Razón y Método en Descartes
Introducción
La Edad Moderna da comienzo a una nueva etapa racionalista, marcada por la autonomía de la razón. Esta no puede verse coartada por ninguna instancia exterior y, además, a la razón le corresponde juzgar lo que es bueno y verdadero. El racionalismo de Descartes supone el rechazo del autoritarismo de la Escolástica.
El Método Cartesiano
La búsqueda de un modelo de conocimiento es una de las principales cuestiones de la Edad Moderna. Antes que Descartes, ya lo hicieron otros como Luis Vives, Da Vinci, Galileo, e incluso podríamos remontarnos hasta Aristóteles y la lógica de los estoicos.
A comienzos del siglo XVII, surgieron dos grandes contribuciones a la metodología filosófica: Francis Bacon publica Novum Organum y, más tarde, aparece el Discurso del Método de Descartes. Ambos pensadores coinciden en destacar que la escasez de conocimientos auténticos logrados por la humanidad en tantos siglos de búsqueda se debía fundamentalmente a la falta de un método adecuado.
El interés esencial de Bacon es el dominio de la naturaleza por medio de la ciencia y, a su vez, la posibilidad de transformar la sociedad aplicando adecuadamente la ciencia y la técnica. La actitud de Descartes a favor del método no es menos entusiasta que la de Bacon: “No basta ciertamente con tener un buen entendimiento, lo principal es aplicarlo bien” (Discurso del Método). A su vez, en Regulae ad directionem ingenii establece la necesidad del método para la investigación de la verdad.
El especial interés por el método se convierte en el eje central del sistema cartesiano: todo buen resultado depende del método utilizado. Por tanto, en su deseo de llegar a la verdad y a la certeza absoluta en la ciencia, se propone realizar una construcción filosófica sólida, evitando cuidadosamente toda causa de error e incertidumbre. Pretende igualmente buscar un camino accesible para la búsqueda de la verdad, convencido de que el ser humano puede alcanzarla siempre que haga un uso correcto de su propia razón.
Los procedimientos que en un principio nos pueden conducir a la certeza en el conocimiento son muy diversos. La “verdad” se la puede encontrar en los textos escolásticos, en el “gran libro del mundo” y también en las ideas impresas en nuestra naturaleza racional. Pero estas fuentes de conocimiento tienen algunas limitaciones. Por un lado, el inconveniente de los textos escolásticos es que la “verdad” puede aparecer difuminada en numerosas doctrinas desconectadas entre sí. En este sentido, en el Discurso del Método sostiene que las ciencias de los libros, al haberse desarrollado poco a poco con opiniones de personas diferentes, no están tan próximas a la verdad como los simples razonamientos que puede hacer una persona con buen criterio. Y por otro lado, la supuesta “sabiduría del mundo” e incluso las ideas en nuestra mente pueden contener interpretaciones erróneas sobre la realidad. Ante estos inconvenientes, se impone la necesidad de encontrar un criterio capaz de satisfacer las exigencias de la razón humana y llevar a cabo una revisión de todos los conocimientos culturales a la luz de este criterio. En esto consiste la gran empresa de la razón. Como conclusión, podemos decir que Descartes justifica del siguiente modo el fundamento de su teoría del método: la unidad de la ciencia es fruto de la unidad autónoma de la razón. Así, puesto que la razón es una, la ciencia, su resultado, debe tener un carácter unitario; y lo que es más importante: el método para llegar a la verdad también debe ser el mismo para cualquier saber. En consecuencia, la unidad de la razón implica la unidad del método y de la ciencia.
Preceptos del Método Cartesiano
Todo saber auténtico es un conjunto ordenado de verdades, de tal modo que cada verdad es justificada por las anteriores y sirve de argumento, a su vez, a las posteriores. En su aspiración a lograr una certeza absoluta, Descartes desconfía de los sentidos y de la imaginación. De igual modo, también desconfía de los largos raciocinios, ya que pueden ocultar fácilmente algún error. Por ello, da preferencia a los razonamientos concretos. Es preferible ir despacio y avanzar con seguridad: “Los que andan muy despacio pueden llegar mucho más lejos, si van siempre por el camino recto, que los que van demasiado deprisa, pero se apartan de él” (Discurso del Método). Los elementos constitutivos del método son el orden, la simplicidad y el matematismo. El orden lo explica Descartes asociado a la capacidad de descomponer y simplificar. La simplicidad, a su vez, es el hilo conductor del método y la garantía de veracidad. Y, por último, el matematismo garantiza el ideal científico de certeza. Lo que ante todo busca Descartes es orden, sencillez y claridad, y para ello propone:
- Primer precepto: Evidencia. Para que un conjunto de verdades sea válido, hay que comenzar por algo que sea evidente. La evidencia es la característica fundamental del conocimiento científico y se opone a la simple probabilidad. La ciencia es una serie encadenada de evidencias y su ideal, la perfecta racionalidad de sus contenidos. Es necesario partir de principios evidentes por sí mismos (axiomas) y deducir de ellos todas las consecuencias posibles. La evidencia abarca dos aspectos: el primero establece el principio de evidencia como único criterio de verdad; y el segundo señala las condiciones necesarias para la evidencia: claridad y distinción. La claridad hace referencia a que una idea es clara cuando se conocen todos los elementos que la integran. A su vez, una idea es distinta cuando no se la puede confundir con otra. Que una idea sea distinta quiere decir que está perfectamente delimitada. Esta noción cartesiana de idea es, por una parte, similar a la de Platón, dado que implica en sí misma presencia, determinación e inmutabilidad, como ocurre con las matemáticas. Pero, por otra parte, también implica un distanciamiento con respecto a Platón, ya que en Descartes la presencia es la certeza de la mente, y la determinación es su utilización concreta en el proceder de la mente. La finalidad de la evidencia es separar unas ideas de otras para evitar posibles confusiones. Este precepto está dirigido a la eliminación de los prejuicios. Es necesario evitar tomar por verdadero lo que no lo es, y negarse a aceptar la verdad de lo que es evidente.
