Descartes: Conocimiento y Realidad
René Descartes abordó el problema del conocimiento en un contexto de Reforma Protestante y Revolución Científica, buscando una base firme y segura para el saber. Consideró la matemática como modelo de certeza y propuso un ars inveniendi (arte de descubrir), estableciendo una scientia universalis, un conocimiento basado en principios matemáticos aplicables a todas las ciencias.
Para alcanzar este conocimiento seguro, desarrolló un método basado en cuatro reglas: evidencia, aceptar solo lo claro y distinto; análisis, descomponer problemas en elementos simples; síntesis, reconstruir el conocimiento ordenadamente; y enumeración, revisar el proceso para evitar omisiones.
Descartes aplicó la duda metódica cuestionando todo lo incierto en tres etapas: los sentidos, que pueden engañarnos; el sueño, que pone en duda la realidad; y la hipótesis del deus deceptor, que plantea la posibilidad de un ser que nos engaña. Esto lo llevó a una verdad indudable: el cogito («Pienso, luego existo»), que prueba la existencia del sujeto pensante.
Para reconstruir el conocimiento, distingue entre tres tipos de ideas: innatas (de la razón), adventicias (de la experiencia) y facticias (de la imaginación). Además, prueba la existencia de Dios como garante de la verdad, asegurando que el conocimiento claro y distinto es fiable.
En su metafísica, distingue tres sustancias: res infinita (Dios), res cogitans (mente) y res extensa (materia). En su visión física, describe la materia como res extensa, sometida a leyes mecánicas y reducida a cualidades primarias. Plantea el ocasionalismo divino, donde Dios mantiene el movimiento del mundo y permite la interacción mente-cuerpo.
En conclusión, Descartes resuelve el problema del conocimiento con su método racional y la duda metódica, hallando certeza en el cogito y validando el conocimiento mediante la existencia de Dios. Su pensamiento sienta las bases del racionalismo moderno e influye profundamente en la filosofía y la ciencia.
Descartes: El Problema de Dios
René Descartes plantea el problema de Dios dentro de su filosofía racionalista, vinculándolo con la metafísica y la estructura del conocimiento. En su contexto, busca fundamentar la física metafísicamente y reivindicar su método cartesiano como base para alcanzar la certeza. Dios juega un papel central en su sistema, pues su existencia garantiza la verdad del conocimiento.
La demostración de la existencia de Dios parte del análisis de la idea de Dios. Descartes distingue entre tres tipos de ideas: adventicias, que provienen de la experiencia; innatas, que están presentes en la mente desde el nacimiento; y facticias, que son creadas por la imaginación. La idea de Dios es innata y posee una realidad objetiva superior a cualquier otra idea. Según el principio de proporción en la causa, toda idea debe tener una causa con al menos la misma realidad que su contenido, por lo que la idea de un ser perfecto solo puede provenir de un ser igualmente perfecto: Dios. Esto implica que la idea de Dios no puede haber sido creada por el propio individuo, sino que requiere una causa externa y perfecta.
Además de este argumento basado en la idea de Dios, Descartes ofrece otros dos argumentos:
- El argumento de la conservación, que sostiene que la existencia de los seres finitos requiere de un ser infinito que los conserve en cada instante, ya que la causa de la existencia no puede ser un ente imperfecto y cambiante.
- El argumento ontológico, donde Descartes reformula la versión clásica de San Anselmo. En este, la existencia es un atributo esencial de un ser perfecto, pues si le faltara la existencia, no sería absolutamente perfecto. Por lo tanto, Dios debe existir necesariamente.
En cuanto a la esencia divina, Descartes introduce la tesis del voluntarismo divino, que afirma que la voluntad de Dios es completamente libre y no está determinada por nada externo a Él. Esto significa que las verdades matemáticas y lógicas dependen de la voluntad divina. Asimismo, en su relación con las sustancias creadas, Descartes sostiene que Dios mantiene una creación constante, garantizando el orden natural y las leyes de la física, asegurando así la estabilidad del mundo.
