Descartes, Hume y Rousseau: Fundamentos del Racionalismo, Empirismo y Contractualismo

Descartes: El Racionalismo y la Búsqueda de la Certeza

Para Descartes, lo fundamental es buscar un conocimiento cierto y seguro sin ningún tipo de duda. Por ello, su prioridad será buscar un método que nos ayude a razonar. Además, este método debe ser compatible con la forma de pensar de la **Razón humana**, pues si no sería inútil. Por ello, lo primero que hace es analizar la forma de actuar de la propia Razón. En la razón, que es la misma para todos los hombres, se distinguen dos modos de conocimiento seguros: la **intuición** o luz natural, conocimiento de las ideas simples que surgen de la propia razón de forma clara y distinta, cuya verdad es evidente e indudable; y la **deducción**, que es el conocimiento de una sucesión de intuiciones de las ideas simples y de las conexiones que la razón descubre entre ellas para llegar a verdades complejas, juicios o leyes. Por ello, el método deberá cumplir cuatro reglas que permitan desarrollar estos modos y que nos lleven a un conocimiento seguro. La primera regla es la **evidencia**, que consiste en aceptar como verdadero sólo aquello que se muestra de forma clara y evidente. La segunda es el **análisis**, por el que se dividen las ideas complejas hasta llegar a las ideas simples y evidentes para que puedan ser intuidas. La tercera es la **síntesis** que busca desde lo ya intuido construir las verdades complejas. Y, por último, la cuarta es la **enumeración**, por la que al final se deben revisar los pasos anteriores para estar seguros de su correcta aplicación. Descartes aplicará este método para buscar una verdad indudable y llegar así a una metafísica cierta y segura. Para encontrar esta verdad evidente aplicará la **duda metódica**: a través de un proceso de duda se buscará llegar hasta aquello que resulte evidente e indudable. En la primera duda, dudará del conocimiento que proviene de los sentidos pues pueden engañarnos. En la segunda duda, dudará de la existencia de la realidad extramental ya que resulta imposible distinguir la vigilia del sueño. Y por último, en la tercera duda, dudará del conocimiento que proviene de la razón, de las ideas de razón o de los razonamientos, pues se puede suponer la existencia de un genio maligno que nos lleva hacia el error cuando creemos estar en lo cierto. Sin embargo, afirma Descartes, no podemos dudar que dudamos, mientras pensamos no podemos dudar que estamos pensando y por lo tanto que existimos. La primera intuición de una verdad indudable es **pienso, luego existo** (*cogito ergo sum*). Y si existo lo hago como un yo pensante, un *cogito*, afirmando, pues, la existencia de la sustancia pensante (el *cogito*) como primera verdad indudable. Descartes partirá del *cogito*, la primera verdad indudable, para construir una metafísica cierta. El *cogito* piensa ideas que pueden dividirse hipotéticamente en tres tipos: **adventicias**, aquellas que parecen provenir del exterior; **facticias**, aquellas que construye la mente a partir de otras ideas; e **innatas**, aquellas que la razón tiene en sí misma y no son ni adventicias ni facticias.

Mientras Descartes defiende el **racionalismo**, considerando la razón y las ideas innatas como fuente del conocimiento, Hume representa el **empirismo**, afirmando que todo conocimiento proviene de la experiencia sensorial. Para Descartes, la certeza se alcanza mediante la claridad y distinción de las ideas, mientras que Hume sostiene que solo podemos conocer percepciones particulares (impresiones e ideas) sin acceder a verdades universales. Además, Hume rechaza la causalidad como ley necesaria, viéndola como una costumbre mental, mientras que Descartes confía en Dios como garante del conocimiento verdadero. Así, mientras Descartes busca certeza absoluta, Hume acepta la incertidumbre del conocimiento humano.


