Marx y la Deshumanización del Trabajo: Un Enfoque Crítico

La Alienación del Trabajo en el Capitalismo según Marx

a) El problema filosófico planteado es la relación entre el capitalismo y la alienación del trabajador, con respecto al producto de su trabajo y a su propia actividad. Las tesis sostenidas, junto con sus argumentos, son varias. Primero afirma, como un hecho económico, que el obrero es más pobre cuanta más riqueza produce. Esto lo argumenta señalando que el trabajador mismo es una mercancía, puesto que el trabajo no sólo produce mercancías propiamente hablando, sino que se produce también a sí mismo y al obrero como mercancía. Pero el trabajador es una mercancía que se abarata en proporción inversa a la riqueza que produce, del mismo modo que el valor que atribuimos a las cosas y a las personas es también inversamente proporcional. En segundo lugar define el objeto producido por el trabajo como trabajo fijado en el objeto, objetivación del trabajo o realización del mismo. Sin embargo, argumenta, la realización del trabajo es a la vez desrealización del trabajador, que se ve desposeído del producto de su trabajo; la realidad que produce se le enajena y se convierte en un objeto extraño. En tercer lugar sostiene que incluso el trabajo mismo se convierte en un “objeto”, en el sentido de que es algo de lo que se apropia el capital. En cuanto a situar la problemática en el conjunto de la filosofía del autor, esta se encuadra dentro de la teoría de la alienación, que a su vez surge del análisis del trabajo industrial y la crítica del modo de producción capitalista. Con la expresión subrayada Marx se refiere a la muerte de obreros de la época de la Revolución Industrial, en condiciones inhumanas de privación, pero entendiendo este problema como grado extremo dentro del proceso de desrealización del trabajador, puesto que cuanto más objetos produce, o más trabajo “realiza” para el capitalista, más se empobrece o desrealiza él, de forma inversa.

b) Primero afirma que el trabajador se relaciona con el producto de su trabajo como un objeto extraño. Marx precisa en segundo lugar que este extrañamiento es un proceso: cuanto más se trabaja, más poder se transfiere a ese mundo extraño de las cosas (objetivo) y más se empobrece el propio trabajador y su mundo interior (subjetivo). Argumenta esto por analogía, comparando este proceso con la alienación religiosa, tal y como la entendía Feuerbach. Es decir, cuanto más pone el hombre en Dios tanto menos guarda en sí mismo, dice, en el sentido de que la alienación de uno mismo sucede cuando olvidamos que la religión es creación nuestra, que a Dios lo han creado los humanos y no a la inversa, con el resultado de que el ser humano se somete a la imagen que él mismo ha creado, del mismo modo el trabajador se somete al objeto. Por tanto, concluye en tercer lugar, el trabajo es, en este tipo de sistema productivo, una transferencia de vida, de poder, de actividad misma, del trabajador a la cosa. Por eso, concluye, la alienación del trabajador en su producto significa no sólo la objetivación del trabajo, sino también que el objeto creado se opone al trabajador como un poder independiente, como poder que se le enfrenta. En cuanto a situar la problemática en el conjunto de la filosofía del autor, esta se encuadra dentro de la teoría de la alienación, que a su vez surge del análisis del trabajo industrial y la crítica del modo de producción capitalista. En cuanto a la expresión subrayada, Marx entiende el “trabajo” como lo que caracteriza al ser humano, lo que nos permite realizarnos en nuestra relación con la naturaleza y con otros seres humanos, puesto que todas las relaciones sociales vienen determinadas por los modos de producción.

c) Primero se centra en la objetivación y el extrañamiento que caracterizan al trabajador, y afirma que hay una relación inversamente proporcional entre la producción y la capacidad de consumir. Esto lo ilustra con varios paralelismos, pues esa relación inversa se replica entre el valor de lo que se produce y la carencia de valor del trabajador, entre lo acabado del producto y la deformidad del trabajador, entre la civilización y la barbarie, o entre el espíritu y la naturaleza.

