La Filosofía Moderna y la Sustancia
La filosofía moderna se propone comprender la realidad partiendo del análisis de nuestro modo de conocerla. Y para ello busca los principios que nos hacen inteligible la misma realidad.
Descartes y la Sustancia
Descartes, siguiendo a Aristóteles, entiende por sustancia aquella realidad que existe por sí misma y con independencia de cualquier otra cosa. Admite la existencia de una sustancia infinita, Dios, el ser que existe necesariamente y que tiene todas las perfecciones.
Descartes admite la existencia de dos tipos de sustancias finitas: la sustancia extensa y la sustancia pensante.
- La existencia de nuestro cuerpo o la de los cuerpos que hay en el mundo exterior, no es una verdad evidente, pero de lo que no puedo dudar es de que estoy dudando, de que estoy pensando, y si pienso, entonces existo. Una cosa, una sustancia cuya esencia consiste en pensar: soy una sustancia pensante.
- La existencia de Dios garantiza que mis ideas y percepciones corresponden a un mundo exterior formado por objetos materiales: la sustancia extensa.
Para Descartes, el ser humano es un compuesto de cuerpo y alma. El cuerpo, al ser materia, es concebido como una máquina que se rige por las leyes de la física mecanicista. El alma explica la existencia de las facultades mentales, la conciencia, la creatividad, la libertad. Descartes admite dos sustancias: la sustancia infinita y la sustancia finita que, a su vez, puede ser sustancia pensante y sustancia extensa, estableciendo una relación entre mente y cerebro.
Teorías Monistas y Pluralistas
Las teorías monistas afirman que toda la realidad es una. Según Parménides, solo existe el ser, el cual es único, inmóvil, increado e imperecedero. La filosofía neoplatónica afirma que el principio de Plotino, el Uno, que a veces identifica con Dios, está más allá del ser, y por eso, indefinible e incognoscible. La concepción que identifica a Dios con la naturaleza recibe el nombre de panteísmo.
Spinoza se propone pensar la realidad como una unidad. Siguiendo a Descartes, entiende por sustancia aquello que es en sí, se concibe por sí. La única sustancia es Dios, pues la sustancia finita de Descartes necesita a Dios para existir. La realidad es un todo en el que hay un orden necesario.
Los atomistas griegos piensan que la realidad está formada por átomos. Según Leucipo y Demócrito, los átomos solo se distinguen unos de otros por la forma, la extensión y el movimiento, son indestructibles y se mueven eternamente en el vacío. Aunque en su época esta doctrina no tuvo demasiada acogida, ejerce una importante influencia en la física moderna.
Leibniz ofrece también una concepción pluralista de la realidad. En el sistema de Spinoza, la individualidad queda desdibujada al disolverse en el todo. Leibniz pretende construir un sistema armónico, pero en el que quede salvaguardada la individualidad y el carácter personal de Dios. La realidad, dice Leibniz, está constituida por unas sustancias simples, individuales e indivisibles llamadas mónadas que constituyen los átomos de la naturaleza. Son centros de fuerza de energía. Al no tener extensión, no interactúan unas con otras y no pueden ser modificadas desde el exterior. Cada mónada representa el universo entero.
La Condición Humana y la Existencia
La verdad de la que no puedo dudar, es mi vida, es que vivo, que me encuentro en un mundo con el que me relaciono. A diferencia de las cosas que me rodean, yo no soy una cosa más. El agua, la mesa… son algo concreto, tienen una naturaleza que les hace ser lo que son. Pero el ser humano no es una cosa más. Nos tenemos que hacer a nosotros mismos: la vida no es dada, nos la tenemos que hacer, nos tenemos que «buscar la vida».
El ser humano no nace adaptado al medio en que vive, tiene que elegir entre posibilidades y es responsable de cada elección. No nacemos hechos, tenemos que realizarnos a nosotros mismos, en medio de un mundo que en gran medida no hemos elegido. Pero a diferencia de las cosas y del resto de los animales, somos capaces de hacer proyectos, pensar… Y aunque las condiciones que nos rodean a veces no son buenas, tenemos una inteligencia capaz de crear nuevas formas de entender el mundo y de imaginar mundos posibles por los que merece la pena esforzarse.
El ser humano es un ser abierto al mundo, es un ser de posibilidades. En esto consiste el existir propio del ser humano: tengo que ser yo, pero fuera de mí. Se entiende existir como la ejecución de la esencia de algo. Por eso se dice que la esencia del ser humano radica en su existencia. Al existir, el ser humano va construyendo lo que es.
La Comprensión según Heidegger
Pero para existir, el ser humano necesita comprender el mundo en que vive, y por ello dice Heidegger, la forma peculiar de estar el ser humano en el mundo es la comprensión (interpretación de lo que hay). Estas interpretaciones las hacemos desde las ideas y creencias propias que recibimos de los grupos a los que pertenecemos, por eso, toda comprensión se hace desde unos prejuicios.