Descartes, siglo XVII, es el fundador de la Filosofía Moderna y principal pensador de la corriente filosófica del **racionalismo** junto a Leibniz y Spinoza. Tras ser educado en la filosofía escolástica, decidió que era necesario reconstruir el conocimiento desde la razón misma, ya que comenzó a preferir la seguridad y certeza de las matemáticas y la nueva ciencia, frente al pensamiento clásico. Afirma que la razón es autosuficiente, minusvalorando el conocimiento sensitivo. Además, menciona la existencia de **ideas innatas** connaturales al entendimiento, de la que se extraen los demás conocimientos, la noción racionalista de sustancia y el mundo descrito desde la racionalidad. Entre sus obras destacan “Discurso del Método” y “Meditaciones Metafísicas”

En cuanto al problema de la realidad, Descartes define la **sustancia** como “aquello que existe por sí mismo y no necesita de nada más para existir”. A partir de esta idea, distingue tres tipos de sustancias con atributos propios:

  • Sustancia pensante (*res cogitans*): La conciencia o alma, cuyo atributo es el pensamiento.
  • Sustancia infinita (*res infinita*): Dios, un ser perfecto, inmutable, omnisciente y eterno, cuyo atributo es la infinitud.
  • Sustancia extensa (*res extensa*): La materia, explicada desde el mecanicismo y el determinismo, con la extensión como atributo.

Sin embargo, en sentido estricto, solo Dios cumple completamente la definición de sustancia, mientras que la *res cogitans* y la *res extensa* son sustancias creadas y, aunque independientes entre sí, dependen de Dios. Para demostrar la existencia de la *res infinita*, Descartes retoma ideas de filósofos anteriores como San Agustín de Hipona, Santo Tomás de Aquino y San Anselmo de Canterbury. Utiliza tres argumentos principales:

  • Argumento de la idea innata de infinitud: Un ser finito no puede haber concebido por sí mismo la idea de lo infinito; por lo tanto, debe haber sido puesta en nosotros por un ser realmente infinito (Dios).
  • Argumento de la perfección: Inspirado en la cuarta vía tomista, sostiene que la perfección implica la existencia de un ser supremo.
  • Argumento ontológico: Basado en San Anselmo, afirma que si Dios es el ser supremamente perfecto, debe existir tanto en el pensamiento como en la realidad.

Así, la metafísica cartesiana establece un **dualismo radical** entre el pensamiento y la materia, confiando en la razón como fuente principal del conocimiento y relegando la experiencia sensorial, ya que esta puede ser engañosa.

La metafísica de Descartes se basa en el **racionalismo** y el **dualismo sustancial**, afirmando la existencia de dos realidades independientes: la *res cogitans* (mente) y la *res extensa* (materia), garantizadas por Dios como ser perfecto. En cambio, Hume, desde el empirismo, rechaza la metafísica tradicional y niega la existencia de sustancias inmutables, sosteniendo que solo conocemos percepciones cambiantes sin acceso a una realidad trascendente. Mientras Descartes busca verdades absolutas a través de la razón, Hume defiende que el conocimiento es limitado y solo se basa en la experiencia, cuestionando incluso la noción del yo como una entidad estable y la causalidad como una ley necesaria.


En cuanto al problema del ser humano, Descartes sostiene una visión **dualista**, explicando que el ser humano es la suma de dos sustancias distintas: la *res cogitans* (alma) y la *res extensa* (cuerpo), cuya unión es accidental. El cuerpo, como sustancia material, está sujeto a las leyes del mecanicismo y el determinismo. En contraste, el alma, sustancia inmaterial y pensante, es libre, inmortal y no está sometida a las leyes físicas. Descartes propone que ambas realidades se conectan a través de la glándula pineal, permitiendo que el alma gobierne al cuerpo y garantizando la existencia de una dimensión espiritual separada del mundo físico.

Su dualismo antropológico se aleja del **hilemorfismo aristotélico**, que considera al cuerpo y al alma como una única sustancia compuesta de materia y forma, donde ambas partes son esenciales y se necesitan mutuamente. Asimismo, Descartes rechaza la idea aristotélica de los tres tipos de alma (nutritiva, sensitiva y racional), pues para él el alma humana es única, individual e inmortal. En conclusión, aunque Descartes coincidió con Aristóteles en que el alma es el principio del pensamiento, su dualismo lo distanció de la concepción sustancialista del ser humano


