meros términos acordados entre los humanos para organizar nuestro pensamiento, pero sabiendo que no reflejan nada real.

La Invención de la Realidad y los Conceptos Supremos

La Crítica de Nietzsche a la Metafísica

Los filósofos no solo han inventado una realidad, sino que la han colocado en el lugar más elevado. Esa «primera» realidad se forma mediante los conceptos supremos que, por ser los más generales, son los más vacíos y los menos reales. Al ser generales, olvidan lo que caracteriza a lo real: la individualidad y la diferencia. Un concepto, por definición, olvida todo lo diferente para recoger solo lo común a un grupo concreto. A medida que el concepto es más general, su contenido está más alejado de los rasgos particulares. Por eso, los conceptos supremos son tan universales, pretenden agrupar a tantos individuos, que su contenido es como el último humo de la realidad; no dicen casi nada.

Dios es el ente máximamente real y se define por ser causa sui (causa de sí mismo). Esta característica es, para la filosofía tradicional, la máxima garantía de realidad y verdad; lo que proviene de otra cosa es considerado menos real que lo que proviene de sí mismo. Dios es el compendio de esta forma de pensar, pues encarna todos los conceptos supremos. Esta peculiaridad de los filósofos es un trastorno mental (dolencias cerebrales), similar a quien se inventa una realidad y acaba por depender de ella al juzgarla más real que la verdadera realidad. Las arañas atrapan a sus presas en la telaraña; del mismo modo, el ser verdadero nace de la razón de los filósofos y se convierte en una creencia que ha sometido al ser humano y le ha obligado a renunciar a sí mismo, a sus instintos, a su vida. De ahí las consecuencias negativas de esta invención.

La Razón, el Error y el Lenguaje

La Psicología y la Conciencia del Lenguaje

Nietzsche es consciente de que su posición es absolutamente minoritaria. Para él, el error no está en los sentidos, sino en la razón. La razón se ve obligada a elaborar conceptos supremos. La razón crea conceptos para regular, ordenar y sobrevivir al devenir. El verdadero error es creer que la realidad, el devenir, es tal y como la ordena la razón. Siendo conscientes de que el error se produce ahí, no podemos evitar que se produzca: nuestra razón es así. Esto hace que nos veamos cogidos en el error, necesitados al error. Aunque observamos que una constelación se mueve, sabemos que quienes nos movemos somos nosotros. Pero nuestros ojos insisten en su testimonio: no podemos evitar ver que la constelación se mueve. Aunque conocemos mediante categorías de la razón tales como identidad, sustancia, causa…, sabemos que la realidad no es así. Pero nuestro lenguaje necesita usar tales categorías para tener significado.

Se suele definir la psicología como la disciplina que estudia la mente. Los primeros pasos de esta se dan cuando el ser humano toma conciencia de su lenguaje y se pregunta qué hay detrás de sus palabras. Lo que encuentra es la razón, a la que idolatra. Sin la quietud y tranquilidad que nos proporcionan las palabras, portadoras de conceptos, la vida quedaría reducida a lo que es: puro devenir. El lenguaje nos ofrece la ilusión de que hay cosas que están ahí, inmóviles frente a nosotros, y que en ocasiones actúan. El funcionamiento de la razón la lleva a elaborar entidades como yo, voluntad, sustancia… El primer concepto construido es yo: el primer hábito del lenguaje consiste en atribuir una acción a un agente. Pero esto no es real, sino un postulado lógico-metafísico.

El Paso del Mito al Logos y la Teoría Platónica

Aquí comienza a aludir a los primeros filósofos. Estos atribuyeron el origen de las categorías a la razón, ya que no podían proceder de lo sensible. A esto se le llama el paso del mito al logos. Alusión a la teoría platónica de la preexistencia del alma, de la reencarnación y del innatismo de las ideas: porque la razón posee categorías que no pueden proceder de lo sensible, deben proceder de otro mundo en el que la razón ha habitado. El lenguaje se convierte en el mejor testimonio en favor de la validez de la razón. Al hablar, empleamos conceptos de la razón y mostramos así su validez. Aunque podamos negar la validez de la razón y sus categorías, no podemos dejar de hablar. Y para hablar, tenemos que emplear las estructuras gramaticales. Seguiremos afirmando la existencia de una sustancia y, en última instancia, de Dios, causa y principio explicativo de todas las sustancias.

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