1. La filosofía de José Ortega y Gasset en el contexto filosófico-
español contemporáneo. Ortega y el regeneracionismo.
La vocación regeneracionista de Ortega y Gasset: El siglo XX español, donde se encuadra esta filosofía, está marcado
por un espíritu de superación que, frustrado por una política frecuentemente caótica, tuvo su más exitosa expresión
en el regeneracionismo de Joaquín Costa. En principio estuvo asociado al Krausismo y a la Institución Libre de Enseñanza,
y luego a muchas tendencias filosóficas de carácter secular y a favor de una educación laica, como el neokantismo, el
hegelianismo, el positivismo, o el espiritualismo. En Ortega y Gasset resalta el acuerdo con el regeneracionismo en su
propósito de contribuir a la formación de una ciudadanía capacitada para más que para la servidumbre, lo que implica
el necesario protagonismo del Estado en materia educativa. El debate sobre el regeneracionismo y el ser de España: El
desastre del 98 puso a todos los españoles de acuerdo en que era necesario un cambio. Sin embargo la naturaleza del
mismo seguía siendo un tema polémico. Ortega creía que había que europeizar España, Unamuno creía que había que
españolizar Europa. Unamuno coincidía con Menéndez y Pelayo en que el regeneracionismo pretendía la estupidez de
hacer borrón y cuenta nueva en España, como si jamás hubiese habido catolicismo y la solución a los problemas de la
nación fuese olvidarse de sí misma. Ortega, sin embargo, cree que la revolución industrial conceptualizada en la técnica
es la locomotora que lleva al futuro, lo que España necesitaba era, según él, más razón y menos fe. No obstante, Ortega
sensible a la crítica de Menéndez y Pelayo y de Unamuno. Era muy consciente del peso de la tradición y creía en la
necesidad de apoyarse en ella para proyectarse en el futuro, si lo que se quiere es llegar a Europa, el salto tiene que ser
desde España, no desde la nada. Las masas y la técnica: En La Rebelión de las Masas Ortega habla de un nuevo tipo de
hombre, el hombre masa. Hijo de la revolución industrial, tiene una concepción natural de la historia y cree poseer derecho
sobre todo, al tiempo que carece de obligaciones. Se aglutina en partidos de masas, fascistas y comunistas, quienes
preconizan su advenimiento al pleno poder social para la realización de un futuro que justifica toda violencia. Como
alternativa, Ortega pretende formar ciudadanos a costa de las masas, y formarlos con sentido de unidad en un Proyecto
común europeizante. En eso consiste el regeneracionismo para Ortega, y por ello apoya el trabajo de la Institución Libre
de Enseñanza y la Junta para Ampliación de Estudios.
2. Ortega y Gasset, ni realismo, ni idealismo: el raciovitalismo. Formación alemana. Ortega amplió sus estudios en Marburgo,
donde asistió a las clases de dos importantes neokantianos, Natorp y Cohen, pero sin duda lo que más le influyó fue la nueva
corriente fenomenológica de Edmund Husserl, cuyo lema era volver a las cosas mismas, y el vitalismo e ideas sobre la historia
de Dilthey. Tras formarse en las novedades del pensamiento alemán, el pensamiento de Ortega tiende hacia una novedosa
caracterización de la razón, que supere las limitaciones de las de antiguos y modernos, es decir: realismo e idealismo. Realismo
e idealismo. Al hablar del realismo, Ortega se refiere al pensamiento de antiguos y medievales, quienes creían que las cosas del
mundo exterior son tal como aparecen independientemente de nosotros. En la modernidad, la filosofía comenzó a girar en
torno al sujeto, que no piensa otra cosa que ideas, por lo que Ortega se refiere con idealismo tanto a racionalistas y empiristas
como al propio idealismo que surge en Alemania tras la obra de Kant. La filosofía moderna superó a la antigua al darse cuenta
del papel fundamental del sujeto en el proceso del conocimiento, pero cayó en la insuficiencia de reducir al sujeto la realidad,
como si esta pudiese reducirse a aquel. Raciovitalismo. Para Ortega, la filosofía contemporánea está dando un giro hacia la vida
como realidad radical, vida que puede resumirse en su famosa frase de Meditaciones del Quitjote: yo soy yo, y mi circunstancia
, y si no la salvo a ella, no me salvo yo. Ortega cuenta que lo fundamental de la vida es que es un acontecer en el mundo, algo
en medio de lo que nos encontramos cuando ya ha empezado, y por eso propone un tipo de razón distinto: la razón vital o
histórica por la que a su filosofía se la ha llamado raciovitalismo. La razón debe dar cuenta de la realidad, pero esta no consiste
en ser materia ni espíritu, sino en la existencia humana que es esencialmente histórica, de ahí la expresión razón histórica. La clave
de esta concepción es aceptar el acontecer de la vida histórica como realidad radical en la que sucede una existencia dramática.
El existente que soy yo en el presente, siempre carga con un pasado constituido por su relación con el mundo, que proyecta
sobre el futuro par vivir. Vivir es convivir, y existir coexistir, así es la relación entre el yo y el mundo o circunstancia.
3. La vida humana, histórica y social. El carácter histórico de la vida humana, y su articulación. En Qué es filosofía, En torno a Galileo
, y más obras, Ortega afirma que el error moderno fue buscar la naturaleza humana como identidad y fundamento ontológico del
edificio de la razón físico matemática. El hombre no tiene naturaleza porque no es cuerpo ni es alma, conciencia o espíritu, sino un
drama, el drama de su vida, que no tiene que ser sino que es puro y universal acontecimiento. La vida humana es constitutivamente
drama. La importancia de esta idea está en defender que lo real no consiste, en contra de los que ha pensado la filosofía antigua, en
cosas materiales, o la filosofía moderna, en entes ideales. Lo real no se da formalmente como sustancia o sujeto, sino como
acontecimiento, que es lo que corresponde a una realidad que consiste en que un personaje, el yo de cada cual, interpreta un papel
no escrito en el escenario del mundo. Resumiendo, el carácter de nuestra vida es más biográfico que biológico. Ortega afirma que la
vida humana se articula entre la libertad y la fatalidad o destino. Retomando la famosa frase yo soy yo y mi circunstancia, la circunstancia
es el mundo en que me hallo, un mundo hecho de ingredientes culturales y escenarios concretos que son el límite de lo que puedo ser
, y que en ese sentido es un destino. Por ejemplo, no es posible para un español del siglo V ser sacerdote shinto; tampoco es factible para
un norteamericano del siglo XX ser faraón; ni es posible para nadie en el siglo XIX ganarse la vida como futbolista. Sin embargo, aunque
la circunstancia entraña fatalidad, también ofrece un ilimitado número de posibilidades entre las que hallar una vocación, son estas posibilidades
a disposición del yo en su circunstancia las que constituyen su libertad, la libertad de la vida en la que se ejecuta el drama humano. La vida
social. El sistema de usos sociales conforma el alma o forma de ser de una sociedad. Los usos sociales son acciones que ejecutamos en virtud
de valores y creencias que están plenamente constituidos en nuestra sociedad. Constituyen el instrumento de la presión social que la vida
colectiva ejerce sobre el yo individual y que hace posible la convivencia social. Son mecánicos, impersonales e irracionales. Ortega distingue
entre usos fuertes (la norma de derecho) y usos débiles (las costumbres en el vestir, el qué dirán, etc..)