Relación entre el intelectualismo moral socrático y el consumismo actual: La idea de virtud, según Sócrates, es aquello que mejora al hombre, perfeccionándolo. En este caso, el alma es la virtud del hombre y, como se ha visto en Platón, lo que perfecciona y armoniza el alma es el conocimiento: de ahí el intelectualismo moral socrático, que reduce la virtud al conocimiento. De este modo, e incluyendo las ideas de Platón, el ser humano está compuesto por un dualismo alma/cuerpo, donde el alma es la parte virtuosa del hombre, ya que tiene acceso al conocimiento, y el cuerpo es el causante de todos nuestros males o vicios, y es un estorbo a la hora de conocer. Más bien, el cuerpo es el medio por el cual el alma puede, en primer lugar, existir en el ser humano y, partiendo de ahí, llegar al conocimiento, pero no es el fin del ser humano, que es el alma. Solo cuando el alma alcanza el conocimiento, se alcanza la felicidad (eudaimonia): una felicidad basada en la razón y que proviene del alma porque solo esta es la esencia del hombre.
La idea de Sócrates del alma como fin último del ser humano y su cuidado sobre el cuidado del cuerpo contrasta fuertemente con el consumismo actual. El consumismo se centra en nuestras necesidades y deseos corporales y crea en el espectador una necesidad de comprar un determinado producto con la premisa de que facilitará la vida diaria del consumidor. Esta idea, al ser mostrada al público constantemente con una infinidad de productos distintos, crea una sensación de infelicidad en el espectador, haciéndole pensar que todos estos productos son necesarios para su vida y reinventando una y otra vez esa falsa necesidad. Sócrates, de alguna forma, advirtió esto: centrarnos en el cuidado del cuerpo lleva a la infelicidad, porque es centrarnos en nuestros vicios, nuestros defectos. En cambio, si nos damos cuenta de que el cuerpo es un mero instrumento y que el cuidado del alma es mucho más importante, alcanzaremos el conocimiento, la virtud y, por ende, seremos felices. Esto da lugar al concepto de autarquía: la no necesidad de nada relacionado con el cuerpo, que basta la razón para vivir felizmente.
Aprender jugando: una crítica
Para Platón, la educación no es un mero juego, sino algo muy importante para el futuro. Es muy famosa la técnica de aprender jugando porque nos da a entender que se divierten aprendiendo más fácilmente, pero no todo se consigue sin esfuerzo; todo lo contrario, requiere fuerza de voluntad. Como dice Platón, para poder llegar al conocimiento hay que sufrir una dura cuesta. Para Platón, la verdadera educación implica alejarse de lo cotidiano para poder tener una virtud nuestra; lo concibe como el camino que nos permite salir de la ignorancia. Por tanto, si no se trabaja duro, los niños se conformarán con lo que saben y nunca verán más allá de su saber. De ejemplo tenemos el mito de la caverna de Platón, que nos expone que los esclavos encadenados pensaban que en la pared, que la única realidad, eran las sombras que podían ver, pero al ser soltado uno de ellos, puede ver que toda su vida había vivido en la ignorancia, pero que si alcanzamos el conocimiento llegaremos a la verdad de las cosas.
Así que, la moda de no mandar deberes incita a que el alumno no trabaje en casa y no ponga en práctica lo que aprende en la clase y, como pasó con los demás esclavos del mito de la caverna, tal vez nunca alcancen el conocimiento suficiente para salir de la ignorancia. Para poder llegar a la realidad, Platón propone un modelo de educación, desde los primeros años de estudio hasta poder llegar a la «luz», que se divide en cinco etapas en las cuales el niño irá adquiriendo los conocimientos necesarios hasta que esté preparado para poder gobernar y llegue al máximo conocimiento.
Demagogia y populismo
Para Platón, ser demagogo o realizar demagogia en el ámbito político significaba que eras una persona con una baja calidad del alma. Una persona que en su vida había abandonado su camino hacia la sabiduría, una persona sumida en la ignorancia, presa de los vicios y pasiones del cuerpo. Platón establece una estrecha relación con el modelo de Estado ideal y el mito del carro alado. Cada alma de la persona está dividida en tres partes: una parte apetitiva (concupiscible), una parte con voluntad y carácter (irascible) y, por último, una parte que dominase a las dos (racional), donde actúa la razón. Platón menciona que, cuando la parte racional domina sobre las otras dos, esa alma se encamina hacia la verdad, desechando completamente el cuerpo. Para Platón, aquel que había vivido una vida de vicios y excesos, ese carro alado no tendrá alas para poder conocer la verdad, la Idea del Bien, y esta alma consumida en el caos acabará reencarnándose en un tirano o un político malo (demagogos). Ser demagogo significaba haber abandonado el camino recto hacia la sabiduría, como menciona Platón. Este tipo de político buscaba el fervor de la gente, lo que la gente quería escuchar, pero esto no te convierte en un buen gobernante. El buen gobernante es el que, como hemos mencionado en el modelo de Estado ideal, no ama el mando y el poder, sino que los usa para llevar a cabo el Bien; el gobernante bueno no le da a su pueblo lo que quiere, sino que le da el camino para que el pueblo lo consiga. Por eso, un demagogo no pretende ser un buen gobernante, ya que ha abandonado el cuidado de su alma y se ha guiado más por los vicios y emociones relacionadas con el cuerpo.
La Idea del Bien
Función ontológica: Platón identifica perfección y realidad; es la causa del ser de la perfección y de la existencia de las demás Ideas.
Función epistemológica: La Idea del Bien es, además, la causa de la inteligibilidad de las restantes ideas (sol/luz).
Función ética y política: La Idea del Bien es fundamento de la ética y de la política. El conocimiento para encauzar sabia y rectamente la vida, el verdadero bien humano, la meta última que persigue su educación.
Principio unificador: Otorga unidad al mundo.
Causa final y el orden del mundo: La Idea del Bien es la causa final, el modelo último al que tienden todas las realidades.
Función religiosa/teológica: La Idea del Bien en Platón es un asunto oscuro, no es una esencia, es la meta última de la filosofía y del ascenso dialéctico. El conocimiento de la Idea del Bien es una experiencia incomunicable, es el resultado de una intuición del alma (conocimiento inmediato). Parece algo inefable (incomunicable); cuando se decide a hacerlo, lo hace echando mano de una analogía.