La Ética de Aristóteles: Felicidad, Virtud y el Bien Supremo Humano

La Ética Aristotélica: En Busca del Bien Supremo

Aristóteles entiende la acción humana en función de su capacidad para conducir al bien del hombre. Sostiene que si existe un fin que deseamos por sí mismo, y en virtud del cual deseamos todos los demás fines, ese debe ser el “bien último” o el Bien supremo. El objetivo de su ética es descubrir la naturaleza de este Bien y qué ciencia se ocupa de él.

Para Aristóteles, la ciencia que estudia el bien del hombre es la política o ciencia social, y la Ética es una parte fundamental de esta ciencia. Su enfoque ético no es puramente teórico, sino que se fundamenta en las características universales de la naturaleza humana, comenzando por la ética individual para extenderse luego a la ética política.

La Felicidad (Eudaimonia) como Fin Último

¿Cuál es el fin último que la mayoría de las personas persiguen en la vida? Comúnmente, se identifica con la felicidad (eudaimonia). Aristóteles, siguiendo el pensamiento griego predominante, acepta esta visión.

  • La felicidad es una actividad del alma conforme a la virtud, y no un estado pasivo. Debe excluir la miseria en la medida de lo posible para ser plena.
  • La actividad más propia y elevada del ser humano es la actividad de la razón. Por lo tanto, la felicidad residirá en el ejercicio virtuoso de la razón.

Aristóteles distingue entre virtudes morales (éticas) e intelectuales (dianoéticas). La felicidad, entonces, consiste en la actividad conforme a la virtud, tanto intelectual como moral. Además, esta actividad debe mantenerse de forma constante a lo largo de una vida entera, no solo en momentos aislados. La felicidad puede coexistir con cierto grado de placer y prosperidad externa, aunque estos no son su esencia.

La Vida Contemplativa como Felicidad Perfecta

Si la felicidad es una actividad conforme a la virtud, la felicidad más perfecta se relacionará con la virtud más alta, propia de la facultad superior del hombre: la facultad contemplativa. Esta se refiere a la actividad intelectual o filosófica (theoria).

Aristóteles argumenta por qué la vida contemplativa es la más feliz:

  1. La razón es la facultad más elevada del ser humano, y la contemplación teórica es la actividad más sublime de esta facultad.
  2. Esta actividad puede mantenerse de forma más continua que otras actividades, como el ejercicio físico.
  3. El placer es un componente de la felicidad, y la filosofía es la actividad más placentera que expresa la excelencia humana.
  4. El filósofo es más autosuficiente que cualquier otro individuo. Aunque necesita bienes básicos, puede dedicarse a la contemplación incluso en soledad.
  5. La filosofía tiene un valor intrínseco; se busca por sí misma y no como medio para obtener otra cosa.
  6. La felicidad requiere ocio (skholé), entendido como tiempo libre de las necesidades básicas, para dedicarse al pensamiento y al uso de la razón, actividades que perfeccionan al ser humano.

¿Qué objetos contemplaba Aristóteles como divinos? Se piensa que principalmente las realidades más elevadas: los entes inmutables de la metafísica (como el Motor Inmóvil o Dios) y quizás las verdades matemáticas. También podría incluir aspectos inmutables de la naturaleza si pueden contemplarse de forma continua. La actividad más elevada del ser humano se dirige a lo eterno y necesario. En la Ética a Nicómaco y la Ética Eudemia, Aristóteles asocia esta vida ideal con la contemplación de lo divino. Sin embargo, recalca que sin virtud moral, la felicidad perfecta es inalcanzable.

Relación entre Ética y Política

Según Aristóteles, la política y la felicidad están intrínsecamente conectadas. El Estado (la polis griega) es concebido como una comunidad natural que surge no solo para satisfacer las necesidades básicas, sino fundamentalmente para alcanzar el bien supremo del ser humano: la felicidad, lograda a través de una vida moral e intelectualmente virtuosa. Solo dentro de la comunidad política el hombre puede realizarse plenamente y vivir una vida completa y autosuficiente.

La Naturaleza de la Virtud (Areté)

Adquisición de la Virtud

Aristóteles sostiene que poseemos una capacidad innata para la virtud (bondad), pero esta debe ser desarrollada mediante la práctica y el hábito (ethos). La virtud no es una mera capacidad, sino una disposición (hexis) adquirida a través del ejercicio constante de acciones virtuosas.

La Virtud como Término Medio (Mesotes)

La virtud moral se opone al vicio y se define como un término medio entre dos extremos viciosos: uno por exceso y otro por defecto, relativos a un sentimiento o acción particular. Por ejemplo, respecto al sentimiento de confianza ante el peligro:

  • El exceso es la temeridad.
  • El defecto es la cobardía.
  • La virtud es el valor o la valentía.