Al ser humano no le queda más que abrirse al otro, a los otros seres humanos, escucharlos y establecer un diálogo, por lo que el ser se nos muestra en el lenguaje, el diálogo. Hay muchas versiones sobre el lugar del hombre en el universo, desde los que piensan que es un ser vivo más hasta que hemos sido creados por Dios.
El Concepto de Espíritu según Scheler
El ser humano se nos presenta como persona cuya existencia no está determinada ni es explicable. Max Scheler dice que un ser que tiene estas características es un ser espiritual. Para Scheler, el espíritu no es una forma especial de ser, diferente a otras formas de ser. Concibe el espíritu como atributo del mismo ser, que se manifiesta en el ser humano. De este modo, el ser humano no es una parte más del universo como cualquier otra cosa, pues tiene la capacidad de preguntarse: ¿dónde estoy? Entonces hace metafísica.
La Modernidad Líquida de Bauman
Vivimos en una época caracterizada por la globalización. La sociedad en la que vivimos ha perdido la estabilidad y las seguridades en las que antes se sustentaba. Según Bauman, estamos en una modernidad líquida en la cual el individuo ha de construirse una identidad flexible, permeable y versátil, capaz de adaptarse a los cambios que experimentará en su vida. Es aquí donde reside la esperanza de que se produzcan las condiciones que permitan un crecimiento de la humanidad.
La Búsqueda de Sentido y las Preguntas Filosóficas
Los seres humanos nos encontramos en un mundo sin haber pedido venir a él. Nos vemos obligados a relacionarnos con las cosas que nos rodean, a buscarnos la vida y decidir cómo queremos vivir. Pero para movernos en un espacio, necesitamos orientarnos. Y cuando no lo podemos hacer, todo lo que nos rodea aparece como un caos. Vamos desorientados, perdidos y, por lo tanto, asustados, desasosegados.
Lo que nos caracteriza como humanos es que cada uno tiene que decidir y construir la vida que quiere vivir y somos los principales responsables, y no queda más remedio que preguntar, que preguntarnos.
No solo es el desasosiego lo que nos lleva a hacer preguntas. Aun desorientados, nos admiramos de lo que nos rodea, que no conocemos, que no sabemos qué es, pero ante lo cual nos asombramos. Y el asombro también nos provoca necesariamente la pregunta.
Para que el mundo que nos rodea deje de ser un caos y se convierta en un cosmos, en un hogar habitable, no tenemos más remedio que buscar respuestas a las preguntas que todos nos hacemos sobre el sentido de lo que existe y de nuestra propia vida: ¿Qué es el ser? ¿Qué sentido tiene la vida? ¿Qué es lo que hay?
Para poder orientarnos en el mundo, para poder vivir, nos hacemos preguntas de naturaleza filosófica. Y la reflexión filosófica sobre este tipo de preguntas, en las que nos cuestionamos el ser y la existencia, recibe el nombre de metafísica.
Características de las Preguntas Filosóficas
No todas las preguntas son de carácter filosófico. Los rasgos más característicos de las preguntas filosóficas son:
- Son radicales. Cuestionan las cosas en su raíz.
- Cuestionan lo evidente, con desconfianza. También cuestionan y someten a crítica las opiniones dominantes.
- Buscan razones. Las respuestas a una pregunta filosófica han de ser razonables, por lo tanto, ser susceptibles de ser discutidas y criticadas.
- Son universales. No se restringen a campos o aspectos concretos de la realidad.
- Son abiertas. Una pregunta filosófica nunca puede contestarse de un modo definitivo. No hay límites en el cuestionamiento filosófico.
- Buscan respuestas que se han de dar en procesos de diálogo.
- Surgen de la necesidad que tenemos de dar sentido a nuestra experiencia. Pero el sentido ha de ser buscado y dado por cada uno de nosotros, no valen ni las preguntas ni las respuestas de los demás.
La palabra sentido está tomada del ámbito del lenguaje y se relaciona estrechamente con significado.
Usos del Término ‘Sentido’
El término sentido tiene varios usos:
- Comprensión, significado. Al preguntar por el sentido, buscamos las causas y razones que nos hagan comprensible un hecho.
- Conexión. Preguntar por el sentido de algo, supone, a veces, preguntar por su relación con las demás cosas que lo rodean. La búsqueda del sentido de nuestra vida nos lleva con frecuencia a construir un relato capaz de «relacionar», de conectar, los distintos aspectos de nuestra experiencia.
- Finalidad, dirección. Cuando decimos algo, lo hacemos por una razón, con una finalidad. Lo que hacemos carece de sentido si no sabemos para qué lo hacemos.
- Valor. Hay palabras que pierden su valor si son repetidas abusivamente o usadas de manera engañosa, o si han cambiado las circunstancias que hacían que el significado de esas palabras fuera reconocido como valioso. En muchas ocasiones, al preguntarnos por el sentido de nuestra vida, nos estamos preguntando por su valor.
Cuando se pierde o no se encuentra un sentido que dar a la vida, esta falta de sentido se experimenta como desolación, como desasosiego.