Sociabilidad Humana, Origen del Estado y Evolución del Pensamiento Político

1.1 La sociabilidad humana

La tendencia a vivir en sociedad se ha bautizado con el nombre de sociabilidad y consiste básicamente en la inclinación a vivir compartiendo con otros individuos de la misma especie, no solo en territorio común, sino en la responsabilidad y el trabajo de garantizar la supervivencia de cada miembro en particular y del grupo en conjunto.

Sociabilidad por interés

Autores como Thomas Hobbes o Sigmund Freud mantienen que el hombre no es un ser social por naturaleza, sino por interés. Su constitución no le inclina a vivir en sociedad para realizarse como ser humano, sino para garantizarse la supervivencia. El hombre, por su forma de ser, no se siente inclinado a relacionarse y cooperar con los otros; al contrario, es un ser egoísta que ve en los otros o bien a posibles rivales en la satisfacción de sus deseos, o bien a medios para satisfacerlos. Sin embargo, las dificultades con las que se encuentra y que amenazan su supervivencia le inclinan a buscar la ayuda de los demás.

Sociabilidad por naturaleza

Para autores como Aristóteles o Erich Fromm, el ser humano es por naturaleza incompleto y, por tanto, está necesitado de los demás. La vida en sociedad es el estado en el que el hombre puede realizarse como tal y desarrollar plenamente todas sus posibilidades. Así pues, el vivir en comunidad es una necesidad esencial en el hombre y no supone una limitación a sus impulsos, sino una forma que permite precisamente su desarrollo.

1.2 Concepto de Estado

Sería exagerado considerar que estas primeras organizaciones lo sean. En la actualidad, manejamos un concepto de Estado mucho más restrictivo, pues consideramos que se trata de un tipo de organización que tiene una fecha de aparición relativamente tardía. El nacimiento histórico de esta forma de organización política que hemos bautizado con la palabra Estado coincide, aproximadamente, con la acuñación de este término en su sentido moderno.

Según Maquiavelo, se entiende que el Estado es una forma de organización política caracterizada por un poder permanente e indiscutible en un territorio concreto; poder que, a pesar de ser ejercido desde distintas instituciones, es único y exclusivo. Además, es soberano y es el encargado de mantener la estabilidad y el orden.

Características del Poder Estatal

  • Tiene poder territorial: El poder del Estado se extiende a todo el territorio que delimitan sus fronteras. Dentro de los márgenes que estas señalan, nada ni nadie escapa a su poder. Cualquier persona u organización que actúe en su territorio queda sometida automáticamente a sus normas. Así, por ejemplo, un extranjero de visita en el Estado español estará sometido a la legislación nacional durante su estancia y puede ser castigado si no la cumple.

1.3 Necesidad y origen del Estado

El Estado no es necesario (Anarquismo)

Esta postura es defendida por un movimiento político que se conoce con el nombre de anarquismo. Los defensores de esta postura consideran que el Estado es el instrumento de los poderosos para oprimir al pueblo, de manera que unos pocos se hagan con la riqueza de todos. El Estado es utilizado para perpetuar las injusticias de una clase dominante dispuesta a provocar guerras, hambre, abusos y toda clase de privaciones a la mayoría para poder mantener sus privilegios. El principio básico del anarquismo proviene de considerar al ser humano bueno por naturaleza, de manera que en una comunidad libre e igualitaria, el Estado no sería necesario, pues se impondría la solidaridad y ello nos permitiría vivir en una sociedad justa.

El Estado es necesario

Para casi todos los pensadores a los que les ha interesado el tema, el Estado es imprescindible básicamente por dos razones:

  • Como el Estado monopoliza la fuerza, limita y controla los brotes de violencia que pueden darse. En efecto, la conflictividad, la rivalidad y la voracidad son tan naturales al hecho social como la cooperación y la solidaridad. Por ello, el Estado se presenta como el único capaz de evitar que estas tensiones y conflictos hagan peligrar la estabilidad social.
  • El Estado, además, es necesario porque es la única instancia que promueve el bien común. Pues los individuos particulares y las distintas asociaciones que componen la sociedad civil están tan preocupadas por conseguir sus propios objetivos que hace imprescindible una institución que se ocupe del interés general. La realización de obras públicas, la defensa común, la protección del medio ambiente, la ayuda a los más desfavorecidos, la aplicación de la red sanitaria gratuita o la extensión de la educación a toda la población son objetivos que convierten en necesaria la existencia de un poder político centralizado.

Teorías contractualistas

Las teorías del contrato social tienen como objetivo explicar el origen de la sociedad y el Estado, y justificar su existencia. Las teorías contractualistas surgen en el siglo XVII y consideran que el Estado es el fruto de un pacto o contrato que todos los individuos, libres e iguales, firman para constituir un gobierno que organice la convivencia común.