Aristóteles define la actitud moral virtuosa como «una disposición a elegir el término medio relativo a nosotros, determinado por la razón, y por aquello que decidiría el hombre prudente (phronimos)». Este medio no es aritmético ni igual para todos, ya que depende de las circunstancias y del individuo; no se puede fijar con reglas exactas.

La virtud tiene dos dimensiones:

  1. Dimensión ontológica: En relación con la cosa misma, la virtud se sitúa en un punto medio entre dos vicios.
  2. Dimensión axiológica: En relación con lo mejor y el bien, la virtud representa una cumbre, una excelencia o un extremo.

Elementos de la Acción Moral

Libertad y Voluntad

Un presupuesto fundamental para la acción moral es la libertad. Solo somos moralmente responsables de nuestras acciones voluntarias. Si alguien actúa bajo coerción externa o por ignorancia (de las circunstancias particulares, no de los principios morales universales), no se le considera plenamente responsable.

Aristóteles, de forma similar a Platón, concibe la voluntad (prohairesis o elección deliberada) como una síntesis de deseo y razón: una «razón deseosa» o un «deseo razonable» orientado hacia los fines que dependen de nosotros. No la identificó exclusivamente ni con el deseo ni con la razón, sugiriendo que era una facultad específica que guía la acción electiva.

El Proceso Deliberativo

El proceso que conduce a una acción moral típicamente sigue estos pasos según Aristóteles:

  1. El agente desea un fin (e.g., la felicidad).
  2. El agente delibera, buscando los medios adecuados para alcanzar ese fin (e.g., la salud como medio para la felicidad).
  3. Percibe que ciertos medios acercan o alejan del fin, y que uno de esos medios es algo que puede hacer en ese momento (e.g., el ejercicio como medio para la salud).
  4. El agente elige realizar la acción considerada como el medio más adecuado en ese momento (e.g., decide salir a caminar como ejercicio).
  5. Finalmente, realiza el acto elegido.

El Papel de la Prudencia (Phronesis)

Todas las virtudes morales son razonables y están conectadas con la razón práctica. La virtud no es simplemente una actitud justa y razonable, sino la actitud que lleva a una decisión justa y razonable. Esta capacidad para tomar decisiones correctas se identifica con la prudencia (phronesis), una virtud intelectual fundamental.

La prudencia es la habilidad para deliberar correctamente y encontrar los medios que conducen al verdadero fin del hombre (la vida buena o eudaimonia). La virtud moral, a su vez, nos capacita para elegir ese fin correcto (desear el bien). Así, la prudencia depende de la virtud moral (no se puede ser prudente sin ser bueno) y solo es buena si procede de una decisión moral que busca el bien. Como disposición racional, la prudencia es esencial para tomar decisiones justas y razonables.

Comparación con Otras Visiones Éticas Griegas

Platón

Platón, en La República, también vinculaba la ética a la política, afirmando que el fin de la sociedad era la felicidad de sus ciudadanos, lograda a través de una sociedad justa. Esta justicia se alcanzaba cuando cada clase social cumplía su función específica. El filósofo-rey, por su conocimiento del Mundo de las Ideas y de la noción absoluta del Bien y la Justicia, debía ser el gobernante. Su visión de la ética era eminentemente teórica y metafísica.

Sócrates

Para Sócrates, la felicidad era primordialmente el resultado del conocimiento y la virtud (intelectualismo moral), ya que sostenía que el mal nace de la ignorancia del bien. Los factores externos (riqueza, salud) no eran esenciales para la felicidad. Lo importante era el cuidado del alma a través del diálogo, el autoexamen (autoconocimiento) y la vida filosófica. Así, su visión de la felicidad era puramente moral e intelectual.

Los Sofistas

Los sofistas, en contraste, solían defender una visión más relativista de la moral y una concepción de la felicidad basada en el éxito profesional, social y político, y en el placer. Su método para alcanzarla era pragmático: adaptarse a las circunstancias y persuadir a los demás mediante la retórica.

Diferencias Clave

Mientras Platón fundamenta la ética en el conocimiento de las Ideas trascendentes y Sócrates en el autoconocimiento y la virtud intelectual, Aristóteles desarrolla una ética más empírica y práctica, basada en la naturaleza humana y la vida virtuosa en comunidad (la polis). Aunque todos buscaban el bienestar humano, Aristóteles lo concibe como una realización más completa e integral del ser humano (que incluye lo ético, lo intelectual, lo emocional y, en cierta medida, lo material), alcanzada a través de la actividad virtuosa a lo largo de toda una vida.

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