En segundo lugar, afirma que en la época de la “Economía Política” (la de los economistas liberales y la Revolución Industrial) se oculta todo lo anterior, porque no se mira la relación inmediata entre el trabajador y la producción. No se mira en la dirección adecuada, porque para Marx aquí es donde se crea la riqueza y se genera la ganancia, no en el mercado. Esta afirmación también la refuerza de un modo retórico, aludiendo de nuevo a la misma relación inversa: el trabajo capitalista produce palacios para los ricos y chozas para los pobres, belleza y deformidades, espíritu y cretinismo. También menciona el problema de las máquinas. Finalmente, añade que la relación del rico con la producción es sólo una consecuencia de cómo se organiza a los trabajadores. En cuanto a situar la problemática en el conjunto de la filosofía del autor, esta se encuadra dentro de la teoría de la alienación, que a su vez surge del análisis del trabajo industrial y la crítica del modo de producción capitalista. En cuanto a la expresión subrayada, Marx entiende el “trabajo” como lo que caracteriza al ser humano, lo que nos permite realizarnos en nuestra relación con la naturaleza y con otros seres humanos, puesto que todas las relaciones sociales vienen determinadas por los modos de producción.

Influencias Filosóficas y Sociales en el Pensamiento de Marx

Pregunta 2: El pensamiento de Marx tiene influencias tanto sociales como filosóficas. Un punto clave fue su relación con Engels, quien le presentó la realidad de los trabajadores de las fábricas y los movimientos obreros, además de introducirlo a los economistas liberales. En el ámbito filosófico, Marx adoptó el materialismo histórico, que es una visión de la historia basada en la materia. Para él, la humanidad transforma la naturaleza a través del trabajo, lo que es la esencia de nuestra condición. Marx rechaza la idea hegeliana de que la historia sea la historia de las ideas o el espíritu, y en su lugar la ve como la historia material del trabajo. Según Marx, el trabajo está ligado a las relaciones económicas, y son estos cambios los que impulsan la historia. La sociedad, según él, se divide en dos componentes: la infraestructura económica y la superestructura ideológica.

Infraestructura y Superestructura

La infraestructura se refiere a las fuerzas productivas y las relaciones de producción, mientras que la superestructura abarca las ideas, valores y creencias (como lo moral, lo artístico, lo jurídico, lo religioso, entre otros) que forman la conciencia de la sociedad en un momento histórico. Las ideologías que existen en la superestructura no son neutras; están moldeadas por la infraestructura y sirven para ocultar o distorsionar las contradicciones y desigualdades del sistema económico. Las ideologías que predominan en la sociedad reflejan los intereses de la clase dominante, que es quien controla su producción. Esto genera una alienación en las clases trabajadoras, que, al adoptar estas ideologías, se desconectan de sus intereses reales.

La Lucha de Clases como Motor de la Historia

Marx ve varias formas de alienación, pero la más importante es la económica, que surge de la contradicción entre los intereses de las clases sociales. La lucha de clases, entre los que poseen los medios de producción y los que solo tienen su fuerza de trabajo, es el motor de la historia, según Marx. A lo largo de las distintas épocas, este antagonismo permanece, aunque los grupos y los modos de producción cambian. En la antigüedad, con la esclavitud, los opresores eran los patricios, mientras que los oprimidos eran los plebeyos; en la Edad Media, los señores feudales dominaban a los siervos; y en la era industrial, la burguesía controla al proletariado. Marx sostenía que los trabajadores deben darse cuenta de que sus intereses están en conflicto con los de los capitalistas. La organización de los trabajadores para superar la alienación del sistema capitalista es esencial. Este concepto se entiende mejor al analizar el trabajo asalariado, que, según Marx, es inherentemente alienante porque despoja al trabajador de su humanidad. En el trabajo asalariado, el trabajador no es dueño de su propia actividad ni del producto que crea, que es apropiado por el capitalista.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *