El Método de Descartes: Duda Metódica y la Búsqueda de la Verdad Absoluta

Nos encontramos en la etapa de la filosofía moderna, donde Descartes capitanea a los racionalistas, quienes defienden que la razón descubre las verdades indiscutibles.

El objetivo de Descartes es encontrar verdades absolutamente ciertas, las cuales permitan un conocimiento verdadero. Por lo tanto, no ha de haber ninguna posibilidad en la que exista la duda sobre estas verdades, ya que pasarían a ser falsas. Por ello, Descartes crea un método: la duda metódica.

La Duda Metódica: Un Camino hacia la Certeza

Primeramente, se ha de eliminar cualquier conocimiento, idea, creencia, opinión, etc., que sea puesta en duda, ya que, si es así, no serán certezas absolutas. Para ello, se tiene que dudar de todo lo que creemos; cualquier cosa que lleve posiblemente a la duda será puesta en suspenso.

El objetivo de la duda metódica es encontrar una verdad que sea el origen del conocimiento a través de la intuición de una idea clara, distinta y evidente. Una verdad sobre la que no se pueda dudar jamás.

Motivos de Duda

Existen tres motivos principales de duda:

1. La Fiabilidad de los Sentidos

Aunque los sentidos nos ponen en contacto con el mundo material y nos proporcionan una serie de cosas que solemos aceptar como verdaderas, también nos engañan a través de ilusiones o alteraciones de las cosas. Por ejemplo, de lejos podemos ver un edificio pequeño en forma redonda, y cuando nos vamos acercando se hace más grande y rectangular. Esto es un engaño de los sentidos, que nos hace ver ciertas verdades que en realidad no lo son. Esto se puede distinguir como un engaño, por lo tanto, los sentidos pueden ser probables como mucho, pero si son probables, nos hacen dudar, por lo cual ya no es una verdad absoluta.

2. La Dificultad de Distinguir la Vigilia del Sueño

No sabemos cuándo estamos en un sueño y cuándo no. Por ello, no debemos dudar de si son verdaderas las ideas o no, sino que también tenemos que dudar de su existencia, si realmente era un sueño o no. Este motivo nos lleva a rechazar hasta la existencia de nuestro propio cuerpo y del mundo material.

3. La Hipótesis del Genio Maligno

Esta hipótesis defiende la tesis de que hay un dios maligno que nos confunde y nos lleva a pensar que ciertas ideas son verdaderamente ciertas, pero cuando en verdad son falsas. Es decir, cuando pensamos que hemos llegado a la verdad absoluta, la cual parece ser evidente, pero no lo es, en realidad hemos sido engañados por el genio maligno. Por otro lado, mientras que las verdades matemáticas son una certeza absoluta, ya que aunque estemos en un sueño o despiertos, 2 más dos siempre va a ser cuatro, en esta hipótesis la verdad matemática queda bajo la duda. Por lo que podemos ver que es una duda completamente radical, tanto que rechaza las verdades en su totalidad, desde la existencia del mundo hasta las verdades matemáticas.

La Verdad Absoluta: Pienso, Luego Existo

Aún así, de esta duda será de donde Descartes saca la verdad absoluta: pienso, luego existo. Esta verdad resiste a toda duda, por más radical que sea.

Descartes llega a la conclusión de que lo que no cabe duda es el hecho de dudar, de pensar. Es decir, que hay un objeto pensante que existe, que está, y esa es la primera verdad; es la relación de pensar y ser, pensamiento y existencia. Esto se debe a la intuición, ya que da un concepto directo de la verdad; la intuición conoce la verdad, ilumina la mente instantáneamente a la hora de entender.

Esta verdad se debe también a la claridad y la distinción. Una vez que algo es claro y distinto es verdadero, pero es cierto que para que eso sea verdad puede ser claro pero no distinto, pero si es distinto tiene que ser claro también.

Esta primera verdad de pensar y ser deja claro que la existencia del sujeto aporta conocimiento sobre qué es ese yo, una cosa que piensa. Descartes sale de la duda con esta primera verdad, la cual es indudable, se ve con claridad y distinción; en cuanto a la claridad se refiere que está presente y se manifiesta.

Pero esta certeza debe probarse, debe dar la garantía de que es verdadera. Para ello, si existe la hipótesis del genio maligno, los pensamientos siguen siendo erróneos, así que se ha de probar con la existencia de un dios bondadoso, que repudie el engaño, y así este dios hará que no sea pensable el que los humanos percibiendo la claridad y distinción de una verdad, eso sea falso.

Para comprobar su existencia se parte de la idea de que dios es claro y distinto.

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