Contexto Filosófico
Los pensadores alemanes Hegel y Marx definieron una primera etapa de la filosofía contemporánea marcada por el diálogo con los presupuestos críticos de Kant.
Los pensadores contemporáneos y herederos intelectuales de Hegel rebatieron la pretensión de profundidad propia del idealismo trascendental. Primero, los positivistas y después, Marx, negaron la primacía de la filosofía. En concreto, denunciaron cualquier forma de metafísica y trascendencia. A ella antepusieron varias ciencias de nuevo cuño, como la sociología, consideradas como saberes dotados de capacidad para transformar el mundo.
La filosofía dejó de centrarse en ideas abstractas y comenzó a enfocarse más en la realidad concreta. Filósofos como Auguste Comte aplicaron métodos científicos para estudiar al ser humano y la sociedad, mientras que Jeremy Bentham y John Stuart Mill se interesaron por los problemas morales y políticos.
Este movimiento de reacción y crítica al idealismo, así como el sistema cultural romántico, alcanzaron su máximo desarrollo en la segunda mitad del siglo XIX.
Karl Marx
Incluir a Marx en los libros de filosofía es algo reciente y complicado. Marx se enfocó principalmente en la economía y en el activismo político, luchando por el movimiento obrero en Europa. Su influencia histórica es enorme, ya que inspiró revoluciones, derribó gobiernos y ayudó a crear nuevos Estados, especialmente en el siglo XX.
Sin embargo, existen tres motivos que justifican estudiar a Marx desde un punto de vista filosófico. El primero es que su pensamiento pretende abarcar y explicar todo cuanto existe: se presenta como un conocimiento definitivo del mundo y un modo de vida. El segundo es que ha influido e influye, todavía hoy, en muchos pensadores y filósofos, que lo han defendido o lo han combatido. Estos posicionamientos a favor o en contra de Marx definieron gran parte de la vida intelectual europea del siglo pasado. Por último, las fuentes de las que bebe Marx son filosóficas, y su formación y sus primeros escritos son esencialmente filosóficos.
Influencias y Correcciones
El pensamiento de Marx es una síntesis personal de una gran variedad de fuentes. Ante todo, recibió la influencia de Hegel, los economistas clásicos y el socialismo utópico. Sin embargo, su planteamiento se alejó de todos ellos: apropiándose de sus ideas, no dudó en corregirlas y completarlas allí donde lo consideró necesario.
- Hegel. Marx tomó de Hegel la idea de que la historia avanza dialécticamente hacia un estadio definitivo. Para Marx, la historia tiene motor, necesidad y fin. Sin embargo, no estaba de acuerdo con él respecto a la noción de que las situaciones sociales puramente históricas son metafísicamente necesarias.
- Economistas clásicos. Marx heredó del economista David Ricardo la idea de que el valor de un bien deriva de la cantidad de trabajo necesario para producirlo. Sin embargo, lo acusó de contentarse con afirmar que, dejada a sus propias dinámicas, la economía empobrece necesariamente a los trabajadores.
- Socialismo utópico. Marx aplaudió que el socialismo utópico identificara problemas como la existencia de clases y que se preocupara por los obreros. Sin embargo, le reprocha que no les proporcionara las herramientas necesarias para la transformación real de su condición de oprimidos.
Frente al idealismo trascendental de Hegel, Marx propuso su materialismo histórico, al afirmar que las ideas son el producto de unas determinadas condiciones materiales. Frente a los economistas clásicos, Marx denunció como ideología cualquier análisis económico que tratara la propiedad privada como un hecho intocable y sagrado. Frente al socialismo utópico, Marx presentó su materialismo dialéctico como un socialismo científico que describe las leyes que desembocarán necesariamente en la sociedad comunista.
La Alienación Filosófica y Religiosa
Marx afirmó que el ser humano también sale de sí mismo al relacionarse con el mundo y las demás personas. Sin embargo, lo que constituye una verdadera alienación son solo las formas de enajenación negativas, como las que provocan las ideologías o la religión.
Según él, no existen verdades permanentes, porque la realidad es meramente algo material en constante transformación. Las ideologías son un conjunto de representaciones teóricas falsas sobre la realidad y el ser humano que provocan la alienación filosófica.
Por otro lado, afirmó que la religión es el opio del pueblo. El origen de la religión está en la opresión que un mundo sin coraza ejerce sobre el pueblo. La alienación que entraña sobrepasa el ámbito individual: para que surja, no basta con un solo hombre, pues es preciso todo un mundo de relaciones sociales determinadas.
La Alienación del Trabajador
A la temprana crítica marxista a la religión le siguió otra que se dirigió al trabajo asalariado, que es el modo paradigmático (vigente en la actualidad) de concebir el trabajo en el mundo contemporáneo.