- Segundo precepto: Análisis. El saber no podrá construirse con rigor si no somos capaces de distinguir hasta los últimos elementos, de manera que podamos saber qué es lo efectivamente evidente y qué es lo estrictamente justificado por los eslabones anteriores de la cadena deductiva. Pone de manifiesto el hecho de que se resuelven mejor las dificultades sencillas que las más complejas.
- Tercer precepto: Síntesis. Una vez que se han convertido las ideas complejas en ideas simples por medio del análisis, se debe volver a recomponerlas por medio de la síntesis. Ahora se tiene la ventaja de que son una suma de intuiciones parciales, y así se puede percibir de una manera intuitiva su encadenamiento. En este sentido, Descartes manifiesta que el tercer precepto… Este precepto abarca los siguientes aspectos: a) establecer un orden lógico en la deducción, que permita el paso de lo simple a lo complejo; b) partir del conocimiento claro y distinto de estos elementos indivisibles, y c) suponer este orden lógico de lo simple a lo complejo incluso aunque no aparezca, pues toda idea deducida habrá de estar justificada por el criterio de la evidencia.
- Cuarto precepto: Enumeración. Sólo queda revisar esa cadena una vez construida y los pasos que han conducido hasta ella para estar seguros de que no falta nada. De esta manera se obtiene una intuición general y una evidencia simultánea del conjunto. La enumeración implica la justificación de los preceptos segundo y tercero: del análisis, pues se trata de efectuar la enumeración completa de todas las circunstancias que confluyen en una determinada cuestión; de la síntesis, pues las revisiones generales ofrecen la garantía de no haber omitido nada en el proceso deductivo.
El Modelo Matemático como Paradigma
Las matemáticas son un modelo de conocimiento que impone un orden lógico capaz de hallar los mecanismos implícitos en el conocimiento de la realidad. De este modo, todo saber sólido debe tomar como modelo las matemáticas y construirse con su propio método. Surge así en Descartes la necesidad de construir a priori un saber de validez universal siguiendo el modelo matemático. En sentido genérico, la matemática parte de construcciones racionales a priori, de modo que sus enunciados tienen un valor universal y necesario. Todo conocimiento a priori de la realidad implica necesariamente la desvalorización del conocimiento sensible, que tanto valor le habían concedido los empiristas ingleses, ya que es de dudosa utilidad: no tiene estricta universalidad ni es estrictamente necesario, ya que como máximo nos dice que las cosas son así, pero no asegura que puedan ser de cualquier otro modo. El recurso a la matemática constituye una opción a favor de ciertos aspectos de la realidad y la consiguiente exclusión de otros: optar por las matemáticas implica elegir aquellos aspectos de la realidad que son cuantificables, que se pueden someter a experimentación y que, a su vez, son razonables.
La esencia de la modernidad comienza en la confianza depositada por el hombre en el poder de la matemática y de la razón. El nuevo enfoque de la naturaleza que habían planteado los científicos renacentistas conduce a otra cuestión central: todo lo real, lo objetivo, ha de reducirse a racionalidad matemática. En este sentido, el científico renacentista Leonardo da Vinci había afirmado que “ninguna investigación humana puede llamarse verdadera ciencia si no pasa por las demostraciones matemáticas” y que la naturaleza está “llena de infinitas razones” comprensibles sólo gracias a las matemáticas. Este interés de los racionalistas por el paradigma matemático podemos concretarlo en los siguientes aspectos: Por un lado, hay que destacar el esfuerzo por matematizar lo empírico. Gracias a los estudios de Copérnico y Galileo orientados a la aplicación de las matemáticas en la investigación de la naturaleza mediante el tratamiento cuantitativo de las leyes físicas, la Física inicia un proceso de independización de la Filosofía. De igual modo, la mecánica y la astronomía de Kepler y Galileo atrajeron la atención de los matemáticos con la intención de elaborar métodos para tratar de resolver problemas planteados por la mecánica y la astronomía. Por otro lado, para entender el auge de este modelo en la Edad Moderna debemos retroceder hasta el Renacimiento e incluso hasta los contactos de la cultura occidental con la cultura árabe. Como resultado de estos contactos, Occidente fue conociendo la matemática griega. Como conclusión, podemos destacar que lo que en el fondo importa del método es entender la matemática como prototipo de la racionalidad conceptual, como método unitario del pensamiento racional.