Los contractualistas comparan cómo se vive en una sociedad organizada políticamente con cómo serían nuestras vidas hipotéticamente si no hubiera leyes, ni policía, ni orden social. A este momento, previo al contrato, lo llamaron estado de naturaleza, cuando no había Estado. Los seres humanos salimos de él mediante el pacto que da lugar al nacimiento del Estado.

1.4 Las formas del Estado

Estado autoritario

El poder se ejerce con una autoridad sin límites y sin someterse a ningún tipo de control. No existe separación de poderes, no se elige a los gobernantes ni se puede expresar disconformidad con la forma de ejercer el poder. Se distinguen dos tipos de Estado autoritario:

  • Estado absolutista: Propio del inicio de la Edad Moderna y cuyo máximo representante fue el rey francés Luis XIV. Es el Estado que propugna Thomas Hobbes: cedemos nuestros derechos a un soberano que pasa a ejercer el poder sin restricción alguna dentro de las fronteras de su dominio.
  • Estado totalitario: Es la forma más terrible del Estado autoritario, pues controla tanto la esfera privada como la pública de las personas. Desde las creencias personales hasta los medios de comunicación, la educación o las relaciones personales son vigiladas para evitar cualquier tipo de disidencia que amenace al Estado. El fascismo y el nazismo supusieron ejemplos de Estado totalitario.

El Estado de derecho

Se define como aquel Estado que está regulado por las leyes, de manera que hasta el propio poder político se encuentra sometido al cumplimiento de estas. A diferencia de lo que ocurre en el autoritario, en un Estado de derecho, la autoridad estatal está sometida al imperio de la ley. El poder político, por tanto, no puede ejercerse arbitrariamente, sino que debe hacerse dentro de los límites del ordenamiento legal. El objetivo es proteger los derechos individuales frente a los abusos que pueda cometer el propio Estado.

Los rasgos característicos del Estado de derecho son:

  • La Constitución

    Es la ley máxima que regula y estructura el funcionamiento de un Estado de derecho. Es un documento en el que se fijan por escrito las normas generales, los órganos y procedimientos para ejercer el poder, así como la relación que estos órganos tienen con los individuos y sus derechos. Es, en definitiva, un texto donde se recogen los principios fundamentales en los que se basa el Estado. Entre otras cosas, señala de forma explícita los derechos individuales y colectivos que deben ser protegidos. Los primeros textos de este tipo se remontan al siglo XVIII y son herederos directamente de la Revolución Francesa y la Norteamericana.

  • La división de poderes

    El filósofo francés Montesquieu defendió tres tipos de poder: ejecutivo, legislativo y judicial, que debían recaer en tres manos distintas e independientes. La idea es evitar un poder autoritario, pues al separar los poderes, cada uno hace de contrapeso a los otros dos, impidiendo el poder absoluto de una misma persona.

2.1 El origen de la democracia

La democracia llegó a Atenas entre los siglos VI y V a. C., impulsada por Solón, Clístenes y, sobre todo, Pericles, y se mantuvo fundamentalmente hasta que la conquista macedónica impuso su eliminación en el año 322 a. C. La democracia ateniense era una democracia directa, pues los ciudadanos participaban, sin intermediarios ni representantes, en la legislación y el gobierno. Sin embargo, este sistema tenía algunas deficiencias.

Por una parte, los derechos y privilegios democráticos estaban restringidos a una cuarta parte de la población. Ni las mujeres, ni los metecos (extranjeros residentes), ni los esclavos tenían derecho a voto. Por otra parte, algunos pensadores denunciaron que existía un problema fundamental en la democracia: la influenciabilidad del pueblo. La opinión de la mayoría podía ser fácilmente manipulada por los demagogos, capaces de imponer su voluntad mediante engaños y trucos retóricos.

En este contexto aparecen en Atenas los sofistas, conocidos como los maestros de la democracia. Eran extranjeros cultos y grandes viajeros que aportaban nuevas ideas que fueron acogidas con entusiasmo por la juventud ateniense y que llegaron a recibir el nombre de Ilustración griega. Como estos extranjeros no tenían derecho a participar en la política de la ciudad, se dedicaron a enseñar, a cambio de dinero, a triunfar en política y en los tribunales. Enseñaban oratoria para que sus alumnos supieran hablar en público, ya que todo el sistema democrático ateniense estaba basado en el uso de la palabra. Los sofistas consideraban más importante la forma de decir las cosas que la verdad de sus palabras; se trataba de que la gente creyera el discurso, de que fuera persuasivo. Defendían el relativismo y el convencionalismo. La gran enseñanza de los sofistas para la democracia, tanto para bien como para mal, fue darse cuenta del valor de las palabras, de la oratoria.

Frente a ellos estaba la figura de Sócrates, que defendía la existencia de una verdad inmutable y única frente al convencionalismo y relativismo sofista. Sócrates, y más tarde Platón y Aristóteles, consideraban que los sofistas no eran más que embaucadores o demagogos.

