David Hume: Emociones y Sentimientos como Motor de la Acción
David Hume es uno de los primeros pensadores en reivindicar el papel fundamental de las emociones y los sentimientos en el comportamiento humano. Frente a quienes consideran la razón como la responsable de nuestras decisiones, Hume sostiene que, en realidad, toda acción descansa en la emoción y los sentimientos.
Si bien reflexionamos y razonamos antes de tomar decisiones, y no actuamos de manera inconsciente e irresponsable, Hume matiza que estos razonamientos están motivados por creencias en las cuales tienen un peso fundamental las emociones.
La Búsqueda del Placer y el Rechazo del Dolor
Nuestras acciones, en última instancia, están motivadas por los sentimientos de atracción o aversión que nos producen ciertos comportamientos. Según Hume, buscamos y apreciamos lo que nos causa placer, y aborrecemos y rechazamos lo que nos ocasiona dolor.
El bien se identifica con lo que nos complace, mientras que el mal consiste en el disgusto y el dolor que determinadas acciones nos provocan. Para Hume, la simpatía es propia de la naturaleza humana, y la define como la inclinación o tendencia que los seres humanos sienten a participar y revivir las emociones de los demás.
Simpatía y Utilitarismo en la Ética de Hume
La simpatía hace naturales los sentimientos que en nosotros despiertan las desgracias ajenas, como la compasión y la solidaridad. Por lo tanto, el placer no debe entenderse como algo egoísta; la justicia, la benevolencia, la gratitud y la amabilidad son actitudes que nos gustan, aunque de ellas no obtengamos directamente un beneficio personal.
En este contexto, la educación juega un papel fundamental, ya que racionaliza y encauza los sentimientos de aprobación y rechazo ante determinadas acciones. Así, cuando el placer y la felicidad afectan al máximo número de personas, nos complacen y nos proporcionan tanto placer como nuestro propio provecho. La ética de Hume es, en este sentido, una ética utilitarista que concibe como bien lo que proporciona placer y es útil a la mayoría.
Jean-Jacques Rousseau: El Contrato Social y la Regeneración Moral
Jean-Jacques Rousseau, al igual que Thomas Hobbes, hablaba de un estado natural del hombre. Sin embargo, en radical oposición a Hobbes, imaginó al hombre natural como un ser bueno y feliz, sin preocupaciones y sin industria, sin lenguaje y sin hogar, ajeno a toda guerra y a toda atadura.
El Hombre Natural y el Hombre Histórico
El hombre primitivo que describió Rousseau, movido por dos impulsos básicos (el amor a sí mismo y la compasión), era un ser inocente y generoso como un niño pequeño.
El hombre contemporáneo de Rousseau, el hombre histórico, había perdido la bondad original; su inocencia se había transformado en degeneración y su sinceridad, en hipocresía. Para este pensador, el hombre histórico era un ser vil, egoísta, depravado, lleno de odio. Este hombre histórico necesitaba enmascarar su vileza, su egoísmo y sus pasiones, adoptando un comportamiento ilustrado, que incluía la cortesía, el arte de hablar bien y la técnica de las apariencias.
La Pérdida del Estado Natural y el Origen de la Desigualdad
¿Cómo y por qué se generó ese abandono del estado natural, ese camino hacia la degeneración y la desigualdad? Según Rousseau, en un determinado momento el buen salvaje se halló ante una situación problemática: los árboles se volvieron más altos; los frutos, insuficientes, y los recursos, escasos. El hombre tuvo miedo, fabricó armas y abandonó el estado natural para poder sobrevivir. Entonces se abrieron paso la propiedad, la dominación y la desigualdad social.
El Contrato Social como Posibilidad de Regeneración
Rousseau consideraba inútil soñar con un retorno al antiguo estado natural de bondad e inocencia. Sin embargo, creía que había una posibilidad de regeneración moral para el ser humano: el contrato o pacto social. Este era el resultado del intento de armonizar individuo y sociedad, de legitimar el orden social conservando la libertad política.
Los seres humanos, asociados mediante un pacto, crean las condiciones para que se respete la voluntad general. Lo esencial en el pacto social es un intercambio: cada ser humano somete su persona y todo su poder a la dirección de la voluntad general y, a cambio, cada miembro de la sociedad es acogido como parte indivisible del todo.
El Estado Civil y la Recuperación de la Libertad
Rousseau valora positivamente el estado civil surgido del pacto y de sus leyes, fruto de la voluntad general. Si el hombre histórico es un ser depravado y vil, el hombre civil, aunque no pueda retornar al estado de naturaleza original, por lo menos cuenta con la posibilidad de recuperar y regenerar parte del bien, de su antigua felicidad y de las libertades pasadas.
Diferencias entre el Estado Natural y el Estado Civil
- Estado natural: Libertad natural, limitada por la fuerza de cada hombre. Derecho a la posesión de todo lo que se quiere y se puede tener. Dependencia del instinto y del deseo.
- Estado civil: Libertad civil, limitada por la voluntad general. Derecho a la propiedad de lo que se tiene. Libertad moral, consistente en la obediencia a la ley prescrita por uno mismo como soberano.
Voluntad General vs. Voluntad de Todos
Rousseau distingue entre voluntad general y voluntad de todos. La primera tiene un sujeto universal, el pueblo soberano, y su objeto es el bien común. En cambio, la voluntad de todos no es más que una suma de voluntades particulares. Si los ciudadanos forman facciones o partidos con voluntades propias, entonces el resultado se aleja de la voluntad general, pues esta no puede identificarse con la suma de voluntades particulares.