El trabajo asalariado transforma al trabajador en una mercancía. En primer lugar, porque este se objetiva en su trabajo. En segundo lugar, porque ni el producto ni los medios de producción que utiliza son de su propiedad. Al tener que objetivarse, el obrero se aliena: entrega su ser mismo objetivado (producto) como condición para subsistir.
La organización del trabajo tiene efectos negativos para los trabajadores: cuanto más trabajan, más sufren. Además, el ser humano pierde su humanidad y se convierte en algo más parecido a un animal, perdiendo su dignidad y sus capacidades.
El trabajo ayuda al ser humano a desarrollarse y a mejorar el mundo a su alrededor. Pero, según Marx, las malas condiciones de trabajo hacen que el trabajo se convierta en algo que deshumaniza a la persona, afectando su esencia más profunda.
Esta deshumanización del trabajador es consecuencia de las relaciones de producción alienantes en las que se desarrolla su labor. Para Marx, ese trabajo es forzado en la misma medida en que satisface unas necesidades ajenas.
Plusvalía y Propiedad Privada
Preocupado por la alienación del trabajador, el filósofo alemán se preguntó por el sistema que se genera gracias a ella. Así, en El capital diseccionó el valor específico del trabajo como mercancía. Para ello, distinguió tres tipos de valor:
- El valor de uso es lo que una mercancía puede hacer para satisfacer una necesidad. Por ejemplo, el valor de uso de unos zapatos es todo lo que una persona puede hacer con ellos, como usarlos para caminar. En resumen, el valor de uso es lo que se obtiene al consumir un producto.
- El valor de cambio es lo que permite intercambiar mercancías y ponerles un precio. Según Marx, este valor depende del trabajo necesario para producir algo. En otras palabras, el valor de cambio de un producto se mide por el tiempo de trabajo que se ha invertido en su creación, y por conveniencia, ese tiempo se mide en dinero.
- Plusvalía. Es el valor añadido que aporta la fuerza del trabajador.
A pesar de que el trabajador produce valor gracias a su fuerza, su salario jamás refleja ese valor añadido. Según señala Marx, al obrero se le paga únicamente en función del valor de cambio que posee su fuerza de trabajo: esto es, lo mínimo para que subsista. Por tanto, la plusvalía se ha de considerar como la diferencia entre el valor de cambio de un producto y el sueldo del trabajador que lo produce; es decir, como la fuente del beneficio neto del capitalista.
La noción de plusvalía permite a Marx explicar cómo se genera el capital (riqueza acumulada) e identificar la raíz de la opresión obrera, que se encuentra en la propiedad privada de los medios de producción.
La propiedad privada justifica que el capitalista también se apropie del valor añadido específico de la fuerza de trabajo. Por tanto, la opresión de los trabajadores finalizará con la abolición definitiva de la propiedad privada.
El Materialismo Histórico: Estructura y Superestructura
En el Manifiesto comunista (1848), firmado conjuntamente con su amigo colaborador Friedrich Engels, Marx señaló como motor de la historia la lucha de clases. <>.
Las clases en disputa son, esencialmente, dos: los opresores y los oprimidos. Esta lucha puede desembocar en dos escenarios: o bien en una transformación revolucionaria de toda la sociedad, o bien en la ruina y destrucción de la sociedad misma. Las dos figuras en conflicto que Marx identificó en su época eran la burguesía (capitalistas) y el proletariado (asalariados).
El burgués domina los medios de producción material (estructura económica) y los medios de producción intelectual (superestructura ideológica). Así, consigue perpetuar su dominio sobre el proletariado.
La estructura económica condiciona la superestructura. Esto significa que, según este filósofo, las condiciones materiales de la vida condicionan la vida intelectual de las personas y las sociedades.
Esta concepción se denomina materialismo histórico. Marx afirmó que las ideas dominantes de una sociedad son las ideas de sus clases dominantes. Así, la clase que posee los medios de producción material domina las ideas de una sociedad.
Materialismo Dialéctico
La sociedad feudal produjo la sociedad burguesa: la aparición del burgués en su mismo seno niega y supera la sociedad del señor feudal. De la misma manera, la sociedad burguesa ya ha creado su negociación y superación. El proletariado encierra dentro de sí el germen de la futura sociedad comunista: una sociedad sin clases, política ni propiedad privada.
Marx dio por sentado el advenimiento del comunismo como la consecuencia necesaria de las contradicciones de la sociedad capitalista. Sin embargo, antes de su llegada definitiva, será necesaria la dictadura del proletariado. En ella, los oprimidos se convertirán en la clase dominante y centralizará todos los medios de producción material e intelectual.
El paso de la sociedad feudal a la burguesa y de la sociedad burguesa a la comunista es necesario: está regido por la dialéctica que gobierna la historia.