Democracia ateniense

  • Democracia directa: Los ciudadanos participaban sin intermediarios ni representantes en la aprobación de las leyes.
  • Sufragio restringido: Solo tenía derecho a voto una cuarta parte de la población. Ni metecos, ni mujeres, ni esclavos tenían ese derecho.

Democracia actual

  • Democracia representativa: No se votan directamente las leyes, sino que se vota a los partidos políticos, cuyos líderes aspiran a formar gobiernos y dictar las leyes.
  • Sufragio universal: Todas las personas adultas tienen derecho a votar.

2.2 El nacimiento de la ciencia política moderna

Maquiavelo es el primer pensador que da absoluta independencia a la política respecto de la ética, dando lugar al nacimiento de la ciencia política. Defiende y justifica que una cosa son las razones de Estado y otra, muy distinta, los criterios éticos. La frase «el fin justifica los medios» define perfectamente su pensamiento, aunque, curiosamente, nunca llegó a reflejar dicha frase en ningún escrito.

El análisis de su pensamiento político se desenvuelve principalmente en su obra El Príncipe, donde plasma todo su conocimiento para hacerse con el poder y conservarlo. Parte de la base de que la política es una ciencia y que, por lo tanto, la trata como tal. Establece para la ciencia política:

  • El objeto de estudio: el Estado, al que considera producto de la acción humana, por tanto, ni algo natural ni fruto de los designios divinos.
  • El método de estudio: Al tratarse de una ciencia, el Estado debe ser estudiado de una manera experimental. A partir de la observación de los hechos políticos, se extraerán las leyes que conformarán la ciencia política. Por supuesto, las consideraciones morales y religiosas quedan fuera del ámbito de estudio, pues no pueden ser observadas.

Las conclusiones principales a las que llega Maquiavelo son:

  • El Estado es el arte de conquistar y mantener el poder.
  • El príncipe no debe confiar en la fortuna, aunque deba ser tenida en cuenta, como demuestra la historia.
  • El príncipe debe basarse en la inteligencia (virtù).

3.2 Las utopías renacentistas

El principal y más importante pensador utópico de esta época es indiscutiblemente Tomás Moro con su obra Utopía. Como ya hemos comentado, la influencia de esta obra fue tal que, a partir de entonces, dio nombre a todas las obras de este género. Utopía se divide en dos partes: la primera supone una aguda crítica a la sociedad de la época; la segunda es propiamente la descripción de la isla localizada en «ningún lugar», en la que sus habitantes han logrado constituir una comunidad justa y feliz.

Básicamente, el secreto de Utopía reside en una organización política fundada racionalmente, en la que destaca la abolición de la propiedad privada, considerada la causa de los males e injusticias sociales. La ausencia de propiedad privada comporta que prevalezca el interés común frente a la ambición y el interés personal que rigen las sociedades reales. En Utopía, además, hay una organización jerárquica de puestos y funciones, a los que se accede, en una reminiscencia platónica, por capacidad y méritos. Esta organización es perfectamente compatible con la total igualdad económica y social. En Utopía, cada uno disfruta de su función y su tarea en la comunidad.

3.3 Kant y La paz perpetua

El texto La paz perpetua de Immanuel Kant no es estrictamente una utopía, aunque podría considerarse como tal. Viendo el mapa del mundo y la cantidad de conflictos armados que se han dado históricamente y que se sigan sucediendo en diversos lugares del planeta, da la impresión de que la paz perpetua es un ideal imposible de encontrar o construir, es decir, una utopía.

Kant propone como objetivo de esta obra establecer un marco jurídico que determine que la guerra es ilegal. De esta manera, asegura un acuerdo de paz perpetua entre Estados, dividido en dos secciones:

  1. La primera consta de seis artículos preliminares, que tienen como objetivo la desaparición de los ejércitos permanentes, no permitir que un Estado compre otro Estado o la prohibición de recurrir a estratagemas deshonrosas en la guerra.
  2. En la segunda sección, establece tres artículos definitivos de la paz perpetua entre los Estados:
    • 1. Todo Estado debe tener una constitución republicana con estos principios:
      • Principio de libertad de cada miembro de la sociedad.
      • Principio de independencia de todos respecto a una legislación común.
      • Principio de igualdad de todos como ciudadanos.
      Estos principios quedan protegidos por la separación de poderes y la siguiente regla: lo que no puede decidir el pueblo sobre sí mismo tampoco puede decidirlo el soberano.
    • 2. El derecho de gentes debe fundarse en una federación de Estados libres. Estos Estados deben someterse a un legislador supremo que asegure el derecho de todos los Estados para así evitar la guerra.
    • 3. Derecho de ciudadanía mundial. De manera que cualquier persona en cualquier Estado extranjero no reciba un trato hostil por el hecho de ser extranjero. Podemos definir como ciudadano del mundo a aquella persona que concibe todos los países y lugares del mundo como su patria. Este derecho surge del principio del respeto a los derechos del ser humano y la preocupación por el destino de todas las personas, dentro y fuera de nuestra propia sociedad.

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