En cuanto a la moral, Descartes sostiene que la conducta humana debe orientarse hacia una vida plenamente racional. Para él, el uso racional de la libertad permite alcanzar la felicidad y la perfección humana. Separa con mayor radicalidad que Platón las pasiones y los apetitos naturales, considerándolos involuntarios e inmediatos, pero no siempre racionales. Así, la tarea del alma es someter y ordenar las pasiones conforme al dictamen de la razón. El yo como sustancia pensante es el sujeto de las actividades anímicas, que se reducen a dos facultades fundamentales: el entendimiento y la voluntad. La libertad se sitúa en el ámbito de la voluntad, es innata, indudable y nos permite ser dueños de nuestras propias acciones. Para Descartes, la verdadera libertad radica en el sometimiento de la voluntad al entendimiento, que descubre el orden de lo real y opera de manera deductiva, siguiendo un método matemático. Además, propone una **moral provisional** para orientar las acciones humanas, expuesta en *Discurso del método*, que se basa en tres reglas: obedecer las normas y costumbres, actuar con determinación y firmeza, y modificar las propias ideas antes que intentar cambiar el orden del mundo.

La ética cartesiana se diferencia de la de David Hume, filósofo empirista del siglo XVIII. Hume rechaza el racionalismo moral de Descartes, argumentando que incurre en la **falacia naturalista** al intentar deducir lo que debe ser a partir de lo que es. Frente a la moral racionalista cartesiana, Hume propone una **ética emotivista**, donde los sentimientos—como la simpatía, el egoísmo, la benevolencia y la utilidad—son la verdadera base de la moral. Ambos filósofos coinciden en que la moral es un principio universal.


Hume: El Empirismo y la Crítica a la Metafísica

David Hume, filósofo inglés del siglo XVIII, fue una figura clave del **empirismo británico** junto con John Locke. Centró su pensamiento en la experiencia como única fuente y límite del conocimiento, rechazando las ideas innatas y la metafísica racionalista. En su obra *Tratado de la Naturaleza Humana*, buscó establecer una ciencia centrada en el ser humano y la moral, aplicando el método inductivo, al igual que Newton en las ciencias naturales. Profundizó en temas como la moral y la religión, convencido de que toda ciencia debe basarse en las capacidades cognitivas humanas.

En cuanto al problema del conocimiento, Hume propuso que el saber está compuesto por **percepciones**, es decir, contenidos mentales basados en la experiencia. Distinguió entre **impresiones** (percepciones inmediatas y vivas obtenidas por los sentidos) e **ideas** (copias más débiles de las impresiones previas). A través del **principio de la copia**, estableció que una idea es verdadera solo si proviene de una impresión previa; de lo contrario, es una pseudoidea, lo que refuerza su rechazo a las ideas innatas. Diferenció dos ámbitos del conocimiento:

  • Relaciones de ideas (ciencias formales): Se basan en razonamientos *a priori*, característicos de la lógica y las matemáticas. Sus proposiciones son analíticas, necesarias y su negación es imposible, ya que expresan conexiones inalterables entre ideas.
  • Cuestiones de hecho (ciencias empíricas): Son proposiciones *a posteriori*, propias de disciplinas como la física, química y biología. No son necesarias ni universales, pues dependen de la experiencia y su negación es posible. Son sintéticas y se basan en la inducción, lo que implica un conocimiento progresivo pero sujeto a incertidumbre.

Uno de los aspectos más radicales de su pensamiento fue su crítica al **principio de causalidad**. Según Hume, no existe una conexión necesaria entre causa y efecto, ya que esta relación se basa en la costumbre y no en una verdad demostrable. Aunque es útil para la vida cotidiana, no tiene una validez lógica absoluta.

Mientras Descartes defiende el racionalismo, considerando la razón y las ideas innatas como fuente del conocimiento, Hume representa el empirismo, afirmando que todo conocimiento proviene de la experiencia sensorial. Para Descartes, la certeza se alcanza mediante la claridad y distinción de las ideas, mientras que Hume sostiene que solo podemos conocer percepciones particulares (impresiones e ideas) sin acceder a verdades universales. Además, Hume rechaza la causalidad como ley necesaria, viéndola como una costumbre mental, mientras que Descartes confía en Dios como garante del conocimiento verdadero. Así, mientras Descartes busca certeza absoluta, Hume acepta la incertidumbre del conocimiento humano.


