3. El ser humano
Su antropología está tomada principalmente de la de Aristóteles, pero modificada profundamente por su fe cristiana. Sostiene que el ser humano participa de Dios (influencia platónica) de un modo especial al resto de los seres. Comparte con Él su carácter racional o naturaleza intelectual.
Esta semejanza con Dios se da sobre todo en el alma (imago Dei). El cuerpo, a causa de la materia, tiene una participación más imperfecta (vestigium Dei). El hombre es considerado una unidad sustancial, en la que el cuerpo es la materia y el alma es la forma. Ambas realidades constituyen la esencia del hombre. El mismo ser que razona, es el que siente, el que crece… La unión de alma y cuerpo es natural. Pero el alma es independiente del cuerpo, sigue existiendo después de morir éste. Es forma pura e inmortal. El alma tiene tres funciones: la vegetativa (encargada de la nutrición y reproducción), la sensitiva (afecta a la irascibilidad y concupiscencia) y la intelectiva (encargada del conocimiento por abstracción). Ésta última es específica humana y posee una primacía sobre la voluntad. 4. El conocimiento El mundo, la naturaleza, se compone de sustancias, que están compuestas de materia (elemento que individualiza) y forma (principio de universalidad). Su doctrina epistemológica proviene de su antropología (de la unión sustancial de cuerpo y alma). Si para San Agustín el conocimiento es propio del alma que se vale del cuerpo como instrumento, para Santo Tomás es un acto del compuesto, de esa realidad que resulta de la unión sustancial de cuerpo-alma.Conocer es captar las formas. Mediante la abstracción se adquiere el conocimiento intelectual. El ser humano es capaz de transformar los datos concretos y múltiples (proporcionados por los sentidos) en conceptos universales. Considera que el entendimiento posee una doble capacidad: la de universalizar y la de conocer universalmente. La primera (llamada entendimiento agente) es aquella mediante la cual el hombre despoja a los objetos de sus propiedades individuales. La segunda (llamada entendimiento paciente) es consecuencia de la anterior y permite crear y aplicar a la realidad los conceptos universales. El proceso es: los sentidos captan el objeto particular, registrándose en nuestra imaginación (el “fantasma” queda reflejado en la “fantasía”); el entendimiento agente abstrae, universaliza el contenido; el entendimiento paciente (o pasivo) formula el concepto; volviendo la mirada a la imagen se reconoce en ella al individuo al que puede aplicar el concepto universal. Mientras que para Platón o Agustín, el conocimiento proviene del alma (a priori), Tomás (asumiendo a Aristóteles) sostiene que proviene de las realidades materiales y sensibles (a posteriori). Para Tomás de Aquino, el objeto último del conocimiento es la verdad, que la define como “adaequatio rei et intellectus” (adecuación de la realidad y el entendimiento). La verdad es una, pues procede del único Dios. Por este motivo razón y fe se complementan. Filosofía y teología han de complementarse y coincidir en sus conclusiones. La razón ofrece el método; la fe, el criterio principal de verdad. 5. La acción ética Considera que la felicidad es la meta del hombre (visión teleológica). En esta vida se logra mediante la perfección moral; siendo la contemplación de Dios, en la vida futura, la felicidad perfecta. Tomás defiende la existencia de unas tendencias naturales, enraizadas en la naturaleza de los seres, a las que llama ley natural. Ésta es evidente (porque todos los hombres la conocen sin hacer ningún esfuerzo intelectual), universal (porque es común en todos los hombres de cualquier raza, cultura o nación) e inmutable (porque permanece constante a través de los tiempos). Sólo el ser humano es capaz de conocer tales tendencias y las conductas que se derivan de ellas. Por ser sustancia, tiende a conservar su existencia; por ser animal, tiende a procrear y a cuidar a sus hijos; por ser racional, tiende a conocer la verdad y a vivir en sociedad. Esta es la ley natural, que se convierte en criterio moral de la bondad o maldad de la conducta humana.La ley natural está relaciona con la eterna y la positiva. La ley eterna es la ordenación del universo establecida por Dios. Dentro de ella se encuentran la natural y la positiva. La ley positiva es la ley creada por el ser humano para vivir en sociedad. Por tanto, la ley positiva es una prolongación de la ley natural y ninguna ley positiva debe ir en contra de ésta. 6. La sociedad Como Aristóteles, sostiene que el hombre es un animal social. Eso hace que sea necesario que exista una organización social y una autoridad que la gobierne. Por ello afirma que el Estado, una institución basada en la naturaleza del hombre, tiene el objetivo de llevar al pueblo a una vida virtuosa y justa, preservando la paz y el bienestar social. El Estado es una sociedad perfecta: tiene todos los medios necesarios para conseguir su propio fin (el bien común de los ciudadanos). Para ello es necesaria la paz, la economía, la defensa, los tribunales de justicia… y el gobierno que asegure esas cosas. El fin de la Iglesia es sobrenatural, más elevado que el del Estado. La Iglesia es una sociedad superior al Estado. De algún modo aquél debe supeditarse a ésta. El gobierno del Estado debe facilitar al hombre la posibilidad de conseguir su fin sobrenatural. Sostiene que ninguna forma de gobierno es ordenada por Dios; lo importante es que promueva el bien público. En este sentido sostiene que la mejor es la monarquía y la peor la tiranía. Aunque admite que, a nivel práctico, lo mejor es una forma mixta, en la que el poder del monarca sea moderado por los magistrados elegidos por el pueblo.
