Explorando las Éticas del Bien y del Deber: Eudemonismo, Hedonismo, Utilitarismo y Deontologismo

El Eudemonismo de Aristóteles (Ética del Bien)

Aristóteles sostiene que el bien máximo al que podemos aspirar las personas es la felicidad. Si lo logramos, habremos alcanzado el máximo bien al que podemos aspirar.

Aristóteles sostiene que la felicidad consiste en realizar aquello que es propio de los seres humanos: la vida racional. Es decir, la felicidad corresponde a la forma de vida del sabio, que dedica su tiempo a pensar y a buscar la verdad.

La ética de la virtud

Aristóteles pensaba que las personas felices son las que se comportan de manera excelente, porque saben actuar correctamente en cada situación. La virtud, según Aristóteles, surge de la costumbre. Nos volvemos virtuosos cuando nos acostumbramos a comportarnos de manera adecuada. Las personas podemos modificar nuestro carácter con nuestras elecciones, porque la conducta que elegimos va transformándonos. Con el tiempo se convierte en tendencias; así pues, los seres humanos podemos construir nuestra propia felicidad si nos acostumbramos a elegir bien cómo actuar en la vida.

¿Cuándo esta elección es correcta y adecuada?

Aristóteles pensaba que debemos huir de los excesos, procurando siempre elegir el término medio entre dos extremos. Para encontrar este punto medio debemos emplear la razón. Aristóteles llamaba prudencia a determinar cuál es la conducta correcta en cada circunstancia, dependiendo de nuestra situación.


El Hedonismo de Epicuro (Ética Epicúrea)

Epicuro, al igual que Aristóteles, trata una ética del bien, ya que insiste en la importancia del objetivo supremo que debe orientar nuestra conducta. El hedonismo dice que el placer es la felicidad, pero su visión de placer es muy diferente a la de hoy. Su concepto de placer es la ausencia de temor y dolor, lo espiritual, el conocimiento, la amistad…

La ética epicúrea es hedonista porque afirma que el bien supremo consiste en el placer.

Epicuro distingue tres tipos de placeres:

  • Naturales y necesarios: Alimentarse, vestirse o cobijarse, reflexionar o cultivar la amistad.
  • Naturales pero innecesarios: los deseos de refinamiento artificiosos como los lujos.
  • Ni naturales ni necesarios: como el ansia de fama o el éxito social.

De acuerdo con la ética de Epicuro, para conseguir la felicidad debemos centrarnos solamente en satisfacer los placeres naturales y necesarios, haciéndolo con moderación y sensatez.

El término con el que Epicuro expresaba esta aspiración a la tranquilidad, es ataraxia (estado de calma caracterizado por la ausencia de perturbación). Cabe destacar que el placer físico no lo considera algo malo, sino que debe estar siempre controlado por la moderación para evitar el sufrimiento.


El Utilitarismo (Ética Utilitarista)

Comparte los objetivos de la felicidad con Aristóteles y Epicuro; sin embargo, los utilitaristas no buscan la felicidad del individuo como tal, sino el máximo beneficio para el mayor número de personas (placer colectivo).

Dicen que a la hora de actuar debemos pensar más en las consecuencias y considerar cómo nuestras acciones pueden hacer felices o infelices a las personas que nos rodean.

Ocurre el caso de que una acción puede hacer felices a unos e infelices a otros. Para remediar esto, hay que hacer un cálculo de los placeres (tener en cuenta el número de personas que se verían afectadas o beneficiadas dependiendo de nuestra conducta).

Una acción es útil cuando hace feliz a un gran número de personas. Para la ética utilitarista, la acción moralmente correcta es la que proporciona mayor utilidad al mayor número de personas.


El Utilitarismo de Bentham

Bentham, filósofo inglés del siglo XIX, defiende que lo que es bueno es útil y que lo bueno es todo aquello que produce placer y evita dolor. Para calcular adecuadamente la cantidad de placer y dolor que generamos, Bentham propone tener en consideración distintos factores: la intensidad, la duración, la certeza, la proximidad de los placeres.

Un placer intenso, duradero, seguro y próximo deberá contar más que otro placer débil, efímero, incierto y lejano. También proponía que los gobernantes deberían basarse en este cálculo para hacer las leyes, ya que una ley es justa y adecuada cuando tiene consecuencias positivas, y estas consecuencias sólo se pueden medir calculando el placer y dolor que producen.

El Utilitarismo de J.S. Mill

Mill criticaba que, para Bentham, todos los placeres se contabilizaban de la misma manera, pero según Mill, esto es incorrecto, ya que cada placer tiene un valor diferente a otro y debe tenerse en cuenta a la hora de hacer el cálculo utilitarista. Para Mill, los placeres superiores son los que nos distinguen de los animales, como los placeres intelectuales y morales, que son los que pueden proporcionarnos una mayor felicidad.