En conclusión, la existencia de Dios es clave en la filosofía cartesiana, ya que funge como garante del conocimiento y la realidad. Sus argumentos buscan demostrar racionalmente su existencia y explicar su papel en la conservación del mundo y en el establecimiento de las leyes naturales.
Descartes: El Problema del Ser Humano
El problema del ser humano en la filosofía cartesiana se basa en la relación entre el alma y el cuerpo, dos sustancias que, según Descartes, son completamente distintas en su naturaleza pero que, de algún modo, deben interactuar. Esta cuestión se desarrolla a través de cuatro grandes temas:
Dualismo cartesiano
Descartes propone una distinción real entre el alma y el cuerpo. Para justificar esta separación, presenta dos argumentos principales:
- La indivisibilidad del alma: Mientras que el cuerpo es divisible en partes físicas, el alma es una sustancia única e indivisible.
- La concebibilidad como camino hacia la esencia: Si podemos concebir el alma sin el cuerpo, significa que son sustancias diferentes. La mente piensa, mientras que el cuerpo ocupa un lugar en el espacio y es material.
El cuerpo humano
El cuerpo es definido por Descartes como res extensa, lo que significa que su característica principal es la extensión en el espacio. Como parte de esta concepción, desarrolla una visión mecánica del cuerpo dentro de la fisiología cartesiana. Según esta perspectiva, el cuerpo humano funciona como una máquina regida por leyes físicas, sin que el alma intervenga directamente en sus procesos mecánicos.
El alma humana
El alma, en contraste con el cuerpo, es considerada res cogitans, es decir, una sustancia pensante cuya característica esencial es la capacidad de razonar y tener conciencia. En este contexto, Descartes analiza la relación entre entendimiento y voluntad, explicando el error humano como una consecuencia de la desproporción entre la voluntad (que es infinita) y el entendimiento (que es limitado).
Consecuencias de la distinción real
La separación entre el alma y el cuerpo plantea importantes problemas filosóficos, entre ellos:
- El dualismo interaccionista: Aunque alma y cuerpo son sustancias diferentes, Descartes sostiene que interactúan a través de la glándula pineal. Sin embargo, esta explicación sigue siendo poco clara y objeto de debate.
- El problema de la comunicación de las sustancias: Si el alma y el cuerpo son radicalmente distintos, ¿cómo pueden influirse mutuamente? Esta dificultad se convierte en uno de los principales desafíos del dualismo cartesiano.
Hume: El Ser Humano y la Realidad
David Hume, como empirista, sostiene que todo conocimiento proviene de la experiencia y cuestiona los límites del entendimiento humano. Su filosofía analiza cómo construimos nuestras creencias sobre la realidad.
El empirismo de Hume
Hume rechaza las ideas innatas y defiende que el conocimiento surge de la experiencia sensorial. Su proyecto filosófico busca aplicar el método experimental al estudio de la moral y el entendimiento.
El análisis de los contenidos de la mente
Hume distingue entre impresiones (experiencias vívidas) e ideas (copias debilitadas de las impresiones). También identifica los principios de asociación de ideas: contigüidad, semejanza y causa-efecto, que explican cómo estructuramos el pensamiento.
La horquilla de Hume
El conocimiento se divide en:
- Relaciones de ideas: verdades necesarias (ej. matemáticas).
- Cuestiones de hecho: dependen de la experiencia y no pueden demostrarse con certeza.
El análisis de la causalidad
Hume argumenta que la causalidad no es una verdad necesaria, sino una costumbre basada en la repetición de eventos. No percibimos una conexión real entre causa y efecto, sino que asumimos su relación por hábito. Como resultado, nuestras creencias sobre el mundo son probabilísticas, no absolutas.
Escepticismo y metafísica
Hume critica la metafísica especulativa y promueve un escepticismo mitigado: aunque no podemos justificar racionalmente muchas creencias, en la práctica confiamos en la experiencia y la costumbre para actuar.
Conclusión
Hume pone en duda la certeza del conocimiento humano, mostrando que nuestras creencias sobre la realidad no se basan en la razón, sino en la experiencia y el hábito. Su filosofía nos invita a aceptar la incertidumbre y a adoptar un escepticismo moderado en nuestra forma de entender el mundo.
Rousseau: Naturaleza Humana y Sociedad
Rousseau analiza la naturaleza humana y la influencia de la civilización en el individuo, sosteniendo que el ser humano es naturalmente bueno, pero la sociedad lo corrompe.
Rousseau desarrolla sus ideas en El Discurso sobre las ciencias y las artes, donde critica la civilización como fuente de corrupción, desigualdad y opresión. Se opone al pesimismo de Hobbes y al pensamiento cristiano sobre el pecado original, defendiendo la bondad natural del hombre.
La ficción del Estado de Naturaleza
Para Rousseau, el estado de naturaleza es una construcción teórica que le permite analizar al ser humano antes de la sociedad. Se inspira en el contacto con los indígenas americanos y en las teorías del contrato social de Hobbes y Locke, aunque lo considera una abstracción filosófica más que una realidad histórica.
El buen salvaje
El ser humano en su estado natural es un «buen salvaje», caracterizado por:
- Aislamiento, autosuficiencia e igualdad relativa.
- Pasiones naturales: amour de soi (autoconservación) y pitié (compasión).
- Libertad natural y perfectibilidad, rasgos que lo diferencian de los animales.
Para Rousseau, la bondad natural del hombre es sinónimo de inocencia primordial.
Historia especulativa del origen de la desigualdad
Con la formación de las primeras comunidades surge el amour-propre, una forma de amor propio basado en la comparación con los demás. Esto lleva a la aparición de la propiedad privada, que Rousseau identifica como el origen de la desigualdad y la injusticia social.
La educación individualista: el Emilio
En su obra Emilio, Rousseau propone una educación que permita conservar la bondad natural del individuo. Destaca:
- Cómo abordar el llanto del niño.
- La educación moral del adolescente basada en la autonomía y el respeto mutuo.
Conclusión
Rousseau plantea que el problema del ser humano radica en la contradicción entre su naturaleza buena y la corrupción impuesta por la sociedad. La civilización genera desigualdad, pero la educación puede ayudar a reconducir al individuo hacia un orden moral basado en la libertad y la compasión.
Rousseau: El Problema de la Política
El problema de la política en Rousseau se centra en la necesidad de un pacto social para superar las desigualdades y conflictos que surgen en la sociedad. Según el esquema de la imagen, los puntos clave son:
Estado de naturaleza y necesidad del pacto social
Rousseau parte de la idea de un estado de naturaleza donde el ser humano es bondadoso por naturaleza. Con el tiempo, el surgimiento de la propiedad privada genera desigualdad y conflictos, lo que lleva a una situación de guerra de todos contra todos. Para garantizar la seguridad, surgen los Estados Civiles, pero estos no siempre corrigen las injusticias existentes. Como no es posible volver al estado de naturaleza, es necesario un nuevo pacto social que restablezca la justicia y la igualdad.
Contrato social
La solución de Rousseau es la sumisión de todos a la voluntad general. La voluntad general no es simplemente la voluntad de la mayoría, sino la expresión del interés común, lo que garantiza la libertad de los ciudadanos.
La República y la soberanía
Rousseau defiende un concepto de república en la que el soberano es el pueblo. La soberanía es inalienable e indivisible, lo que lo lleva a criticar el gobierno representativo, ya que la verdadera soberanía solo reside en el pueblo.
El gobierno y sus formas
Distingue entre el soberano (que hace las leyes) y el gobierno (que las ejecuta). Clasifica los gobiernos en democracia, aristocracia y monarquía, aunque prefiere una aristocracia electiva como la más conveniente. Señala problemas en la democracia y la monarquía.
Los frutos del contrato social
La finalidad del pacto social es garantizar la libertad y la igualdad civil.
También se menciona el derecho de propiedad, aunque siempre subordinado al bien común.
En resumen, el problema de la política en Rousseau radica en cómo organizar una sociedad justa y libre, donde los ciudadanos obedezcan solo a sí mismos a través de la voluntad general, en lugar de someterse a gobernantes arbitrarios o a desigualdades creadas por la propiedad privada.