Contexto Histórico y Filosófico de Santo Tomás de Aquino
Santo Tomás de Aquino (siglo XIII), figura central del apogeo de la Edad Media, se desenvuelve en un período de estabilidad económica y florecimiento cultural, evidenciado en las catedrales góticas y el surgimiento de las Universidades. La filosofía escolástica cristiana afronta el desafío de integrar el pensamiento aristotélico, introducido a través de la filosofía árabe, en un ambiente dominado por el agustinismo (platonismo cristianizado). El reto principal consistía en determinar la compatibilidad entre la obra de Aristóteles y la fe cristiana, abordando la relación entre razón y fe, tema recurrente en la filosofía medieval. Santo Tomás destaca por su síntesis armoniosa entre el pensamiento aristotélico y la mentalidad cristiana.
El Tema Central del Texto: Necesidad de la Revelación
El texto aborda la necesidad de la revelación (fe) como complemento de la razón humana para que el hombre alcance su fin último.
Ideas Principales del Texto
- Para la salvación del hombre es preciso el conocimiento de Dios.
- Dios es el fin al que debe dirigirse el hombre.
- Es necesaria una ciencia divina (revelación-teología).
- La revelación divina es conveniente incluso para lo que la razón puede comprender sobre Dios.
- Del exacto conocimiento de la verdad de Dios depende la salvación humana.
- Se concluye con la necesidad de una doctrina sagrada además de la filosofía.
Estructura Argumentativa del Texto
El texto presenta un argumento que defiende la necesidad de la revelación (fe) como complemento de la razón.
Tesis: «Para la salvación humana fue necesario que, además de… hubiera alguna ciencia cuyo criterio fuera lo divino».
Premisas:
- La salvación o fin del hombre depende del conocimiento exacto que éste tenga de Dios: «Del exacto conocimiento de la verdad de Dios depende la total salvación del hombre».
- La razón humana por sí sola es incapaz de conocer plenamente a Dios: «Dios… excede la comprensión a la que puede llegar sólo la razón».
- Lo que la razón humana puede conocer de Dios «sería conocida por pocos, después de muchos análisis y con resultados plagados de errores.»
Conclusión:
Es necesaria la revelación divina para complementar a la razón y asegurar la salvación del hombre: «Por todo ello se deduce la necesidad de que, además de las materias filosóficas, resultado de la razón, hubiera una doctrina sagrada, resultado de la revelación».
Relaciones entre Razón y Fe (Filosofía y Teología)
El texto aborda un aspecto crucial de las relaciones entre razón y fe, o Filosofía y Teología.
Santo Tomás establece una distinción formal entre razón y fe, asignando a cada una su propio campo y método. La razón (filosofía), partiendo de lo sensible, puede descubrir verdades por sí sola, incluyendo la existencia de Dios y su papel como creador. Sin embargo, su poder limitado y la posibilidad de error impiden el pleno conocimiento de Dios. La fe (teología) revela verdades divinas, algunas inalcanzables por la razón. Otras verdades, los preambula fidei, son accesibles a la razón, pero Dios las reveló por tres motivos:
- Limitaciones humanas: Pocos hombres conocerían a Dios debido a:
- Débil capacidad intelectual.
- Preocupaciones familiares y materiales.
- Pereza.
- Dificultad y tiempo: El conocimiento de Dios a través de la razón requeriría grandes esfuerzos y tiempo, dejando a muchos en la ignorancia.
- Posibilidad de error: La debilidad del entendimiento humano podría introducir errores en la investigación racional.
La razón, aunque valiosa, no alcanza la profundidad de la fe. La salvación humana, para Santo Tomás, reside en el conocimiento y contemplación de la verdad divina, dada nuestra naturaleza racional. Por ello, defiende la necesidad de la revelación o de una ciencia divina (Teología), superior a cualquier ciencia racional.
La Teología como Ciencia Suprema
La idea central del texto refleja la posición tomista: la Teología es la ciencia suprema, no solo por su objeto de estudio, sino por el origen divino de sus verdades (revelación). La Teología complementa y supera a la ciencia humana, sirviendo como referente al que la filosofía debe supeditarse. La filosofía, a pesar de su autonomía, es ancilla theologiae (sierva de la teología).