En relación con el problema de la realidad, Hume criticó el concepto metafísico de **sustancia**, entendido como un sustrato permanente que subyace a las apariencias sensibles. Identificó como pseudoideas la sustancia pensante, la sustancia infinita y la sustancia extensa. Negó la existencia del yo como sustancia pensante, ya que no es posible tener una impresión inmutable de uno mismo; consideró que la noción de identidad personal es un producto psicológico de la memoria. También rechazó la existencia de Dios, argumentando que no puede demostrarse mediante la experiencia, lo que lo llevó a criticar el argumento ontológico que intentaba justificar la divinidad como causa creadora de toda realidad. Finalmente, cuestionó la existencia de una realidad exterior independiente de la percepción, pues no puede ser demostrada empíricamente, aunque reconoció que asumir su existencia es útil en la vida cotidiana.

A partir de estas ideas, Hume desarrolló dos conceptos clave:

  • Fenomenismo: Solo podemos conocer aquello que percibimos a través de nuestras impresiones sensoriales.
  • Escepticismo: No es posible conocer con certeza las realidades metafísicas que puedan existir más allá de los fenómenos.


La metafísica de Descartes se basa en el racionalismo y el dualismo sustancial, afirmando la existencia de dos realidades independientes: la *res cogitans* (mente) y la *res extensa* (materia), garantizadas por Dios como ser perfecto. En cambio, Hume, desde el empirismo, rechaza la metafísica tradicional y niega la existencia de sustancias inmutables, sosteniendo que solo conocemos percepciones cambiantes sin acceso a una realidad trascendente. Mientras Descartes busca verdades absolutas a través de la razón, Hume defiende que el conocimiento es limitado y solo se basa en la experiencia, cuestionando incluso la noción del yo como una entidad estable y la causalidad como una ley necesaria.


En cuanto al problema de la moral, Hume defendió una **ética emotivista**, sosteniendo que el fundamento de las normas morales no reside en la razón, sino en el sentimiento moral. Esto lo llevó a rechazar el racionalismo moral de Descartes, ya que, según él, la razón puede describir cómo son las cosas, pero no puede determinar cómo deberían ser. Así, identificó en la ética racionalista una **falacia naturalista**. Además, propuso que todos los seres humanos compartimos una misma naturaleza moral, lo que permite establecer normas universales. Entre los sentimientos fundamentales que influyen en la conducta humana destacan el egoísmo (como instinto de supervivencia), la simpatía (capacidad de ponerse en el lugar del otro), la benevolencia y la utilidad.

Hume se distanció del racionalismo cartesiano, que buscaba orientar la conducta humana bajo el dominio de la razón. Mientras Descartes veía en la razón el medio para alcanzar la felicidad y la perfección, Hume consideraba que son los sentimientos los que realmente guían el comportamiento moral. No obstante, al igual que Descartes y otros racionalistas, Hume compartía la idea de una naturaleza humana universal, aunque con un fundamento distinto.

En cuanto al problema de la sociedad, Hume sostenía que la vida en comunidad se justifica por su **utilidad**, es decir, por la capacidad de generar el mayor bienestar para el mayor número de personas. Consideraba que vivir en sociedad es más provechoso que la supervivencia aislada. Desde esta perspectiva, criticó las **teorías del contrato social**, argumentando que no hay evidencia de un estado de naturaleza primigenio ni de un pacto originario que diera origen a la sociedad. Además, cuestionó la idea de que la organización social responda a un acuerdo voluntario entre todos los individuos, ya que los seres humanos nacen inmersos en un orden social preexistente.

Hume se distancia de los filósofos contractualistas, especialmente de Jean-Jacques Rousseau, quien proponía reformar la sociedad mediante un contrato social, pacto que aseguraría la paz a costa de ciertas libertades individuales. Rousseau defendía la soberanía popular y la voluntad general como principios inalienables e indivisibles, mientas que Hume consideraba que el fundamento de la sociedad no debía basarse en conceptos abstractos, sino en un modelo utilitarista ( donde se busca el mayor bien para el mayor número de personas). Sin embargo, ambos pensadores coincidían en su interés por el bienestar colectivo, aunque desde enfoques distintos: Rousseau desde la democracia directa y Hume desde el utilitarismo.


Rousseau: El Contractualismo y la Crítica a la Sociedad

Jean-Jacques Rousseau fue el principal exponente del **contractualismo ilustrado** del siglo XVIII. Junto con otros filósofos contractualistas, estableció las bases de esta corriente al diferenciar entre el estado natural y el estado social. Sin embargo, se distinguió de otros ilustrados al criticar la confianza absoluta en la razón y rechazar la ciencia y la cultura, pues consideraba que habían corrompido a la humanidad. Otorgó gran importancia a los sentimientos y propuso un nuevo sistema educativo. Sus obras más destacadas incluyen *El contrato social* y *Emilio*.

En cuanto al problema del ser humano, Rousseau estableció una diferencia fundamental entre el hombre en **estado natural** y el hombre en **estado social**. Según él, antes de la creación de la sociedad, el ser humano era libre, bondadoso y feliz, guiado por sentimientos puros. Desarrolló el **mito del buen salvaje**, según el cual el hombre primitivo tenía un amor natural por sí mismo que le impulsaba a la supervivencia. Sin embargo, este estado de naturaleza es sólo una hipótesis, pues en la realidad, según los contractualistas, el ser humano vive en estado social. Con la aparición de la sociedad, el hombre deja de ser feliz y se vuelve egoísta, dominado por el interés propio. Su amor natural por sí mismo se transforma en un amor propio basado en la comparación y la rivalidad. La propiedad privada surge como fuente de desigualdad y codicia, dividiendo a la humanidad entre poderosos y débiles. Así, el Estado no es un instrumento de justicia, sino un mecanismo creado por los poderosos para someter a los más débiles, condenándolos a la esclavitud. Para Rousseau, la cultura y el progreso no emanciparon al ser humano, sino que lo corrompieron, lo que se refleja en su célebre frase: «El hombre ha nacido libre y por doquier está encadenado».

La visión de Rousseau sobre el estado de naturaleza contrasta con la de Hobbes, quien afirmaba que el ser humano es malo por naturaleza y que «el hombre es un lobo para el hombre». También se aleja de Locke, quien defendía la existencia de derechos naturales como la propiedad privada y el derecho a castigar, aunque sí coincidía con él en que los seres humanos buscan conservar la vida.


En su análisis sobre la sociedad, Rousseau buscó identificar el origen del mal social y proponer reformas tanto educativas como políticas. Según él, la raíz del problema es la **desigualdad**, surgida con la propiedad privada, que creó privilegios para unos pocos en detrimento del resto. Para contrarrestarlo, planteó una reforma educativa que permitiera recuperar la bondad natural del ser humano. En *Emilio*, defendió un sistema pedagógico basado en la **educación natural**, opuesto a la enseñanza tradicional académica, la cual consideraba rígida y contraria al desarrollo espontáneo del individuo. En el ámbito político, Rousseau propuso un modelo de **contrato social** diferente al de sus predecesores. Para él, la sociedad debía preservar la libertad original del estado de naturaleza a través de un pacto social fundamentado en la **voluntad general**, que representa el bien común. En este modelo, aunque el individuo pierde su libertad natural, gana la libertad civil, que implica obedecer leyes que él mismo ha contribuido a crear. Además, la soberanía reside en el pueblo y es inalienable e indivisible. Rousseau apoyó la **democracia directa**, en la que todos los ciudadanos participaran activamente en la vida pública. Sin embargo, reconoció que este sistema era difícil de aplicar en territorios extensos y poblados, por lo que en estos casos aceptaba otras formas de gobierno, como la monarquía en grandes estados y la aristocracia en estados intermedios.

A diferencia de otros contractualistas, como Hobbes y Locke, Rousseau no veía el contrato social como un medio para someterse a un poder absoluto (Hobbes) ni como un acuerdo entre individuos y el Estado con un gobierno limitado (Locke). En su visión, la soberanía debía mantenerse siempre en manos del pueblo, asegurando que la sociedad respondiera a la voluntad general y no a intereses particulares.