Estos placeres tienen más valor que los placeres naturales y necesarios de los hedonistas, por eso pensamos que una vida feliz va más allá que dedicarse a comer, beber y dormir.


El Deontologismo de Kant (Ética Kantiana) (Éticas del Deber)

Kant critica a todas las éticas del bien porque consideran que la vida humana debe orientarse a perseguir un objetivo supremo, el cual nos sirve de guía para saber cómo debemos actuar si queremos alcanzarlo.

Todas las éticas anteriores tienen algo en común, donde todas ellas ofrecen un contenido específico al que aspirar (éticas materiales, donde se propone un objetivo determinado).

Estas éticas materiales siempre son:

  • Hipotéticas: donde no hay actos absolutamente buenos, solo lo son si aceptamos aquel objetivo supremo y si sirven para ayudarnos a alcanzarlo.
  • Heterónomas: donde las normas de conducta no las elige el sujeto, sino que vienen dadas por el bien supremo, normas que derivan de la meta que estoy persiguiendo.
  • A posteriori: donde para saber cómo comportarnos debemos basarnos en la experiencia; no es posible saber de antemano qué cosas son buenas y malas si no las hemos experimentado antes.


Ética Formal

Para evitar los inconvenientes de estas éticas, Kant elabora una filosofía moral donde la ética es:

  • Necesaria: donde no depende de ninguna condición y es universalmente válida.
  • Autónoma: donde cada persona debe ser capaz de elaborar sus propias normas.
  • A priori: donde fuese válida independientemente de la experiencia y donde sus normas no dependen de las circunstancias.

Kant defendió que una ética material nunca puede llegar a ser universal; por lo contrario, la ética normal sí.

Kant denomina máxima a las reglas de conducta individuales que el sujeto debe elaborar autónomamente.

Imperativo Categórico

Se formula de tal modo en el que actúes siempre según una máxima que puedas querer que se convierta en ley universal.

Para entenderlo mejor: si nosotros quisiéramos elegir una norma como, por ejemplo, mentir cuando nos convenga, tenemos que hacernos una serie de preguntas: ¿Quisiera que esta norma se vuelva ley universal y que, de tal forma que yo la haga, la pueda hacer todo el mundo? ¿Qué sucedería si esta norma se convierte en ley universal? Después de hacernos estas preguntas, es evidente que nadie va a querer que esta norma se generalice, por lo cual no es algo moralmente aceptable y no servirá como buena conducta.

Kant defiende que lo que hace mala o buena una acción es la intención de cada uno. Cree que las personas deben actuar mediante la razón y busca una ética universal donde la razón reconoce el deber.


La Ética de la Justicia

La justicia consiste en dar a cada persona lo que le corresponde.

Las éticas de la justicia pretenden encontrar una forma adecuada para elaborar las normas que regulan nuestra convivencia, respetando el pluralismo de las sociedades contemporáneas.

La Teoría de la Justicia de Rawls (Ética Procedimental)

John Rawls plantea una teoría de justicia social en la que la justicia es siempre sinónimo de imparcialidad. De esta forma, será justa aquella sociedad en la que todo el mundo tenga el mismo tratamiento ante la ley, posea las mismas oportunidades y reciba las ayudas del Estado según sus necesidades.

Pero, ¿cuál es el procedimiento que debemos seguir para que estas reglas sean justas?

Si queremos conseguir que las normas sean imparciales, ninguno de los participantes debe tratar de obtener privilegios basados en sus características personales.

Rawls llama posición originaria a esta situación ficticia que pretende reproducir las condiciones adecuadas para alcanzar acuerdos justos, donde los participantes no saben cuál va a ser su papel en la sociedad, como si existiese sobre ellos un velo de ignorancia que les impide conocer su situación.


Principios de una Sociedad Justa

  • Principio de igualdad. Todas las personas deben gozar de derechos y de la máxima libertad posible. Lo único que puede limitar nuestros derechos y libertades es el respeto a los derechos y libertades de los demás.

  • Principio de diferencia. Ciertas desigualdades no son injustas cuando significan una mejoría en la situación del más desfavorecido.

La Ética Dialógica de Apel y Habermas

La propuesta ética de Karl Otto Apel y de Jürgen Habermas también aspira a diseñar un procedimiento que nos permita elaborar normas justas. Según estos autores, esto solo se puede conseguir mediante un diálogo sincero y abierto en el que todos los implicados traten de llegar a un acuerdo. Por ello se dice que proponen una ética dialógica basada en el consenso.

Podemos decir que una norma es justa cuando todos los afectados por ella están de acuerdo en aceptarla después de haber dialogado abiertamente sobre su contenido y consecuencias. Una situación en la que todos pueden intervenir en condiciones de simetría e igualdad, es una comunidad ideal de diálogo.

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