Su antropología está tomada principalmente de la de Aristóteles, pero modificada profundamente por su fe cristiana. Sostiene que el ser humano participa de Dios (influencia platónica) de un modo especial al resto de los seres. Comparte con Él su carácter racional o naturaleza intelectual.
Esta semejanza con Dios se da sobre todo en el alma (imago Dei). El cuerpo, a causa de la materia, tiene una participación más imperfecta (vestigium Dei). El hombre es considerado una unidad sustancial, en la que el cuerpo es la materia y el alma es la forma. Ambas realidades constituyen la esencia del hombre. El mismo ser que razona, es el que siente, el que crece… La unión de alma y cuerpo es natural. Pero el alma es independiente del cuerpo, sigue existiendo después de morir éste. Es forma pura e inmortal. El alma tiene tres funciones: la vegetativa (encargada de la nutrición y reproducción), la sensitiva (afecta a la irascibilidad y concupiscencia) y la intelectiva (encargada del conocimiento por abstracción). Ésta última es específica humana y posee una primacía sobre la voluntad. 4. El conocimiento El mundo, la naturaleza, se compone de sustancias, que están compuestas de materia (elemento que individualiza) y forma (principio de universalidad). Su doctrina epistemológica proviene de su antropología (de la unión sustancial de cuerpo y alma). Si para San Agustín el conocimiento es propio del alma que se vale del cuerpo como instrumento, para Santo Tomás es un acto del compuesto, de esa realidad que resulta de la unión sustancial de cuerpo-alma.Conocer es captar las formas. Mediante la abstracción se adquiere el conocimiento intelectual. El ser humano es capaz de transformar los datos concretos y múltiples (proporcionados por los sentidos) en conceptos universales. Considera que el entendimiento posee una doble capacidad: la de universalizar y la de conocer universalmente. La primera (llamada entendimiento agente) es aquella mediante la cual el hombre despoja a los objetos de sus propiedades individuales. La segunda (llamada entendimiento paciente) es consecuencia de la anterior y permite crear y aplicar a la realidad los conceptos universales. El proceso es: los sentidos captan el objeto particular, registrándose en nuestra imaginación (el “fantasma” queda reflejado en la “fantasía”); el entendimiento agente abstrae, universaliza el contenido; el entendimiento paciente (o pasivo) formula el concepto; volviendo la mirada a la imagen se reconoce en ella al individuo al que puede aplicar el concepto universal. Mientras que para Platón o Agustín, el conocimiento proviene del alma (a priori), Tomás (asumiendo a Aristóteles) sostiene que proviene de las realidades materiales y sensibles (a posteriori). Para Tomás de Aquino, el objeto último del conocimiento es la verdad, que la define como “adaequatio rei et intellectus” (adecuación de la realidad y el entendimiento). La verdad es una, pues procede del único Dios. Por este motivo razón y fe se complementan. Filosofía y teología han de complementarse y coincidir en sus conclusiones. La razón ofrece el método; la fe, el criterio principal de verdad. 5. La acción ética Considera que la felicidad es la meta del hombre (visión teleológica). En esta vida se logra mediante la perfección moral; siendo la contemplación de Dios, en la vida futura, la felicidad perfecta. Tomás defiende la existencia de unas tendencias naturales, enraizadas en la naturaleza de los seres, a las que llama ley natural. Ésta es evidente (porque todos los hombres la conocen sin hacer ningún esfuerzo intelectual), universal (porque es común en todos los hombres de cualquier raza, cultura o nación) e inmutable (porque permanece constante a través de los tiempos). Sólo el ser humano es capaz de conocer tales tendencias y las conductas que se derivan de ellas. Por ser sustancia, tiende a conservar su existencia; por ser animal, tiende a procrear y a cuidar a sus hijos; por ser racional, tiende a conocer la verdad y a vivir en sociedad. Esta es la ley natural, que se convierte en criterio moral de la bondad o maldad de la conducta humana.La ley natural está relaciona con la eterna y la positiva. La ley eterna es la ordenación del universo establecida por Dios. Dentro de ella se encuentran la natural y la positiva. La ley positiva es la ley creada por el ser humano para vivir en sociedad. Por tanto, la ley positiva es una prolongación de la ley natural y ninguna ley positiva debe ir en contra de ésta. 6. La sociedad Como Aristóteles, sostiene que el hombre es un animal social. Eso hace que sea necesario que exista una organización social y una autoridad que la gobierne. Por ello afirma que el Estado, una institución basada en la naturaleza del hombre, tiene el objetivo de llevar al pueblo a una vida virtuosa y justa, preservando la paz y el bienestar social. El Estado es una sociedad perfecta: tiene todos los medios necesarios para conseguir su propio fin (el bien común de los ciudadanos). Para ello es necesaria la paz, la economía, la defensa, los tribunales de justicia… y el gobierno que asegure esas cosas. El fin de la Iglesia es sobrenatural, más elevado que el del Estado. La Iglesia es una sociedad superior al Estado. De algún modo aquél debe supeditarse a ésta. El gobierno del Estado debe facilitar al hombre la posibilidad de conseguir su fin sobrenatural. Sostiene que ninguna forma de gobierno es ordenada por Dios; lo importante es que promueva el bien público. En este sentido sostiene que la mejor es la monarquía y la peor la tiranía. Aunque admite que, a nivel práctico, lo mejor es una forma mixta, en la que el poder del monarca sea moderado por los magistrados elegidos por el pueblo.