Kant: Síntesis del Racionalismo y el Empirismo

En cuanto al problema del conocimiento, Kant responde a la pregunta ¿Qué puedo conocer?, analizando el uso teórico de la razón. En la introducción de su obra, Kant distingue dos tipos de empírica (Particulares de cada ciencia y relacionadas con el elemento material) y Condiciones trascendentales: Universales y necesarias, previas a la experiencia, que pertenecen a la razón y dan significado a la materia. Este planteamiento representa el **giro copernicano** de Kant, ya que implica que el sujeto estructura y da forma a lo que conoce, en lugar de que el conocimiento dependa únicamente del objeto. Además, Kant clasifica los juicios en tres tipos: Juicios analíticos, .Juicios sintéticos a posteriori, Juicios sintéticos a priori.. Para que un ámbito sea considerado una ciencia tiene que crear juicios sintéticos a priori. Para fundamentar su teoría, Kant estudia las facultades del conocimiento en diferentes partes de su obra:

  • Estética trascendental: Analiza la sensibilidad y las matemáticas. La sensibilidad es la capacidad de percibir de manera pasiva. Sus condiciones trascendentales son las intuiciones puras de espacio y tiempo, que pertenecen a la estructura del sujeto. El sujeto aplica estas intuiciones puras, creando el fenómeno, que es la representación de la cosa en sí. Así, el objeto se adapta al sujeto, lo que refuerza el giro copernicano de Kant.
  • Analítica trascendental: Examina el entendimiento y la física. El entendimiento es la capacidad de pensar y organizar lo percibido de manera activa. Los conceptos puros del entendimiento deben aplicarse a los fenómenos de la experiencia para que el conocimiento sea posible. Aquí, Kant distingue entre fenómeno (lo que podemos conocer) y noúmeno (la cosa en sí, inaccesible al conocimiento y solo pensable por la razón).
  • Dialéctica trascendental: Estudia la razón y la posibilidad de la metafísica como ciencia. La razón unifica los juicios del entendimiento y da lugar a la metafísica, que pretende conocer realidades más allá de la experiencia: las ideas trascendentales de Dios, el alma y el mundo como totalidad. Sin embargo, Kant concluye que estas ideas no pueden fundamentarse en juicios sintéticos a priori, lo que conduce a errores como las contradicciones sobre el mundo (antinomias), los errores sobre el alma (paralogismos) y las falacias sobre Dios (sofismas). En consecuencia, determina que la metafísica no es posible como ciencia. Porque no establece juicios sintéticos a priori sobre alma, Dios y el mundo.

La cuestión central que plantea en *Crítica de la razón pura* es si la metafísica es posible como ciencia. Su análisis parte de la aceptación de dos fuentes de conocimiento: la sensibilidad y el entendimiento. El **idealismo trascendental** de Kant sintetiza ambas corrientes filosóficas, pues defiende que el entendimiento posee conceptos puros que no proceden de la experiencia, pero que solo son aplicables dentro de ella. La teoría del conocimiento de Kant surge como respuesta al empirismo radical de Hume, quien sostenía que todo conocimiento proviene de la experiencia y que conceptos como la causalidad son meras asociaciones habituales de la mente, sin fundamento objetivo. Frente a este escepticismo, Kant desarrolla su idealismo trascendental, según el cual el conocimiento es posible gracias a la combinación de la experiencia sensorial (a posteriori) y las estructuras innatas del entendimiento (a priori), como el espacio, el tiempo y las categorías del pensamiento. Así, mientras Hume considera que la mente es un mero receptor pasivo de impresiones, Kant argumenta que es una estructura activa que ordena y da forma a la realidad, permitiendo el conocimiento universal y necesario.


Immanuel Kant fue el representante más destacado de la Ilustración alemana del siglo XVIII. Logró superar y sintetizar las corrientes del racionalismo y el empirismo a través de su corriente filosófica, el idealismo trascendental, y se propuso analizar los límites de la racionalidad humana. Su filosofía puede resumirse en cuatro cuestiones fundamentales:

  • El uso teórico de la razón: ¿Qué puedo conocer? (epistemología), expuesto en *Crítica de la razón pura* (1781).
  • El uso práctico de la razón: ¿Qué debo hacer? (ética), desarrollado en *Crítica de la razón práctica* (1788).
  • El ámbito de la política: ¿Qué me cabe esperar?, abordado en *La paz perpetua*.
  • La antropología: ¿Qué es el hombre?, tratado en su obra *Antropología*.

