Opinión VIII «Barroco». El siglo XVII es una de las grandes épocas de la historia europea. Después de un periodo de desintegración, se establecieron nuevos sistemas filosóficos, religiosos y políticos que pretendían ofrecer al ser humano un fundamento seguro de existencia. De esta forma, la actitud general del siglo tendió a la magnificencia y a la expansión, por esto es llamado el «Gran Siglo» y el arte barroco representa su expresión más característica. La arquitectura fue la protagonista del arte barroco y su principal tarea, edificadora de iglesias y palacios como auténticas muestras del arte barroco.
En este ensayo solo se tratarán ciertos detalles y aspectos de su complejidad total, por lo tanto, no es posible la plena y completa interacción iconográfica en tan reducido espacio. El método que se sigue es el análisis de las estructuras espaciales, donde se entiende el espacio como una de las dimensiones existenciales del hombre. De este modo, se estudian las características generales, así como las variantes regionales de la arquitectura barroca, que abarca un periodo que comprende los tres últimos decenios y la mayor parte del siglo XVII.
La Dimensión Urbana en la Arquitectura Barroca
Como en la arquitectura barroca las edificaciones y su tipología no pueden «entenderse adecuadamente» si se aíslan de un conjunto o contexto más amplio, por lo que debe incluirse en la exposición la «dimensión urbana» del entorno. Puesto que la arquitectura barroca (debe entenderse muy bien esto), los elementos constructivos están muy determinados por el «sistema al que pertenecen».
Del Renacimiento al Manierismo: La Desintegración del Orden
El universo unificado de la unidad media «jerárquicamente organizado» se había desintegrado durante el Renacimiento. Sin ordenado, puede decirse que llegó una interpretación nueva basada en la geometría y la armonía musical, con la que se llegó a una escala de valores distinta, asignando a todas las cosas un lugar según su grado de perfección. El concepto renacentista de libertad dentro de un universo armonioso y significativo no duró mucho. Los cimientos de la civilización florentina se desmoronaron, ratificando la desintegración de un mundo unificado y absoluto.
A partir de este momento, la actitud general halló su manifestación artística en los fenómenos que se agrupan bajo la denominación del «Manierismo», el cual, en el mundo trágico de Miguel Ángel, este efecto está resaltado con mucha intensidad. Finalizando el siglo XVI, comenzó a cambiar esa actitud.
Descartes y la Búsqueda de la Certeza
En esto, Descartes es particularmente indicativo. Habiendo hallado que todo puede dudarse, llega a la conclusión que su propia duda, como pensamiento, representa su única certeza o verdad. Basándose en esta certeza, continúa su análisis para crear un sistema comprensivo de hechos, siendo su gran originalidad, y lo que le permite evitar la conclusión de los escépticos, que en vez de considerar los objetos que generan duda, separa el acto de dudar de todo lo externo a él, eliminando de ese modo la propia base del escepticismo.
El Siglo XVII: Un Mundo Pluralista
No obstante, la actitud general del siglo XVII no tenía esa base original donde el hombre buscaba la «verdad» analizando y buscando entre las corrientes alternativas de esa época. No obstante, se aceptó la situación y de esta forma se puso fin al antiguo mundo unitario. La desintegración del mundo antiguo culminó con la realidad que nunca más nadie volvió a creer en el restablecimiento del «antiguo orden». El hombre miró hacia el futuro mundo nuevo del siglo XVII. Por consiguiente, puede llamarse mundo pluralista, mientras pueda ofrecer a la humanidad la elección entre alternativas diferentes.
El Espíritu de Sistema en la Época Barroca
Todas las alternativas se caracterizaban por la finalidad de llegar a un sistema completo y seguro basado en axiomas apriorísticos para llegar a la verdad absoluta. Tal actitud es muy natural y representa, de hecho, los esfuerzos e intentos diferentes, pero análogos, de encontrar un sustituto al universo perdido. Basado en el nuevo «pluralismo», se debe considerar el siglo XVII como una época sistémica, o sea, «época barroca». Con lo cual no evocamos un espíritu místico de la época, sino lo que tenemos presente es la actitud fundamental de la humanidad que se fija, a pesar de las diferencias, en la elección, o sea, el «espíritu de sistema». Aunque predomina en determinada zona, estos sistemas, en cierto sentido sistemas abiertos, no siendo sistemas cerrados, su propagación era esencial y se generalizó su carácter «dinámico y centrífugo».
Sistematismo y Dinamismo: La Unidad del Barroco
De ese modo, los sistemas del siglo XVII tenían carácter abierto y dinámico. Así, en el mundo infinito de este siglo, movimiento y fuerza reciben importancia primordial y también hallamos la idea de que la extensión espacial es la propiedad fundamental de todas las cosas. Así comprendemos que el universo geométricamente ordenado del Renacimiento era «cerrado y estático», la concepción barroca «abierta y dinámica». Así comprendemos cómo los dos aspectos contradictorios del fenómeno barroco, «sistematismo y dinamismo», forman una unidad plena de significado. La necesidad de pertenecer a un sistema absoluto e integrado, pero abierto y dinámico, fue la «actitud fundamental» de la época barroca.