En cuanto al problema de la moral, Kant distingue entre **éticas materiales** y **éticas formales**. Rechaza las primeras, ya que dependen de contenidos empíricos, siguen imperativos hipotéticos y están sujetas a una voluntad heterónoma. En su lugar, defiende la **ética formal**, que es universal, racional y a priori, basada en el **imperativo categórico** y la autonomía de la voluntad. La moralidad, según Kant, radica en obrar por deber y no solo conforme al deber. Solo las acciones motivadas por el deber mismo poseen verdadero valor moral. El imperativo categórico, principio central de su ética, establece la forma en que debemos actuar sin depender de circunstancias específicas. Destacan dos formulaciones:

  • “Obra de tal modo que la máxima de tu voluntad pueda siempre valer como principio de una legislación universal”.
  • “Obra de tal modo que trates a la humanidad, tanto en tu persona como en la de los demás, siempre como un fin y nunca como un medio”.

Siguiendo estos principios, Kant plantea el **Reino de los Fines**, una sociedad ideal donde cada individuo es tratado con dignidad y respeto. Para que la moral sea posible, postula la existencia de tres principios fundamentales:

  • Libertad: Sin ella, no hay responsabilidad moral.
  • Inmortalidad del alma: La perfección moral requiere una existencia más allá de la vida terrenal.
  • Existencia de Dios: Un ser supremo debe garantizar la armonía entre virtud y felicidad.

La ética kantiana se diferencia de la de Hume, quien defiende una moral basada en los sentimientos y la experiencia (emotivismo moral), y de la de Descartes, que fundamenta la moral en la razón pero sin una estructura normativa clara como el imperativo categórico. Mientras Hume sostiene que los juicios morales surgen de la emoción y la costumbre, y Descartes confía en la evidencia racional, Kant desarrolla una ética formalista y deontológica, basada en el deber y en leyes morales universales. No obstante, comparte con ambos la búsqueda de principios éticos objetivos que trasciendan lo particular.


Immanuel Kant fue el representante más destacado de la Ilustración alemana del siglo XVIII. Logró superar y sintetizar las corrientes del racionalismo y el empirismo a través de su corriente filosófica, el idealismo trascendental, y se propuso analizar los límites de la racionalidad humana. Su filosofía puede resumirse en cuatro cuestiones fundamentales:

  • El uso teórico de la razón: ¿Qué puedo conocer? (epistemología), expuesto en *Crítica de la razón pura* (1781).
  • El uso práctico de la razón: ¿Qué debo hacer? (ética), desarrollado en *Crítica de la razón práctica* (1788).
  • El ámbito de la política: ¿Qué me cabe esperar?, abordado en *La paz perpetua*.
  • La antropología: ¿Qué es el hombre?, tratado en su obra *Antropología*.

En cuanto a la cuestión de la sociedad, Kant describe en *La paz perpetua* la «insociable sociabilidad humana». Según él, los seres humanos somos insociables porque, si seguimos nuestras inclinaciones naturales, nuestro comportamiento tiende a ser egoísta y egocéntrico. Sin embargo, somos sociables por necesidad, ya que no podemos vivir sin formar parte de la sociedad. Para avanzar hacia una sociedad que respete la libertad y la dignidad humana, Kant propone que se difundan las «luces de la razón». Este avance solo será posible si se establecen condiciones como la igualdad ante la ley y la división de poderes. Así, aboga por un gobierno republicano en el que los poderes legislativo y ejecutivo estén separados. Además, Kant propone la creación de una federación de naciones como medio para evitar guerras y promover la paz mundial.

Se distingue de Rousseau, quien, como filósofo contractualista, creía que el contrato social era necesario para lograr una sociedad que busque el bien común. Rousseau defendía la libertad civil, la soberanía popular y la voluntad general como bases para ello. Aunque Kant no compartía la visión de Rousseau sobre la democracia directa, sí coincidía en la importancia de un pacto para alcanzar la paz mundial, destacando la necesidad de un enfoque más racional y universal para la política.

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